Hace muchos años ya que se sabe que los seres vivos no aparecen por generación espontánea, aunque algunas veces de esta impresión. Tras las últimas lluvias, de nuevo en los charcos aparecen estas criaturas. Se cuentan por miles y llegan a formar manchas flotantes de color negro de dimensiones variables. Al ser tan pequeños, el resto del año no se repara en ellos, y cuando pueblan los charcos en cantidades ingentes parece que surgen de la nada. La bibliografía dice que viven en las orillas de charcos y estanques, pero en el caso que nos ocupa es diferente. Lleva varios meses sin llover y no hay agua cerca en la que puedan desarrollarse, por lo que deben de habitar en conductos oscuros de las acequias donde hay humedad constante entre riego y riego, pues no baja siempre agua y llegan a secarse. Sí que es cierto que este otoño han sido mucho menos abundantes que otros, pero si pensamos que viven ligados a ambientes húmedos no es de extrañar. Se tarta de Podura aquatica, un colémbolo. También se los conoce como saltarines o saltones, debido a una formación especial que tienen bajo su cuerpo, que se llama furca y que puede catapultarlos en un salto considerable.
He leído de otras personas que los han encontrado también en charcos tras las lluvias en bosques húmedos y en primavera, pero yo siempre que los he visto ha sido en otoño, quizá porque en Zaragoza es en otoño cuando se dan estas condiciones de mayor humedad.
Imagen con más detalle de un juvenil de Podura aquatica procedente de wikipedia Commons