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Ya sabéis que la base de la revista es dar un pequeño repaso con las novedades que presentaban las listas de éxitos que he ido confeccionando desde hace cincuenta años. Cada nuevo número empezamos por la lista actual de cada semana y a continuación seguimos viajando hasta las listas de hace 50, 40, 30, 20 y 10 años. Todos los éxitos de la música desde el año 1967 irán apareciendo por aquí.
Junto a las listas distintas secciones a cada cual más recomendable. En “Los Pioneros” rememoramos la música y los artistas que inspiraron a todos los que vinieron después. Nuestro póster, a doble página en el centro desmenuza cada semana un disco que fue, es y será muy grande. En la sección “También es Música” le damos cabida a esas canciones y esos artistas que a su manera también han tenido protagonismo, en muchas ocasiones de manera inesperada. Y la contraportada es el colofón con noticias de actualidad musical, efemérides y música española.
Echándole un vistazo a la portada de cada día os podéis hacer una idea del contenido de la revista. Junto a cada fotografía hay un texto que contiene un link que te lleva directamente a la página en cuestión, pero yo os recomiendo ir por orden, ir leyendo desde el principio al final porque la música lo merece. Y recordad que siempre estaré abierto a cualquier crítica, consejo, sugerencia o petición que vosotros, Graminoleños, me hagáis.
NUESTRA PORTADA
LA LISTA DE LA GRAMINOLA
La lista de actualidad de “La Graminola” de esta semana nos da un pequeño respiro ya que no se ha producido ninguna nueva entrada, por lo que dejaremos a un lado los sonidos (o soniquetes) que normalmente aparecen por aquí, y como compensación vamos a disfrutar de pop español hecho a la antigua usanza. Porque ése es el sonido que ofrece este dúo madrileño, en sus comienzos trío, que atiende al nombre de Taburete y que acaba de publicar su tercer trabajo con una campaña de márketing más que notable como os cuento a continuación.
Este grupo lleva una actividad frenética ya que en apenas tres años ha publicado ya tres discos y se ha convertido en una de las bandas pop nacionales que más y mejor ha evolucionado en los últimos años. Está formado por Willy Bárcenas y Antón Carreño y acaban de sacar al mercado su tercer trabajo titulado “Madame Ayahuasca”. Sí, lo del apellido Bárcenas no es una casualidad ya que Willy es hijo del famoso extesorero deo Partido Popular.
Para la presentación de este nuevo trabajo, los chicos de Taburete eligieron la madrileña Plaza de Toros de Las Ventas y durante todo un día, en cuatro sesiones, estuvieron tocando sus nuevas canciones, firmando autógrafos y compartiendo momentos con todos los que por allí se pasaron, aprovechando la coyuntura para vender las prmeras unidades de su álbum y entradas para los próximos conciertos que ofrecerán en la capital de España. Ya pueden decir que han llegado a tocar en Las Ventas.
El disco está lleno de canciones que rezuman aromas del pop español de los 80 y de los 90, algo que es bastante de agradecer en los tiempos que corren. Sirva como ejemplo el tema que da nombre al álbum, una canción con un comienzo pausado y olor a balada que rompe poco después con un sonido acústico original e imaginativo que nos retrotrae a otros tiempos mejores de la música española.
LOS PIONEROS
Está claro que la década de los 60 fue cuando muchos de los artistas considerados pioneros de la música moderna en sus distintos estilos lograron su éxito definitivo y se convirtieron en referencia para los que fueron llegando después. Sin embargo, en mi modesta opinión, la década fundamental en esta circunstancia es la de los 50 porque fue en ella donde se fueron fraguando los proyectos más prometedores y los nuevos sonidos que fueron conquistando poco a poco al público en general.
Esto no quiere decir que todos triunfaran ni que todos tuvieran una carrera larga, hubo de todo, pero sí que lograron poner su granito de arena para abrir paso a las nuevas formas de entender la música que fueron apareciendo. Ni que decir tiene que entre ellos habría algún que otro “one hit wonder”, es decir, artistas de un solo éxito, pero que aun así merecen el reconocimiento de todos.
Así pues, hoy vamos a disfrutar de tres canciones que vieron la luz en los años 50 y que sin venir de la mano de bandas o solistas de la trascendencia que habitualmente tienen los que pasan por esta sección sí que fueron capaces de mostrar su talento y enseñar al público de aquella época que había otras maneras de hacer música, otras maneras de hacer muy buena música.
THE SKYLINERS / SINCE I DON’T HAVE YOU
Empezamos con un grupo norteamericano de doo-wop que tuvo una carrera bastante corta, de solamente algo más de tres años, pero durante la cual les daría tiempo a dejarnos algunas canciones bastante buenas, entre las que se encuentra la que os ofrezco en el día de hoy. Se hacían llamar The Skyliners y en el año 1959 iban a lograr el mayor éxito de toda su carrera, hasta el punto de que artistas de todo tipo y de todos los tiempos han ido versionando esta composición a con el transcurso de los años.
El grupo estaba formado por Jimmy Beaumont, Janet Vogel, Wally Lester, Jackie Taylor y Joe Verscharen y en aquel momento habían adquirido cierta popularidad en su Pittsburg natal, mientras que en el resto de Norteamérica eran unos perfectos desconocidos. Para cambiar esta situación se les ocurriría contratar los servicios de un compositor que fuera capaz de crear esa canción con la que se lanzaran al éxito definitivo en todo el país y el elegido sería Joe Rock.
Lo cierto es que aunque ellos se las prometían muy felices, confiando plenamente en que este caballero diera con la tecla y les compusiera su canción definitiva, las semanas fueron pasando y la inspiración no le acababa de llegar. Sin embargo, un acontecimiento en su vida privada sería definitivo para que finalmente creara una de las baladas más espectaculares de finales de los 50.
Joe Rock se llevaría un tremendo disgusto cuando su novia de toda la vida decidió romper con él, sumiéndose en ese instante en un estado anímico bastante precario. Se pasaba el día deprimido y pensando en la mujer a la que todavía seguía queriendo y una cosa llevó a la otra de manera que la inspiración le llegaría de repente componiendo una canción de desencanto amoroso que iba a ser el pistoletazo de salida definitivo para The Skyliners.
La canción en cuestión llevaría el título de “Since I Don’t Have You”, una tremenda balada con un lamento desgarrador que ayudaría a este grupo a conseguir un tremendo éxito y convertirse en uno de los favoritos del público norteamericano durante algún tiempo. Me encanta y me emociona esta balada.
Seguro que muchos recordaréis esta canción en la versión que no hace mucho tiempo realizaron los mismísimos Guns ‘N’ Roses. En su día, cuando me enteré de que en su álbum “The Spaghetti Incident” iban a incluir una versión de esta canción no di crédito. Lo cierto es que cuando la escuché me di cuenta de que tanto la canción como ellos mismos eran igual de grandes.
