Revista Música

La graminola – número 61 – 24 de enero de 2018

Publicado el 23 enero 2019 por Perendengon

LA GRAMINOLA – NÚMERO 61 – 24 DE ENERO DE 2018

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Ya sabéis que la base de la revista es dar un pequeño repaso con las novedades que presentaban las listas de éxitos que he ido confeccionando desde hace cincuenta años. Cada nuevo número empezamos por la lista actual de cada semana y a continuación seguimos viajando hasta las listas de hace 50, 40, 30, 20 y 10 años. Todos los éxitos de la música desde el año 1967 irán apareciendo por aquí.

Junto a las listas distintas secciones a cada cual más recomendable. En “Los Pioneros” rememoramos la música y los artistas que inspiraron a todos los que vinieron después. Nuestro póster, a doble página en el centro desmenuza cada semana un disco que fue, es y será muy grande. En la sección “Comparte Que Algo Queda” disfrutamos de duetos de los de verdad, de grandes momentos compartidos de la múisca. Por último, la contraportada es el auténtico  colofón con noticias de actualidad, efemérides y música española.

Echándole un vistazo a la portada de cada día os podéis hacer una idea del contenido de la revista. Junto a cada fotografía hay un texto que contiene un link que te lleva directamente a la página en cuestión, pero yo os recomiendo ir por orden, ir leyendo desde el principio al final porque la música lo merece. Y recordad que siempre estaré abierto a cualquier crítica, consejo, sugerencia o petición que vosotros, Graminoleños, me hagáis.

NUESTRA PORTADA

LA GRAMINOLA – NÚMERO 61 – 24 DE ENERO DE 2018

Hasta tres nuevas entradas registra esta semana nuestra lista de actualidad. Dos de ellas son lo de siempre y la situación se salva con la tercera, protagonizada por un joven británico llamado George Ezra. Algo es algo.

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Hoy nos visita uno de los más genuinos y trascendentes pioneros de la historia de la música. Se trata de Bo Diddley, cuyas andanzas no tienen desperdicio.

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El protagonismo de la lista dedicada a la década de los 60 de esta semana recae en exclusiva en uno de los crooners británicos de aquella época. Engelbert Humperdinck, el cantante de nombre y patillas indescriptibles nos ofrece una de sus habituales baladas románticas, en esta oportunidad gracias al mundo del cine y a la versión que realizó de una canción incluída en la banda sonora de una película de éxito menor.

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La lista de los 70 que hoy analizamos nos trae cambio en el número uno que pasa a estar ocupado por el fenómeno “Grease”. La otra gran novedad es una nueva entrada que lleva el sello de la música instrumental y orquestal que ofrecía el compositor Jeff Wayne, que en esta ocasión le puso música a su particular interpretación de ese clásico de la ciencia ficción que es “La Guerra de los Mundos”.

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Las campanas más famosas de la historia de la música llenan totalmente “La Graminola” para protagonizar el póster central de esta semana. El excepcional disco que un casi adolescente Mike Oldfield fue capaz de crear para dejar boquiabiertos a todos los amantes de la buena música se instala en nuestra doble página central y bien que lo celebramos.

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El rockabilly de Los Rebeldes es el gran protagonista de la música de los 80 de esta semana. Junto a ellos se reparten las dos nuevas entradas en lista un grupo que nos hizo recordar músicas de otros tiempos, La Década Prodigiosa.

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La música noventera del número de hoy corre a cargo de Des’Ree, una cantante británica que tuvo bastante éxito durante los años 1998 y 1999 para después desaparecer prácticamente de la faz de la tierra. Otro de esos casos dignos de ser analizados por Íker Jiménez en su programa Cuarto Milenio.

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El último repaso a nuestras listas de esa semana nos trae música que va desde el eurodance de Kate Ryan al empalago de Carlos Baute y Marta Sánchez que triunfaron a lo grande con su primera colaboración.

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En la sección en la que disfrutamos cada semana de los mejores duetos de la historia destaca sobremanera el que nos ofrecieron Mick Jagger y Sheryl Crow bajo la atenta mirada de Dave Stewart. Un auténtico lujo, como el de las dos canciones que les acompañan, pero ésas las tendréis que descubrir vosotros mismos.

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La contraportada de esta semana, como siempre, es todo un lujo. Entre lo que nos ofrece destaca sobremanera la música de ese par de tunantes que fueron The Blues Brothers. Lo que empezó en broma se convirtió en una genialidad.

LA LISTA DE LA GRAMINOLA

LA GRAMINOLA – NÚMERO 61 – 24 DE ENERO DE 2018

La lista graminoleña de actualidad está que lo tira esta semana en cuanto a lo que a nuevas entradas se refiere ya que son hasta tres las canciones que se incorporan a nuestra familia desde el pasado domingo. Eso sí, es más la cantidad que la calidad ya que dos de ellas son de lo que vosotros sabéis y, por si fuera poco, uno de los artistas del momento aparece en dos de ellas. Cada vez me lo explico menos. Al menos la tercera incorporación salva un poco los muebles. En fin, vayamos con el tormento.

La primera entrada de la semana nos llega de la mano de los que podrían considerarse como los chicos más malos de la música urbana del momento (no sabéis lo que me cuesta escribir esto). Dos ¿artistas? que están triunfando a lo grande a base de trap y reggaetón y que ya han colaborado juntos en otras oportunidades. Se trata de 6ix9ine y Anuel AA, cuyo mayor mérito parece residir más que en su música en su manera de vivir al filo con continuos problemas con la justicia, ingresos en prisión incluidos.

La verdad es que poco más hay que decir de estos dos mozos. Simplemente que la canción que nos regalan en esta oportunidad lleva el título de “Mala” y redunda en todos los estereotipos de este tipo de música, es decir, machismo por los cuatro costados y un sonido repetitivo hasta decir basta. Y aún así venden muchos discos, que alguien me lo explique.

Me pregunto como es posible que estos chicos no sepan ni vocalizar. Por más que lo he intentado no he sido capaz de entender prácticamente nada de lo que dicen. De verdad, que vamos muy mal.

A modo de bocadillo, dejamos el trap, que volverá con la tercera entrada de esta semana, y viajamos hasta el Reino Unido de donde procede el protagonista de la segunda novedad de la lista de actualidad que estamos analizando. Un joven inglés que sorprendió a todos hace cuatro años con su música y su peculiar voz y que repitiendo fórmula con su segundo larga duración se ha convertido en uno de los artistas más prometedores de su país. Por lo menos éste si hace música, te podrá gustar más o menos pero es música.

De George Ezra, que así es como se llama el muchacho, se podría decir que de casta le viene al galgo ya que procede de una familia de músicos.  Tanto sus padres como sus hermanos se han dedicado en mayor o menor medida al mundo de la música. Además, él mismo no es un cualquiera en estas lides ya que se graduó como profesor de música estudiando en uno de los Institutos más prestigiosos de su país.

En un primer momento no pensó dedicarse al mundo de la música de manera profesional, por lo que comenzó a componer canciones simplemente por placer y diversión, pero un buen día, cuando apenas contaba con 20 años de edad, decidió coger su guitarra, grabar un vídeo cantando una de sus composiciones y subirlo a internet. Éste sería el principio de lo que iba a ser su nueva vida.

Este vídeo no obtendría un número de visitas demasiado llamativo pero pondría en alerta a las casas discográficas que vieron en él potencial suficiente como para que se convirtiera en una figura en poco tiempo. Su sensibilidad a la hora de componer y, sobre todo, su forma de cantar con una voz bastante peculiar y que se apartaba de todo lo que triunfa en la actualidad serían definitivas para que finalmente obtuviera un contrato con una multinacional para empezar ya en serio su carrera discográfica.

Tras convertirse en una de las revelaciones del momento con la publicación en el año 2014 de su primer álbum, “Wanted on Voyage”, el año pasado llegó el momento de confirmar la alternativa con su segundo trabajo, titulado “Staying at Tamara’s”, con el que ha repetido la fórmula del éxito llamando de nuevo la atención del público y asentándose definitivamente como uno de los artistas a seguir en los próximos años.

