La gonorrea es una de las enfermedades bacterianas de transmisión sexual más habituales. Es muy contagiosa y se calcula que puede afectar a uno de cada 600 habitantes al año. Se transmite en las relaciones sexuales, tanto por vía vaginal, anal u oral. Afecta, por tanto, de manera igual a hombres y mujeres aunque en este artículo nos centraremos en la afectación de esta enfermedad sobre los varones.
La incubación de la gonorrea puede ser de entre 2 y 5 días después de que se haya producido el contagio aunque los síntomas pueden aparecer incluso a las 2 semanas. Habitualmente la primera señal de sufrir esta enfermedad es una descarga uretral mucosa (blanquecina o clara) o purulenta (gruesa, amarillenta) que puede llegar a manchar el calzoncillo. Otros síntomas muy habituales son el dolor al orinar y la quemazón en la uretra. Si la gonorrea es anorrectal una de las pocas señales de alerta que produce es la proctitis.
La única prevención posible ante la gonorrea es el uso correcto del preservativo. También es esencial que los dos miembros de la pareja se traten cuando aparece la enfermedad. Solo de esta manera se puede prevenir una reinfección.
El diagnóstico de la gonorrea incluye el análisis de una muestra del exudado uretral, anal o de la garganta. Se puede obtener un diagnóstico preliminar en 24 horas y confirmado dentro de 72 horas. Una vez confirmado hay que iniciar el tratamiento tanto del infectado como de sus posibles contactos sexuales para el que se administra un combinado de antibióticos de última generación, a los que la bacteria de la gonorrea no es resistente como a la penicilina.
Si la gonorrea se trata desde su aparición el resultado es muy positivo. Si no es así pueden presentarse complicaciones como cicatrices permanentes en la uretra.
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