Revista Toros

La fiesta está exangüe

Por Malagatoro

La fiesta está exangüe

Los tres avisos, el oprobio y el mayor fracaso para un torero, y el mayor deshonor al rey de la dehesa que tuvo que ser apuntillado en el ruedo como un amasijo de carne en el matadero


Ficha del festejo:

Plaza de la Malagueta, 17 de agosto de 2012. Más de media entrada.

Cinco toros de Alcurrucén, y uno, el sexto, de El Cortijillo. Impresentables, terciados, sin cara, mansos y descastados.

ENRIQUE PONCE.  Pinchazo hondo y media estocada tendida. (Ovación y saludos). Pinchazo, estocada casi entera perpendicular y dos descabellos. (Aplausos).

SALVADOR VEGA. Media caída y quince descabellos, dos avisos. (Leves pitos).  Media tendida  y diez descabellos. Tres  avisos. (Pitos). El toro tuvo que ser apuntillado en el ruedo.

MIGUEL ÁNGEL PERERA. Estocada y aviso (Oreja). Pinchazo, media estocada y un descabellos (Silencio).

Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Cayetano Utrera Ravassa, notario, registrador de la propiedad, ex-alcalde de la ciudad y gran aficionado a la fiesta de los toros.


La fiesta está exangüe, porque se desangra a chorros por sus múltiples heridas. Las taquillas se vacían, pero no únicamente por la crisis económica. La verdadera crisis de la fiesta es interna y anterior a la económica. Los públicos se aburren, no encuentran emoción en el ruedo y la oferta de ocio actual es muy variada, y el divertimento puede encontrarse en muchas actividades a precios más asequibles. En Málaga, como en otras plazas del ruedo ibérico, los aficionados huyen despavoridos y el que se acerca por primera vez a los tendidos, además de sufrir la dureza de su piedra y el calor sofocante, no encuentra ningún aliciente para volver. Aburridos, tras tandas insoportables de muletazos, los públicos no encuentran motivos para profundizar en el conocimiento de la tauromaquia, ni van quedando buenos aficionados para ilustrarles, por lo que se dedican a sacar el mocador para pedir la oreja para, así al menos, salir de la plaza justificando el dinero tirado para padecer un petardo soporífero.  Al toro, principal protagonista de la fiesta, se le ha quitado la presencia, la casta y la bravura, que son la esencia del espectáculo. El toro, ese animal totémico que para el aficionado representa los valores de la bravura, fuerza, nobleza y sinceridad, lo han capidisminuido. Los ganaderos se han doblegado a las exigencias de los taurinos (toreros, apoderados, empresarios,…), permitiendo que el toro que crían se haya convertido en un sucedáneo del toro de lidia.

La fiesta está exangüe
También la pasividad ante el fraude es la norma general. El afeitado, práctica perversa que distorsiona la capacidad de defensa y ataque del toro, se ha convertido en un fraude aceptado por todos, pasándose de negar su existencia a, incluso justificarla, aceptándola con toda naturalidad por el público y por la mayor parte de la crítica. La “autoridad”, que es la que puede dar categoría a uno coso taurino, no defiende los intereses del que pasa por taquilla, ni la integridad y pureza del espectáculo, doblegándose a las exigencias de toreros, apoderados y empresarios en los corrales. Se ha impuesto la monotonía y la vulgaridad en los toreros. Faenas anodinas, fabricadas en serie, sin personalidad. La “monofaena” y el ventajismo se han hecho dueños de los ruedos. La emoción y la autenticidad del toreo brillan por su ausencia. La fiesta de ha transformado en una pantomima, una farsa, un soporífero y denigrante espectáculo que revuelve las tripas del aficionado.