Con uno de los sencillos de este segundo trabajo ha conseguido debutar en nuestra lista esta semana. Se trata de “Shotgun”, un tema que posiblemente no pasará a la posteridad pero que comparado con el nivel musical que padecemos en la actualidad suena pero que muy bien.

Para cerrar el repaso a las novedades que presenta esta semana la lista de actualidad de “La Graminola” volvemos a las andadas, volmemos al reggaetón y además lo hacemos repitiendo con Anuel AA, me pregunto que tendrá este chico, que en esta ocasión se hace acompañar del que está considerado como el “Rey del Reggaetón”. Él no es otro que Daddy Yankee y muchos le ponen la etiqueta de ser el verdadero creador de este estilo, así que ya sabéis a quien hay que denunciar por daños y perjuicios a nuestros oídos y a nuestro cerebro.

El dúo de puertorriqueños no ofrece nada nuevo con “Adictiva”, una canción más con el ritmo del siempre y las letras recurrentes habituales. De verdad que me gustaría escribir más cosas de estos chicos y de sus creaciones pero es que es imposible. Cualquier cosa que se escriba sobre una de ellas es válida para las demás. Una pena. En fin, que para el que tenga arrojo suficiente, o le guste que de todo hay en la viña de “La Graminola”, aquí os dejo el apasionante vídeo de “Adictiva”.

Por si fuera poco, en esta ocasión encima recurren al sonido metálico para sus voces. En fin, me voy a llorar un rato a mi cuarto, aunque se me pasará pronto escuchando el resto de música que trae hoy “La Graminola”.

LOS PIONEROS

Es muy difícil, casi imposible, afirmar en qué momento concreto se creó el rock & roll como todos lo entendemos. Está claro que su aparición estuvo ligada a la evolución que el blues fue teniendo desde principios de la década de los 50 y sí hay que buscar una especie de eslabón perdido ése es sin duda alguna el artista que protagoniza la sección pionera de esta semana.

Sus eternas gafas oscuras, ese característico sombrero negro y unas guitarras con formas cuadradadas son el santo y seña del que podría considerase como auténtico artífice de la aparición del rock & roll gracias al nexo que creo entre el soul y el blues. Un artista descomunal, grande de pies a cabeza, llamado Bo Diddley que fue la fuente de inspiración de todos y cada uno de los artistas que fueron bebiendo de las fuentes del rock para crear su propia música.

Así pues, vamos a conocer algunos datos de su peculiar carrera y, sobre todo, disfrutar de tres de sus temas más representativos, tres canciones que son en esencia parte del catecismo del rock & roll.

I’M A MAN

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Para empezar vamos a situarnos en el año 1955, momento en el que Diddley se daría a conocer con la publicación de un primer sencillo en el que se incluía como cara A una composición de título homónimo que se suponía iba a convertirse en su primera piedra de toque. Sin embargo, la sorpresa llegaría de la mano de la canción que se incluía en la cara B de ese sencillo, un tema que iba a convertirse en el primer gran éxito de su carrera y una de las canciones más influyentes de la historia del rock & roll.

Diddley era uno de esos músicos que se había curtido a base de tocar en la calle, aunque tenía una preparación bastante lograda ya que recibió clases de violín y trombón, un poco sofisticado quizás, aunque cuando escuchó por primera vez tocar a John Lee Hooker se percató de inmediato de que lo que a él realmente le gustaba era tocar la guitarra. El tema con el que logró llamar la atención del público mostraría sus encantos a la hora de tocar las cinco cuerdas.

El riff de guitarra que incluye esta canción es uno de los más reconocibles e imitados de la historia del rock y nos muestra en su más pura esencia la forma de entender la música de Diddley. Un sonido pesado y cadencioso que conquistó desde el primer momento al público y que le indicaría de algún modo cual era el camino a seguir.

Diddley siempre se sintió muy influenciado por otro de los grandes del blues como es Muddy Waters y siempre ha reconocido que el riff de guitarra de esa canción se inspiró en su música. Nos encontramos ante un tema cuya letra sería criticada hasta la saciedad en nuestros días ya que destila arrogancia y “machismo” por los cuatro costados contándonos todas sus virtudes como hombre, con un sentido sexual bastante marcado.

Disfrutemos pues de “I’m a Man” un espectacular tema en el que su interpretación, marcando exageradamente los tonos, es patrimonio de la historia del rock.

PRETTY THING

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Su vida cambiaría a partir de ese instante, convirtiéndose en uno de los grandes protagonistas de uno de los sellos discográficos más importantes de la década de los 50 donde irían ingresando uno tras otro los grandes cantantes y compositores de blues. Ese sello no es otro que el mítico “Chess” de Chicago que resultaría fundamental en su carrera.

Pronto se haría muy popular entre el público norteamericano y en muy poco tiempo su éxito se haría extensivo al Reino Unido. Su manera de manejarse en el escenario era única, convirtiéndose en el auténtico precursor de gestos que harían habituales las grandes figuras del rock que irían surgiendo y que han ido manteniéndose hasta nuestros días. Sus saltos sobre el escenario eran continuos, realizaba un peculiar movimiento de rodillas al bailar, algo que adaptaría para sí mismo el rey Elvis, y era bastante habitual verle tocar la guitarra colocándola por encima de su cabeza. Lo dicho, un auténtico torbellino y todo un innovador.

Pero si hay algo que le hizo único, si hay algo característico casi en exclusiva en él, son sus peculiares modelos de guitarras. Unos instrumentos que tenían formas casi imposibles, perdiendo sus curvas habituales para convertirse en rectangulares o cuadradas. Esos modelos fueron bautizados por él mismo como “máquina de twang” o “caja de cigarrillos”, estaban hechos a medida y la ocurrencia de su fabricación y puesta en escena tenía una curiosa historia detrás.

Esos saltos que solía dar en el escenario mientras tocaba le llevarían a sufrir un día una caída que le provocó una lesión en una de sus caderas de la que tardó un tiempo en recuperarse. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de que con guitarras más pequeñas, menos pesadas y con esas formas más cuadradas tendría más libertad de movimientos en sus actuaciones en vivo, evitando así correr el riesgo de repetir sucesos similares. Como estamos comprobando, nos encontramos ante un artista peculiar a la par que genial.

Con todas estas premisas, no es de extrañar que su sonido fuera único y llamara la atención del público. De manera inmediata se convirtió en uno de los músicos de referencia del sello “Chess” y los grandes compositores que formaban parte de su nómina comenzaron a trabajar con él, como haría Willie Dixon creando este “Pretty Thing” que encajaba a la perfección con la manera de operar de Diddley.

SAY MAN

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Su manera de tocar la guitarra le convertiría en único en su especie. Ese riff tan característico llevaría a muchos a intentar imitarle, pero lo cierto es que solamente él era capaz de hacerlo con naturalidad, hasta el punto de que llegaba a utilizar el sonido de su guitarra como si de un instrumento de percusión se tratase. Esta formidable manera de tocar sería bautizada como “Bo Diddley Beat” y son infinitos los grupos y artistas de rock que lo han utilizado, lo utilizan y lo seguirán utilizando para sus creaciones.

Con el paso de los años, cuando su popularidad creció hasta límites insospechados, llegó a construirse su propio estudio de grabación en el sotano de su casa y empezó a componer para otros. Ni que decir tiene que había casi lista de espera de los artistas que estaban deseosos de que les escribiera alguna canción. En ese estudio de grabación casero se vivirían momentos antológicos, como el que daría lugar a otro de los grandes clásicos de su carrera.

Uno de sus colaboradores más cercanos era Jerome Green, quien con su acompañamiento de maracas se había convertido en poco más o menos que una especie de alma máter de Diddley. Era bastante habitual que tras una dura sesión de grabación se quedaran solos en el estudio e improvisaran algunas canciones para relajarse. Uno de esos días, como si de un juego se tratase, darían cuerpo a otro de los grandes momentos de su carrera.

