Rafa Nadal muerde el precioso trofeo que recompensa la victoria en el Mutua Open de Madrid. Es el cuarto en la capital de España, en un torneo con el que confiesa tener un idilio y unas sensaciones especiales. Rafa engorda su abultado palmarés. Son ya 27 Masters 1000 y el título número 50 en tierra batida. Pero la sensación es extraña. Es el campeón sin júbilo, que gana en esta ocasión por la desgracia ajena. Y ello se debe a la mala suerte de Kei Nishikori, un tenista excepcional que se hace acreedor al triunfo hasta que claudica por lesión. La retirada del japonés supone la victoria de Nadal por 2-6, 6-4, 3-0, tras una hora y 41 minutos, la mayoría de los cuales supone una lección de tenis del perdedor. Así ocurre a veces en el deporte. No siempre gana el que lo merece. Y Rafa lo reconoce, lo admite públicamente en las primeras declaraciones tras el desenlace. “En el primer set me ha dado una paliza”. Un gesto de sinceridad que queda a la vista de una afición que le idolatra y valora su intachable trayectoria. Esta vez le ha tocado a él la cara amable en una final que tenía en el alambre y se decantaba sin remedio a favor de Nishikori, tocado por una mano celestial.
