Revista Música

La graminola – número 62 – 31 de enero de 2019

Publicado el 30 enero 2019 por Perendengon

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

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Ya sabéis que la base de la revista es dar un pequeño repaso con las novedades que presentaban las listas de éxitos que he ido confeccionando desde hace cincuenta años. Cada nuevo número empezamos por la lista actual de cada semana y a continuación seguimos viajando hasta las listas de hace 50, 40, 30, 20 y 10 años. Todos los éxitos de la música desde el año 1967 irán apareciendo por aquí.

Junto a las listas distintas secciones a cada cual más recomendable. En “Los Pioneros” rememoramos la música y los artistas que inspiraron a todos los que vinieron después. Nuestro póster, a doble página en el centro desmenuza cada semana un disco que fue, es y será muy grande. En la sección “Comparte Que Algo Queda” disfrutamos de duetos de los de verdad, de grandes momentos compartidos de la múisca. Por último, la contraportada es el auténtico  colofón con noticias de actualidad, efemérides y música española.

Echándole un vistazo a la portada de cada día os podéis hacer una idea del contenido de la revista. Junto a cada fotografía hay un texto que contiene un link que te lleva directamente a la página en cuestión, pero yo os recomiendo ir por orden, ir leyendo desde el principio al final porque la música lo merece. Y recordad que siempre estaré abierto a cualquier crítica, consejo, sugerencia o petición que vosotros, Graminoleños, me hagáis.

NUESTRA PORTADA

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

Esta semana la lista de actualidad se pone romántica gracias a Lukas Graham y Ed Sheeran.

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Si hay un estilo musical por excelencia que se puede considerar “pionero” ése es el “doo-wop”. Hoy vienen a “La Graminola” tres canciones pertenecientes a este registro que insipirarían a muchos amantes de la música melódica.

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La lista de los años 60 de esta semana nos trae relevo en el número 1 y una nueva entrada protagonizada por un proyecto bastante peculiar que logró bastante éxito en aquellos tiempos. Se trata de “The Ohio Express” y hacían pop al estilo de los 60.

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La música de los 70 de esta semana nos sumerge en el mundo de la música-disco con uno de los grandes clásicos de entonces de la mano de Cherry Laine.

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Una semana más tenemos un póster central de auténtico lujo. Existe un antes y un después en la carrera de Blondie con la publicación de este maravilloso “Parallel Lines”, un grandísimo disco que además esconde un sinfín de curiosas historias que rodearon su grabación y publicación. Un álbum para escucharlo una y otra vez.

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Para rememorar la música de los 80 requerimos en esta ocasión los servicios de uno de los representantes de la música romántica de entonces: Eros Ramazzotti.

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El protagonismo de la música de los 90 de esta semana recae en exclusiva sobre las espaldas del señor Bruce Springsteen que colocaba en nuestra lista un tema inédito que se incluía en una caja con cuatro discos que es imprescindible en cualquier colección que se precie. Una balada romántica maravillosa que no és más que la punta del iceberg de lo que se incluía en ese box denominado “Tracks”.

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Para cerrar el repaso a la música de otras décadas hemos elegido esta semana a un descomunal grupo que nunca nos defrauda, los norteamericanos Green Day.

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La sección que dedicamos cada semana a las grandes colaboraciones nos trae una que se convirtió en habitual protagonizada por Jon Anderson y Vangelis.

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La contraportada nos trae rock duro de actualidad, música española repleta de sensibilidad y la música de un grandísimo grupo como fueron Roxy Music, los chicos de aquí al lado, que se iniciaron en las aguas del glam-rock y paso a paso se convirtieron en una de las bandas más elegantes del panorama musical. Gran cierre.

LA LISTA DE LA GRAMINOLA

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

Algo parece que está cambiando pero no debemos confiarnos. No sé si es solamente una impresión mía o si realmente está sucediendo, pero últimamente tengo la sensación de poco a poco el dichoso reggaetón está avanzando más despacio. Sigue siendo el estilo más representado en cualquier lista de éxitos, incluida la nuestra, pero otras músicas están empezando a comerle el terreno. Ojalá que ésta sea la tendencia a parir de ahora.