Existe una tradición sureña que consiste precisamente en eso, en improvisar con un instrumento en la mano mientras se van profiriendo insultos alternativos entre los participantes en el evento. Diddley y Green entrarían en ese juego y poco a poco se fueron dando cuenta de que tenían una nueva canción. Eso sí, le dieron un pequeño lavado de cara quitando las partes más groseras, porque podemos imaginarnos que en un ambiente tan distendido y con la amistad que les unía, las barbaridades que salieron por sus bocas fueron no aptas para todos los públicos.

De esta manera tomaría cuerpo “Say Man”, otro de los grandes momentos de su carrera, mostrando que con el simple acompañamiento de un piano, su guitarra y las maracas de su viejo amigo, no hace falta casi ni cantar, ya que en esta ocasión más que eso nos habla de todas las cosas que tiene que decirnos.

Bo Diddley mantuvo su actividad durante muchos años. Se convirtió en una auténtica institución en el mundo del rock y el respeto que todos le tenían era más que merecido. Sin embargo, en el año 2007 iniciaría de manera inesperada un recorrido fatal. Tras ofrecer un concierto, comenzó a sentirse mal y tuvo que ser ingresado de urgencia ya que había sufrido un derrame cerebral. Como consecuencia de ello sufriría una afasia expresiva lo que le originaría una deficiencia del habla. Por si fuera poco, tres meses después sufriría un ataque al corazón lo que sumado a la diabetes que padecía desde hacía mucho tiempo mermaría mucho su salud y su capacidad para continuar con su carrera.

A partir de ese momento se apartaría prácticamente de la circulación y lamentablemente un año después sufriría un nuevo infarto de miocardio que se lo llevaría por delante. Con él desaparecía uno de los más grandes pioneros del rock que podamos imaginar, pero gracias a su labor y a su talento, en cada una de las canciones de los grandes mitos de este estilo siempre podemos escuchar la esencia que él supo regalarnos.

LISTA DE LOS AÑOS 60

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Después de la altura a la que ha colocado el listón el señor Diddley va a ser complicado estar al mismo nivel, pero ya veréis como la revista de esta semana viene cargada de tan buena música que no váis a notar demasiado la diferencia. Así pues continuamos el recorrido que hacemos cada siete días con el repaso a la lista graminoleña de los años 60.

Para ello vamos a centrarnos en la lista que estrenábamos el 20 de enero de 1969 en la que se producía una única nueva entrada que estaba protagonizada por uno de los galanes británicos de la música romántica de aquellos tiempos y que lograría gran repercusión gracias al mundo del cine.

El protagonista es Egelbert Humperdinck, quien se hizo muy popular gracias a sus interpretaciones de baladas románticas a la vieja usanza, además de ganarse el favor del público femenino de la época apoyándose en un físico bastante agraciado. De hecho sus seguidoras llegaron a adoptar el nombre de “humperdinckers”. Vamos, una especie de fenómeno fans al estilo de los 60.

En esta ocasión lograría calar en el público gracias a una canción que se había incluído en la banda sonora de una película titulada “Les Bicyclettes de Belsize”. Se trataba de un film de poco más de media hora de duración, sin apenas diálogos y en el que la música es la que manda, siendo interpretado el tema central, que lleva el mismo título, por el propio protagonista principal, Anthony May.

En aquella época era bastante habitual que cualquier canción que llamara la atención del público fuese versionada de inmediato por otros artistas. De esta manera aparecería la correspondiente versión en francés, interpretada por Mireille Mathieu y una nueva en inglés que correría a cargo de Humperdinck, siendo ésta la que se llevaría el gato al agua. Estaba claro que una canción como “Les Byciclettes de Belsize” con su sello sería la que más éxito cosecharía. En nuestra lista nos acompañaría durante 18 semanas para alcanzar el top 18.

LISTA DE LOS AÑOS 70

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El mundo del cine, el mágico mundo del cine, sigue teniendo un protagonismo total y absoluto en el repaso que damos de las listas graminoleñas de otros tiempos. Si el que hemos dado a la de los 60 nos ha traído una canción perteneciente a una banda sonora, el que vamos a darle a continuación a la de los 70 no le va a la zaga y nos trae dos canciones relacionadas con el mundo del cine, una de las cuales asalta el número uno como era de esperar. Empecemos con esta última.

El año 1978 fue sin duda el año de “Grease” y su repercusión fue bastante duradera en el tiempo, por lo que no es de extrañar que a principios de 1979 una de las canciones más representativas de su banda sonora se hiciera con el puesto más alto de nuestra lista arrebatándoselo a Boney M que pudo aguantarlo durante cinco semanas con “Rivers of Babylon”. El 20 de enero de 1979 le llegaría el turno a John Travolta & Olivia Newton John.

Poco hay que decir que no se haya dicho ya desde estas páginas en repetidas ocasiones de una canción como “You’re the One that I Want”, uno de los momentos estelares de la película y una canción que creo que le gusta a todo el mundo. Se situaría ese día en el número uno y no lo abandonaría hasta nueve semanas después.

La única nueva entrada que se registraba en nuestra lista favorita aquel día no es exactamente un tema perteneciente a una banda sonora pero sí está relacionado de algún modo con el mundo del espectáculo. Se trata de uno de los temas principales de un álbum conceptual que fue creado basándose en la famosa historia de “La Guerra de los Mundos”, escrita por H. G. Wells, que daría lugar a un sinfín de acontecimientos dentro del mundo de la ciencia ficción.

Os refresco un poco la memoria sobre esta interesante historia ya que es posible que los más jóvenes no la conozcan. H. G. Wells puso en jaque a todos los habitantes de los Estados Unidos cuando en un programa radiofónico, sin previo aviso, comenzó a relatar una historia en tiempo real sobre una invasión extraterrestre de la tierra. El realismo que logró fue tal que los norteamericanos terminaron creyendo que lo que escuchaban a través de las ondas era real y el pánico se apoderó de la población originándose algunos importantes tumultos. A partir de ahí, novelas, películas o series televisivas se han basado en la historia que Wells narró en aquel momento.

El mundo de la música no sería ajeno a este relato y en el año 1978 un compositor y músico británico llamado Jeff Wayne publicaría un álbum cuya música se basaba precisamente en la historia de Wells. Para ello contaría con la voz del actor Richard Burton como narrador principal y con la colaboración de músicos tan prestigiosos como Justin Hayward de The Moody Blues o Phil Lynott de Thin LIzzy.

El resultado final obtendría muy buenos resultados tanto comerciales como de crítica y de entre las canciones que lo conforman destacaría sobre todas ellas la titulada “The Eve of The War”, que entraría a formar parte de la familia graminoleña aquel día, acompañándonos durante 25 semanas para alcanzar el puesto número 11 como mejor registro.

Hubo un tiempo en el que este tipo de obras totalmente instrumentales tuvieron bastante aceptación entre el público y algunos de los discos grabados bajo estas premisas, como del que os acabo de hablar, poseían una calidad indiscutible. Desgraciadamente, esta tendencia se iría diluyendo con el paso del tiempo y en nuestros días es meramente residual.

EL ÁLBUM DE LA SEMANA

El póster central de “La Graminola” de esta semana es muy especial y no solamente porque está protagonizado por uno de los discos más grandes e importantes que nos haya dado el mundo de la música. Lo es porque la estructura de este trabajo se aparta de la de los discos que habitualmente pasan por esta sección, ya que está compuesto por dos únicas piezas, de más de veinte minutos de duración cada una de ellas, lo que va a traer consigo que tengamos más narración y menos videos de lo que es habitual, pero ya os advierto de que merece la pena leer todo lo que os voy a contar sobre este álbum porque es verdaderamente apasionante.

Y es que si hablamos de Mike Oldfield ya sabemos que nos va a ofrecer una obra maestra, pero si además nos referimos a su álbum de debut, con el que se dio a conocer y con el que dejó con la boca abierta a todo el mundo cuando apenas contaba con 19 años de edad, para que queremos más. Así pues, hoy vamos a disfrutar a lo grande con ese mítico “Tubular Bells”, publicado en el año 1973, que va a inundar de buenos momentos el póster central de esta semana. Ya que solamente habrá dos videoclips que muestren su música, intentaré hacerlo más ameno todavía con algunas imágenes relacionadas con este magistral disco.

