Una absoluta y completa gamberrada que se ríe de todo y de todos y cuyas armas son el humor negro, la transgresión, la provocación y la irreverencia llevadas a extremos pocas veces alcanzados. Y también una trabajada película de animación no apta para cualquier público.
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Título original: Sausage Party
País: Estados Unidos
Duración: 89 minutos
Género: Comedia, Animación
Reparto: Seth Rogen, James Franco, Jonah Hill, Kristen Wiig, Edward Norton, Michael Cera, David Krumholtz, Salma Hayek, Nick Kroll, Paul Rudd, Bill Hader, Danny McBride, Craig Robinson, Conrad Vernon
Distribuidora: Sony Pictures
Productora: Annapurna Pictures, Sony Pictures Entertainment, Point Grey Pictures
Guionista: Ariel Shaffir, Evan Goldberg, Kyle Hunter, Seth Rogen
Montador: Ellery Van Dooyeweert, Kevin Pavlovic
Como sucediera hace algunos años con “South park” (1997) y después de ella con otros títulos de animación sobretodo en formato de serie, “La fiesta de las salchichas” es ante todo transgresión, provocación e irreverencia llevada al extremo.
Después de un trailer magnífico aunque quizás con demasiadas coñas de la película (una pena la tendencia actual de que los trailers cuenten mucho más de lo que deberían), nadie debería ir a verla con una idea equivocada y si lo hace corre riesgos evidentes. No se trata de una película de animación amable ni familiar y mucho menos para niños, así que las abuelitas despistadas que lleven a sus nietos al cine pueden verse en la obligación moral de salir de la sala a pocos minutos del comienzo tras comprobar que se trata de una gamberrada absoluta dispuesta a reírse de todo y de todos, aunque ¡¡¡Por Dios!!! hasta los carteles anunciadores dan pistas por ejemplo con eso de “sólo la puntita”.
La película arranca suave, ligera, como una dicharachera comedia de productos de supermercado. Incluso han contratado a Alan Menken para la banda sonora y arranca con una escena inicial muy al estilo de los musicales de animación de Disney, aunque en la letra uno empieza a darse cuenta de la gamberrada. Podríamos decir que los guionistas y productores dan una última oportunidad a los menos informados sobre lo que va a venir después y entonces, cuando uno ha bajado la guardia, irrumpe imparable un humor dispuesto a no dejar títere con cabeza.
La escena en la que de pronto se provoca el caos al caerse varios productos de un carro me provocó en el cine algunas de las más grandes risotadas que he soltado nunca en una sala, comparables a las que en su día me produjo el trailer (y que desgraciadamente no repetí en esas escenas que ya conocía). El truco sobretodo creo que es ese cambio tan brutal de registro y desde luego algunas ocurrencias que no por bestias o brutas dejan de ser absolutamente geniales (una pista sin chafar nada: el momento “Salvar al soldado Ryan”).
La transgresión, el humor negro, la irreverencia, la provocación se convierten casi desde el primer momento en las armas cómicas de esta película por lo que podríamos decir que estamos ante uno de los títulos menos aptos para todos los públicos que se hayan hecho nunca. Por un lado porque no es una película para niños, pero por otro porque hay contenido grosero, escatológico, sexual y obsceno así que tampoco será una película para todos los adultos, que no todo el mundo disfruta con este tipo de humor.
Yo definiría esta comedia como una absoluta gamberrada, entendiendo que se ajusta perfectamente a la definición del término: “Acción dañina, molesta o escandalosa para otras personas” y como tal, pocas veces habréis visto algo igual en el cine siendo como se trata de una película protagonizada por salchichas, bollos, panecillos, panes de pita y otros productos de supermercado entre los que se encuentra como antagonista una “ducha vaginal”.
El guión ¡¡¡Ojo!!! me parece que está muy currado. Nada de lo que se dice o se ve queda sin doble sentido o un giro argumental o una intención humorística.....hay incluso un trasfondo existencial que se atreve a poner en solfa a la religión y nuestras creencias (las de todos, que por meterse se ceba incluso con judíos y musulmanes de una forma hiriente). En ese sentido la moraleja parece invitar a un carpe diem anárquico y sin complejos y lo hace con un final sorprendente que ni el más gamberro hubiera imaginado. Son muchas las veces a lo largo de la película que uno se pregunta si está oyendo lo que está oyendo y está viendo lo que está viendo porque en muchos momentos se traspasa con mucho y muy de largo lo política, social y religiosamente correcto.
El caso es que, para el espectador que no se escandalice con el humor que propone y que disfrute con una película como ésta, puede convertirse sin duda en una pequeña joya, una obra maestra del cine más transgresor. Ya digo una gamberrada máxima que no dejará indiferente a nadie.