Revista Religión

La fe, esa débil raiz del mal.

Por Dubarri

la feUna de las bases de toda religión es la fe. A la fe la cuidan como se cuida la mejor de los diamantes pero no es tan dura como un diamante, la fe es débil por naturaleza pues su base infundada e irrealista se puede desmoronar como un castillo de naipes a la más fina brisa.

Las grandes religiones monoteístas usan la fe como un catalizador del fiel acólito a sus diferentes religiones y dioses. Cada fe afirma y se reafirma en doctrinas humanas y en un dios único y verdadero, hay que decir que todo ello sin ningún tipo de veracidad y tan solo por la palabra de los dirigentes de cada religión.

Para catalizar la fe la mayoría de las religiones proceden con diversos mecanismos, entre ellos: la oración en conjunto social con un apoyo intrasocial dentro de una sociedad cerrada a una doctrina y por la plegaria rumiante, yo lo llamo así. La plegaria rumiante, se trata de rezos, fragmentos de libros sagrados y citas que se repiten una y otra vez más rumiando el texto en un estado catatónico. El cerebro está ocupado únicamente en repetir el texto como si de una fórmula mágica se tratara, esto es como una especie de alienación donde se refuerza la fe. Sí mi querido lector, la fe necesita de esas artimañas, la fe por si sola es débil.

Si miramos los libros “sagrados” de cada religión (recordemos que cada cual es único y verdadero y esto es… incongruente) vemos como la fe es el motor en todo momento para sostener doctrinas, falacias, cuentos, leyes, fantasías y una especie de teocracia (sobre todo en el judaísmo, islam y cristianismo) y darlo como un subproducto “verdadero” al fiel.

La fe es de por si débil y dañina en todo el ámbito de la vida, desde la religión al fetichismo, desde el juego y el azar hasta en las creencias del más allá (espiritismo, santería, adivinadores, magufos, etc.). Cuando la fe es catalizada en extremo en un individuo, éste acaba alienado y su personalidad destruida por un determinado grupo religioso o creencia, ahí que acabe en un fundamentalismo religioso donde lo rumiado pasa a un nivel superior: es para la reo de la fe como las frases mágicas de un hechicero, como un poder que le sumerge en un trance irreal y por la fe acabará por hacer cualquier cosa. Personalmente recuerdo lo que un fundamentalista me afirmo un día en un foro, hoy en día este individuo tiene un cargo en Remar, que la fe justifica los hechos aunque estos sean malos, sobre todo si el objetivo es el bien de su comunidad.

Por la fe se cometen atrocidades, es de todos conocido el terrorismo islámico, pero también hemos de recordar las guerras santas cristianas, la inquisición, el catarismo, la atracción en el pasado de la Iglesia por las ideologías políticas fascistas y dictatoriales que aún siendo contrarias a la doctrina de Cristo han comulgado de buena gana (por ejemplo el nacional-catolicismo en España) con poderes autoritarios dictatoriales. Y así me extendería a lo largo de la reciente historia y veríamos como esto ocurre igualmente en el protestantismo europeo y como en el nuevo protestantismo fundamentalista de las iglesias evangélicas en los EE.UU.

Alguno me preguntará por qué teniendo las religiones el poder que tienen afirmo que la fe es débil. Bien, esto se debe a que la fe necesita de catalizadores como he dicho anteriormente, sin ellos la fe se desmorona porque no tiene ninguna base científica ni creíble. El fiel diría que no la necesita pero yerra en ello pues es él el primero que necesita de una sociedad religiosa, es gregario por naturaleza, él necesita de una comunidad, sin ella su fe acabaría siendo una simple creencia con sus dudas derivándose en otras actitudes ante la vida y lo que la vida le depare, su fe se vería minada con el tiempo y eso lo saben bien los dirigentes religiosos, es importante por ello mantener al acólito dentro de una sociedad religiosa.

