La imagen pública de la química a lo largo de la historia El laboratorio de química y su representación social La alquimia y los venenos La química y la ilustración La época dorada de la química: el poder de Alemania La fisicalización de la química Impureza y suciedad, la química asume sus pecados La fisicalización de la química
La cuarta revolución química está dominada en buena medida por la sumisión teórica a la física. Lo anterior a pesar de que los primeros modelos exitosos para explicar las reacciones químicas se diseñaron sin considerar la mecánica cuántica, a partir de iones moleculares (Nye, 1993).
Sin embargo, la espectroscopia, con su multitud de instrumentos se hizo presente en los laboratorios de química y sus practicantes tuvieron que aprender su idioma, la mecánica cuántica. Los libros de texto en todo el mundo, bajo la concepción lógico-positivista de la ciencia cada vez se hicieron más fisicoquímicos, buscando los “principios” de la química en la física y abandonando la enorme cantidad de conocimiento empírico que se había acumulado durante siglos. Talanquer, caracteriza admirablemente la situación con el adjetivo “química agazapada” (2010, p. 145, 148):
Sin negar la importancia y centralidad de la perspectiva fisicoquímica en el pensamiento químico moderno, uno podría cuestionar si estas ideas reflejan con fidelidad los principios e ideas que, de manera práctica y cotidiana, los químicos asumen y utilizan para resolver problemas, generar explicaciones o hacer predicciones […] Quizá la renuncia de los químicos a reconocer, de manera central y explícita, algunos de los conceptos e ideas que utilizan de manera práctica y cotidiana, es que algunos de ellos se refieren a propiedades “trascendentes” de las sustancias y los procesos en que éstas participan. Esto es, varios de estos conceptos identifican o describen entidades que están más allá de la esfera de lo perceptible y medible.
Las explicaciones derivadas de la naciente química-cuántica llenaron miles de hojas provenientes de las también entonces juveniles, enormes y asépticas computadoras. Los cálculos teóricos, aunque inicialmente resolvían poco, fueron la moda. Los químicos eran cada vez más fisicoquímicos o bioquímicos y los plásticos y los pesticidas empezaron a cubrir al mundo. La química “agazapada” y colonizada se volvió, además de impura, sucia.
Ya desde antes de la Segunda Guerra Mundial las industrias químicas se habían dedicado a “limpiar” la imagen de una química identificada socialmente con los explosivos y los gases venenosos utilizados en las trincheras europeas.
Figura adicional p. Éleuthère Irénée du Pont de Nemours
La estadounidense DuPont lanzó en 1930 su exitosa campaña “Mejores cosas, para vivir mejor […] gracias a la química” colocando a los polímeros y en particular al sintético nylon “Como lo ha indicado Bensaude-Vincent (2005, p. 24): El mismo nombre de nylon ilustra esta transformación hasta bien avanzados los años cuarenta. En lugar de silkon, silkex o silkene que habrían evocado con su nombre a la seda, DuPont escoge comercializar este polímero sin ninguna referencia a las sustancias naturales. Este material enteramente sintético habría de promocionarse en sus propios términos”,en un pedestal (figura 6).Las palabras plástico y flexible se volvieron comunes e identificaron socialmente una actitud valiosa, aunque también caracterizaron, la primera de ellas, a la naciente sociedad de consumo mundial. Los plásticos eran baratos, fáciles de producir en todas partes y desechables.
En la segunda mitad del siglo XX, al final de la cuarta revolución química, con los nuevos tejidos de plástico producidos por las cada vez más poderosas industrias químicas, lo artificial parece dominar a lo natural, aunque, como nos lo recuerda la historiadora de la química francesa Bernadette Bensaude-Vincent (2005, p. 44), siempre fue así:
La historia de la civilización humana ha sido, en cierto sentido, la historia de lo artificial. Cuando los primeros humanos se apartaron de la caza por la agricultura, ya habían dominado muchas técnicas para la preparación de pieles animales para el vestido, y de plantas y productos minerales para la construcción. En algún punto la lana comenzó a reemplazar la desnudez, lo que representa un excelente ejemplo de lo artificial para sustituir a lo natural, aunque este periodo de transición ha sido durante mucho tiempo perdido en la memoria colectiva de la humanidad.
Con la creciente presencia de materiales “Un material es una sustancia o compuesto que se utiliza con un propósito determinado […] es una porción de materia a la cual le damos una utilidad intencional (Martínez, 2011, p. 9).” sintéticos, los químicos y su industria fracasaron en integrar en el imaginario colectivo lo que para ellos es evidente y bien sabido. Una sustancia química es lo que es, independientemente de su origen.
Esta veneración popular, con resabios de nobleza, de identificar las genealogías materiales impide superar la absurda dicotomía de natural vs. sintético. Y peor aún la de asociar moralmente: “natural-bueno” vs. “sintético-malo”.
El corto tiempo que hay entre la cuarta y quinta revolución química está marcado por el impacto mundial del libro de Rachel Carson, Primavera silenciosa. El uso indiscriminado que durante la Segunda Guerra Mundial se hizo del DDT en los territorios disputados y posteriormente en las granjas norteamericanas llevó a reconocer que la toxicidad de éste y otros pesticidas y herbicidas no sólo afectaba a sus inmediatos destinatarios (los mosquitos que transmiten la malaria, en este caso), sino a muchos otros en la cadena alimentaria.
La culpa de ello era la ignorancia de las industrias químicas y de los profesionales que allí trabajaban que no conocían suficientemente bien lo que sucedía con sus productos, una vez que los arrojaban en vastas cantidades al mundo.
La imagen pública de que envenenar a unos envenenaba a todos fue profunda, extendida y, desde entonces en muchas sociedades, permanente. En Estados Unidos el impacto fue brutal y el presidente J. F. Kennedy creó por ello la EPA (Environmental Protection Agency). Sin embargo, venenosos o no “Y aquí hay que recordar de nuevo lo dicho por Paracelso […] la dosis es el veneno”,desde entonces la producción de pesticidas no ha hecho más que crecer en todo el mundo.
En la mitología romana Jano es un dios que tenía dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil (figura 7). Jano era el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año (que en español pasó del latín ianuarius a enero). Es el dios de los cambios y las transiciones, de los momentos en que se traspasa el umbral que separa el pasado y el futuro. Su protección, por lo tanto, se extiende hacia aquellos que desean variar el orden de las cosas.
Se le honraba cada vez que se iniciaba un proyecto nuevo, nacía un bebe o se contraía matrimonio. Al igual que Prometeo, Jano es una suerte de héroe cultural, ya que se le atribuye, entre otras cosas, la invención del dinero, las leyes y la agricultura. PRINCIPAL REGRESAR