Revista Música

La graminola – número 44 – 27 de septiembre de 2018

Publicado el 26 septiembre 2018 por Perendengon

LA GRAMINOLA – NÚMERO 44 – 27 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Puedes seguirnos también desde FACEBOOK, donde os espero a todos con los brazos abiertos, en el siguiente enlace: LA GRAMINOLA. LA REVISTA MUSICAL QUE SE LEE Y SE ESCUCHA. Desde aquí puedes saborear más contenidos y más música.

Ya sabéis que la base de la revista es dar un pequeño repaso con las novedades que presentaban las listas de éxitos que he ido confeccionando desde hace cincuenta años. Cada nuevo número empezamos por la lista actual de cada semana y a continuación seguimos viajando hasta las listas de hace 50, 40, 30, 20 y 10 años. Todos los éxitos de la música desde el año 1967 irán apareciendo por aquí.

Junto a las listas distintas secciones a cada cual más recomendable. En “Los Pioneros” rememoramos la música y los artistas que inspiraron a todos los que vinieron después. Nuestro póster, a doble página en el centro desmenuza cada semana un disco que fue, es y será muy grande. En la sección “También es Música” le damos cabida a esas canciones y esos artistas que a su manera también han tenido protagonismo, en muchas ocasiones de manera inesperada. Y la contraportada es el colofón con noticias de actualidad musical, efemérides y música española.

Echándole un vistazo a la portada de cada día os podéis hacer una idea del contenido de la revista. Junto a cada fotografía hay un texto que contiene un link que te lleva directamente a la página en cuestión, pero yo os recomiendo ir por orden, ir leyendo desde el principio al final porque la música lo merece. Y recordad que siempre estaré abierto a cualquier crítica, consejo, sugerencia o petición que vosotros, Graminoleños, me hagáis.

NUESTRA PORTADA

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Desde el inicio de su carrera en solitario Blas Cantó no ha dejado de romper moldes y sorprender a propios y extraños. Hoy debuta en nuestra lista de actualidad con una balada romántica por los cuatro costados.

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Era conocido popularmente como “The Fat Man” y con su voz, su ímpetu y su piano se convirtió en una referencia. Es Fats Domino, todo un pionero.

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Los protagonistas de la lista de los 60 son un grupo que lograron triunfar en el Festival de Benidorm con una canción compartida. Se hacían llamar Los Gritos y os cuento su curiosa historia.

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La sección dedicada a los 70 está protagonizada por una banda británica y otra norteamericana. Rolling Stones y Kansas nos regalan dos de las mejores canciones de aquellos años. Auténticos pata negra.

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El póster central de esta semana sirve para cerrar el relato que hemos dedicado a esa obra maestra creada por Brian Wilson que es “Smile”. Nos encargamos de su tercer movimiento con una música excepcional y un cierre de fiesta tremendo con esa espectacular composición que es “Good Vibrations”, tema sobre el que gira el resto del disco.

graminola número septiembre 2018

La lista de los 80 no presenta ninguna novedad destacable por lo que nos hacemos eco de un tema que no entró en nuestro ránking pero que debería haberlo hecho. Nos lo traen Erasure, mostrándonos lo que era el tecno de finales de década.

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Dos asiduos a las listas de los 90 nos visitan en el número de hoy. Por un lado nuestro Manolo García y por otro una Gloria Estefan con sus ritmos más discotequeros.

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El último protagonista del repaso a nuestras listas de otros tiempos llega desde Andalucía. Se trata de El Arrebato quien a base de hacer flamenco y rumba con evidentes toques de pop se ha convertido en uno de los artistas que más discos vende en nuestro país.

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La sección “También es Música” recupera su formato habitual y hoy está dedicada a la más tierna niñez de los de mi generación. Unos personajes infantiles que arrasaron con todo nos visitan con algunas de sus canciones. Ellos son Los Chiripitifláuticos.

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Para cerrar capítulo nos despedimos con una contraportada muy recomendable con música para todos los paladores. Una efeméride a ritmo de tecno de los 80, una historia de la música española a ritmo de blues hecho en nuestro país y una novedad de una joven cantautora muy prometedora. Thompson Twins, Mermelada y Marta Soto son los tres últimos protagonistas en ofrecernos su música. Bien que lo agradecemos.

LA LISTA DE LA GRAMINOLA

LA GRAMINOLA – NÚMERO 44 – 27 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Una única nueva entrada es la que se produce en la lista graminoleña de actualidad que estrenábamos el pasado domingo 23 de septiembre. En esta oportunidad nos salimos de las pautas habituales de reguetón y música electrónica, así como de las colaboraciones, ya que el protagonista es un joven cantante murciano que en su día formó parte de una “boyband” a la española y que tras iniciar su carrera en solitario está subiendo como la espuma y ganando bastante popularidad. Me estoy refiriendo a Blas Cantó.

Tras su paso por Auryn ha demostrado que lo suyo son los concursos televisivos. Cuando era un niño ya participó en varios programas infantiles de este tipo y recientemente se ha proclamado ganador de una de las ediciones de “Tu Cara Me Suena”. En solitario se ha movido hasta la fecha en el terreno de la música pop bailable con una línea muy similar a la que presentaba el grupo al que perteneció.

Sin embargo, su debut en nuestra lista es un tanto especial ya que lo hace con un registro menos habitual en su carrera, como son las baladas, y cantando por primera vez en español ya que hasta el momento siempre lo había hecho en inglés. La canción en cuestión lleva el título de “Él No Soy Yo” y posiblemente sea la primera de otras cuantas que irán apareciendo por nuestra lista.

LOS PIONEROS

Hay ocasiones en las que los grandes artistas, los genuinos, esos pioneros que desfilan por aquí cada semana, no solamente se han convertido en grandes protagonistas de la historia de la música por sus logros profesionales sino que también lo han logrado gracias a una personalidad arrolladora. El señor que nos visita hoy es uno de esos casos.

Nació como Antoine Dominique Domino pero todos le conocemos como Fats Domino, y a base de su manera de tocar el piano, de su vozarrón potente e inconfundible, su carisma indiscutible y su talento se convirtió en uno de los mayores referentes de los que vendrían en las décadas siguientes. Un auténtico precursor del rock & roll en toda su esencia que nos ofrece hoy tres de sus temas más representativos. Todos a disfrutar desde ya.

THE FAT MAN

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Domino nació en el seno de una familia humilde y numerosa, aunque afortunadamente también era una familia de músicos, por lo que su interés por la música le llegaría a temprana edad. Aprendió a tocar el piano y lo hizo de una manera muy personal, algo que marcaría toda su carrera. Antes de poder convertirse en una figura tuvo que subsistir como pudo y mientras trabajaba de vendedor de helados intentaba llamar la atención actuando en clubes nocturnos.