Las dos siguientes canciones que os ofrezco dentro de la sección de “Los Pioneros” son dos temas instrumentales. Y es que la década de los 50 daban mucho juego este tipo de composiciones. Vayamos con ellas.
THE CHAMPS / TEQUILA
Nos situamos a continuación en el año 1958 con una canción y un grupo que tienen una peculiar historia detrás. Nos encontramos ante un inequívoco caso de “artistas de un solo éxito” que además les llegaría de la manera más insospechada. Ni ellos mismos se lo esperaban.
En aquel momento The Champs publicarían un sencillo titulado “Train to Nowhere” con la esperanza de que supusiese un éxito que pudiera situarlos como uno de los grupos del momento. Lamentablemente para ellos, esta canción no alcanzaría el favor del público pero tendrían la enorme fortuna de que la canción que iba a aparecer como cara B de este single sí que llamaría la atención, y de qué manera.
En aquella época era bastante habitual que la cara B de los sencillos contara con temas instrumentales en los que los miembros de los distintos grupos daban rienda suelta a su talento como músicos. Normalmente eran canciones menores, sin mayores pretensiones que servir como una especie de relleno al tema principal que figuraba en la cara A. En esta ocasión se volverían las tornas y sería esta composición instrumental la que se llevaría el gato al agua, algo que a lo largo de la historia ha sucedido en más ocasiones de las que nos imaginamos.
La canción a la que me estoy refiriendo es un tema instrumental en el que únicamente se menciona su título tres veces y que ofrece un ritmo cercano al mambo pero con los correspondientes arreglos de rock que la convierten en única en su especie. Una canción que llegaría de inmediato al número uno eclipsando a la canción principal incluida en e la cara A. Estoy hablando de ese clásico entre los clásicos titulado “Tequila”.
Esta canción ha sido versionada una y otra vez a lo largo del tiempo con diferentes estilos y formatos, dotándola incluso en alguna ocasión de letra. Pese a la trascendencia que tuvo en su momento y su permanencia en vigor a pesar del paso de los años, The Champs no volverían a lograr un éxito similar.
DUANE EDDY / REBEL ROUSER
Vamos a cerrar ya la sección pionera del día de hoy con un virtuoso de la guitarra que a base de composiciones totalmente instrumentales se abrió camino en el mundo de la música a finales de los 50 y principios de los 60, convirtiéndose en una de las referencias de los guitarristas que fueron surgiendo en aquella época, a pesar de la sencillez en cuanto a su técnica a la hora de tocar. Estoy hablando de Duane Eddy.
A los cinco años de edad aprendió a tocar la guitarra acústica, demostrando ser un auténtico niño prodigio. A los trece dio el paso a la guitarra eléctrica y de esta manera se convirtió en un buen guitarrista que llamaría poderosamente la atención de manera inmediata, llegándole su gran oportunidad en el año 1958 con la publicación de un sencillo que iba a convertirle en un auténtico ídolo de los jóvenes norteamericanos aficionados al buen rock & roll.
Su técnica era muy sencilla pero daría lugar a una nueva manera de tocar que recibió el nombre de “twang”, que consistía en lograr un sonido country muy especial a base de colocar en una guitarra acústica las cuerdas de una guitarra eléctrica. Con este intercambio tan sencillo se convertiría en un innovador en lo que a la forma de tocar se refiere.
De entre sus canciones más reconocidas destaca este “Rebel Rouser” en el que muestra todas sus credenciales en cuanto a lo que supuso en aquel momento su manera tan distinta de tocar la guitarra.
Me encanta ese adorable sonido rancio que tiene la música de los 50. A buen seguro que en próximos números de “La Graminola” seguiremos disfrutando de música hecha en esa época.
LISTA DE LOS AÑOS 60
Seguimos a toda mecha nuestra andadura por el número de “La Graminola” del día de hoy, y de los pioneros de los 50 saltamos al pop de los 60, porque ése es el estilo que presentan las dos canciones que entraban en nuestra lista el 30 de septiembre de 1968 y que analizamos y disfrutamos a continuación.
En la década de los 60 y parte de la de los 70 era bastante habitual que algunos de los grupos que terminaban consechando un rotundo éxito con alguna de sus canciones no fueran bandas convencionales por así decirlo sino que se convertían realmente en una especie de franquicia en la que mantenían el nombre pero su formación variaba con cada nuevo disco ya que sus miembros eran músicos de estudio de alguna discográfica. Simplemente hacía falta dar con una melodía que llegase al público ya que la profesionalidad a la hora de interpretarla corría a cuenta de esos músicos profesionales.
Éste es el caso de Ohio Express, un grupo que entre los años 1967 y 1970 publicó una serie de sencillos al más puro estilo pop de la época, de una sencillez más que evidente y con unas letras que realmente no decían nada, con los que logró un considerable éxito. Como ya os digo hablar de ellos como un grupo no corresponde con la realidad ya que por él fueron pasando un sinfín de componentes con cada nuevo sencillo que aparecía en el mercado.
Sin duda alguna, el mayor de sus éxitos llegaría en el año 1968 bajo el título de “Yummy Yummy Yummy”, una canción con ritmo pegadizo, palabreja inventada y una letra tan poco profunda como para decir cosas como “yummy yummy yummy, tengo amor en la barriga …” Aunque cueste trabajo creerlo, esta fórmula funcionaba a la perfección en aquella época para vender muchos discos. En nuestra lista también funcionaría bastante bien ya que nos acompañaría durante 34 semanas para alcanzar el top 6.
La segunda entrada que se producía esa semana nos llegaba de la mano de dos grandes del jazz y de la música orquestal. Una colaboración que se produciría por casualidad pero que significaría todo un éxito, además de una auténtica sorpresa en cuanto a su ejecución. Os cuento la historia para que lo comprendáis mejor.
Burt Bacharach era un prestigioso pianista, productor y compositor que se encontraba en uno de los mejores momentos de su carrera por aquellos años. Un buen día recibió en su despacho la visita del afamado trompetista Herb Alpert quien al frente de sus Tijuana Brass se había convertido en uno de los referentes del jazz que se hacía a fnales de los 60. Alpert le pregunto a Bacharach si no tendría por ahí guardada alguna de sus composiciones antiguas que finalmente no hubiese llegado a grabar para que él pudiera interpretarla y dicho y hecho, sacó del cajón una vieja melodía que encajaba a la perfección con la voz de Alpert.
La presentación en sociedad de esta composición por parte de Alpert se convertiría en una auténtica sorpresa. En primer lugar porque prescindiría de su orquesta habitual, los Tijuana Brass, y en segundo porque sería él mismo quien la cantaría, algo no demasiado habitual hasta ese instante. El lugar elegido para su presentación al público sería la televisión y lograría tanta aceptación que que tuvo que tomar la decisión de publicarla como sencillo.
