Revista Arte

La fuerza de la emoción de un pueblo, su personalidad, su compromiso, su historia y su Arte.

Por Artepoesia
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A mediados del siglo XVIII se vivió en Rusia un importante momento histórico. Desde que el poderoso zar Pedro I el Grande (1672-1725) terminase de gobernar, en 1725, con toda la fuerza de su designio, transformando así el imperio ruso de un feudo medieval a un estado europeo más moderno, se llegaron ha suceder en el trono imperial hasta cinco monarcas en tan sólo treinta y siete años. Así que, cuando los intereses de dos fuertes estados vecinos, Austria y Prusia, compitieron por su influencia en la corte rusa, las conspiraciones prusianas acabaron ganando, por fin, la partida por la corte imperial. El ahora nieto del Gran Pedro I, Pedro III, fue el elegido para suceder a su tía, la zarina Isabel I. Cuando Sofía von Anhalt-Zerbst (1729-1796), una inteligente y ambiciosa joven de la baja aristocracia alemana, fue presentada a Isabel I de Rusia para futura consorte imperial, quedó ésta muy impresionada por su sutil personalidad y belleza.
Pero la felicidad conyugal de ambos herederos fue inexistente, a pesar del irresistible deseo de gobernar...de ambos. A la muerte de la zarina Isabel, Pedro III alcanzó por fin el trono ruso. Seis meses después el amante de su esposa, Grigori Orlov, aprovechó una estancia del zar fuera de San Petersburgo para levantarse contra él. Entonces proclamó a Sofía como la zarina Catalina II de Rusia. Al parecer el débil Pedro no pidió más que le dejaran tranquilo en su retirada finca, donde falleció meses después a manos del hermano de Grigori. Catalina II quiso continuar, aún más claramente, con la europeización de Rusia. Las ideas ilustradas fueron llevadas a todos los ámbitos del gobierno, tratando así de reformar leyes que mejoraran la vida y costumbres de sus gobernados.
Por estos años, 1772, llegó a Rusia como ayudante de Alexei Orlov -el hermano de Grigori- un joven militar español, José de Ribas y Boyons (1749-1800). Gracias a su ambición y arrojo, el joven español consiguió participar en algunas batallas defendiendo la bandera rusa, asesorar al gobierno en construcciones civiles y, también, llegar a obtener la mano de una de las hijas ilegítimas, habidas con Orlov, de Catalina II. José de Ribas fue enviado al sur, cerca del mar Negro, adonde las conquistas rusas a los otomanos hacían prosperar a ávidos aventureros como él. Obtuvo, en una de sus operaciones bélicas, la posibilidad de hasta fundar y construir una ciudad, Odesa, en plena Ucrania, lo que logró en un tiempo record. A la muerte de Catalina II, su hijo, el heredero Pablo I, alcanzó el título de zar. El aventurero español falleció antes de la derrocación de este nuevo zar, en la que él también había intervido como conspirador, con la decidida intención, así, de facilitar el trono a un nuevo sucesor, el zarevich Alejandro.
En la primera mitad del siguiente siglo XIX, Rusia se vió abocada a seguir reformándose. Para entonces, los intelectuales y artistas se unieron para expresar la necesidad de cambiar el orden social existente. Pensaron un grupo de pintores que un nuevo Arte ruso podría iluminar al pueblo, que mejoraría éste además gracias a un nuevo gusto y sentido artístico, y, por último, crear así, con su Arte, una economía que atrajese compradores de fuera de Rusia. Se llamaron Sociedad para exposiciones de Arte itinerante. Sus obras buscaban reflejar la realidad del país, aunque con la fuerza del sentimiento ruso, con su personal y propio estilo. Fueron muchos los pintores rusos que, entonces, dedicaron su vida, su emoción artística y su talento a tan grandiosa y elogiosa tarea.
(Cuadro del pintor ruso Kasimir Malévich, 1878-1935, La segadora, 1932; Óleo Anciano con muletas, 1872, del pintor ruso Iván Kranskoi, 1837-1887; Retrato de la zarina Catalina II la Grande de Rusia, 1760, de Iván Argunov, 1727-1802; Retrato de Grigori Orlov, 1763, del pintor ruso Fyodor Rokotov,  1736-1808; Retrato de José de Ribas, 1797, del pintor austriaco Johhan Baptist Lampi, 1751-1830; Retrato de la hermosa condesa Skavroskaia, 1796, cortesana de Catalina II, la más bella de Rusia y de Europa, pintada por la pintora francesa Marie Louise Vigee-Lebrun, 1755-1842; Autorretrato, 1878, del gran pintor ruso Iliá Repin, 1844-1930; Óleo Danza ucraniana, 1927, del pintor Iliá Repin; Cuadro Roble fracturado por un rayo, 1842, del pintor romántico ruso Maxim Vorobiev, 1787-1855; Óleo La Bella, 1915, del pintor ruso Boris Kustódiev, 1878-1927; Cuadro Arresto de un propagandista, 1890, de Iliá Repin; Óleo Campos de Centeno, 1878, de Ivan Shishkin, 1832-1898; Retrato de Maria Lopukhina, 1797, hermana de una amante del zar Pablo I, del pintor ruso Vladimir Borovikovsky, 1757-1825; Cuadro del pintor ruso Alekséi Savrásov, 1830-1897, Los grajos han vuelto, 1871.)

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