Revista Salud y Bienestar

La fisioterapia, ¿profesión cohesionada?

Por Jagonzalez

Hilando con nuestras anteriores entradas nos ha surgido esta cuestión. Nos preguntamos sobre la unión, el compañerismo, la participación del colectivo de fisioterapeutas en los problemas, aspiraciones y objetivos que como grupo pueden hacerles sentir como tales.

Hablábamos en esos comentarios sobre el conflicto interprofesional y algunas de sus implicaciones en la Fisioterapia (1,2). Decíamos que tras autocalificarnos como pertenecientes a un grupo o profesión tal identificación nos solía hacer favorecer de forma automática a los demás miembros del grupo. Ese favoritismo endogrupal puede ser el germen del corporativismo profesional, más si la pertenencia se asocia a un alto estatus social.  Precisamente la cohesión dentro del grupo se puede producir porque la mera pertenencia al mismo está muy bien considerada. Además, la cohesión se produce también por la identificación con la metas del grupo, por los beneficios que procura, por sus actividades o  por la simpatía que nos producen otros integrantes (3). También aumenta la unión dentro del grupo la presencia de conflicto o la sensación de amenaza de otros grupos.

Nos da la impresión que los factores cohesivos aludidos no tienen demasiada fuerza en la profesión de Fisioterapia. Hoy día, para muchos, es difícil presumir de ser fisioterapeuta, dadas las condiciones laborales en las que se encuentran. Con ello se disminuye la identificación. Algunos abandonan el ejercicio y otros adoptan posturas más individualistas, tratando de diferenciarse o distanciarse de su propia profesión. De este modo, estudiamos osteopatía y nos autotitulamos con denominaciones ajenas a la normativa española, o profundizamos en técnicas a las que se les otorga un carácter elitista, como los terapeutas Bobath o los linfoterapeutas, por ejemplo. Esto, a nuestro entender, puede debilitar el colectivo en conjunto, si bien un fisioterapeuta que alcance relevancia en algún campo puede prestigiar al grupo cuando no encubra serlo.  También se producen críticas despectivas hacia órganos de representación de la profesión, fundamentadas o no, pero que si se hacen abiertamente pueden dañar la imagen externa de la Fisioterapia.

Para muchos, las metas o las actividades de la profesión no generan un deseo de implicación o participación. O, asentados en posiciones cómodas o acomodadas, no se sienten inmiscuidos por los avatares del colectivo. Otros solamente aluden a su condición de fisioterapeutas si entienden que deben ser amparados por ello cuando sus intereses se ven lesionados o cuando se puede obtener alguna ventaja por lo mismo.

Ante esta situación de individuación, y si damos importancia a la cohesión en la Fisioterapia, para lo cual, evidentemente, hay que sentirse identificado como fisioterapeuta, se puede intentar potenciar los factores de cohesión antedichos.

Así, se nos ocurren algunas medidas. La divulgación de nuestra actividad, ensalzando aspectos valorados socialmente, o la intervención de la fisioterapia en el tratamiento o prevención de determinados procesos, contribuye a su reconocimiento y, por ende, al reconocimiento de los que la ejercen. Las campañas promovidas por entidades colegiales son un ejemplo de estas medidas. La presencia en los medios de profesionales destacados o que han tratado a personajes relevantes, o la difusión de la producción científica, en relación con aspectos llamativos, en los que la Fisioterapia o algún profesional aparecen de forma directa o tangencial, son otras medidas que apuntan en la misma dirección. Todas estas medidas contribuyen a promocionar la Fisioterapia y, de forma paralela, a los profesionales de la misma. Si se promueven desde colegios y asociaciones sus integrantes  verán un beneficio real o potencial a su contribución económica o cooperativa.

Los beneficios derivados de forma directa de acuerdos con empresas de los más variados sectores (comercio, hostelería, banca, seguros, etc.) en tanto que colectivo también suponen un incentivo y una manera de rentabilizar las aportaciones a colegios o asociaciones. Igualmente las ayudas aportadas para proyectos de investigación (en forma de premios o de ayuda) también predisponen al asociacionismo. Otras ayudas, como el apoyo económico tras la maternidad-paternidad, también generan una postura favorable hacia las entidades profesionales. Estas organizaciones deben contribuir con estas y otras acciones a fomentar la identificación con la profesión mediante la adhesión a las mismas y a los postulados en defensa y promoción de la Fisioterapia.

Otras líneas de actuación que, a nuestro entender, vigorizan la cohesión intraprofesional son el desarrollo de procesos de formación y de encuentros profesionales (cursos, jornadas, congresos) que, además de su valor intrínseco, obran como una suerte de amalgama en la que se intercambian ideas y se pueden exponer a los fisioterapeutas de prestigio y reconocimiento con los que sentirnos identificados.

Finalmente, los profesionales que ejercen como docentes están en situación propiciatoria de crear con sus enseñanzas y ejemplo la predisposición positiva hacia la colaboración y el compañerismo de los que habrán de ser fisioterapeutas.

Muchas de las acciones y medidas reseñadas no son, ni lo pretenden, ser originales, y ya están en marcha en muchos lugares. Sin embargo, siempre bajo nuestra limitada visión, no parecen ser suficientes para acrecentar el sentimiento identitario entre una mayoría de fisioterapeutas, especialmente entre los más jóvenes. Quizás algún lector pueda aportar ideas para avivar la identidad profesional y con ello contribuir al apuntalamiento y el crecimiento de la Fisioterapia. ¿Alguien se atreve?

Referencias

1. González García JA. El conflicto interprofesional (I). En Fisioterapia, http://www.madrimasd.org/blogs/fisioterapia/2011/06/14/el-conflicto-interprofesional/. Acceso 19 de julio de 2011.

2. González García JA. El conflicto interprofesional (y II). En Fisioterapia, http://www.madrimasd.org/blogs/fisioterapia/2011/06/21/el-conflicto-interprofesional-y-ii/. Acceso el 19 de julio de 2011.

3.  Molero Alonso, F. Procesos grupales y relaciones intergrupales. En  Gaviria Stewart E, Cuadrado Guirado I, López Sáez M. Psicología Social. Ed. Sanz y Torres. Madrid 2009.


Volver a la Portada de Logo Paperblog