La canción en cuestión llevaba el título de “This Guy’s In Love With You” y era la primera ocasión en la que Herb Alpert publicaba un sencillo como solista, logrando bastante éxito y la unánime aceptación de público y crítica. En nuestra lista obrendría unos resultados bastante normalitos de 3 semanas de permanencia y top 39, pero eso no quita para que sea una gran composición.
LISTA DE LOS AÑOS 70
Nos situamos ya en la década de los 70, más concretamente en el 30 de septiembre de 1978, para saborear debidamente dos de las canciones que integraban la lista graminoleña que se estrenaba aquel día. Una de ellas ya ha pasado por aquí anteriormente ya que se trata del relevo en el número 1. La otra es la única nueva entrada que se producía en aquel momento y es un auténtico clásico de la música para bailar de finales de los 70.
El asalto al número 1 llegaba desde Francia, de la mano de un pianista que alcanzaría una tremenda popularidad en aquella época en gran medida gracias a la canción con la que abrimos el repaso a la lista setentera. Como todos os habreís imaginado ya estoy hablando de Richard Clayderman.
El tema en cuestión es la famosa “Ballade Pour Adeline”, un canción compuesta por Olivier Toussaint y Paul de Senneville con motivo del nacimiento de la hija de este último a la que habían puesto el nombre de Adeline. Para no equivocarse decidirían realizar un cásting entre distintos pianistas para elegir el que mejor se adaptara a ella, siendo Clayderman el elegido. Sabia decisión.
Solamente permanecería en lo más alto de la lista durante una semana, así que ya sabéis, la semana que viene retomaremos el tema. ¿Quién sera el afortunado? Se admiten apuestas.
La única entrada que registraba la lista graminoleña aquella semana es una de esas canciones que se convirtió en un clásico de la música disco de finales de los 70 gracias a su innovación en cuanto a sonido, precursora de lo que se avecinaba en los 80, así como por la llamativa imagen y puesta en escena de su protagonista. La responsable de todo se hacía llamar Dee D. Jackson.
Esta inglesa había dedicado su vida hasta ese instante al mundo del cine, los efectos especiales y alguna incursión en el terreno de las bandas sonoras, dando el salto al mundo de la música con un inicio fulgurante para diluirse de manera casi inmediata. Finales de los 70 y principios de los 80 fueron tiempos en los que la música disco estaba en todo su esplendor y cualquier innovación, ya fuese en el sonido como en la imagen, que se produjera en este estilo tenía el éxito garantizado. Dee D. Jackson fue capaz de sorprender a todo el mundo en ambos aspectos.
Ella sería una de las pioneras en dar a la música para bailar un ambiente futurista y de ciencia ficción. Su estética parecía sacada de una película de este tipo y su sonido estaba repleto de efectos especiales de naves espaciales y similares. Todo esto acompañado de su voz la llevaron a triunfar de inmediato aunque sin continuidad.
Su gran momento de gloria llegaría en el año 1978 con su canción “Automatic Lover”. ¿Quién no recuerda su principio con una voz metálica y robótica diciendo eso de “I am you automatic lover, automatic lover…” para romper a continuación con un ritmo trepidante?
En nuestra lista permanecería 23 semanas para alcanzar el puesto 18 como mejor registro.
ÉL ÁLBUM DE LA SEMANA
Hablar de Pink Floyd es hablar de una de las bandas más grandes que nos haya dado el mundo del rock. Solamente los elegidos están a la altura de grupos como éste, capaces de crear grandísimos discos incluso en sus momentos de menor inspiración o más delicados. Por estas páginas, por este póster central, ya pasó en su momento uno de sus discos, concretamente The Wall, y a buen seguro que en próximos números seguirán apareciendo algunas de esas obras de arte que siempre han creado, pero en esta ocasión quiero hacerme eco de uno de sus discos menos elogiados por la crítica pero que por la calidad de sus canciones y por el entorno que rodeaba al grupo por aquel entonces creo que merece tener un lugar destacado en “La Graminola”.
Cuando Roger Waters abandonó el grupo en el año 1985 fueron muchos los que pensaron que Pink Floyd eran ya historia, que estaban acabados y realmente se equivocaron. David Gilmour se encargó de demostrar que a pesar del tremendo vacío que Waters había dejado, el grupo podía seguir haciendo música y muy buena. La prueba es precisamente el disco que traigo a la doble página central de la revista de esta semana. El primer álbum de Pink Floyd sin la presencia de Waters. Como ya digo, está considerado como uno de sus trabajos menos brillantes, pero aún así su calidad supera con creces la música que otros muchos eran capaces de realizar. Así pues, disfrutemos de ese espectacular disco que es A Momentary Lapse of Reason”.
PINK FLOYD / A MOMENTARY LAPSE OF REASON
Tras la marcha de Waters, Gilmour se embarcó casi de inmediato en preparar lo que en un primer momento iba a ser su nuevo disco en solitario. Para ello fue componiendo una serie de canciones que hacía tiempo le rondaban en la cabeza, pero según fue avanzando en su elaboración pensó que por qué no publicar un nuevo trabajo de Pink Floyd para demostrarle a todo el mundo, y sobre todo al propio Waters, que el grupo podía seguir funcionando sin mayores problemas.
Lo de sin mayores problemas es una manera de hablar ya que la grabación de este disco estaría rodeada de momentos bastante complicados, disputas legales, diferencias entre los tres miembros que quedaban del grupo y una serie de condicionantes que hacen más grande si cabe la música que contiene. Y es que cuando el talento se te cae por los bolsillos lo normal es que hagas lo que hagas sea muy grande.
El anterior disco del grupo, “The Final Cut”, fue considerado por muchos, incluyendo a sus propios integrantes, prácticamente como un álbum en solitario de Roger Waters por su excesivo protagonisto. “A Momentary Lapse of Reason” da la impresión de que es una especie de factura que Gilmour pasa para compensar lo sucedido con el anterior álbum porque como veremos tiene todos los condicionantes para ser considerado casi como un disco en solitario suyo. Una vez más, las luchas de egos que tanto daño terminan haciendo aparecen en escena, y de que manera.
Pero vamos ya sin más dilación a ir desmenuzando musicalmente hablando el contenido de este grandísimo disco. Música espectacular que aunque dejaría a algunos de sus fans más acérrimos un tanto desencantados por la ausencia de Waters no cabe ninguna duda de que nadie puede discutir su calidad.
El álbum se abre con una composición instrumental excepcional. De todos es sabido que a lo largo de su carrera Pink Floyd siempre ha ofrecido grandes momentos interpretando temas de este estilo, aunque lo curioso del caso es que hacía ya doce años que no incluían una canción totalmente instrumental en uno de sus discos. Concretamente desde el año 1973 en “Dark Side of the Moon”.
Nos encontramos con un prinicipio espectacular que sirve para introducirnos en su nueva etapa. Un sonido pausado, tranquilo y envolvente aderezado por el golpeteo del agua sobre una embarcación que enlaza casi de inmediato con el segundo tema del disco y canción mas emblematíca del mismo.