Como no podía ser de otra manera no pasaría desapercibido y en el año 1949 Dave Bartholomew, uno de los más prestigiosos cazatalentos de aquella época, uno de esos personajes que donde ponía su ojo saltaba una estrella, se fijó en su potencial y decidió colaborar con él en tareas de composición y darle la oportunidad de grabar su primer sencillo.

Una de sus características más marcadas era la forma que tenía de tocar el piano. Era un auténtico virtuoso y con él lo llenaba todo. No pasaría desapercibido este detalle durante la grabación del que iba a ser su primer éxito. Todos los allí presentes en aquel instante quedaron totalmente anonadados al comprobar que no hubo prácticamente acompañamiento de batería, algo impensable en aquella época, y que él con su piano era capaz de llevar todos los compases.

El resultado sería “The Fat Man”, una especie de tarjeta de visita con la que lograría ponerse en circulación y que está considerada como una de las primeras canciones de auténtico rock & roll. De lo que no cabe ninguna duda es que desde aquel instante el nombre de Fats Domino y, sobre todo, su música, empezarían a ser conocidos por el público norteamericano cada vez más.

Esta canción es fundamental en su carrera y no solamente por ser su primer sencillo y su primer gran éxito. También lo es porque con este nombre, “The Fat Man” sería conocido por todos sus seguidores.

BLUE MONDAY

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Desde ese instante Domino se iría abriendo camino poco a poco gracias a los contactos de Bartholomew, aunque no todo fue fácil. Mientras llegaba el momento de poder vivir de la música tuvo que seguir realizando trabajos de todo tipo y un suceso acontecido en uno de ellos estuvo muy cerca de dar al traste con su carrera musical.

Durante algún tiempo estuvo trabajando en una fábrica de somieres y en ella sufriría un percance en el que se le caerían encima unos cuantos que estaban apilados en el almacén. Como consecuencia de ello sufrió lesiones graves en sus manos y los médicos le anunciaron que no podría volver a tocar el piano. Sin embargo, Domino no se rindió y tras un durísimo trabajo de rehabilitación y una fuerza de voluntad digna de admiración pudo recuperar totalmente el movimiento de sus dedos y de esta manera retomar su carrera artística.

A partir de ese momento su ascensión sería meteórica y lograría éxito tras éxito. En ocasiones lo lograba con temas propios compuestos a medias con Bartholomew, pero en otras lo hacía versionando temas de otros artistas a los que era capaz de darle su toque personal que los convertía de inmediato en auténticos clásicos del rock & roll.

Uno de los ejemplos más claros de esta circunstancia llegaría en el año 1954 cuando grabó una canción originalmente interpretada por Smiley Lewis que llevaba el título de “Blue Monday”. Se trataba de un tema con un ritmo un tanto lento para el estilo de Domino, por lo que éste no dudó en retocarlo adecuadamente y a golpe de piano convertirlo en un tema más intenso y con más ritmo. De esta manera lograría un tremendo éxito que le asentaría definitivamente como una estrella.

La grabación de esta composición contaría con la peculiaridad de que el propio Smiley Lewis colaboraría con Domino tocando la guitarra. No cabía duda, tenía ya el reconocimiento generalizado como un gran artista.

AIN’T THAT A SHAME

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En ese momento ya se había convertido en una auténtica figura y era el cantante negro que más discos vendía en los Estados Unidos. Sería entonces cuando publicaría la que con el paso del tiempo iba a convertirse en su canción más representativa e importante. Un descomunal tema que es ya parte de la historia del rock & roll pero con el que curiosamente obtendría menos éxito que el que lograría otro artista consagrado que publicaría al mismo tiempo su propia versión. Os cuento la historia.

En el año 1955 publicaría “Ain’t That A Shame”, una canción en la que su voz en solitario al inicio, el sonido eterno de su piano y el espectacular acompañamiento de una sección de metal lograron llamar la atención de todos los aficionados a la música. Un tema impresionante con una no menos impresionante interpretación. Su calidad era tal que otro artista que por aquel entonces tenía el favor del público como era Pat Boone decidiría grabar su propia versión.

Lo curioso del caso sería que si bien los resultados en las listas de éxitos norteamericanas de la versión original de Domino fueron bastante buenos, serían claramente superados por la versión de Boone que alcanzaría el número 1. Una vez más la sociedad estadounidense de la época se retrató y ante una misma canción interpretada por un negro y por un blanco se decantaría claramente por esta última. Reconozco que la versión de Boone es muy buena pero el original de Domino me parece una de las mejores composiciones del rock & roll de los primeros tiempos. Una interpretación descomunal para una canción imprescindible para comprender la historia del rock.

Sobre esta canción os contaré dos curiosidades. La primera de ellas es que cuando fue publicada hubo un error en la etiqueta en la que figuraba el título y apareció en el mercado como “Is Not That a Shame”, siendo por este motivo conocida de las dos maneras.

Pero mi anécdota preferida tuvo lugar durante un concierto que Domino ofreció y al que invitó a Pat Boone para que interpretaran juntos esta canción y alguna otra. Cuando le presentó mostró un gigantesco anillo de oro que llevaba en uno de sus dedos y le dijo al público que ese anillo se lo había comprado Boone, aludiendo al dinero que estaba ganando por derechos de autor ante el éxito conseguido por la versión publicada por éste. Genio y figura.

De lo que no cabe ninguna duda es de que Fats Domino es una figura fundamental dentro de la historia del rock, convirtiéndose en fuente de inspiración de grandes artistas que triunfaron después y que no pudieron resistir la tentación de versionar una y otra vez sus canciones. Eso sí, con su carisma, su manera de tocar el piano y esa voz inconfundible nadie logró estar a su altura.

LISTA DE LOS AÑOS 60

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Esta semana iniciamos nuestra andadura a través de las listas graminoleñas de otros tiempos de una manera un tanto peculiar. Nos situamos para ello en el 23 de septiembre de 1968 para hacernos eco de la única entrada que se producía en la lista de aquel día que cuando os diga el título la vais a asociar de inmediato con un artista muy concreto. Os vais a llevar la sorpresa de daros cuenta de que son otros las que la interpretan. Menudo rollo os estoy soltando, mejor será que os cuente la historia.

Los protagonistas de esta nueva entrada eran un grupo malagueño denominado Los Gritos, quienes habían abandonado la Costa del Sol para instalarse en Madrid y abrirse camino en el mundo de la música. El grupo estaba formado por Francisco Doblas, José Sierra, José Ramón Muñoz y Manolo Galván, siendo éste último su auténtico líder, emprendiendo tras la disolución del grupo una carrera en solitario con la que obtendría uno buenos resultados.