MIKE OLDFIELD / TUBULAR BELLS

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Lo primero de todo es ponernos en antecedentes sobre lo que Oldfield era a pesar de su tremenda juventud. Cuando contaba tan sólo con diez años ya era un virtuoso de la guitarra acústica y pronto se daría cuenta de que quien le escuchaba tocarla quedaba maravillado por su manera de hacerlo. Por este motivo, sería bastante habitual verle actuar en pequeños clubes dejando con la boca abierta al público que asistía a sus mini-conciertos. Su manera de manejarse con la guitarra, de utilizar las cuerdas, era verdaderamente única y poco tiempo después no sería solamente un gran intérprete de guitarra acústica sino que también empezaría a maravillar con la eléctrica.

Su precocidad era tremenda y con 13 años recién cumplidos publicaría su primer disco, aunque no en solitario, ya que lo haría bajo el nombre de “The Sallyangie”, que no era otra cosa que el dúo que él mismo formaba con su hermana Sally, que años después también lograría triunfar a lo grande en solitario. Ese disco, ese primer contacto conla industria discográfica llevaría el título de “The Children of the Sun”.

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Entraba ya la década de los 70 y Mike la iniciaría con un encuentro que sería fundamental en su carrera. En ese momento conocería a Kevin Ayers, que acababa de crear su nuevo grupo llamado The Whole World, tras haber abandonado recientemente su anterior banda Soft Machine. Este grupo apenas permanecería en activo un par de años, pero daría para publicar dos discos: “Shooting At The Moon” y “Whatever She Bringswesing”. Oldfield empezaría tocando el bajo  para convertirse poco después en el guitarrista principal de la banda, demostrando de esta manera una de las señas de identidad que caracterizarían toda su carrera, el ser un grandísimo multinstrumentalista.

Durante su estancia en The Whole World, Oldfield entablaría una gran amistad con uno de los miembros del grupo, David Bedford, compositor de la mayoría de los temas del grupo, quien le ayudaría a esbozar el que iba a ser su primer trabajo en solitario poco tiempo después y uno de los acontecimientos musicales más grandes de la década de los 70, el disco que nos ocupa en el día de hoy.

Lo cierto es que su virtuosismo con la guitarra era único. En los conciertos del grupo, los momentos más estelares llegaban cuando él realizaba unos espectaculares solos de guitarra. Era evidente que había un grandísimo músico en ciernes, pero todos se imaginaban que siempre al servicio de un grupo. Cuán equivocados estaban.

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The Whole World con un Mike Oldfield de 17 años de edad, el segundo por la izquierda.

Tras la disolución de la banda, Oldfield se pondría manos a la obra para llevar a cabo una idea que le rondaba en la cabeza desde hacía tiempo. Se trataba de componer una sinfonía de estilo clásico pero tocada con instrumentos propios del pop y del rock, introduciendo y mezclando sonidos de guitarra eléctrica con distintas percusiones. Además, se le había ocurrido que grabando el sonido de cada instrumento dos veces y superponiendo los resultados podría lograr un efecto nunca antes conseguido. Estaba empezando a crearse uno de los discos más míticos de la historia de la música moderna.

Por aquella época, las discográficas no estaban dispuestas a arriesgarse publicando un disco que estaba más cerca de la música clásica que al pop-rock que funcionaba en aquel momento. Tras tener que soportar una negativa tras otra, su suerte cambiaría cuando conoció a un joven tan  ilusionado como él que acababa de crear su propio sello discográfico. Me estoy refiriendo a Richard Branson.

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Richard Branson en la época en la que conoció a Mike Oldfield.

Ninguno de los dos podía imaginarse en aquel instante lo que iban a significar para el mundo de la música cada uno en su faceta, ya que ese sello discográfico recién nacido iba a terminar convirtiéndose en nada más y nada menos que “Virgin Records”. Como podemos ver, gracias a “Tubular Bells” nacería uno de los sellos discográficos más importantes de la historia de la música.

De esta manera, en el año 1973 saldría al mercado por fin ese disco por el que Oldfield tanto había luchado y que se convertiría en una auténtica sorpresa, en un rotundo éxito y en todo un clásico. Había nacido el mítico “Tubular Bells”. Éste sería el título final que llevaría el disco, pero se barajaron otros cuantos, como por ejemplo “Breakfast In Bed” y “Opus One”. Personalmente creo que es un rotundo acierto el título escogido.

Para que nos hagamos una idea de lo cerca que estuvo de no ver la luz este disco, basta con comentar que alguna de las discográficas a las que Oldfield previamente les ofreció su maqueta afirmaron que si le ponía letra a su música estaban dispuestos a publicarlo. Él se opondría a variar su creación y gracias a ello nos deleitaríamos con una obra maestra ganando un auténtico genio de la música para el futuro.

El disco está compuesto por dos partes en la que el propio Oldfield toca todos y cada uno de los instrumentos, mostrando sobre todo su virtuosismo con la guitarra, ya sea acústica o eléctrica, a las que era capaz de sacarle sonidos que simulaban los de otros instrumentos como ya os contaré un poco más adelante. Vamos pues a conocer ya todo lo que rodeó a la grabación de esta joya y empezamos por la primera parte, la más conocida por todos gracias al mundo del cine.

En la primera parte el ritmo lo van marcando en todo momento los teclados que se van viendo acompañados del sonido de guitarras acústicas y mandolinas que se sumergen por momentos en el terreno del folk, por momentos en la música orquestal, por momentos en arreglos de danzas que nos trasladan a tierras asiáticas. Eso sí, lo de la mandolina tiene trampa ya que en esta primera parte, a pesar de que su sonido puede escucharse casi de continuo, no se utilizó ninguna, consiguiendo Oldfield este efecto con una de sus guitarras grabadas en doble pista, demostrando de manera inmediata hasta donde podía llevarle su talento y su genialidad.

Desde la primera nota nos encontramos con una especie de suite que va atrapando cada vez más a quien la escucha, dirigiéndonos hacia una especie de viaje a través del mundo con una versatilidad y variedad de sonidos inimaginables. Oldfield demuestra su virtuosismo con cada uno de los instrumentos que van apareciendo sin solución de continuidad demostrando que su talento como músico no tiene nada que envidiarle al que posee como compositor.

El colofón a esta tremenda primera parte llega justo al final. Se trata de lo que que se dió en llamar “El Maestro de Ceremonias”, con un inicio en el que las cuerdas de la guitarra suenan lánguidas y pesadas, monótonas y continuas, para ir dando paso poco a poco a la incorporación de un instrumento tras otro, mientras éstos van siendo presentados por una voz en off. Para que os hagáis una idea es una especia de “Bolero de Ravel”, pero hecho a la manera Oldfield. El punto final, el apoteósico punto final, llega con el anuncio literal de “plus … tubular bells”, que da inicio al sonido de las campanas que se convertiría en uno de los sonidos más genuinos de la historia moderna de la música.

Creo que ha llegado ya el momento de disfrutar de la primera parte de esta auténtica sinfonía creativa que supondría la puesta en escena en el panorama musical internacional del que iba a convertirse en uno de los músicos más aclamados de la historia como es Mike Oldfield. Así pues, toca recrearse con esta “Tubular Bells – Part One”.

Una vez que esta primera parte estuvo terminada y mientras daba cuerpo a la segunda, llegaría la ardua labor de intentar vender el producto a algún sello discográfico que estuviera dispuesto a apostar por una obra de estas características, labor nada fácil ya que nos encontrábamos en los años 70, una época en la que lo que privaban eran discos de los que pudieran extraerse los correspondientes sencillos que pudieran ser emitidos por las emisoras de radio y de esta manera llamar la atención del público para que se lanzara de manera inmediata a comprar el álbum, requisito que no cumplía para nada la obra creada por Oldfield.