Al contrario de lo que pueda parecer no nos encontramos ante un disco conceptual ni nada por el estilo. Gilmour tuvo muy claro desde el primer momento que quería confecionar un álbun que contara con una colección de canciones con las señas de identidad habituales y que cada una de ellas fuera independiente del resto. A pesar de ello, este “Signs of Life” bien podía parecer el comienzo de un trabajo conceptual en toda regla.
Sin solución de continuidad llega uno de los momentos culminantes del disco con la canción más representativa de todo el álbum. Un tema inspirado en la afición que Gilmour y su compañero de batallas Mason tenían por la aviación. Ambos habían realizado cursos de pilotaje y en cuanto tenían oportunidad se ponían a los mandos de una avioneta para dar rienda suelta a su afición favorita, después de la música, claro está.
Su enlace con el tema que abre el álbum es espectacular con ese toque de guitarra inicial y la batería haciendo el resto. Una canción que fue la que mayor éxito tuvo al ser publicada como sencillo y que suena como siempre con una calidad excepcional. Su título es “Learning to Fly” y es sin ningún lugar a dudas uno de los momentos más importantes del álbum.
La inspiración de esta canción está clara, no ofrece dudas porque el propio Gilmour se encargó de explicarlo. Sin embargo ello no ha sido impedimento para que la interpretación que algunos le han dado a su letra sea un tanto distinta. Muchos piensan que habla metafóricamente de el inicio de su nueva etapa sin la presencia de Waters en el grupo. De algún modo vendría a decir que están aprendiendo a volar sin él y demostrándole a todo el mundo que son capaces de seguir adelante a pesar de todo.
Como os comentaba al principio, los problemas legales marcaron la grabación de este disco. Waters se opuso desde el primer momento a que sus tres compañeros de fatigas siguieran utilizando el nombre de Pink Floyd por lo que el enfrentamiento entre ambas partes se haría más pronunciado si cabe. De hecho el único que figuraría en los créditos del disco como miembro de facto del grupo junto a Gilmour fue el batería Nick Mason, ya que el teclista Richard Wright había sido expulsado de la banda con anterioridad y por cuestiones legales no podía ser readmitido. Pese a ello participaría en la grabación del álbum, aunque de una manera casi testimonial como veremos más adelante y figuraría como uno de los músicos colaboradores, nunca como miembro de la banda.
La tercera canción que aparece en el álbum es la que muchos consideran como la mejor de todo el disco. Un tema comprometido y crítico en su letra y con una pueste en escena espectacular, gracias a un sonido cercano al blues. Sin duda alguna, además de ser uno de los temas más destacados es el más sorprendente de todos.
Esta composición habla de los políticos sin escrúpulos tan aficionados a meternos en conflictos bélicos innecesarios. Una letra dura y contundente que dice cosas tales como “Perros de guerra y hombres de odio, sin causa, no discriminamos, el descubrimiento existe para ser repudiado”.
Se trata de “The Dogs of War”, una canción espectacular que comienza con unos sonidos que perfectamente podrían pertenecer a la banda sonora de una película de terror, un Gilmour desatado, unos teclados muy distintos de los habituales y unos solos de saxo y guitarra excepcionales. Si a todo esto le sumamos un videoclip en el que aparecen figuras tan nefastas para la historia de la humanidad como Hitler o Stalin, entre otros, y unas imágenes impactantes, podemos comprender con facilidad tanto su mensaje como su espectacularidad.
Waters nunca encajó que el grupo pudiera continuar sin él y luchó todo lo que pudo en el aspecto legal para impedir que este disco viera la luz como un nuevo álbum de Pink Floyd. Interpuso una demanda legal para evitarlo, pero lo cierto es que el disco salió al mercado cuando ésta no había sido resuelta todavía, por lo que sus esfuerzos serían en vano.
Por si fuera poco, Waters perdería la demanda ya que en su momento no registro debidamente el nombre del grupo y, por consiguiente, cualquiera de sus miembros podía utilizarlo sin necesidad de perdir permiso a nadie. Desde ese instante se dedicaría a ningunear a sus compañeros y a burlarse de la calidad de la música que el disco incluía, pero lo cierto es que sus ventas estarían muy por encima de las de “The Final Cut”, último trabajo de la banda con Waters en su seno.
No es de extrañar pues que Gilmour no perdiera ni una oportunidad en pasarle factura a Waters con algunas de las canciones que forman parte del disco, como sucede con “One Slip”, una canción que va de menos a más en cuanto a ritmo y que pasa por ser el tema que más se acerca al estilo habitual de la banda y en cuya letra viene a decir que lo sucedido en los últimos años no es más que “un desliz”.
Una de las características más marcadas que ha tenido Pink Floyd durante toda su carrera han sido los espectaculares solos de guitarra que Gilmour era capaz de interpretar. Disco tras disco nos ha regalado momentos espectaculares que llegaban casi al paroxismo en sus actuaciones en directo. Dado que el gran protagonista del álbum que estamos analizando es él (casi habría que decir único protagonista), no es de extrañar que se incluya una composición en la que su lucimiento con la guitarra sea excepcional.
En esta ocasión, la canción elegida para su mayor lucimiento es una balada espectacular y sobrecogedora que habla de la pobreza y la opresión a la que muchos se ven obligados a sufrir. Su título es “On the Turning Away” y es uno de los momentos más especiales de todo el álbum.
Como os comentaba al principio, “A Momentary Lapse of Reason” no puede considerarse un álbum conceptual, un todo en uno, pero sí que es cierto que hay temas que están claramente relacionados en las letras de sus canciones como las guerras, los políticos, los oprimidos … Además, como veremos un poco más adelante, la estructura que presenta el disco en sus últimas canciones pueden dar lugar al equívoco.
Os voy a contar una curiosidad. Una de las cosas que más me llamó la atención de este disco, al margen de lo estrictamente musical, claro está, fueron tanto su portada como las fotos que se incluyen en el interior del álbum. Son imágenes impactatantes, de esas que te impresionan y que te hacen pensar, por lo menos a mí. Siempre se dice que una imagen vale más que mil palabras y en este caso creo que esta afirmación es literal.
En la portada se aprecia una playa en la que aparecen un número interminable de camas, perfectamente alineadas, en una de las cuales se encuentra sentado un hombre. Al fondo puede adivinarse la figura de unos perros de esos que ponen los pelos de punta con solo verlos. La panorámica es excepcional. En el interior del disco hay algunas fotos más entre las que destacan dos de ellas. En una se aprecia a una camarera de hotel entre las camas con sábanas y mantas preparada para hacer su trabajo y en la otra aparecen los perros que os comentaban caminando entre esas camas. Son imágenes impactantes con un grandísimo contraste.
Como podéis comprobar todo encajaría a la perfección en un álbum conceptual, pero ya os digo que no puede considerarse así, aunque la canción que viene a continuación tiene la típica estructura de las que suelen incluirse en este tipo de trabajos. Me explico.
