“La vida pasa, rápida caravana. Detén tu montura y trata de ser feliz.”
Omar al-Jayyam
¿Existe verdaderamente la felicidad o es solamente una ilusión?Cuando la evocamos, ya está en el pasado.Cuando la convocamos: solamente es un mito del futuro…
Y cuando pensamos vivirla, nos asustamos de su fragilidad. Solamente la sabiduría puede hacer aceptar las carencias de la felicidad.
Pero, incluso aunque llegásemos a la sabiduría, todavía existirían los sufrimientos que alejan cruelmente la felicidad. Porque, aunque poseyéramos todo aquello que deseáramos tener, todavía sufriríamos de muchos de las insaciabilidades del ser humano…
Existirían todavía los ruidos que hieren la tranquilidad, la insoportable cortadora de césped de los vecinos, y ese perro de no se sabe dónde, que ladra toda la noche y que llora durante todo el día...
Existiría el gris que molesta a nuestro deseo de sol, la maldad, los celos, las imprudencias y la desvergüenza de los otros, los inevitables sufrimientos físicos, morales o afectivos que aminoran y deprimen la personalidad … y también ese perro de no se sabe dónde que ladra toda la noche y que llora durante todo el día…
...y las ineptitudes personales o las decepciones afectivas y también la de nuestros seres próximos, y el silencio o el sufrimiento de Dios para el creyente, o la ausencia de una transcendencia tutelar para el nocreyente.
Todo esto parece justificar una amarga constatación de Salacrou:
“Somos mucho más desgraciados en la desgracia que felices en la felicidad.”
La felicidad es eminentemente subjetiva –sus condiciones no pueden ni definirse ni evaluarse por cualquier otro que no sea la persona que la siente. Las modalidades de la felicidad no son ni morales ni inmorales: son a imagen de la conciencia personal…
¿Felicidad en la violencia?
¿Felicidad en el amor?
¿En el estudio?
¿Felicidad en la fe en Dios?
¿Felicidad de un Harpagón sentado sobre su cartera?
¿O felicidad de Diógenes disfrutando de los rallos de sol a la entrada de su tonel?
Los filósofos se han repartido siempre entre dos grandes orientaciones en el tema de la felicidad:
- los utilitaristas piensan que la búsqueda de la felicidad determina finalmente la moralidad;
- los otros, por el contrario, afirman que las obligaciones morales deben ser seguidas independientemente de sus efectos sobre la felicidad.
Ante esta alternativa, ¿hay que preferir una felicidad inmediata basada en unos placeres efímeros o una felicidad diferida basada en el sentimiento de perfección que podemos lograr por una vida virtuosa?
La elección dependerá de la función misma que se le reconozca a la ley religiosa o moral en cuestión: ¿está hecha la ley por los seres humanos o para los seres humanos, o bien los seres humanos están hechos para aplicar la ley que les será impuesta por un poder transcendente que viene de otro lado?
La Declaración de los Principios -consenso de todos los miembros de la Orden Masónica Mixta Internacional “Le Droit Humain”- estipula que:
“… sus miembros buscan, ante todo, realizar en la tierra y para todos los seres humanos, el mayor avance moral, intelectual y espiritual, condición previa para la felicidad que es posible lograr a cada individuo en una Humanidad fraternalmente organizada.”
Este texto solicita una exégesis detallada:
“sus miembros buscan ante todo… realizar en la tierra”: en nuestra tierra de seres vivos –aquí y ahora- y ante todo reenvío a una coyuntura de vida supra o extra terrestre que emana de una creencia subjetiva o de una dogmática religiosa…
“y para todos los seres humanos”: es decir, sin ninguna exclusión de orden sexista, racista, religioso, socio-político o filosófico;
“… el mayor avance moral”: una conformidad progresiva del comportamiento personal con los grandes principios que permiten a los seres humanos vivir en sociedad. Es lo que se designa habitualmente bajo la denominación de “camino iniciático”;
“intelectual”: el francmasón “al seguir siendo un aprendiz toda su vida” aumenta obligatoriamente sus conocimientos intelectuales. Además, la honestidad intelectual impone aprender ante de pretender enseñar;
“espiritual”: la espiritualidad masónica incluye el conjunto de los ideales inmanentes en toda la humanidad, sin rechazar por ello el derecho de cada uno de sus creyentes personales en el campo transcendental: se trata pues de una espiritualidad humanista –la única que podría llevar a todos los seres humanos hacia la paz en la diversidad;
“condición primera de la felicidad que cada individuo puede alcanzar”: es la felicidad de cada individuo la que se desea y no una felicidad colectiva. En efecto todos los tiranos -espirituales o temporales- han atormentado y oprimido a pueblos enteros o naciones para imponerles sus propios criterios de felicidad.
Ahora bien la felicidad no es considerada obligatoriamente como felicidad por los otros. Por eso es indispensable protegerse contra todos aquellos que quieren vestir a los demás con un uniforme de la felicidad políticamente correcta o ideológicamente correcta, porque ese condicionamiento oculta la mayoría de las veces una violación deliberada de las libertades bajo la máscara dolorosa de una felicidad circunstancial.
¿Cuál es entonces el significado de la felicidad? Para seguir leyendo: Capítulo X