Sería entonces cuando saldría a su rescate Richard Branson, quien como os he comentado acababa de crear un inicialmente modesto sello discográfico, que se encargaría de que el disco fuese editado y sacado al mercado debidamente, no sin grandes problemas para lograrlo. Eso sí, el esfuerzo merecería la pena porque gracias a la repercusión y las ventas que obtendría “Tubular Bells”, esa discográfica, “Virgin”, se convertiría en toda una referencia en el mercado discográfico internacional.

Como habían sospechado las discográficas que rechazaron el disco, cuando por fin salió al mercado no obtuvo unos resultados demasiado satisfactorios en cuanto a ventas, en gran medida debido a que las empresas distribuidoras no apostaron demasiado por él habida cuenta de que su formato no era el que estaba triunfando en aquel momento en el mundo de la música. Sin embargo, de manera casual, gracias a una película que iba a estrenarse pocos meses después y convertirse en todo un clásico del cine de terror, la situación iba a cambiar radicalmente.

El director de esa película acababa de desechar la composición que había sido creada para constituir su banda sonora. Un día que visitó al presidente de “Atlantic Records”, distribuidora en Estados Unidos del disco de Oldfield, por casualidad escuchó las primeras notas de este trabajo y de manera inmediata supo que ésa era la música que encajaba a la perfección en la banda sonora de la película que estaba a punto de estrenar. Como todos sabéis el largometraje no es otro que “El Exorcista” y no cabe ninguna duda de que su director, William Friedkin sería fundamental para que “Tubular Bells” se convirtiera en lo que se convirtió.

LA GRAMINOLA – NÚMERO 61 – 24 DE ENERO DE 2018

A pesar de que solamente se utilizarían las dos primeras partes del trabajo de Oldfield para ambientar la terrorífica película, esas notas se convertirían en las más reconocidas de su banda sonora ya que encajaban a la perfección en las a veces truculentas imágines que mostraba. Ni que decir tiene que tras el estreno del largometraje el público sentiría curiosidad por el disco y sus ventas se irían incrementando hasta alcanzar unos número extratosféricos no imaginados ni por el propio autor.

La grabación de la segunda parte de esta obra se vió rodeada de momentos bastante difíciles y de grandes problemas para salir adelante. Oldfield tardaría tres meses en tenerla terminada ya que fueron múltiples las ocasiones en las que tuvo que modificar alguna de sus partes. Su perfeccionismo le llevó a tener agrias discusiones con los técnicos de sonido ya que en ocasiones parecía pedír imposibles, aunque con su perseverancia y talento terminó sacando adelante todas las ideas que surgieron en su cabeza.

El resultado final es una música más armoniosa, en la que por primera vez aparecen voces femeninas que adornan su sonido con algunas espectaculares partes corales y en la que se van alternando momentos intensos con el contundente sonido de los timbales con otros más calmados casí de esencia religiosa. La batería tiene alguna presencia, pero meramente testimonial y el final es más alegre y animoso que el resto de la composición. Un complemento ideal para lo que habíamos escuchado como parte introductoria.

Evidentemente la clave de todo está en las famosas campanas tubulares que dan título al disco y que son parte clave y esencial tanto en su sonido como en la carrera de Oldfield y en sus distintas entregas posteriores. Tanto su inclusión en el álbum como la portada final que se adoptaría llegan de la mano de la casualidad, de la bendita casualidad.

Su intención era la de introducir el sonido de campanas en su obra, pero no precisamente tubulares. Sin embargo, cuando entró en el estudio para iniciar la grabación se encontró con que no habían recogido algunos de los instrumentos utilizados por John Cale que también estaba trabajando en su nuevo disco. Esos instrumentos eran las famosas campanas tubulares y Oldfield solicitó que no se las llevaran para poder utilizarlas convenientemente.

Durante la grabación hubo un momento en el que Oldfield se percató de que el sonido que obtenía de las dichosas campanas no era el que él estaba buscando. Sonaban casi como en segundo plano y con una intensidad un tanto más tenue a como él quería que sonasen. De esta manera, cuando tuvo que grabar la parte correspondiente, comenzó a golpear con mayor intensidad de la debida las campanas para obtener el sonido que buscaba, algo que finalmente conseguiría pero con el daño colateral de unos instrumentos totalmente doblados que darían lugar posteriormente a la icónica imagen que aparece en la portada del disco.

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Imagen de una campana tubular real.

En la segunda parte se incluirían un par de variantes que son dignas de reseñar. La primera de ellas sería la utilización, por fin, de una mandolina real para la parte final. Hasta ese instante Oldfield había utilizado guitarras para reproducir ese sonido y lo cierto es que comparando ambos es prácticamente imposible diferenciarlos, lo que evidencia una vez más la gran capacidad de innovación y de virtuosismo que tenía a la hora de tocar cualquier tipo de instrumento.

Pero la novedad más destacada de esta segunda entrega sería la de la incorporación de voces a la melodía. Oldfield no quería que ninguna de sus partes fueran cantandas salvo en algunos planos corales de la primera parte, pero su amigo Branson insistía en que debía de hacerlo para que alguno de sus extractos pudiera ser publicado como sencillo y llamar la atención del público. El compositor no encajó demasiado bien esa especie de imposición y se desencadenaría una tremenda discusión entre ambos. La tensión era mucha ya  que el disco tenía que estar terminado cuanto antes para ser publicado y los nervios estaban a flor de piel.

Tras discutir agriamente, Oldfield abandonó el estudio y se metió entre pecho y espalda media botella de whisky, algo poco habitual en él ya que no bebía. Cuando regresó lo hizo en un claro estado de embriaguez e irritación, se colocó delante del micrófono y gritando le dijo a los técnicos que si querían voces iban a tener voces. De inmediato se puso a gritar como un poseso con una voz desencajada e incoherente. Branson atendía atónito a la escena pero pensó que podía ser un efecto magistral. Los técnicos se encargarían de que así fuera.

Los berridos de Oldfield serían regrabados a una velocidad mayor para ser reproducidos posteriormente a una velocidad normal, logrando un efecto casi infernal que sería incluído en la parte final del disco. Con su arrebato, Oldfield consiguió finalizar su obra y terminar al mismo tiempo con una profunda afonía. No me canso de decirlo, un auténtico genio. He aquí el resultado de “Tubullar Bells – Part 2”.

Tras la promoción casi gratuita que supondría la inclusión de algunas notas de la primera parte en la película de “El Exorcista”  las ventas del disco se dispararían y los críticos musicales empezarían a tomarse en serio el trabajo de Oldfield hasta el punto de que todos ellos opinaron que se encontraban ante una auténtica obra maestra. Les costó más de la cuenta pero terminaron dándose cuenta.

Éste sería solamente el comienzo de una carrera plagada de éxitos y de una música descomunal que otorgaría a Oldfield la categoría de genio. Sin ningún tipo de dudas, no resulta para nada exagerado manifestar que existe un antes y un después tras la publicación de “Tubular Bells”, existe un antes y un después tras la irrupción de un joven de diecinueve años de edad llamado Mike Oldfield.

LISTA DE LOS AÑOS 80

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Seguimos nuestro recorrido por el número de “La Graminola” de esta semana y toca rematar la faena en lo que al repaso de las listas graminoleñas de otras épocas respecta. Para empezar nos situamos en el 22 de enero de 1989 para recordar las dos nuevas entradas que tenían lugar aquel día, ambas protagonizadas por grupos españoles.

Para empezar, nos ponemos nuestras mejores galas de “rockabilly” ya que la primera de las canciones que entraba en nuestra lista aquel día nos la traía el grupo al que podría considerarse como el auténtico rey de este estilo, siempre claro está con el permiso de los eternos Loquillo y Trogloditas. Me estoy refiriendo a Los Rebeldes, capitaneado por Carlos Segarra y su eterno sombrero vaquero, que se encontraban en aquel instante en el mejor momento de su carrera.

Llevaban ya diez años en la carretera y quedaban ya muy lejos aquellos primeros tiempos en los que colaboraron en algunos de los primeros trabajos de Loquillo, recibiendo a acambio ayuda por parte del rockero barcelonés para ir introduciéndose poco a poco en el mercado discográfico de nuestro país. Con la publicación de su cuarto álbum, “Más Allá del Bien y del Mal” se habían convertido en uno de los grupos de mayor éxito en España y adquirieron ya la categoría de grandes figuras.