Inicialmente no les irían demasiado bien las cosas y los tres primeros decidieron regresar a Málaga mientras que Galván continúo en Madrid. Poco tiempo después, tras haber logrado algunos contactos con distintas discográficas, éste recuperaría a sus tres amigos para la causa y les llegaría su gran oportunidad en el año 1968 con su participación en el por aquel entonces prestigioso “Festival de la Canción de Benidorm”.

Por aquel entonces las bases del concurso establecían que cada canción participante debía de ser interpretada por dos artistas distintos, así que ellos compartirían el honor con un joven cantante que debutaba en aquel momento tras tener que abandonar una prometedora carrera como portero de fútbol de nada más y nada menos que el Real Madrid. Sí, efectivamente estoy refiriéndome al señor Julio Iglesias.

La canción en cuestión no es otra que “La Vida Sigue Igual” y la versión de Los Gritos nos acompañaría en lista durante 30 semanas para alcanzar el top 8.

Las dos versiones resultarían ganadoras del festival y ya os anticipo que los resultados obtenidos por Julio Iglesias serían mejores que los cosechados por la versión de Los Gritos, así que en breve pasará por nuestra lista la versión que todos conocemos de don Julio.

LSTA DE LOS AÑOS 70

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Viajamos en el tiempo los diez años de rigor y nos situamos en el 23 de septiembre de 1978 momento en el que íbamos disfrutar de la entrada en nuestra lista de dos grandísimas canciones obra de dos grandísimas bandas. Para empezar nos centramos en la que protagonizaba uno de los grupos más habituales por estos lares.

La década de los 70 fue la década mágica de la música disco, sobre todo en sus años finales, por lo que no es de extrañar que fueran muchos los artistas que si bien no estaban vinculados a este estilo se dejaran influernciar en algunas de sus canciones por ese tipo de música. Ni los mismísimos Rolling Stones se librarían de tontear con la música para bailar.

Que nadie se asuste, no es que Jagger y los suyos nos ofrecieran un sonido disco total en la canción que colocaban en nuestra lista aquel día, pero si ciertos toques de este estilo que la convirtieron en uno de los temas más llamativos de su álbum “Some Girls”. De hecho sería el único en el que se harían acompañar por músicos de estudio como complemento.

Esta peculiar canción no es otra que “Miss You” y en su creación colaboraría Billy Preston, por lo que se entiende perfectamente el pequeño giro que tomó en cuanto a sonido. El público la aceptaría bastante bien y nuestra lista también ya que permanecería en ella durante 30 semanas para alcanzar el top 11.

La segunda entrada que registraba la lista graminoleña que estrenábamos aquel 23 de septiembre de 1978 es uno de los grandes clásicos de la música de los 70. Es una de esas canciones que si preguntas a alguien qué temas recuerda de aquella época, a buen seguro que uno de ellos será éste.

Los autores de esta maravilla de canción son Kansas, un grupo de rock progresivo norteamericano que a pesar de tener una colección de canciones de una calidad excepcional no había terminado de romper en el mercado internacional hasta el momento de publicar esta espectacular balada.

Se trata de “Dust in the Wind”, una canción cuya letrá está inspirada en la Biblia, en aquello de polvo eres y en polvo te convertirás, con la que mostraron un sonido acústico bastante novedoso y que significaría un salto considerable en cuanto a popularidad y ventas de sus discos. Su ritmo pausado, su letra romántica y el sonido de violines y chelos la convierten en única. Un clásico de los 70 y la canción más representativa de toda su carrera. Con ella nos acompañarían durante 31 semanas para colocarse en el puesto 6 como mejor registro.

Esta canción estuvo cerca de no formar parte del álbum “Point of Know Return” donde fue incluída. Fue escrita por Kerry Livgren pero no estaba demasiado seguro de que el resto del grupo fuera a aceptarla dado su sonido acústico y alejado de lo que normalmente hacían. Su mujer le convenció para que se la mostrara a sus compañeros y éstos quedaron prendados de inmediato por su melodía hasta el punto de preguntarle dónde la había tenido escondida tanto tiempo. El resto de la historia ya lo conocéis.

EL ÁLBUM DE LA SEMANA

La semana pasada iniciamos en el póster central de “La Graminola” el análisis de uno de los discos más importantes de la historia de la música que tardó en estar terminado prácticamente cuarenta años. Hoy vamos a afrontar la segunda parte de ese grandísimo álbum que es “Smile”, obra del descomunal talento de ese genio llamado Brian Wilson.

Como os comentaba hace siete días, el disco está estructurado en tres movimientos. La semana pasada nos encargamos de los dos primeros y en esta oportunidad vamos con el tercero y último. Si el primero estaba dedicado a la historia de América y el segundo era el más personal e íntimo en el que Wilson contaba reflexiones personales basándose en las relaciones entre padres e hijos, principalmente, el tercero es una especie de sinfonía dedicada a los cuatro elementos. Como podemos ver su mente mezclaba unas cosas con otras aparentemente sin sentido, pero puedo aseguraros que con el hilo conductor de la música todo termina encajando. Vamos pues a deleitarnos con el remate final de ese tercer movimiento de “Smile”.

BRIAN WILSON / SMILE (MOVIMIENTO 3)

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Sin duda alguna nos encontramos ante la parte más extraña del disco tanto en cuanto a su estructura como a las cosas que nos cuenta. Eso sí, la música es una auténtica genialidad y he de reconoceros que es mi parte preferida de todo el álbum, terminando rematada por una canción que ha hecho historia en el mundo de la música, aunque eso ya os lo contaré un poco más adelante.

Este tercer movimiento se abre con tres canciones entrelazadas cada una de ellas con su pequeña historia. Podría considerarse una auténtica obertura en la que Wilson introduce el homenaje al primero de los elementos, la tierra.

Para empezar esta especie de trilogía inicial, Wilson nos ofrece “I’m in the Great Shape”, una composición con la que de alguna manera enlaza con lo que nos narraba en el primer movimiento ya que se refiere a los cultivos que sus antepasados introdujeron en el país para poder alimentarse y sacarlo adelante. De los cuatro elementos, la tierra es en el que más se centra, como veremos en breve.

A continuación, como nexo de unión entre las otras dos canciones, aparece “I Wanna Be Around”, una canción popular que ha sido versionada por diversos artistas y que es una declaración de amor en toda regla. Ya os comentaba al principio que este tercer movimiento es sin duda el más extraño en cuanto a estructura y realmente hay situaciones que no encajan demasiado. Ésta es una de ellas, aunque hay que reconocer que en cuanto a melodía la armonía no se pierde en ningún momento.

