En un partido metido con calzador entre las Supercopas (en 48 horas ya tendremos el derbi con el Atleti en el Bernabéu), Ancelotti sacó la lectura más positiva de todas: Di María está comprometido con la causa. El multiusos argentino ha hecho lo posible por irse este verano (en París y Manchester pueden dar buena fe de ello), pero ha vuelto a quedar claro que la mano izquierda de Carletto ha conseguido reactivar emocionalmente al Fideo hasta sacar de él su versión habitual, muy valorada en el mercado: hiperactivo, dinámico, agresivo, vertical y desequilibrante.
En un amistoso donde el resultado era lo de menos, se pueden sacar varias lecturas positivas. La primera, que en Varsovia hay muchos polacos que aman al Madrid. Las gradas del Estadio Nacional estaban repletas de camisetas blancas. El efecto Lisboa es imparable y por eso el campeón de Europa saltó al campo con ganas de gustarse. Y lo hizo de la mano del próximo ganador del trofeo a Mejor Jugador UEFA del curso (Cristiano) y de Di María. Entre los dos fabricaron un contragolpe a la velocidad de la luz. En doce segundos de reloj (cronometrados), dibujaron lo que mi padre definía como “los goles de Di Stéfano”. Cristiano se disfrazó de La Saeta. Tras recibir en campo propio, el portugués arrancó con la potencia de un búfalo, dejando rivales atrás pero sin perder la perspectiva de la jugada. Abrió con precisión a la banda, donde se incorporaba el extremo de Rosario como un rayo. Levantó la cabeza, pasó al corazón del área con su pierna mala y Cristiano consumó la obra maestra con un gol que puso en pie a media Polonia.
Había rival. Pero la Fiorentina no vino hasta Varsovia de picnic. Bien organizado atrás (Gonzalo ya dejó huella de buen central en el Villarreal), elástico en las bandas (excepcional Marcos Alonso), sereno en la circulación (Borja Valero es un ídolo en Florencia) y arriba amenazante con el gigante alemán de sangre granadina: Mario Gómez. No se arrugaron e insistieron. Por eso supimos del aceptable estado de forma de Keylor Navas. El costarricense se lució antes del gol de Cristiano y en la segunda mitad en una impresionante mano firme, a tiro de Vargas. Pero no pudo hacer nada ante el cabezazo colosal de Supermario (tras un error garrafal de Xabi Alonso, que habilitó a Aquilani) y en el definitivo 1-2 de Marquitos Alonso. El nieto de la leyenda madridista e hijo del hábil extremo del Atleti y el Barça hizo de Juan Palomo. Yo me lo guiso, yo me lo como. Burló a Khedira, que estuvo insulso, y a Arbeloa, que está bajo de forma. Chutazo inapelable y derrota.