Se trata de dos canciones entrelazadas con una estructura muy parecida y que prácticamente terminan fundiéndose para formar una sola composición, llena de guiños a su rock progresivo tan característico y con grandes destellos instrumentales. Su título es “Yet Another Movie / Round and Round”, siendo su primera parte totalmente instrumental. Una unión en la que la batería electrónica y los sintetizadores la dotan de un encanto más que evidente.
Os comentaba al principio que este disco está considerado por muchos como una especie de álbum en solitario de Gilmour ya que la participación que Mason y Wright tendrían sería bastante menor. De hecho, en un primer momento Gilmour compuso algunas de las canciones que finalmente formaron parte de “A Momentary Lapse of Reason” para un nuevo disco solamente suyo, aunque finalmente pasarían a fomar parte de la nueva etapa de Pink Floyd.
Lo cierto es que la labor de Richard Wright a los teclados fue prácticamente testimonial, figurando en los créditos del disco como un músico colaborador y no como un miembro de facto del grupo. Algo más participaría Nick Mason con su batería, pero en algunas de sus canciones su labor fue realizada por uno de los músicos de estudio de los que se rodeó Gilmour para grabar el álbum. Éste manifestó que tanto el uno como el otro no se encontraban en el mejor momento y que el responsable no era otro que Waters que había terminado por descentrarles de tal modo que en aquel momento estaban bloqueados. Una vez más la lucha de egos.
Sea como fuere, Gilmour fue el gran protagonista e introdujo en su música algunos efectos que no había utilizado la banda hasta ese instante, como se pone de manifiesto en las tres canciones que vienen a continuación. Tres composiciones individuales que forman una especie de pequeña sinfonía y en las que se incluyen en su sonido la utilización de la voz distorsionada del ahora único vocalista del grupo.
Esta trilogía consta de una estructura en la que la canción que la abre y la que la cierran son una especie de introducción y epílogo respectivamente la parte central que es la más importante de todas ellas.
La primera de las canciones lleva el título de “A New Machine (Part 1)” y en ella Gilmour habla de un estado de ánimo depresivo hasta el punto de pensar que lo mejor de todo es que la muerte pondrá fin a todo. Tétrico hasta decir basta.
La parte central de esta especie de trilogía está ocupada por “Terminal Frost”, un tema totalmente instrumental que fue grabado bastantes años antes y que finalmente fue archivado como una demo por Gilmour al no utilizarla para ninguno de sus discos ni con la banda ni en solitario.
Para finalizar este “minisuite” que componen estas tres canciones, y a modo de segunda pieza de pan en un bocadillo llega “A New Machine (Part 2)”, un breve epílogo de apenas 47 segundos de duración en el que los efectos especiales en cuanto a sonido vuelven a hacer acto de aparición, con un sentimiendo de desesperación más que evidente.
Como estamos comprobando, Gilmour se mostró más innovador que nunca a la par que perfeccionista, por lo que se rodeó de un buen número de músicos de estudio de los que mejor reputación tenían en ese momento. A pesar de todo, su productor y la casa discográfica no acaban de ver demasiadas posibilidades a la música que iba a incluirse en el álbum y llegaron incluso a reclamarle que lo rehiciera casi en su totalidad.
En un primer momento Gilmour intento remodelar sus canciones pero desesperado terminaría por dar un ultimátum a su sello discográfico informándole de que el disco salía tal como estaba o no salía. Como todos sabemos finalmente fue publicado tal cual y bien que lo celebramos.
Nos acercamos ya al final de este magnífico álbum y como no podía ser de otra manera el cierre es un auténtico lujo, con una composición en la que nos encontramos ante un Gilmour despampanante en cuanto a talento. De todos es sabido que su faceta como letrista no estaba a la altura de la de Roger Waters, algo admitido por él mismo, pero en esta ocasión se esforzó al máximo para lograr un resultado excepcional.
Se trata de la canción más larga de todo el álbum, un tema en plan épico, con distintas variantes, una introducción de guitarra excepcional, amplia parte instrumental, utilización de la caja de ritmos y, como ya os digo una letra intensa y contundente.
Esta maravillosa composición lleva el título de “Sorrow” y nos muestra a un Gilmour más profundo que nunca diciendo cosas como “El dulce aroma de un gran dolor se encuentra sobre la tierra / Columnas de humo que suben y se funden en el cielo plomizo / Un hombre descansa y sueña ríos y campos verdes / Pero despierta por la mañana sin una razón para despertar”.
Éste es el broche de oro a un disco espectacular. Es cierto que a Pink Floyd sin la presencia de Roger Waters le falta algo, pero no es menos cierto que el talento de David Gilmour no le va a la zaga y es capaz de crear un álbum que no está considerado como de los mejores de la carrera de esta extraordinaria banda pero que tiene nivel suficiente como para ser uno de los mejores discos que se publicaron aquel año 1987.
A buen seguro que se os vienen a la imaginación muchos títulos de la carrera de Pink Floyd que están muy por encima de este “A Momentary Lapse of Reason”, pero a mí personalmente me encanta este álbum y lo escucho de vez en cuando. Espero que los que no lo conocierais en profundidad lo hagáis también a partir de ahora.
LISTA DE LOS AÑOS 80
Continuamos nuestro habitual viaje a traves del tiempo con el repaso a las listas graminoleñas de otros tiempos que nos quedan. Para ello viajamos hasta el 2 de octubre de 1988 para poder disfrutar de una de las sorpresas musicales de aquel año que nos traía un grupo escocés debutante que se convertiría en flor de un día. Estoy hablando de Fairground Attraction.
La historia de la música está repleta de grupos y artistas que han logrado un único éxito en toda su carrera para luego desapaerecer de la faz de la tierra, pero el caso de estos chicos es bastante llamativo ya que con la publicación en el año 1988 de su álbum de debut bajo el título de “The First of a Million Kisses” se convirtieron en la gran revelación de aquel año y en uno de los grupos más prometedores del panorama musical de aquel entonces, en gran medida por su primer sencillo que es el tema que colocaban en nuestra lista aquel 2 de octubre de 1988.
Con un sonido retro muy marcado y unos tonos acústicos marca de la casa, “Perfect” se convirtió en uno de los mayores éxitos del año 1988 e inmediatamente en uno de los clásicos de la música de finales de los 80. Su sonido fresco y novedoso con toques bastante nostálgicos y la manera de interpretar de su líder y vocalista Eddi Reader conquistaron al público desde el primer momento, incluyendo al español, logrando mantenerse en lista durante 36 semanas para alcanzar el top 4.
Como ya os digo, todo parecía indicar que había mimbres suficientes como para confeccionar un buen cesto, pero cuando el grupo se encerró en el estudio de grabación para dar cuerpo al que iba a ser su segundo álbum surgirían los enfrentamientos entre sus miembros, en gran medida motivados por el exceso de protagonismo de Eddi Reader lo que les llevaría a disolver la banda de manera prematura. Una historia más de lo que pudo haber sido y no fue.