Este disco no tiene desperdicio y con él nos pusieron a bailar a ritmo de rockabilly a todos en aquella época, aunque la canción que colocaban en nuestra lista aquel 22 de enero de 1989 era un tema bastante más calamado. Se trata de un baladón titulado “Bajo la luz de la Luna” que nos trasladaba con su sonido a la década de los 60, con un Segarra que lo daba todo como hacía siempre. Un gran clásico de la música de nuestro país que permanecería en lista durante 28 semanas para alcanzar el top 12.

Continuamos en nuestro país para recordar la segunda entrada que registraba la lista graminoleña aquel día y podríamos decir que es una especie de recuerdo del recuerdo ya que el grupo que la protagonizaba era un proyecto musical iniciado apenas tres años antes, con pocas pretensiones y sin ninguna intención de continuidad, que a ritmo de popurrís conquistó de tal modo el corazón del público español que terminaría constituyéndose como una formación estable y como uno de los grupos españoles de mayor éxito en aquella época. Me estoy refiriendo a “La Década Prodigiosa”.

En el año 1988 surgió la idea de publicar un disco de popurrís en el que se contaría con las voces de algunos músicos de estudio o excomponentes de bandas ya disueltas, que estaría dedicado a la música de los años 60. Entre estos cantantes se encontraban, por ejemplo, José María Guzmán, de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán o Andrea Broston, durante muchos años corista de Camilo Sesto. La intención era la de publicar un único álbum y poner fin al proyecto de manera inmediata, pero sería tanto el éxito que cosecharían con esta fórmula que ya con unos componentes más permanentes tendría continuidad y durante unos cuantos años lograrían manenterse en la primera línea de la música de nuestro país.

Siguiendo con la misma fórmula fueron publicando distintos discos recorriendo la música que había triunfado en distintas décadas, llegando su momento culminante en el año 1988 cuando representaron a España en el Festival de Eurovisión. Tras ello, publicarían un nuevo disco en el que repasaban la música de la década de los 80, que estaba cerca de terminar, y de ese disco se extraía el tema que colocaban en nuestra lista aquel 22 de enero de 1989.

El tema en cuestión llevaba el título de “Vas a Enloquecer” y en él nos recordaban algunas de las canciones más representativas del pop español de los 80 como “Fiesta de los Maniquíes” de Golpes Bajos, “Maquillaje” de Mecano, “Bienvenidos” de Miguel Ríos, “Caperucita Feroz” de la Orquesta Mondragón y “Horror en el Hipermercado” de Alaska y los Pegamoides”.

En nuestra lista obtendría unos resultados un tanto discretos con 8 semanas de permanencia alcanzando el puesto 33 como mejor registro.

LISTA DE LOS AÑOS 90

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Nos trasladamos ya a la década de los 90 y nos situamos concretamente enel 24 de enero de 1999. Aquel día estrenábamos lista en la que se producía un nueva entrada protagonizada por una cantante británica que en los últimos años había tenido bastante éxito, aunque su suerte iba a cambiar a partir de este instante. Otro de esos misteriosos casos en los que la entrada de una nueva década se lleva por delante una carrera de manera casi inmediata.

Su nombre es Desirée Weeks, aunque todos la conocemos como Des’Ree, y en aquella época había alcanzado una gran popularidad en Inglaterra que le había llevado a triunfar en el resto de Europa y abrirse por fin camino en el mercado norteamericano que se le había resistido más de la cuenta.

La canción que situaba en nuestra lista aquel día estaba incluída en su álbum de mayor éxito, “Supernatural”, un disco con el que había alcanzado el mayor número de ventas de toda su carrera. Se trataba de una composición en la que se criticaba claramente a aquellas personas que creen en la astrología, los horóscopos y ese tipo de cosas. Su título es “What’s Your Sign?” y a base de un sonido cercano al medio tiempo y el acompañamiento de la guitarra acústica lograría unos resultados bastante buenos en nuestro ránking, donde permanecería durante 59 semanas para alcanzar el top 2.

Lo más llamativo de la trayectoria musical de esta artista es la capacidad que tiene para alcanzar distintos registros de voz. En algunos momentos ofrece tonos bastante graves, como en esta canción, pero también es capaz de regalarnos su voz más suave en canciones como “Delicate” en la que acompañaría a Terence Trent D’Arvy realizando unos coros magistrales que se convertirían en el auténtico pistoletazo de salida de su carrera.

LISTA DEL NUEVO MILENIO

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Finalizamos ya el repaso a las listas graminoleñas de esta semana con la correspondiente al nuevo milenio. Para ello nos situamos en el 18 de enero de 2009 y comprobamos que aquel día se producían dos nuevas entradas, una de las cuales llegaría al número 1 tras una larguísima permanencia con nosotros. Empecemos con ella.

Nos encontramos con una de esas canciones que todos conocemos y que todos hemos escuchado en un sinfín de ocasiones. Una composición de ésas que en un primer momento tienen su aquél, se encaja bien, pero a fuerza de escucharla a todas horas y en cualquier lugar termina resultando un tanto empalagosa. Que conste que es una opinión personal, pero sé que hay mucha gente que está de acuerdo con este pensamiento.

El venezolano Carlos Baute publicaba un disco a finales de 2008 bajo el título de “De Mi Puño y Letra” en el que se incluían dos versiones distintas de una misma canción, una interpretada por él en solitario y la otra acompañado de unas de las voces más conocidas y reconocidas de la música de nuestro país. Y es que Baute prácticamente es venezolano y español a partes iguales porque además de tener ascendencia gallega y canaria, acabó en nuestro país huyendo de la dictadura de Hugo Chávez a donde habían llegado bastantes años atrás sus padres huyendo de Cuba por los mismos motivos. Curioso cuanto menos.

La versión que conseguiría una respercusión casi exagerada sería la que contaría con el protagonismo de esa cantante española que os comentaba, que no es otra que Marta Sánchez. Su compenetración y complicidad a la hora de interpretar esta composición sería fundamental para que lograra el éxito que cosechó y apoyándose en un estribillo pegadizo y una letra romanticona hasta decir basta lograrían triunfar a lo grande en nuestro país, hasta el punto de que en la lista graminoleña permanecería durante 73 semanas, algunas de las cuales lo harían ocupando el puesto más alto.

Lo curioso del caso es que su relación terminaría como el rosario de la aurora por un lamentable equívoco, aunque recientemente han limado asperezas y hace pocas semanas han publicado una nueva canción juntos (me temo lo peor). Todo obedece a que el representante de Marta Sánchez les jugó una mala pasada y se quedó con gran parte del dinero que ganaron por los derechos de esta canción. Baute pensó que su eventual compañera estaba involucrada en el suceso y su relación se vería rota durante una larga temporada.

Para cerrar el repaso a nuestras listas por hoy, viajamos hasta Bélgica. De allí procede una cantante que a ritmo de música dance tuvo cierta repercusión en toda Europa durante la segunda parte de la primera década del siglo XXI. Una artista que se especializó en versionar temas de otras intérpretes con ritmos mucho más bailables llamada Kate Ryan.

Año tras año era habitual que publicara algún nuevo trabajo en el que se incluían siempre alguna que otra versión de temas de otros tiempos interpretados a ritmo puramente dance. Su interpretación no es que fuera nada del otro mundo, pero las canciones que elegía siempre eran lo suficientemente reconocibles como para que se convirtieran en las favoritas del público europeo más bailón.

Tras sufrir apenas un para de años atrás un pequeño desengaño eurovisivo al no pasar la criba para poder participar en la final del festival, a pesar de que ella y sus compatriotas se las prometían muy felices, se resarciría con la publicación de la versión que haría del clásico “Voyage Voyage” que triunfara a lo grande en la voz de la francesa Desireless.

Respetando el idioma francés del original en su interpretación, no obtendría ni de lejos los resultados cosechados por Desireless, siendo ésta prácticamente la última ocasión en la que su música tuvo cierta repercusión a nivel internacional. En nuestra lista permanecería apenas 9 semanas para alcanzar el top 27.

