Me gustaría comenzar este artículo citando a Anthony Robbins y su genial perspectiva sobre el hábito: “Si queremos dirigir nuestras vidas debemos tomar el control de nuestras acciones. No es lo que hacemos una vez lo que moldea nuestra vida, sino lo que hacemos consistentemente”. Esta poderosa clave ha cambiado mi vida y espero que pueda cambiar la vuestra, porque la calidad de nuestras acciones determinará enormemente la eficacia de nuestros resultados y la consecución de nuestros objetivos.
Los hábitos constituyen la materia prima del éxito. Sin ellos resulta imposible organizar, fijar y visualizar tareas de manera decisiva. Son los mecanismos constituyentes para una acción plena de sentido y propósito, desde la cual, abordar un objetivo con claridad y visión nítidas. Los hábitos nos proporcionan el combustible y la energía necesarias para perseverar en aquello que nos motiva y nos apasiona. La calidad de nuestros hábitos determinarán la calidad de nuestras acciones, y éstas a su vez determinarán nuestros resultados. Es por eso que resulta de vital importancia adentrarse en el hábito, y ver cual es la mejor manera de adquirirlos.
¿Por qué muchas veces, sin embargo, desarrollamos hábitos dañinos y negativos? La clave de esta respuesta se encuentra en la palabra inconsciencia. Gran parte de las acciones que desarrollamos las ejecutamos por pura inercia, repetición e inconsciencia. Adquirimos un patrón de comportamiento y de acción, y lo llevamos a cabo sin preguntarnos si realmente libera nuestro potencial o nos lleva al lugar en donde verdaderamente deseamos estar. En otras palabras, no ponemos luz y conciencia en esas acciones, y vamos río abajo sin poder controlar la corriente que la arrastra.
La neurociencia avala esta postura explicada de otra manera: Cada hábito o acción particular produce una fina hebra entre una neurona y otra produciendo una conexión que permite recordar el proceso de acción. Esto quiere decir, que mientras más realicemos el hábito más conexiones se establecerán entre esas neuronas y más “cableados” estaremos para desempeñar esas acciones determinadas. Es una rueda de retroalimentación que nunca acaba. Aquí es donde la conciencia juega un papel fundamental, porque ésta es capaz de determinar con precisión si ese hábito fortalece o debilita nuestro objetivo. Sin embargo, debe aplicarse al principio de cada nueva acción cuando esta todavía no es sólida ni consistente, porque será más fácil implementar la modificación precisa que nos lleve a donde queremos estar.
Lo importante es saber que podemos de manera consciente condicionar nuestra mente para que saque a relucir nuestro mejor arsenal de hábitos, virtudes y valores. Pero para lograrlo debemos persistir y continuar en los momentos más difíciles, cuando más nos cuesta, ya que aquí se produce el verdadero crecimiento y logro. Por ejemplo: Cuando trabajamos el músculo en el gimnasio, ¿Cuándo se produce la máxima expansión y crecimiento? En la última repetición cuando parece que nuestro cuerpo no puede dar más de sí y consigue levantar el peso. Lo mismo pasa con nuestro músculo emocional. Debemos perfeccionar y condicionar aquellos métodos que consigan sacar a la luz nuestro mejor potencial, haciendo lo que debemos en el momento preciso y no postergando. Nuestra conciencia siempre nos proporcionará los mejores consejos pero es nuestra voluntad y perseverancia la que nos llevará a tener el coraje de hacer lo que la conciencia dicta.
Podemos llegar a cualquier cumbre y alcanzar cualquier cota de éxito, pero para poder llegar a cumplir nuestros objetivos debemos empezar por los cimientos y los soportes básicos para construir sobre suelo firme. Y ese suelo firme son nuestros hábitos, los cimientos de la excelencia personal. Pongámonos decicidamente a emprender acciones y hábitos que muestren nuestra verdadera naturaleza. Una naturaleza en donde cualquier logro y empresa son posibles.
“El hábito es en todas las cosas el mejor maestro”.
(Plinio el Viejo)
Os cuelgo un vídeo de Robin Sharma en el que nos da algunas claves para levantarnos temprano y maximizar el día.