LISTA DE LOS AÑOS 90
Damos el habitual salto en el tiempo de los diez años de rigor y nos situamos a continuación en el 4 de octubre de 1998 para hacernos eco de las dos novedades más destacadas que presentaba la lista graminoleña que estrenábamos ese mismo día. Por un lado tenemos cambio en el número 1 y por otro una nueva entrada bastante peculiar. Vayamos con ambas.
Tras cuatro semanas en lo más alto de la lista, Will Smith y su “Getting Jiggy With It” cedían el testigo a cuatro hermanos irlandesEs que se encontraban en uno de los mejores momentos de su carrera y lo confirmaban con este asalto a nuestro número 1. Por supuesto que estoy hablando de The Corrs.
El tema con el que se colocaban en el puesto más privilegiado de nuestro ránking es “What Can I Do”, una balada que calaría en el público en general y que ocuparía tan envidiada posición durante dos semanas.
Vamos ahora con la única nueva entrada que registraba nuestra lista favorita aquella semana. Para ello nos trasladamos a los Estados Unidos de donde procedía otro grupo de hermanos que lograrían un considerable éxito versionando un clásico de los 60 con un ritmo bastante distinto al del original.
Los tres hermanos Shonna, Bennie, Reshona y Jason, desde muy jóvenes se adentraron en el mundo de la música. En el año 1995 ganaron un concurso de talentos bajo el nombre de “Young Warriors 4 the Cause” que sería el pistoletazo de salida a su carrera musical que se iniciaría oficialmente en el año 1997 cuando adquirieron su denominación definitiva: 4 the Cause.
Su gran momento les llegaría un año más tarde, cuando lograron el único éxito de su carrera gracias a la versión que realizarían a ritmo de hip-hop de “Stand By Me”, esa espectacular balada compuesta en el año 1960 por Ben E. King. Cierto es que el original es mucho mejor, pero no se puede negar que la originalidad de su versión se deja escuchar con facilidad. Con ella permanecerían en nuestra lista durante 12 semanas para alcanzar el top 25.
Como curiosidad os contaré que Ben E. King se inspiró en un salmo de la Biblia para componer esta maravilla y que lo hizo para que en un primer momento fueran The Drifters quien la interpretaran. Finalmente sería él mismo quien la publicaría como sencillo convirtiéndose en una de las baladas más bonitas que nos ha dejado el mundo de la música.
LISTA DEL NUEVO MILENIO
Vamos a cerrar ya el repaso a nuestras listas de otros tiempos con la que se estrenaba el 28 de septiembre de 2008 y en la que se producían nada más y nada menos que tres nuevas entradas, todas protagonizadas por artistas españoles y todas ellas con ciertos toques rumberos. Como hay trabajo por delante vamos con ellas sin más dilación.
La primera de las entradas nos llegaba de la mano de una de nuestras artistas de mayor éxito y reconocimiento como es Rosario, toda una veterana ya dentro del panorama musical español. En aquel momento publicaba su octavo disco de estudio, el más personal e íntimo de todos los de su carrera.
Este álbum llevaba el título de “Parte de Mí” y en él se incluía una colección de canciones que han formado parte de la banda sonora de su vida y que han calado hondo en ella. Como no podía ser de otra manera, entre ellas no podía faltar una de las más representativas de la carrera de su hermano, Antonio Flores.
En el año 1980, Antonio publicaba como sencillo una canción que se ha convertido con el paso del tiempo en un auténtico himno pacifista lleno de sentimiento y sensibilidad. Como os estaréis imaginando estoy hablando de “No Dudaría”, que en la versión de su hermana repetiría todos sus argumentos, acompañándonos en nuestra lista durante 43 semanas para alcanzar el tercer puesto como mejor registro
El de Antonio Flores es uno de esos casos en los que no se valoró en su justa medida el potencial que realmente tenía hasta que desapareció trágicamente. Su talento era realmente descomunal y esta canción es uno de sus más claros ejemplos.
Para la segunda entrada de aquella semana viajamos hasta Asturias, más concretamente hasta Oviedo, de donde procede el artista que viene a continuación, un asiduo a nuestras listas desde hace ya algún tiempo. Me estoy refiriendo al “muy reformado” Melendi.
Por aquel entonces la rebeldía de sus primeros tiempos estaba empezando a dar paso a la formalidad, y aunque todavía quedaban rasgos de su personalidad en lo relativo a su música, su fichaje por una discográfica de las grandes ya empezaba a mostrar algunos cambios en lo que a su estilo se refiere.
Acababa de publicar un nuevo álbum bajo el título de “Curiosa la Cara de tu Padre” (en lo referente al título seguía manteniendo sus habituales señas de identidad) y de él se extraía como primer sencillo este “Un Violinista en tu Tejado”, una balada con ciertos aires rumberos con la que nos acompañaría durante 47 semanas para llegar a alcanzar el puesto número 1.
Podría decirse que con este disco iniciaría su mutación definitiva hacia una música más seria y una imagen menos polémica y rebelde. Vamos, que empezó a perder su esencia, su encanto y su lado canalla.
La tercera y última entrada de la semana nos llega desde tierras gaditanas de la mano de un trío que publicaba por aquellas fechas su tercer álbum bajo el título de “Baila Morena”. Responden al nombre de Decai y presumen de ser los pioneros en fusionar el flamenco con el reguetón. Sinceramente creo que hay cosas de las que es mejor no presumir.
No es de extrañar entonces que este disco conste de versiones con cierto toque flamenco de éxitos del reguetón de artistas como Nicky Jam, Don Omar o Wisin & Yandel, entre otros. Afortunadamente también hay alguna canción totalmente nueva en el que esos ritmos cansinos son menos notables, como sucede con la que colocaban en nuestra lista aquel día.
Se trata de “Ella y Yo”, fusión post-modernista (es una broma), con la que permanecieron en la lista durante 30 semanas para alcanzar el top 11.
TAMBIÉN ES MÚSICA
La sección de “También es Música” de esta semana está dedicada en exclusiva a un pintoresco artista que dio cuerpo a un dúo que durante gran parte de los 80 adquirió bastante popularidad, demostrando que para hacerse un hueco en el mundo de la música no hace falta ni cantar bien, ni ser un buen letrista ni un virtuoso de algún instrumento. Este señor con su no menos curioso acompañante logró cierto éxito cantando mal, y cuando digo mal quiero decir desafinando, con unas letras cercanas al bochorno y con un único instrumento como acompañamiento. Ahí es nada.