La suerte suprema se ha convertido en un medio y no en un fin. Da igual la manera en que se ejecute, porque lo que importa es que el toro ruede con prontitud. Francis Wolf dice que “la ética de la corrida consiste en dejar que la naturaleza del toro se exprese. Doblemente: en su vida, en su muerte.” El toro tiene un destino, la muerte en el ruedo, algo que “la mayoría de las especies envidiarían”. Pero el toro no puede morir de cualquier manera en la plaza, debe hacerse con respeto por parte del torero arriesgando su propia vida. Prolongar innecesariamente la vida de un toro, como vimos ayer en la Malagueta o la infame sangría con el verduguillo que propinó Salvador Vega a sus dos toros, fueron un denigrante espectáculo, que carga de razones a los abolicionistas, a esa corriente antitaurina que, por diversos motivos, está calando entre la juventud española y para la que el sector taurino no ha reaccionado, ni con prontitud, ni con argumentos sólidos y convincentes.

Ponce
Qué imagen más penosa ver que a una persona, cuya profesión es la de matador de toros, le manden los tres avisos y le echen un torro al corral, que pudieron ser dos sino es por la benevolencia de la presidenta del festejo. El oprobio y el mayor fracaso para un torero, y el mayor deshonor al rey de la dehesa que tuvo que ser apuntillado en el ruedo, para morir indignamente como un amasijo de carne en el matadero. Salvador Vega, por otra parte torero de buenas formas del que gusta al aficionado, que tanto ha revindicado su presencia en la Malagueta, ya ha tenido su oportunidad y la ha desaprovechado por su actitud medrosa e irresponsable. Volverá a esta plaza el próximo mes, pero debe reflexionar si está en condiciones para ello, para no volver a protagonizar tamaño espectáculo denigrante y bochornoso.

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No voy a pormenorizar en el relato del festejo, porque apenas hay nada que lo merezca, ni mi estado de ánimo me lo permite. Una corrida mal presentada, impropia de una plaza que ostenta la categoría administrativa de primera. Una monumental mansada infumable, con toros pobres de cara, (a algunos les faltaba una cuarta de pitón), terciados, anovillados. Lidias interminables y desastrosas, propinando infinidad de capotazos incapaces de sujetar a los bureles. El “catedrático” Ponce, ya no llena ni la Malagueta y, con su actitud sobre el albero, demostró que vino a probarse a Málaga ante de sus compromisos en Bilbao. El clarividente lidiador, estuvo aperrado, incapaz toda la tarde. Sin sitio, con muchas probaturas, perdiendo pasos, con su tauromaquia de medios pases, rematados a media altura, colocado en las Antípodas, de forma que citaba colocando el pico de la muleta en el pitón contrario. Pesado como siempre, volvió a ser el rey de los avisos. A pesar de ello, tras finiquitar a su primera inmundicia con pocos cuernos, fue ovacionado por el bonancible público. Perera en su primero estuvo firme y decidido, dando una buena serie al natural, pero poco más en una faena insulsa porque el toro era una burra parada, y que fue excesivamente recompensada con un apéndice. Con el sexto que no valía ni un céntimo, intentó justificarse, poniéndose pesado en un trasteo imposible y sin trascendencia.

Esta tarde tendrá lugar la última corrida de toros de la feria, con una corrida del Pilar remendada con dos ejemplares de ¡Juan Pedro Domecq! Es llegar las figuras y volver el baile de corrales. En esto seguimos igual que siempre. Vuelve Ponce, seguro que a seguir probándose, aunque es posible que esta vez deleite a sus partidarios con la “poncina”.¡Venga maestro, no deje a sus seguidores con la  miel en los labios! La esperanza final la tenemos los aficionados en Morante y en nuestro paisano Jiménez Fortes, en quienes depositamos el más profundo de los deseos de que, al menos, al final de esta mala feria terminemos con buen sabor de boca. La verdad es que nos contentamos con poco. No sé si el aficionado, como dijo Joaquín Vidal, es un bendito de Dios, o realmente un masoquista. Puede que ambas cosas.

Paz y salud

Pepe Pastor

Para los amables lectores que siguen este blog, decirles que la reseña de los dos festejos que restan a esta feria, serán publicados a partir del lunes de la semana que viene. Servidor, va a pasar un fin de semana de ocio y desintoxicación taurómaca, desconectado del mundanal ruido. Para tener pronta y buena información les recomiendo visiten el blog de mi gran amigo José Daniel Rojo, “Malaka Taurina”. Un cordial saludo a todos.


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