La fe sin esos catalizadores (la oración rumiante, la lectura rumiante “sagrada”, la reunión social ante un templo, la liturgia como modo visual “impacto visual” o escenografía, etc.) se cae por si sola. Prueba de ello como he dicho, es el esfuerzo que los dirigentes de las religiones hacen en torno a la fe, el miedo a arrebatarse acólitos unos a otros como empresas que se quitan clientes. Cuando se topan con un escéptico, con un ateo, o con un incrédulo, el fiel entra en una fase de miedo, de temor y desconfianza (esto ocurre dentro de su psique) donde ve a este como una especie de “peligro”, de “enemigo” que más tarde se etiquetará de múltiples formas (descreído, condenado, demonizado, etc.) acorde con su congregación y con los consejos que su “chaman” particular le de.

Algunas veces cuando el fiel ve perder en un futuro inmediato su fe, su religión, su “droga” particular o su placebo de vida ocurren actos delictivos terroristas como lo visto estos días en Noruega, en ese caso protagonizados por un fundamentalista evangélico.

La fe es dañina porque no integra en la libertad de pensamiento al ser humano, sino que lo somete a un determinado y único juicio. Un juicio que no tiene que ver nada con la realidad que subyace en su vida cotidiana. Sí tan perniciosa es la fe, por qué la tiene tanta gente se preguntará más de uno. Yo creo que es por la fuerza e inversión que hacen las grandes religiones monoteístas para mantenerse en el poder, existe una gran técnica socio política en las religiones además de una mercadotecnia: viajes de Estado de los jerarcas de la Iglesia, inversiones multimillonarias en medios audiovisuales de las iglesias evangélicas de los EE.UU., el poder acumulado de una cristianización europea durante siglos, y sobre todo a una intromisión del poder religioso en el poder político. ¿Se ha preguntado el español de turno por qué su país en los tiempos actuales no es laico? ¿Por qué la Constitución española da prioridad a la Iglesia Católica? ¿Por qué existe una monarquía regente de alto calado cristiano y ortodoxo? ¿Por qué la mayoría  de los actos oficiales están  acompañados de actos religiosos? ¿Por qué el Estado se hacer cargo de los gastos de un viaje como el del Papa? Todo esto se exporta también a otros países del mundo, no solo España. Todo eso crea y fortalece la fe. Un ejemplo más para terminar: la peregrinaciones en el cristianismo como en el islam, además de servir como refuerzo y catalizador de la fe también sirve como defensa de la misma logísticamente hablando, sino repasen los mapas y los trazados y saquen conclusiones.

¿Tener fe es respetable? Un vez llegados hasta aquí más de uno pensará que no, yo personalmente creo que la fe se debe respetar en el marco adecuado: en el interior de cada conciencia. La fe como una catalización común religiosa, donde ya de por si es excluyente con otras ideologías, contra la libertad de pensamiento, no es en ninguna forma respetable, es mas, es criticable.

La fe es un placebo existencial, si yo le receto un placebo para mejorar su enfermedad fantasma y por reacciones de la psique usted se siente bien, el placebo ha hecho un bien, es válido, pero entre usted y yo, nadie más. En eso seguro que estamos de acuerdo.
Ahora, si usted toma ese placebo y lo exporta a los demás de su circulo social diciendo lo  bueno que es, que es una cura y que funciona, que es real, eso es negativo, es dañino. Está mintiendo y posiblemente pueda causar un daño aún mayor. Y si no admite que lo que tomó fue un placebo su mente no solo le engaña, sino que puede enfermar.

Ahora que cada cual tome su camino, los que deseen vivir entre los finos hilos de la fe o los que como muchos hemos decidido vivir en la cruda realidad de la vida, y que no por ella es mala ni dañina ni penosa, tan solo somos unos afortunados supervivientes en un mundo hostil. Afortunados por haber nacido, recuerde que muchos otros se quedaron en el intento, hace falta ser desconsiderados con la vida el anhelar un mundo Más Allá de la muerte aferrándose a la fe con las religiones en vez de vivir esta única vida placenteramente en el bien y la felicidad. La fe, esa débil raiz del mal.

Jean Pierre Dubarri, 2011.


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