Para terminar esta “trilogía”, llega un tema que cambia radicalmente con respecto a la versión original compuesta en los años 60. En aquel momento esta canción llevaba el título de “Do it Again”, pero como de tantas otras se perdieron las cintas en las que estaba grabada, por lo que Wilson tuvo que improvisar una vez más. Con una letra totalmente nueva, en la que se centra en las labores que los campesinos deben realizar para trabajar la tierra, cambia de título para pasar a denominarse “Workshop”.

Así, pues, Wilson inicia su tercer movimiento con esta especie de medley formado por “I’m In Great Shape / I Wanna be Around / Workshop”, que no es más que la introducción a todo lo que nos quiere contar para finalizar su obra maestra.

A continuación llega una canción que enlaza a la perfección con la introducción que acabamos de disfrutar. Se trata de una composición en la que Wilson se adentra ya defnitivamente en el elemento “tierra”, aunque, como todo, lo hace a su manera.

Dicen que Wilson compuso esta canción por la obsesión que tenía en aquel momento por su estado físico. Dentro de las múltiples manías que había ido adquiriendo con el paso del tiempo, muchas de ellas provocadas por su estado mental, se encontraba la de mantenerse bien físicamente, por lo que cuidaba hasta las últimas consecuencias su alimentación, manteniendo unas pautas muy cercanas a la dieta vegetariana. Sin embargo, hay otra versión que encaja tanto o más que ésta.

De todos es sabido que en aquel momento Wilson se encontraba enganchado a la marihuana y era bastante habitual que organizara fiestas en las que él y sus amigos consumían esta droga en grandes cantidades. Una broma que solían realizar al respecto era la de que su consumo les dejaba en estado vegetativo, como auténticos vegetales. Una broma sin gracia, por cierto.

Esta canción llevaría el título inicial de “Vegetables”, aunque también sería conocida como “Vega-Tables”, un juego de letras más con el que Wilson quería bromear sobre el asunto.

Una de las razones por las que “Smile” no vio la luz en el momento de su composición y terminó siendo aparcado por Wilson fue la aparición en el mercado del mítico “Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de The Beatles. Él estaba obsesionado con que su trabajo fuese el mejor disco de la historia de la música y cuando escuchó el álbum de los de Liverpool se dio cuenta de que su obra iba a estar por debajo. Esta fue una, entre otras, de las circunstancias que le llevarían a abandonar el proyecto.

Muchos pueden pensar que por este motivo habría cierta rivalidad entre ellos y la realidad era muy distinta, ya que el sentimiento mutuo era el de admiración. De hecho, en esta canción Wilson incluyó unos sonidos de alguien mascando apio y llegó a decirse que esa persona era precisamente Paul McCartney, algo que nunca han reconocido ni desmentido ninguno de los dos, por lo que queda la duda de si realmente fue así o simplemente se trata de una leyenda urbana.

A continuación llega la que es posiblemente la canción más desenfadada de este tercer movimiento y posiblemente también de todo el disco. Una especie de regreso por parte de Wilson a la niñez de la mano de una composición que tuvo que rehacer prácticamente por completo para su versión definitiva cambiando incluso levemente su título.

Se trata de una composición muy sencilla, que habla de piratas y cuentos de hadas. Lo cierto es que en cuanto a sonido, Wilson buscó innovar y sorprender, pero a la hora de elegir el formato de la música buscaría la sencillez, descartando grabar el disco en formato stereo para hacerlo en mono. Muchos pensaréis que esa medida no era demasiado acertada habida cuenta de que el sonido stereo garantiza mayor calidad y más matices, pero la elección del mono no fue un simple capricho.

Él siempre mantuvo que por aquella época la mayoría de las radios que existían no estaban todavía capacitadas para el sonido stereo, pero al parecer todo obedecía a que Wilson se había quedado sordo de un oído, algo que mantuvo oculto durante algún tiempo, y de esta manera le era más fácil apreciar los matices con el sonido mono.

De cualquier modo, “On a Holiday”, que originalmente iba a llevar el título de “Holidays”, es una especie de receso en cuanto a la estructura del álbum, ofreciendo un sonido más desenfadado que perfectamente podría haber encajado en una película de piratas y aventuras.

A continuación Wilson prosigue su particular recorrido a través de los cuatro elementos y tras dejar atrás la tierra se adentra en el terreno del aire, para lo que va ofrecer una canción en la que, sorprendentemente, muestra una especie de pereza que no había manifestado hasta ese momento. Podríamos decir que no es la canción de la que más satisfecho se encuentra a pesar de que a mí me parece de las más notables.

Se trata de la que posiblemente sea la balada más dulce de todo el disco en la que Wilson parece querer acariciar nuestros oídos con una suave brisa. Los arreglos que introduciría en la nueva versión cuarenta años después apenas se dejan notar y es por eso por lo que comento que me da la impresión de que en ese instante se encontraba un tanto perezoso. Lo mejor de todo es que incluso cuando compone con cierta desidia es igual de genial que siempre, capaz de ofrecernos el maravilloso sonido de “Wind Chimes”.

De manera inmediata aparece en el álbum el tema más “conflictivo” del disco. Una canción que en el momento inicial de su composición y grabación fue considerada maldita por el propio Wilson y que lleva tras de sí una curiosa historia que os cuento de inmediato.

La canción en cuestión es la que iba a ocuparse del elemento “fuego” y su título inicialmente iba a ser precisamente “Fire”. Sin embargo, el estado mental de Wilson como consecuencia del consumo de drogas le provocaba alucinaciones de tal modo que llegó a pensar que esta canción llevaba consigo poderes de brujería, que estaba maldita, y de manera inmediata abandonó su grabación y termino por quemar las cintas donde se incluía su sonido.

Posteriormente, The Beach Boys la recuperarían para su siguiente disco, “Smiley Smile”, en el que se incluyeron muchas de las canciones que inicialmente fueron grabadas para “Smile”. Eso sí, Wilson accedería a regañadientes su inclusión y exigiría que por lo menos se le cambiase el título, pasando a denominarse “Mrs. O’Leary’s Cow”. No sé vosotros, pero yo no acabo de ver la relación.

Se trata de un tema totalmente instrumental con un sonido contundente y una velocidad de ritmo bastante grande. Estamos ante una auténtica alucinación hecha música, por lo que no es de extrañar que Wilson terminase temiéndola.

