ALGUNAS REFLEXIONES, POCAS, sobre la fusión fría entre Caja Madrid y la muy enladrillada Bancaja. De la noche a la mañana, Rodrigo Rato será el presidente de la mayor caja de ahorros del país y se coloca al frente de la tercera entidad financiera de España por detrás de Santander y BBVA. El presidente de la entidad madrileña, que parecía dormido, ha dado un golpe de efecto, o de timón, muy propio de la fama que le precedía.
Si la entidad resultante supera a la Caixa, como se insiste en destacar, lo que se está diciendo entre líneas es que el efímero "eje de la prosperidad", aquel que pretendieron formar Madrid y Valencia, qué tiempos aquellos, puede por fin hablarle de tú a tú al poder financiero catalán. De eso se trata también. Valencia, que ya era el puerto de Madrid, y que en breve estará unida con la capital de España mediante el AVE, refuerzan una alianza "natural" sólo interrumpida por la escandalera corrupta del caso Gürtel.
La Caixa, por cierto, todavía puede mover ficha, así es que nuestros políticos, los de aquí y los de allí, deberían esperar un poco antes de lanzar los euros al vuelo. Los beneficios de La Caixa superan, en cualquier caso, y con creces a los de la fusión, dato que por cierto no le escuché decir ni a Camps ni a Aguirre.
Algo más y termino. Resulta que la idea era ir evitando la politización de las Cajas y sucede que estamos en las mismas. La única diferencia es que de los intereses estrictamente territoriales hemos pasado a los geopoliticos. Nada nuevo. El dinero, como este tipo de fusiones, es frío, no sabe de fronteras y levanta pasiones de todo tipo. Seguiremos estando a la luna de Valencia y al sol de Madrid. Bon día.