Revista Diario

La fauna del bondi – por La Calós

Por Rutinacortadaacuchillo @RCACoficial

En la ciudad de la furia para algunos (menos para Mauri que la denomina “capital mundial del amor”) muchos de nosotros viajamos en una especie de reserva natural en movimiento. Ese rectángulo con ruedas transporta, cual arca de Noé, a varias especies de la fauna urbana.

Pasemos a describir:

El chofer onda Axel – especie en extinción: esta especie se caracteriza por un alto poder de adaptación al ambiente, que le permite abstraerse hasta el extremo de los sonidos molestos, los taxistas inútiles y los pasajeros alterados. Maneja con una sonrisa, saluda a sus pasajeros, frena por fuera de las paradas oficiales y te avisa cuando llegas a destino. No entendemos por qué, pero es feliz haciendo lo que hace.

El chofer mala onda: abundan y casi que son plaga. El tipo tiene cara de orto el 100 % del tiempo. Contesta mal. No saluda. Le pedís boleto de 1, 10 y te dice “hasta dónde vas?” disfrutando esa posibilidad de cagarte al corregirte “no pibe, hasta ahí es 1, 20”. Se enoja si ponés mal la SUBE, te reclama tu manera de poner las moneda. Pasa por las paradas y deja a gente abajo. Grita “Van pasando para el fondo, que hay lugarrr”. No importa que hagas. Siempre tiene un tonito de mierda para regalarte.

El abogado defensor: este espécimen nació con una clara función (o al menos eso cree) defender y reclamar los derechos de cada pasajero que suba. Pide asiento para la embarazada, enojándose con los que se hacen claramente los boludos. Discute con el chofer, si ve que no le para a los que esperan abajo. Defiende a la pasajera que es empujada por otro.

El obse del timbre: es la especie más odiada por los choferes. Tienen un claro problema para entender una consigna básica: el timbre se toca 1 vez, por lo menos 1 cuadra antes de donde vas a bajar. No 3 veces, no a 50 metros de la parada. NO cuando se te canta bajar. Hay algo raro en ese tic. Se les traba el dedo, pierden la memoria por segundos y vuelven a repetir la acción. Gracias a ellos y luego de varios desarrollos de universidades extranjeras, aparecieron los timbres de “luz”, sin sonido alguno.

La acompañante del chofer: viaja parada al lado del chofer galancete (símil Cacho Castaña). Le conversa, se ríen, hay seducción. No se sabe si es la amante o la novia. Si es siempre la misma o van cambiando. Viaja gratis, obvio. Conoce a los conductores de los otros internos y es el tema principal de conversación con su  amigo. Dice “Ya pasó el del 431”. “No sé, contesta Cacho, parece que viene con el 742”. Nos da intriga saber cómo sigue la historia por fuera del micro.

La vieja histérica: Abundan, a pesar de su edad avanzada. Se quejan de los que suben, de las frenadas, de los que no ceden el asiento y de cada pelotudez que sus ojos ven. Una vez que su sangre comienza a hervir, empiezan a putear a los políticos, piqueteros, la secretaría de transporte, los jóvenes. Teorizan acerca de todo con un odio visceral hacia la humanidad. Si venías tranquilo, en esos días en los que te reconcilias con la existencia, en 5 minutos estás al borde del asesinato de un geronte por emoción violenta.

Molestamente educado: Esta especie se caracteriza por decir permiso, cada 5 segundos, como repitiendo un mantra sin sentido al que obedece a ciegas. “Gracias”, “por favor”, “disculpe”, son sus palabras de cabecera. Sí, está bien, sos educado, pero TANNNTA buena onda relamida, da urticaria. Te acaban de hundir el ojo con la punta de una mochila y lo único que se te ocurre decir es “si, pase, perdón”!?


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