Para que os hagáis una idea del pavor auténtico que le cogería a esta canción, os diré que muy a su pesar fue incluida en la versión final de “Smile” de 2004 ya que sin ella ese relato de los cuatro elementos quedaría incompleto. Sin embargo, cuando tuvo lugar en el estudio la grabación final de la composición no asistió. Hizo bien porque casualidades de la vida, durante esa grabación se produjo un corte del fluido eléctrico que de haber estado él allí presente es muy posible que hubiese significado el abandono del proyecto por segunda vez. Sustos aparte, esta canción está considerada por muchos entendidos como una de las mejores de todo el álbum.

Poco a poco nos vamos acercando al momento culminante del disco, a esa última canción que es sobre la que gira absolutamente todo, pero antes llega la composición que representa al elemento “agua”, otro de los temas que fue variado en mayor medida en la nueva versión de 2004.

Esta canción cambia tanto su estructura como su título. Originalmente fue construida como un tema instrumental que contaba con el único acompañamiento vocal de las voces corales de los miembros del grupo pero estructuradas como si de un instrumento más se tratara. Esa primera versión llevaría el título de “Love to Say Dada”.

Una vez pasada por el tamiz de 2004, se convertiría en “In Blue Hawaii” y en esta ocasión Wilson le añadiría su voz. Por cierto, se buscaría un mensaje subliminal en el título original de la canción ya que sus iniciales son “LSD”. Esto me suena de otras ocasiones …

Llegamos ya al momento culminante del disco, a la composición sobre la que giran el resto de canciones. Una composición excepcional que está considerada como una de las mejores creaciones de la historia de la música y que dio pie a una evolución dentro del mundo del rock hacia el rock progresivo y el rock sinfónico. Una de las mayores genialidades que jamás se hayan producido en el mundo de la música y que nos regalaba el bueno de Brian Wilson allá por el año 1966.

Esta canción fue grabada en un primer momento para su inclusión en el álbum de The Beach Boys, que ya pasó en su día por nuestro póster central, “Pet Sounds”, pero finalmente fue publicado como un sencillo aparte, convirtiéndose en un rotundo éxito y en una de las canciones más importantes para comprender la evolución que tendría el rock a partir de ese momento. Por supuesto estoy hablando de la magnífica “Good Vibrations”.

La obsesión que Wilson tendría con esta canción sería enorme y gracias a ellas nos ofrecería un momento único en la historia del rock. Se llegaron a grabar más de 90 horas de sesiones en el estudio y la desesperación de todos los que colaboraron en su creación alcanzó límites insospechados. De hecho se convirtió en la canción más costosa económicamente hablando de la historia de la música hasta aquel instante, convirtiéndose en una auténtica obra de arte y en una referencia para la música que muchos grupos empezaron a ofrecer a partir de ese instante.

Para la ocasión Wilson utilizaría técnicas nunca antes utilizadas y fue capaz de compilar en una sola canción un sinfín de arreglos y una estructura tan compleja como la de cualquier álbum conceptual que se precie. Sus giros son constantes y la utilización del “thelemin”, el auténtico precursor de los futuros sintetizadores, supuso toda una revolución en aquel momento.

Desde el instante en el que la tuvo terminada, Wilson tenía muy claro que acababa de crear algo distinto, algo único, algo definitivo, motivo por el cual decidió que en torno a esta composición había que componer un álbum completo que complementara como es debido su sonido. Un sonido tan espectacular para disfrutarlo una y otra vez.

El título de la canción no está elegido de manera caprichosa ni obedece a un estado de ánimo concreto, sino que Wilson se lo debe a su madre. Ésta siempre le decía cuando él era muy niño que cuando un perro ladraba a una persona es porque percibía sus malas vibraciones, por lo que tenía que andar por la vida buscando siempre las buenas vibraciones. Y bien que fueron buenas las vibraciones que recibió cuando compuso esta incomparable obra.

El propio Wilson definiría “Good Vibrations” como una “sinfonía de bolsillo” y es que tiene todas las características de una composición de estas características. Fue capaz de condensar en tan poco tiempo tantas cosas que demostró al mundo que nadie estaba a la altura de su talento, dando lugar, además, a este grandísimo álbum que es “Smile” que tardó demasiado tiempo en ver la luz, privándonos durante muchos años de una obra espectacular.

Brian Wilson nunca lo ha tenido fácil, pero siempre ha demostrado ser un auténtico luchador. Su niñez fue complicada, su etapa en The Beach Boys tormentosa por sus adicciones y sus diferencias con sus hermanos. Posteriormente caería en manos de un psiquiatra llamado Eugene Landy que poco menos que se adueñaría de su vida hasta que apareció en escena una dependienta de una tienda de coches llamada Melinda Ledbetter que se convertiría en su segunda esposa y en su auténtica salvadora. Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos de que fuera capaz de recuperar a su marido para la causa de la música y poder disfrutar del hecho de que terminara definitivamente este maravilloso disco que es “Smile”.

LISTA DE LOS AÑOS 80

LA GRAMINOLA – NÚMERO 44 – 27 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Tras disfrutar del final de fiesta del álbum de la semana, retomamos el repaso a nuestras listas graminoleñas de otros tiempos, empezando por la correspondiente a la de la década de los 80. La verdad es que el repaso es bastante corto porque la lista que estrenábamos el 25 de septiembre de 1988 no presentaba ninguna nueva entrada, así que me voy a permitir elegir yo una canción de aquella época que particularmente me encanta.

Nos adentramos en el mundo del tecno pero ya con un sonido más evolucionado y lo hacemos de la mano de uno de los mayores genios de este estilo, el inconfundible Vince Clarke quien tras crear Depeche Mode y Yazoo inició una nueva etapa acompañado de Andy Bell para dar cuerpo a su grupo más duradero en el tiempo como es Erasure.

El dúo echó a andar en el año 1985 y en 1988 publicaban uno de sus discos más destacados bajo el título de”The Innocents” en el que se incluía una de las canciones más representativas de su carrera además de una de mis preferidas. Un tema titulado “A Little Respect” en el que Clarke da rienda suelta a sus teclados mientras que Bell se permite utilizar el falsete en parte del estribillo. Me encanta.

La historia de Andy Bell podría definirse como un sueño hecho realidad. Clarke siempre había sido su ídolo y mientras trabajaba en una tienda de zapatos hacía sus pinitos adentrándose en el mundo de la música. Cuando Clarke puso fin a su andadura en Yazoo colocó un anuncio buscando un cantante para su nuevo grupo. Allí que se presentó y logró hacer realidad lo que siempre había deseado, trabajar codo con codo con su auténtico ídolo.