Este proyecto fue ideado por un publicista llamado José Luis Moro que reclutó para la causa a un experimentado teclista llamado Mario Gil quien había formado parte de dos de los grupos más representativos de la movida madrileña como fueron Paraíso y La Mode. Éste tal Mario se hizo muy popular en los comienzos de Telemadrid ya que participaba en un programa televisivo presentado por Juanma López-Iturriaga los domingos por la tarde que analizaba la jornada futbolística del fin de semana. Su labor era poner cortinillas musicales al programa. Para lo que quedó el hombre.
A continuación os muestro tres de sus temas más representativos y ya aviso a quien no los conozca que van a alucinar con ellos. Por cierto, que no os he dicho su nombre, que hasta en eso son originales, son “Un Pingüino en mi Ascensor”.
ESPIANDO A MI VECINA
Su primer trabajo llegaría en el año 1987. Sería un EP homónimo que contenía seis canciones con las que se daban a conocer y que mostraba bien a las claras cuales iban a ser sus señas de identidad.
Moro ponía la voz, aunque esto es un decir, porque su soniquete era desesperante y sus desafinos continúos. Su amigo Mario ofrecía la música con un teclado casiotrón, de los más sencillos, de esos que casi se tocan solos y que servía de acompañamiento. Y de las letras, qué decir de las letras.
Como muestra valga el botón de la que se convirtió en su canción más identificable y más exitosa de su carrera. Un tema titulado “Espiando a mi Vecina” en el que decía cosas como “He cobrado el sueldo del último mes / La paga extraordinaria, la primi de tres / Empeñé los candelabros, vendí el pequinés / y ya tengo por fin en casa el telescopio japonés…
ATRAPADOS EN EL ASCENSOR
Aunque pueda parecer mentira, su primer disco obtendría bastantes buenos resultados en cuanto a ventas y las canciones del peculiar dúo sonaron una y otra vez en la radio, motivo por el que apenas un año después aparecería en el mercado el que iba a ser el segundo álbum de Un Pingüino en mi Ascensor.
Este segundo trabajo llevaría el título de “El Balneario” y repetiría una por una las pautas marcadas en su debut, con el mismo típo de música, las mismas letras y el mismo soniquete. Además, en esta oportunidad Mario Gil no solamente se encargaría de los teclados sino que también realizaría las labores de productor, así todo quedaba en casa.
La canción más destacada de este disco narraba una historia un tanto violenta y truculenta, como siempre a su manera, con una letra que en los tiempos en que vivimos habría levantado bastantes ampollas y muchísimas protestas. Se trata de “Atrapados en el Ascensor” y decía lindezas tales como “Sácame de una vez el codo de la boca / sabes que no me va el rollo masoca / Deja de llamar a la portera / contigo no hay manera / Yo que puse toda mi ilusión / en esta violación”. Sin comentarios.
LA BALADA DE BENITO CARRIZOSA
Se me ocurren dos refranes que encajan a la perfección en lo que fue la carrera de estos dos caballeros: “No hay dos sin tres” y “El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. Hago esta reflexión porque, efectivamente habría todavía un tercer disco por muy descabellado que pueda parecer, y en él segurían apareciendo canciones con las mismas características, aunque se notaran algunos pequeñísimos matices de intento de evolución.
Ese tercer álbum llegaría en el año 1989 y llevaría el título de “Disfrutar con las Desgracias Ajenas”. Las canciones que lo integraban llevaban la habitual marca de la casa pero con la novedad de incluir algunos arreglos más “arriesgados” y algún que otro músico de apoyo. Daba la impresión de que querían una música un tanto más seria, pero ya os digo que se quedaron a medio camino.
La canción más destacada de este disco sería “Trabajando en la Carretera”, pero ésta ya os la pondré en su momento porque para rizar el rizo en cuanto a su trayectoria se refiere, este tema llegaría a entrar en nuestra lista. Cosas de la música. De este disco quiero ofreceros otra de sus canciones más llamativas.
Se trata de una balada titulada “La Balada de Benito Carrizosa”, una composición más calmada de lo habitual y en la que se cuenta con la presencia del sonido de la guitarra, lo que puede parecer una especie de adquisición de madurez, algo que queda desmentido de manera inmediata al escuchar su letra que dice cosas como “A Benito sólo le quedaba su Golf GTI Turbo Inyección / pero se jodió el invento no pasó la revisión / Tal vez tú puedas pensar que todo esto es un desatino / pero Benito Carrizosa está contento porque tiene un disco del Pingüino”.
A partir de este momento su popularidad iría decreciendo. Con la llegada de los 90 el público en general se volvería un tanto más exigente y los sonidos vinculados al tecno y los sintetizadores empezarían a ceder terreno sobreviviendo únicamente los más “fuertes”, entre los que estos dos jóvenes no se encontraban, claro está.
La carrera musical de Un Pingüino en mi Ascensor viene a demostrar que esas “otras músicas” que pasan por aquí también pueden alcanzar cierto éxito, por muy sencilla que sea su estructura y por muy disparatadas que sean sus letras. Su camino siempre será bastante corto pero podrán decir aquello de “que me quiten lo bailao”.
LA ÚLTIMA DE LA GRAMINOLA
Llega el momento de ir cerrando el chiringuito por hoy y lo hacemos como siempre con las tres habituales canciones que nos trae nuestra contraportada. Momento para relajarnos y disfrutar de la música de tres solitas que han dejado su impronta cada uno de ellos a su manera.
EFEMÉRIDE
El 4 de octubre de 1970 las drogas se llevaban a la cantante femenina más grande que haya dado la música moderna. Janis Joplin nos dejaba después de convertirse en todo un icono de la música de finales de los 60 y dejar con la boca abierta a propios y extraños con su voz y su manera de cantar. Una de las más grandes, sin duda alguna.
La efeméride del día de hoy está protagonizada por una artísta descomunal, de esas que hay que escribir con letras mayúsculas. Se trata de una de las figuras más emblemáticas de la historia de la música que desapareció trágicamente siendo muy joven y eso la elevó a la categoría de icono. Una mujer con una personalidad arrolladora, una voz impresionante y una manera de interpretar única. Me estoy refiriendo a la mítica Janis Joplin.
El 4 de octubre de 1970 Joplin fallecía víctima de una sobredosis de heroína a la edad de 27 años, pasando a formar parte de un grupo de artistas que fallecieron de manera repentina a la misma edad como por ejemplo Brian Jones, Jim Morrison, Jimi Hendrix, Kurt Cobain o Amy Winehouse, adquiriendo de inmediato la categoría de mito.
Sus primeros pasos los daría al frente de Big Brother & The Holding Company, una banda en la que demostraría desde el primer momento su calidad vocal y una espectacular manera de interpretar su música. Eran los tiempos del movimiento hippie y la psicodelia y ella fue capaz de destacar a lo grande en esas facetas, convirtiéndose en una auténtica estrella con su participación en los festivales de Monterrey y, sobre todo, en el mítico de Woodstock.