COMPARTE QUE ALGO QUEDA

Como estamos apreciendo en muchos de los números de “La Graminola”, lo de las colaboraciones, lo de los duetos no es nuevo y se ha venido haciendo a lo largo de la historia de la música constantemente. Otra cosa es que en la actualidad no se tenga medida, claro está. Muchas son las ocasiones en las que estos inesperados dúos han pasado a formar parte de nuestras listas, pero en otras ocasiones no lo han logrado pese a ser canciones espectaculares.

El espíritu y la intención de esta sección es la de recordar esos grandes momentos ofrecidos por colaboraciones estelares entre grandísimos artistas que no han conseguido formar parte de la familia graminoleña, aunque lo cierto es que cualquier canción es adoptada de inmediato por los graminoleños de pro. Así pues, vamos con tres nuevos ejemplos de que en otros tiempos compartir experiencias musicales sí que merecía la pena.

SUNDERLAND BROTHERS & QUIVER / ARMS OF MARY

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Hay ocasiones en las que este tipo de colaboraciones se repiten a lo largo del tiempo en varias ocasiones, pero también existen casos en los que se transforman en continuas y dan lugar a una especie de nuevo grupo que perdura en el tiempo terminando por publicar varios discos con esa nueva estructura. El caso que abre la sección de “Comparte que Algo Queda” del día de hoy es uno de los más claros ejemplos.

Los hermanos Ian y Gavin Sutherland habían formado en su Escocia notal un dúo denominado Suderland Brothers, moviéndose en el terreno del folk y ofreciendo buena música aunque sin terminar de calar definitivamente entre el público británico. Habían publicado ya algunos discos cuando en el año 1976 decidieron iniciar una gira conjunta acompañados de otro grupo británico que tampoco acababa de arrancar, viendo la oportunidad de seguir promocionando su música abaratando costes.

Sus acompañantes eran un grupo llamado Quiver, de sonido bastante más rockero, que poco más o menos que se habían ido convirtiendo en una especie de grupo de estudio ya que habían colaborado en la grabación de sus discos con artistas como David Bowie o Al Stewart. La química que existiría durante la gira entre ambas formaciones les llevaría a plantearse el publicar un álbum juntos y lo cierto es que la idea resultaría ser muy acertada.

Podría decirse que se complementaban a la perfección ya que los hermanos Suderland tenían gran talento compositor pero les faltaba energía, mientras que a Quiver les sobraba profesionalidad en lo que a sus músicos se refiere pero les faltaba inspiración y un vocalista con gancho. Así pues, tras finalizar la gira grabarían el correspondiente disco con el que conseguirían triunfar a lo grande gracias en gran medida a la canción que se publicó como primer sencillo.

Se trata de “Arms of Mary”, una canción que no se parecía a nada de lo hecho por ninguna de las dos bandas con anterioridad y que pese a las dudas que hubo sobre su idoneidad se convirtió en el mayor éxito de su carrera y en el inicio de una nueva y prometedora etapa. Yo no se vosotros que pensáis, pero a mí me encanta esta canción.

Su recorrido juntos, bajo la denominación de “Suderland Brothers & Quiver” se alargaría cinco años, pero las diferencias de criterios a la hora de hacer música y que su estilo estaba empezando a perde fuelle entre el público les llevaría a dejarlo en el año 1978. Los hermanos Suderland seguirían intentándolo un par de años más como dúo pero su repercusión sería mínima, estaba claro que su época de gloria era ya historia.

PHILIP BAILEY & PHIL COLLINS / EASY LOVER

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Vamos con la segunda colaboración de esta semana que para mí es la estelar, la más espectacular de las tres. Dos grandes de la música unieron sus fuerzas en su día para ofrecernos un clásico de la música de los 80.

Philip Bailey dio cuerpo ajunto a Maurice White a esa fantástica banda denominada Earth, Wind & Fire que tantos y tantos buenos momentos nos ha regalado. Como tantos otros artistas, no pudo reprimir el gusanillo de publicar algunos trabajos en solitario sin abandonar su grupo de siempre. Uno de estos discos incluiría la canción que viene a continuación, espectacular hasta decir basta.

Bailey siempre mostró sus dotes como vocalista. Poseedor de una voz descomunal en la que era capaz de ofrecer unos falsetes con unas notas casi imposibles grabó en el año 1984 un disco en solitario bajo el título de “Chinese Wall” para lo que requirió los servicios del mismísimo Phil Collins en las labores de producción. Estaba claro que sabía elegir porque en aquel momento el líder de Genesis se encontraba en un momento extraordinario.

Cuando el disco estuvo terminado, Bailey pensó que estaría bien que Collins y él pudieran componer e interpretar una canción juntos, habida cuenta de lo bien que habían conectado y lo a gusto que habían trabajado. Dicho y hecho se pusieron manos a la obra y casi sin querer, improvisando sobre la marcha, se sacarían de la manga una canción que se iba a convertir de manera inmediata en número 1 en todo el mundo y el éxito más grande de Bailey en su carrera en solitario.

Esta canción no es otra que “Easy Lover”, que con un ritmo trepidante y contrastando la tremenda voz de Bailey con el saber hacer de Collins conquistó a todos los amantes de la buena música de manera inmediata.

MICK JAGGER, DAVE STEWART & SHERY CROW / OLD HABITS DIE HARD

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Vamos a cerrar ya la sección que le dedicamos a los mejores duetos de la historia de la música con una colaboración excepcional y que más que un dueto podríamos considerar un trío porque serían realmente tres los artistas participantes. Para ello nos sumergimos nuevamente en el mundo del cine que siempre ha dado mucho juego en lo que a este tipo de colaboraciones se refiere.

Viajamos hasta el año 2005, momento en el que se estrenaba “Alfie”, una película protagonizada por Jude Law, Michael Caine, Alan Price y Susan Sarandon, a cuya banda sonora pertenecía la canción que viene a continuación. Esta composición era el tema central de la misma y había sido compuesto por Dave Stewart, excomponente de Eurythmics, corriendo la letra a cargo del señor Mick Jagger. En un primer momento, ambos grabaron juntos esta canción en la que a Jagger le correspondía cantar mientras que Stewart llevar el mando de las operaciones en cuanto a producción y sonido de la guitarra.

El resultado de esta unión sería magnífico, pero se les ocurriría la idea de que podrían rizar el rizo incorporando una voz femenina que se alternara con la de Jagger a la hora de interpretar la canción. Dicho y hecho se pusieron manos a la obra y la elegida sería Sheryl Crow quien con su aportación convertiría “Old Habits Die Hard” en un auténtico lujo para escucharlo una y otra vez.

Por cierto, no quiero cerrar la sección de hoy sin contaros algo de Sheryl Crow, una artista a la que admiro bastante ya que siempre ha sido una auténtica luchadora. Con tan sólo cinco años de edad comenzó a estudiar piano y con trece compuso su primera canción. Sus primeros pasos los dio escribiendo para otros artistas y sus primera puesta en escena le llegaría de la mano de Michael Jackson que la incorporaría a una de sus giras como miembro de su coro de acompañamiento.

Viendo que su carrera no acababa de despegar entró en una profunda depresión de la que tardó en recuperarse prácticamente un año, tras lo cual consiguió por fin triunfar como cantante. Después vendría su matrimonio con el ciclista Lance Armstrong para descubrir que había estado conviviendo durante unos cuantos años con uno de los mayores tramposos y mentirosos de la historia del deporte. Una artista digna de admiración, no cabe duda.

LA ÚLTIMA DE LA GRAMINOLA

Como cada semana llegamos a uno de los momentos más esperados, el de nuestra contraportada, porque ésta es sinónimo de grandísima música. Una página que nos sirve para recordar algún evento, darnos cuenta de que la música española nos ha dejado grandes momentos y descubrir alguna nueva joya. Así pues vamos ya a rematar la faena como todos os mereceís, con tres grandes canciones más.