LISTA DE LOS AÑOS 90

LA GRAMINOLA – NÚMERO 44 – 27 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Viajamos a continuación hasta finales de la década de los 90 y nos situamos en el 27 de septiembre de 1998 para disfrutar de las dos nuevas entradas que se producían en la lista que se publicaba ese día. Ambas están protagonizadas por dos grandes artistas del panorama musical hispano.

Sin duda alguna, el año 1998 fue el año de Manolo García. Tras la disolución de El Último de la Fila iniciaba su carrera en solitario con la incógnita de cómo iba a recibirle el público español tras la desilusión que supuso su separación. Como no podía ser de otra manera, el recibimiento fue satisfactorio y Manolo seguiría siendo un auténtico ídolo en nuestro país.

Su álbum de debut llevaba el título de “Arena en los Bolsillos” y más que arena, en sus bolsillos lo que metería sería al público en general y a la crítica especializada, logrando un considerable número de ventas y una aceptación total, en gran medida a que la música que contiene muestra cierta continuidad con lo realizado en compañía de Quimi Portet durante tantos años o, al menos, en los últimos tiempos.

El tema que colocaba en nuestra lista aquella semana era el segundo sencillo extraído del álbum, uno de sus clásicos titulado “Carbón y Ramas Secas” con el que permanecería con nosotros durante 35 semanas para alcanzar el top 7.

La segunda entrada que se producía aquel día nos llegaba desde el otro lado del Atlántico de la mano de una de las artistas de aquellos lares con mayor éxito internacional. Una auténtica dama de la música como es la señora Gloria Estefan.

Cada nuevo disco que publicaba parecía volver a reinventarse, rompiendo de alguna manera con lo realizado en el anterior, siendo capaz de moverse a la perfección en cualquier estilo. En el año 1998 repetiría la jugada con la publicación de “Gloria!” un disco que presentaba una música con mucho ritmo y muy bailable, alejándose de los tonos melódicos y románticos de sus anteriores trabajos.

El tema más destacado de este álbum, la canción con la que mayor éxito lograría, sería “Oye”, una composición a ritmo de salsa al estilo de los 90 en la que Gloria se mueve a la perfección y con la que nos acompañó en nuestra lista durante 48 semanas para alcanzar el top 2. Unos números espectaculares. Yo no sé a vosotros, pero a mí me recuerda mucho a sus tiempos en Miami Sound Machine.

Lo curioso del caso es que cuando el sencillo fue sacado al mercado, se había preparado un lanzamiento por todo lo alto en los Estados Unidos, siendo cancelado en el último momento por razones misteriosas y desconocidas. Pese a ello, la popularidad y la clase de Gloria Estefan estaba muy por encima de estas menudencias y “Oye” se convirtió de inmediato en una de las canciones más bailadas del momento por aquellas tierras.

LISTA DEL NUEVO MILENIO

LA GRAMINOLA – NÚMERO 44 – 27 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Nos situamos ya en el nuevo siglo, concretamene en el 21 de septiembre de 2008, para finalizar el recorrido por las listas graminoleñas de otras épocas. Ese día se producía una única nueva entrada protagonizada por un personaje que a base de ritmos rumberos y flamencos aderezados con música pop ha adquirido una tremenda popularidad en nuestro país y encadenado éxito tras éxito con cada uno de sus discos.

Estoy hablando de Javier Labandón, artísticamente conocido como El Arrebato, que por aquel entonces era ya un veterano en esto de la música. Su imagen con el eterno pañuelo en la cabeza es parte ya de la iconología de la música española. Acababa de publicar un nuevo disco bajo el título de “Mundología” y de él se extraía como primer sencillo el tema que entraba en nuestra lista aquella semana.

Se trata de “Dame Cariño”, una canción con el rtimo y las señas de identidad habituales con la que permanecería en lista durante 8 semanas para alcanzar el puesto número 30 como mejor registro.

TAMBIÉN ES MÚSICA

Desde esta semana recuperamos el formato habitual de la sección “También es Música” tras haber estado dedicada durante los últimos tres meses a las canciones del verano. Y vamos a hacerlo con un clásico de esta sección como es la música infantil, esa música que a los de mi generación, cuando eramos unos tiernos niños nos empezó a atrapar hasta convertirnos en una especie de adictos.

Los protagonistas que nos visitan hoy fueron unos auténticos ídolos para todos los de mi generación. Se trataba de un grupo de personajes que dieron sus primeros pasos en televisión en una pequeña sección de un programa llamado “Antena Infantil” y que alcanzaron tal popularidad entre el público infantil que en el año 1970 pasaron a tener programa propio que amenizaba todas las tardes a los más pequeños de la casa. Como recuerdo aquellos buenos ratos que me hicieron pasar mientras merendaba frente al televisor.

Se hacían llamar “Los Chiripitifláuticos” y estaban formados en sus principales papeles por Locomotoro, Valentina, el Capitán Tan, el Tío Aquiles y los Hermanos Malasombra. Podría decirse que fueron los primeros ídolos infantiles en plan mediático de la historia de nuestro país, y hasta la llegada de Los Payasos de la Tele los auténticos reyes del público más pequeño. En cada espisodio nos mostraban sus aventuras en las que no faltaba la música, haciendo muy populares algunas de sus canciones que todos nos sabíamos de memoria. Os ofrezco tres ejemplos con el fin de haceros recordar a los más veteranos y para que los más jóvenes descubran como disfrutábamos nosotros cuando éramos niños.

EL BARQUITO CHIQUITITO

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Muchas fueron las canciones que nos ofrecieron mientras permanecieron en antena, pero si hay una que caló bien hondo en los chavales de aquella época es la primera que os ofrezco. Una canción que interpretaban prácticamente todos los personajes del programa y que contaba incluso con una coreografía que a mí personalmente me encantaba, me partía de risa con ella cuando al final acababan todos por el suelo. No, no me he vuelto loco. Pensad que en aquel momento yo solamente tenía cinco años de edad.

Antes de contaros la historia que esconde tras de sí esta canción, me estoy dando cuenta de que no os he presentado debidamente a los protagonistas de la sección de hoy. Mi preferido era Locomotoro, con su eterna boina y capaz de inclinar su cuerpo en plan Michael Jackson sin caerse. Tenía un amigo imaginario al que llamaba “Gordito” y continuamente le decía “borra eso”. Además pronunciaba en cada episodio una serie de frases como por ejemplo “se me mueven los mofleteeees”. El actor Paquito Cano era el encargado de interpretar este personaje.