Joplin fue la primera mujer en convertirse en una auténtica estrella a nivel internacional de la historia del rock y su desaparición prematura supuso la pérdida de un talento a la altura de muy pocos. Sus interpretaciones en vivo eran espectaculares y podría decirse que con el paso de los años su leyenda no ha hecho otra cosa que agrandarse aún más.
Para rendir un pequeño y merecidísimo homenaje a su figura en el 48 aniversario de su fallecimiento os voy a ofrecer uno de mis temas favoritos. Se trata de una canción que grabó en el año 1967 Erma Franklin, hermana de Aretha Franklin y que versionada por Joplin cuando todavía formaba parte de Big Brother & The Holding Company quedaría transformada en una canción espectacular, hasta el punto de que la propia Erma quedaría maravillada con la nueva versión. Se trata de ese gran clásico que es “Piece of my Heart”.
NOS HA DEJADO
A la edad de 94 años y permaneciendo en activo prácticamente hasta el último momento acaba de dejarnos el rey de la música francesa: Charles Azanvour.
Su voz no era potente, no era guapo, no era alto, su figura siempre mostraba una imagen más bien triste. Con todas estas premisas uno puede penar que lo tenía prácticamente imposible para triunfar en el mundo de la música y así se lo dijeron los críticos cuando comenzó su carrera. Sin embargo, la figura de Charles Aznavour iría creciendo de manera exponencial hasta dejar en evidencia a todos los que anunciaron que no tendría recorrido, convirtiéndose en el máximo representante de la canción francesa, una figura a nivel mundial y autor de un sinfín de melodías espectaculares que todos hemos cantado en alguna canción. Un cantante con sentimiento que nos hacía experimentar todo tipo de sensaciones cuando cantaba cualquiera de sus canciones.
Aznavour ha fallecido a la edad de 94 años permaneciendo al pie del cañón, porque sin ir más lejos hace apenas cuatro meses ofrecía un recital en Barcelona, demostrando estar en perfecta forma. De ascendencia armenia, su verdadero nombre era Shahnourh Varinag Aznavourian, y en su país natal era popularmente conocido como “Charles Aznavoice”. Como ya os digo su voz no era potente pero su tono era muy característico y suave y su manera de cantar irradiaba sensibilidad por los cuatro costados. No cabe duda, era uno de los grandes y su música siempre permanecerá de actualidad.
Muchas son las canciones que Aznavour ha convertido en clásicos a lo largo de su carrera, pero si he de quedarme con una de ellas yo lo haría con “Que C’est Trise Venise” que versionada en español pasaría a titularse “Venecia Sin Ti”. Una canción en la que nos encontramos a Aznavour en estado puro, con esa voz que siempre despertaba nuestros sentidos y un romanticismo espectacular. Gracias por todo, Charles.
LA EDAD DE ORO DE LA MÚSICA ESPAÑOLA
Hoy nos visita Javier Álvarez, un cantautor que subió como la espuma en los 90 para caer en una espiral de problemas psicológicos que acabarían con su carrera.
La sección que le dedicamos cada semana a la música hecha en nuestro país nos traslada hoy a la primera mitad de la década de los 90, momento en el cual surgieron una serie de nuevos cantautores, todos ellos muy jóvenes y con unos medios bastante precarios, pero que a base de esfuerzo y talento fueron capaces de hacerse notar. Entre ellos se encontraba un joven que tras haber intentando abrirse camino en tierras británicas regresó a nuestro país para convertirse en el más representativo y exitoso de los componentes de esta nueva ola. Estoy hablando de Javier Álvarez.
Tras regresar a España, sus primeros pasos los daría tocando en el metro madrileño y en el Parque del Retiro para pasar poco tiempo después a convertirse en el gran abanderado de una serie de cantautores que surgieron en aquellas fechas y, en gran medida, ser el artífice de que éstos también pudieran ir abriéndose camino. Hablo de artistas como Pedro Guerra, Tontxu, Ismael Serrano o Quique González.
En el año 1994 publica su primer disco, de título homónimo, y sorprendentemente obtiene un grandísimo éxito de manera totalmente inesperada, convirtiéndose en una especie de fenómeno de masas, siendo aclamado por la crítica especializada y adorado por un público joven que se aprende de memoria todas sus canciones y que llena hasta la bandera los recintos donde lleva a cabo sus actuaciones en directo hasta el punto de llegar a llenar el Pabellón de los deportes del Real Madrid en uno de sus conciertos más recordados.
Entre las canciones que formaban parte de su álbum de debut se encontraba una que se convertiría en poco más o menos que una especie de himno para los más jóvenes de nuestro país. Un tema titulado “La Edad del Porvernir” que de algún modo definía las características más claras de los representantes del futuro.
Javier Álvarez nunca fue amigo de las multitudes ni los elogios gratuitos, motivo por el cual llevó bastante mal su ascenso al estrellato. Con tanto ajetreo terminaría viendose desbordado por los acontecimientos y caería en las garras de la cocaína que le bajaría a los infiernos con la misma velocidad a la que había ascendido al cielo de la fama. Esa adicción poco menos que le retiraría de la circulación y acabaría con una carrera musical que apuntaba muy alto, quedándose finalmente a medio camino debiendo de ser incluso ingresado en un psiquiátrico. Un juguete roto más.
NOVEDAD
El estreno de la semana nos llega de la mano de uno de esos rockeros que sobreviven al torbellino de la industria discográfica actual. Lenny Kravitz está de vuelta y aunque habrá enterados que le pongan pegas a la música de su nuevo disco yo os digo que es una pasada. Para escucharlo una y otra vez y disfrutar de música de la de verdad, de la que merece ser denominada música.
Vamos a cerrar ya el número de “La Graminola” como lo hacemos cada semana con una de las novedades discográficas recién salida del horno. Se trata del nuevo álbum de Lenny Kravitz que de algún modo regresa a sus raíces con este “Raise Vibration”, un disco repleto de grandes canciones, un disco repleto de muy buena música.
Una vez más, Kravitz da muestras de su innato talento y él mismo toca todos los instrumentos, compone todas las canciones y las interpreta con su estilo inconfundible. Buena música de rock que hace constantes guiños a sus primeros tiempos, mostrando un sonido fresco y contundente a partes iguales. Yo he tenido la oportunidad de escuchar detenidamente todo el álbum y os aseguro que es muy recomendable.
De entre las canciones que conforman este álbum me ha llamado poderosamente la atención “Low”, un tema contundente a ritmo de funk en el que Kravitz muestra su destreza tocando la batería y en el que se pueden escuchar de fondo en algún momento la voz de Michael Jackson emitiendo alguno de sus habituales “grititos”. La verdad es que escuchándola da la impresión de que perfectamente podría haber sido obra de Jackson y haber sido incluida en “Thriller”. Grandísima canción.
A golpe de buena música hemos llegado al final del número de hoy. En una semana os espero a todos por aquí. Que no falte nadie.
Hasta la próxima, graminoleños.
JUAN JOSÉ GOMARIZ