EFEMÉRIDE

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No sabría si calificarle como un actor que cantaba o como un cantante que actuaba, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que tanto en una como en otra faceta se mostraba igual de enloquecido. Recordamos la figura, mítica figura diría yo, de John Belushi, ya que el 24 de enero de 1949 se producía su nacimiento. A buen seguro que ni sus padres ni nadie de los allí presentes sabían bien la que se les venía encima.

Hay ocasiones en las que una simple broma termina desencadenando en un acontecimiento musical destacable. El artista que protagoniza la efeméride de esta semana es uno de los más claros ejemplos de esta situación ya que prácticamente de la noche a la mañana pasó de ser un cómico y actor que hacía reir en la televisión norteamericana con sus intervenciones en uno de los programas de más audiencia y popularidad de la historia, a ser protagonista de una banda musical adorada por el público y considerada poco menos que de auténtico culto.

John Belushi era un alocado actor que adquirió gran popularidad a partir del año 1975 gracias a sus intervenciones en el programa “Saturday Night Live” interpretando disparatados personajes. Su conexión con Dan Aykroyd, otro de los protagonistas del programa, fue tan profunda que pronto se convirtieron en el dúo de personajes televisivos de mayor popularidad en su país.

Dentro de sus habituales gags, se les ocurrió formar una banda ficticia a la que bautizarían como “The Blues Brothers”, pasando a interpretar grandes clásicos del blues acompañados por la banda de músicos que aparecían cada noche en el programa. De manera inesperada lograrían un tremendo éxito y una formidable aceptación por parte del público, lo que les llevaría a formar su propia banda con otros músicos ajenos al programa y convertirse en uno de los grupos más populares de la historia de la música.

Su imagen se haría icónica, siempre ataviados ambos con traje y corbata negra, camisa blanca, un sombrero también negro y gafas de sol oscuras. Sus actuaciones eran disparatadas a la par que excepcionales en lo que al aspecto musical se refiere, llegando su punto culminante con el rodaje de una película maravillosa de la que ya os he hablado en estas páginas en varias ocasiones y que en nuestro país tomó el título de “Granujas a Todo Ritmo”.

Si hay una canción que de inmediato asociamos a su imagen ésa es “Everybody Needs Somebody”, un tema excepcional compuesto en el año 1964, que se dio a conocer por primera vez en la voz del mítico Solomon Burke y que ha sido versionado hasta la saciedad. Eso sí, si hablamos de esta canción tenemos que hablar de la versión que Belushi y Aykroyd nos regalaron con un ritmo trepidante y alocado, como solamente ellos eran capaces de conseguir.

Rendimos desde aquí de algún modo tributo a la figura de John Belushi quien vino al mundo tal día como hoy del año 1949. Lamentablemente, su manera alocada de interpretar su papel y de moverse sobre un escenario no era otra cosa que el fiel reflejo de su manera de entender la vida. Se sumergió muy pronto en el mundo del alcohol y las drogas y en el año 1982, cuando apenas contaba 33 años de edad, fallecería víctima de sus excesos. Vivió demasiado deprisa y se salió de la vida en una curva demasiado pronto.

LA EDAD DE ORO DE LA MÚSICA ESPAÑOLA

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Otro de esos grupos españoles cuya música estuvo siempre por encima de su éxito. A base de buen rock & roll y acercándose al sonido country-rock y tex-mex en algunas ocasiones, fueron capaces de ofrecernos canciones inolvidables. Se hacían llamar Desperados, procedían de Madrid y hoy nos visitan para ofrecernos uno de sus temas más representativos.

El mundo de la música de nuestro país está repleto de injusticias. Son muchas las ocasiones en las que grupos que han sido capaces de ofrecer muy buena música no llegan a tener la repercusión que merecen por distintos motivos. La banda que protagoniza la sección dedicada a la música española de esta semana es uno de los más claros ejemplos. Un grupo al que se le puso una etiqueta equivocada, al que no se promocionó debidamente y que terminaría sumiéndose en una espiral de constantes entradas y salidas de sus componentes que acabaría por llevárselos por delante. Estoy hablando de Desperados.

La verdad es que su formación fue bastante singular ya que se produjo al juntarse tres amigos del madrileño barrio de Salamanca, Amando Cifuentes, Juan Luis Vizcaya y Rafa Hernández, este último tras marcharse de La Frontera, y los hermanos Guillermo y Fernando Martín, procedentes de Carabanchel, demostrando que la música es universal y es capaz de juntar en una misma banda a pijos y macarras. Que nadie se sienta dolido por estos estereotipos, lo digo en tono cordial. Yo mismo soy de Carabanchel y a mucha honra.

Desde el primer instante se les catalogó como “tex-mex” y lo cierto es que eran mucho más que eso. Cierto es que sus canciones más representativas se movían en ese terreno y cuando actuaban en vivo, ese tipo de canciones eran las que más aceptación tenían entre el público, pero lo cierto es que lo que realmente eran es una auténtica y gran banda de rock & roll.

En el año 1985 se incorporaba al grupo Javier Encinas “El Moro”, excomponente de grupos como Mermelada o Mamá, quien iba a darle a su sonido el toque definitivo. De esta manera, ese mismo año publicaban su primer trabajo bajo el título de “Tres Cipreses”, un disco muy recomendable y que rezuma rock & roll de los 80 por todos sus poros.

Entrelas canciones que integraban su álbum de debut se incluía una de las canciones más marchosas de aquellos tiempos y con la que se darían a conocer a lo grande. Un auténtico himno que no podía faltar en cualquier noche de desenfreno en los garitos habituales de la noche madrileña como era este “Molly”.

En un primer momento su proyección era la adecuada, pero en el año 1987 sufrirían un tremendo golpe con el fallecimiento de Javier Encinas. Muchos pensaron que ése sería el principio del fin pero ellos continuarían adelante durante algún tiempo más ofreciendo muy buena música. Lamentablemente, los resultados comerciales no fueron los esperados y la crisis discográfica se los iría llevando por delante poco a poco en gran medida debido a los constantes cambios que se produjeron en su formación y a algunos giros innecesarios a la hora de hacer música.

NOVEDAD

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Los años no pasan por él y su talento permanece intacto hasta el punto de publicar discos como auténticas rosquillas. Acaba de salir al mercado un nuevo álbum del señor Van Morrison, que una vez más demuestra que quien tuvo, retuvo. No es fácil ser referente de cinco generaciones distintas pero él lo ha conseguido a lo largo de toda su carrera … y lo que todavía nos queda por ver.

La novedad de esta semana nos llega de la mano de un asiduo a esta sección porque no en vano ha publicado nada más y nada menos que cuatro discos en los últimos dos años, todos ellos de una calidad más que evidente. Un auténtico veterano en estas lides que acaba de sacar al mercado su disco de estudio número 40. Me estoy refiriendo al señor Van Morrison.

A pesar de haber superado con creces los 70, el irlandés se encuentra en plena forma dando rienda suelta como siempre aa su talento. Es de esos artistas que nunca engaña a nadie, de los que ya sabes lo que te vas a encontrar en sus discos, pero a pesar de ello nunca cansa a sus incondicionales, que son muchos. Además, se ha ganado el derecho a ser respetado por la crítica especializada, en gran medida porque sus trabajos muestran siempre un nivel excepcional.

En esta oportunidad nos ofrece un disco titulado “The Prophet Speaks” en el que alterna composiciones propias con versiones de algunos grandes clásicos de gente como John Lee Hooker, Sam Cooke o Solomon Burke, entre otros, dejando su impronta inconfundible en todas y cada una de ellos.

Entre las nuevas canciones más destacadas de este álbum se encuentra “Spirit Will Provide”, un tema que se adentrá en el rhythm & blues que él sabe manejar tan bien, en el que el teclado del piano suena con la fuerza habitual, aunque con un ritmo un tanto pausado, aderezado todo con su habitual y magistral manera de interpretar. Algún día toda la música será así (ojalá).

Por hoy aquí lo dejamos. Ya ha comenzado la cuenta atrás para que dentro de siete días nos volvamos a ver, leer y escuchar.

Hasta entonces, Graminoleños.

JUAN JOSÉ GOMARIZ


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