Revista Opinión

La generación sencilla

Publicado el 28 mayo 2012 por Cavalleto

Después de 8 años escribiendo en mi blog no tenía claro el tipo de audiencia que me lee habitualmente. Como mezclo posts chorras, videos curiosos y artículos personales de opinión (contraria a la mayoría habitualmente) no sabía cómo tenía que dirigirme a los lectores que acaban por un motivo u otro en SoyPlastic.net.

Pero creo que os voy descubriendo poco a poco, y eso que no me dejáis casi feedback para descubriros, sois duros a la hora de dejar comentarios, os cuesta mucho, demasiado. Pero creo que al final en mi blog ha pasado lo mismo que en otros muchos blogs. La audiencia más fiel es básicamente el mismo tipo de persona que quien escribe. Es decir, los lectores habituales de SoyPlastic hoy en día son hombres, padres de uno o dos hijos pequeños, adictos a la tecnología, que consumimos grandes cantidades de información y que necesitamos estar siempre conectados a la red, y no siempre por motivos laborales. Ese es el retrato robot de mis lectores favoritos. No son mayoría todavía, pero mi intención es que quienes pierden 5 minutos al día entrando en mi blog se vean cada vez más reflejados en mis posts.

Ojalá algún día un gurú sepa bautizar a nuestra generación

Somos papás 2.0, somos adictos a la información y las redes sociales, somos padres responsables, somos seres que han sabido adaptarse a una sociedad de mierda, somos supervivientes en definitiva. No, no le sabría poner nombre todavía, pero tú y yo somos ya parte de una generación diferente a lo que había antes y quizás a lo que venga después.

Somos la primera generación que hemos compartido en Twitter y Facebook las fotos de nuestros hijos recién nacidos. Que hemos hecho públicos nuestros currículums para que todos veamos qué hemos estudiado, donde hemos trabajado… Muchos incluso renunciamos a parte de nuestra privacidad y compartimos fotos de momentos íntimos con nuestros hijos.

Llevamos vidas sencillas

Pocos pensamos en tener una segunda residencia, ni un coche de lujo, ni en vestir trajes de marca con complementos de lujo. Ninguno de nosotros se gastará una nómina en una corbata, básicamente porque ya no llevamos corbatas salvo en las bodas, bautizos y comuniones. Para nosotros una camiseta es el nuevo traje con corbata.

Hemos sabido evolucionar desde la mariconera que nuestros padres se llevaban a la playa hasta nuestros bolsos/mochilas, donde llevamos la moleskine, el móvil, el cargador, las gafas de sol, el pendrive, la navaja suiza, las llaves, la cartera, pañuelos para sonarle los mocos a los niños, caramelos, chocolatinas por si tenemos un momento de gula, los auriculares, el iPod, los mecheros gastados, el boli que robamos del hotel del EBE y que ya no pinta, papeles llenos de anotaciones que jamás hemos vuelto a mirar…

Muchos no lo saben, pero la evolución de nuestro bolso masculino fue: mariconera – riñonera – bolso azul de Viajes Ecuador – mochila pequeña – bolso bandolera – bolso masculino. A finales de los 80 nuestros padres bajaban a la playa la mariconera con el DNI y dinero para comprar patatas para nosotros y por si pasaba el moro-paisa y comprar algo bueno, bonito y barato para presumir al volver al barrio. Luego llegó la riñonera que hizo furor en los años de la Expo’92 y que todavía sigue siendo indumentaria habitual de muchos de vuestros padres (el mío por desgracia ya no vive, pero también se hizo fan absoluto de ellas). Y ahora somos nosotros los que no podemos salir de casa sin nuestro bolso o mochila, que eso ya va por gusto y por niveles de síndrome de diógenes que tenga cada uno. Yo uso bolso pequeño, pero reconozco que en su momento usaba mochila y zurrón pastoril donde cabía de todo.

Llevamos vicios sencillos

Alguno se puede pegar un capricho comprándose una cámara más cara de lo que debería, otro tal vez se pasó con el precio de la bici, o tal vez no hacía falta comprarse el Mac más alto de gama. Pero comparado con los vicios que llevaban nuestros padres son nimiedades. Ninguno de nosotros es socio de un coto de caza, ni tenemos una barquita en el puerto. Nuestros vicios ahora son tecnológicos, compramos un móvil nuevo cada 9 meses, cambiamos de tele antes de lo necesario, nuestro ordenador no envejece ni se amarillea del tiempo, lo renovamos poniendo excusas baratas a nuestra mujer con la que consultamos todos nuestras compras. Ahora damos explicaciones de todo lo que nos compramos.

Nos relacionamos con nuestros hijos de otra manera, somos más cariñosos, nos mostramos más afectivos en público de lo que lo hicieron nuestros padres. ¿Cuantos de vosotros (nosotros) no ha tenido que cagar con la puerta abierta porque nuestro hijo quería ver como hacía caca papá? Nos hemos duchado con ellos, nos han visto la picha más veces en sus primeros años que tú a tu padre en toda tu vida. Disfrutas compartiendo la tecnología con ellos. Les ves usar el iPad y te sientes orgulloso.

Somos gente sencilla (que no simple)

Nos gusta compartir lo que hemos aprendido. No buscamos sacar provecho de todo, ganar dinero vendiendo a nuestra madre, pisar al vecino, trepar a costa del compañero, no soñamos con ser jefes, ni aspiramos a ganar millones. Vivimos en pisos más pequeños de lo que imaginábamos de pequeños, ahorramos poco, tenemos bares favoritos, tiendas favoritas, webs favoritas, grupos favoritos, amigos favoritos, marcas favoritas, y siempre un publicista es capaz de encajarnos en alguno de sus targets de consumidor. Eso es así.

Pero después de todo esto, en lo que más me veo reflejado (y espero que tú también) es en que somos unos supervivientes. En esta sociedad podrida e injusta hemos sabido sacar adelante un proyecto de vida. Tenemos familia, casa y trabajo. Lo hemos logrado. Hemos llegado a donde muchos de nuestros amigos de la infancia no llegarán jamás. Eso tal vez nos convierta en parte del sistema, que seamos colaboradores de este mundo donde se castiga a los perdedores y donde se niegan segundas oportunidades a los que erraron el primer tiro. Tal vez, aunque yo prefiero pensar que no. Hemos sabido adaptarnos al medio, y si el medio cambiase nos adaptaríamos igualmente. Mientras tengamos algún gadget con el que matar el tiempo y acceso a internet, seremos capaces de todo. ¿A que si? Somos la generación sencilla, somos felices.

Enorgullécete de ello.

Lo hemos conseguido.


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