Junto a él disfrutábamos de la compañía de Valentina, interpretada por Carmen Goñi, la más inteligente de la pandilla y que se definía a sí misma como “dulce y fina como una mandarina”. También teníamos al Capitán Tan, interpretado por Félix Casas, un auténtico aventurero vestido siempre con una camiseta de rayas y que presumía de que no había rincón alguno del mundo que no hubiera visitado. La cordura y la templanza la imponía el Tío Aquiles, un viejecito entrañable, vestido de tirolés que estaba interpretado por Miguel Armario.

Todos juntos nos cantaban bastante amenudo esa canción que se convirtió en una especie de himno para los más pequeños. Estoy hablando de “El Barquito Chiquitito”, una canción que todos los niños de mi edad y similares nos sabiámos de memoria, cantando continuamente aquello de “había una vez un barquito chiquitito … que no podía, que no podía, que no podía navegar …”

Esta composición es una canción popular que los marineros cantaban ya en el siglo XVI y esconde tras de sí una truculenta historia muy distinta a la que muchos puedan imaginarse. Narra la tragedia vivida por unos pescadores que terminaro a la deriva con su barco y cuando se quedaron sin provisiones llegaron al acuerdo de comerse a uno de ellos para no morir de inanición. Lo echaron a suertes y el “afortunado” sería el más joven de la tripulación, quien antes de convertirse en alimento de sus compañeros encomendaría su alma a la Virgen produciéndose entonces un milagro consistente en una bandada de peces que de manera inesperada saltaron al interior de la embarcación. Con el paso de los años fue moldeándose adecuadamente hasta convertirse en la canción infantil que todos conocemos.

EN MIS VIAJES POR TODO LO LARGO Y ANCHO DE ESTE MUNDO

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Cada uno de los personajes tenía sus coletillas y sus características principales bastante marcadas. En este sentido, el Capitán Tan pasaba en algunos momentos por ser un tanto presuntuoso presumiendo a la mínima ocasión de todas las tierras que había ido explorando a lo largo de su vida.

Una de su frases más populares era “en mis viajes por todo lo largo y ancho de este mundo”, que daba lugar a la narración de alguna de sus batallitas. Todos sospechaban que la mayoría de ellas eran fruto de su imaginación, pero el ambiente era tan bueno que nadie osaba a contradecirle.

No es de extrañar que tanta repetición de la frase de marras diera origen a una de las canciones más recordadas de la serie televisiva, que llevaría como título, no podía ser de otra manera, “En mis Viajes por Todo lo Largo y Ancho de Este Mundo”, que nos muestra cual es la verdadera esencia de este personaje.

No he sido capaz de encontrar el vídeo correspondiente a esta canción y mira que lo lamento. La verdad es que no es fácil encontrar sus canciones sueltas ya que por la red circulan algunos fragmentos o programas enteros. En fin, que para compensaros os dejo aquí la cabecera del programa con la canción “oficial” de Los Chiripitiflaúticos.

LOS HERMANOS MALASOMBRA

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Los que recordéis este programa y a estos personajes os habréis dado cuenta de que no me he referido a dos de ellos. En toda buena historia de niños que se precie tiene que haber también alguien que haga el papel de “malo” y Los Chiripitifláuticos tenían una pareja de bandidos del lejano oeste que intentaban por todos los medios amargarle la existencia al resto de personajes de la historia. Pero no eran unos malos cualquiera, no, posiblemente sean los malos más malosos a la par que tiernos. Es curioso, a pesar de ser los malos eran de los preferidos por los niños. Como os estaréis imaginando me estoy refiriendo a Los Hermanos Malasombra.

Estos dos personajes, siempre vestidos de negro, menos en los momentos en que se volvían buenos que lo hacían de blanco riguroso, tenían nombre aunque casi nadie conocía este detalle. Se llamaban Pineda y Bernad y estaban interpretados por Luis González Páramo y Carlos Meneguini.

Como no podía ser de otra manera, esta pareja tenía su propia canción y cada vez que aparecían en escena nos cantaban aquello de “somos malos malasombra, somos malos de verdad …” Lo que nunca acabé de entender bien era aquello de que eran más malos que la quina.

Estos personajes durante unos cuantos años nos alegraron las tardes y podría decirse que habría una segunda etapa cuando Locomotoro abandonó el grupo y aparecieron nuevos personajes como Poquito, Filetto Capocómico o Barullo, pero ninguno de ellos alcanzaría la popularidad y el cariño de parte de los niños del primero.

En fin, hemos iniciado la temporada graminoleña de esas otras formas de entender la música como si fuéramos todavía unos tiernos niños. A buen seguro que en las próximas semanas iremos creciendo … o no, quién sabe.

LA ÚLTIMA DE “LA GRAMINOLA”

Una vez más cerramos la revista con una contraportada de lujo con música variada a modo de un maravilloso dulce tras una buena comida. Vamos pues con las tres últimas canciones del número de hoy.

EFEMÉRIDE

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El recuerdo de esta semana está protagonizado por uno de los grupos más destacados de la New Wave de los 80. Un trío que nos ofreció durante algunos años una serie de buenas canciones que nunca pasarán de moda. La componente femenina de esta banda cumple años tal día como hoy y nosotros lo celebramos con su música. Va por ella, Alannah Currie, una de las imágenes icónicas del tecno-pop internacional.

La efeméride de esta semana se adentra en las entrañas de la New Wave porque a este estilo pertenecía el grupo del que formaba parte la protagonista de esta semana. Una mujer con una fuerte personalidad y una imagen inconfundible que allá por la década de los 80 nos hizo disfrutar junto a sus dos compañeros de viaje de muy buenos momentos. Ella es Alannah Currie, componente femenina de Thompson Twins, que tal día como hoy cumple 61 años.

Todos identificamos a buen seguro a este grupo como un trío, pero lo cierto es que en sus primeros tiempos estuvo formado por seis integrantes y en algún momento fueron hasta siete los artistas que lo conformaban. De cualquier manera, lo que está claro es que sería cuando redujeron la población de la banda cuando alcanzaron su mejor momento y el éxito a nivel internacional.

Tom Bailey, auténtico creador y líder del grupo, fundaría Thompson Twins junto a sus amigos Peter Dodd, John Roog y John Podgorski en el año 1977 pero no sería hasta el año 1981, cuando los tres primeros se mudaron a vivir a Londres, cuando iniciaron su andadura propiamente dicha con la incorporación de Chris Bell, Jane Shorter y, sobre todo, una pieza tan importante como iba a ser Joe Leeway. Por cierto, su nombre procede de unos personajes de cómic que aparecían en las aventuras de Tintín. La famosa pareja de gemelos detectives que aquí en España tomaban el nombre de “Hernández y Férnandez”, atendían al verdadero nombre de “Gemelos Thompson”,

Cuando llegaron a Londres, su economía estaba bajo mínimos, viviendo como buenamente podían en casas abandonadas. Así sería como Bailey conocería a Alannah Currie, quien se convertiría en su novia y aunque en un principio no formaría parte del grupo, terminaría transformándose en la pieza maestra que les faltaba para dar el salto hacia el éxito que siempre habían estado buscando.

Por aquella época se habían hecho bastante populares en el ámbito musical de Londres, ya que ofrecían actuaciones bastante originales en las que improvisaban sobre el escenario, invitaban a los asistentes a acompañarles en sus canciones y utilizaban todo tipo de objetos para sacarles un buen sonido: cubos de basura, botellas, latas … Eso sí, dinero, lo que se dice dinero no es que vieran mucho. Su gran oportunidad les llegaría por fin en el año 1983, ya convertidos en trío con Bailey, Currie y Leewya, cuando con un sonido muy cercano al tecno que estaba arrasando en aquel momento lograron un éxito rotundo con “Lies”, el primer número uno de su carrera.

Pero su gran momento llegaría al año siguiente con la aparición en el mercado del que está considerado como su mejor trabajo. Su título era “Into the Gap”, un disco que no recibiría buenas críticas por los especializados en la materia, quienes nunca le regalaron nada a estos tres chicos, pero que logró un tremendo éxito con un número de ventas bastante considerable. Un álbum en el que se incluyen unas cuantas buenas canciones entre las que destaca la que os ofrezco a continuación.

Se trata de “Hold Me Now”, un medio tiempo espectacular que en mi modesta opinión es la mejor composición de toda su carrera y que va a servirnos para mandar desde aquí nuestra felicitación cumpleañera para Alannah Currie.

LA EDAD DE ORO DE LA MÚSICA ESPAÑOLA

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Uno de los grupos de rock y rhythm & blues españoles de mayor calidad que haya dado nuestro país. Con un sonido contundente y único, Mermelada se hicieron notar durante los tiempos de “La Movida Madrileña” a pesar de pertenecer a un estilo y a un movimiento totalmente distintos. Gran banda formada por grandísimos músicos. Como echo de menos artistas como ellos.

La sección que dedicamos cada semana en nuestra contraportada a la música española está dedicada en esta oportunidad a una estupenda banda que a ritmo de blues y rock & roll se fue abriendo camino desde el año 1979. Atendían al nombre de Mermelada y tienen la peculiaridad de ser uno de los grupos que dieron origen a “La Movida Madrileña” sin llegar a pertenecer a ella. Parece una contradicción pero os lo aclaro en breve.

El grupo estaba catalogado dentro del movimiento denominado “rock urbano” y lo cierto es que a ritmo de buen rock & roll ponían en órbita al público que acudía a sus actuaciones en vivo gracias a la intensidad con la que se movían sobre el escenario. Su gran líder era Javier Teixidor, uno de los mejores guitarristas de la historia de nuestro rock, al que acompañaban Antonio Yenes, Daniel Monteayor y Javier Encinas. Éste último era el responsable de crear un sonido marca de la casa inconfundible gracias a su manera de tocar la armónica. Si hay un calificativo que encaja a la perfección con ellos ese es “auténticos”.

En el año 1979 cosecharían el mayor éxito de su carrera con una canción interpretada a todo trapo a ritmo de rhythm & blues con un sonido único que nadie hacía por aquel entonces. Se trata de la mítica “Coge el Tren”, todo un clásico de la historia de la música española.

En aquella época era bastante habitual que miembros de distintos grupos tuvieran lazos de amistad y celebrasen juntos ciertos acontecimientos. La madrugada del 1 de enero de 1980, tras celebrar el año nuevo junto con algunos amigos, entre los que se encontraban miembros de Los Secretos, Los Elegantes o Nacha Pop, deciden subirse en sus coches para continuar la fiesta en otro lugar. Como es de imaginar, la noche había sido intensa y llena de excesos y la tragedia llegaría en forma de fatal accidente en la nacional VI que dejaría en coma a Canito, batería de Los Secretos, quien fallecería  en el hospital tan sólo tres días después.

El 9 de febrero de 1980, tendría lugar en la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Complutense de Madrid, un concierto homenaje a la figura de José Enrique Cano “Canito”, en lo que iba a convertirse en el pistoletazo de salida de “La Movida Madrileña”, con la participación de una serie de grupos que se convertirían en muy poco tiempo en auténticos iconos de este movimiento, entre los que se encontraban los propios Mermelada, que aportaron su granito de arena aunque estaban muy alejados de las pautas que marcaban los integrantes de este movimiento. Explicado queda.

NOVEDAD

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La novedad de esta semana viene de la mano de Marta Soto, una artista que lo tiene todo para triunfar. Talento, salero, buena voz y un padrino de lujo son sus credenciales para convertirse en una figura en nuestro país en los próximos años. Publica su álbum de debut y nada más salir al mercado se ha convertido en el número uno de superventas de nuestro país. No se puede empezar mejor una carrera.

La novedad de esta semana, con la que cerramos el número de “La Graminola” de hoy, es uno de esos casos que se producen de manera habitual, aunque no dejan de sorprendernos. Se trata de una joven cantautora andaluza que comenzó subiendo a la plataforma YouTube algunos vídeos interpretando canciones de artistas patrios ya consagrados logrando llamar la atención de uno de ellos y dar el salto al otro lado para convertirse en una cantante profesional.

Su nombre es Marta Soto y gracias a que Alejandro Sanz visionó el video que ella había subido de su tema “A Que No Me Dejas” y de inmediato quedó conquistado por su sentimiento y por su manera de interpretar, ha logrado ahora publicar su primer álbum con composiciones propias y que nada más salir al mercado se ha convertido en número uno de ventas en España. Es lo que tiene contar con un buen padrino.

Con este primer disco demuestra que sabe cantar muy bien y que además de moverse en un estilo muy similar al de gente como el propio Sanz, Orozco o Alborán, es capaz de darle un toque muy personal con ese deje de su tierra que tanto gusta al público.

Está claro que los mimbres son suficientes como para pensar que el cesto puede ser duradero y de éxito, por lo que habrá que seguir de cerca la carrera de esta joven promesa. El tiempo dirá si su futuro es tan bueno como su presente, pero mientras tanto podemos disfrutar de su música con canciones como “Quiero Verte”, su carta de presentación en sociedad.

Hasta aquí llegamos en el día de hoy. En una semana volvemos con más música. Os espero a todos.

Hasta entonces, Graminoleños.

JUAN JOSÉ GOMARIZ


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