Hago este comentario porque las dos nuevas entradas que registra la lista graminoleña de actualidad que estrenamos el pasado domingo 27 de enero son dos temas románticos, dos baladas, que si bien tampoco pasarán a la historia de la música se dejan escuchar y su sonido es millones de veces más llevadero que el dichoso trap. Así pues, con la esperanza de que los tiempos estén cambiando, vamos a viajar hasta Dinamarca y Gran Bretaña para hacernos eco de esas dos nuevas adquisiciones para la familia graminoleña.

Cuando escuché por primera vez a Lukas Graham pensé que era otro de los muchos cantantes británicos que han surgido en los últimos años ofreciendo música romántica y sencilla, pero lo cierto es que no se trata ni de un solista ni su música viene desde el Reino Unido. Ellos son un grupo danés que apareció en el año 2015 en el panorama musical internacional para quedarse y que ahora colocan en nuestra lista uno de los temas incluidos en su último trabajo titulado “3 (The Purple Album)”.

El grupo liderado por Lukas Forchhammer, acompañado por Mark Flagren y Magnus Larsson, nos ofrece en esta ocasión una balada titulada “Love Someone” que habla del amor en estado puro y en todas sus modalidades, mostrando como siempre una sensibilidad especial en su letra y unos arreglos bastante cuidados. Lo dicho, para empezar a marcar nuevas tendencias no está nada mal.

De Dinamarca nos trasladamos a Inglaterra para disfrutar de la segunda entrada de la semana. Parece mentira que esta canción esté incluida en un álbum que se publicó a principios de 2017, hace ya dos años, pero lo cierto es que el éxito que Ed Sheeran ha logrado con “Divide” no está al alcance de la mayoría de los mortales por lo que podría decirse que nos encontramos ante uno de los artistas con mayor proyección del momento. En cuanto a ventas, para que hablar, ha batido todos los records habidos y por haber con este álbum que aún hoy en día se mantiene etre los más vendidos.

El romanticismo, las baladas y los medios tiempos son las señas de identidad más evidentes en la carrera del inglés y en esta ocasión no se va a salir de esa línea. Si algo funciona bien, casi a la perfección, para que cambiar, y si hay algo que está muy claro es que con ese sonido acústico, melódico, pausado y romántico a él le va pero que muy bien.

La canción que nos ofrece en esta oportunidad está basada de algún modo en sensaciones personales ya que habla de una relación rota pero vista desde la perspectiva de la felicidad que la otra persona ha alcanzado finalmente con un nuevo amor. Una canción en la que Sheeran se inspiraría al encontrarse con una antigua novia y su nueva pareja y darse cuenta de que con su nuevo novio había alcanzado la felicidad que no habría logrado con él. No sé si calificar todo esto como romanticismo en estado puro o autentica autocompasión.

El título de esta composición que ha colocado en nuestra lista esta semana es “Happier” y viene acompañada de un videolcip en el que utiliza por segunda vez una marioneta que representa su persona y que guitarra en mano nos cuenta todas esas vivencias personales que han dado lugar a este nuevo éxito dentro de su carrera.

LOS PIONEROS

Sin duda alguna ya os habréis dado cuenta de que el “doo-wop” es uno de los estilos más recurrentes que han aparecido por la sección de “Los Pioneros” de “La Graminola”. Y es que en los años 50 fue el sonido que más triunfó y que se convirtió en una especie de preludio del giro que iba a dar el mundo de la música a partir de la década siguiente.

Podría decirse que a partir de este estilo, gracias a su evolución, el twist y en cierta medida el rock irían tomando cuerpo, pero también sentarían las bases para lo que se ha dado en llamar la música melódica, un término generalista que ha servido para incluir en él sobre todo canciones de toque romántico y ritmo lento, las grandes baladas de siempre.

Así pues, esta semana os ofrezco tres ejemplos de canciones que fueron interpretadas por grupos vinculados totalmente al “Doo-wop” pero que se salían de algún modo de sus cánones, adentrándose en el terreno de esa música que llegaría poco después interpretada en la mayoría de las ocasiones con el apoyo de una orquesta, esos grandes “crooners” de la década de los 60.

THE PENGUINS / EARTH ANGEL

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Para empezar vamos con uno de esos grupos que logró el éxito de manera un tanto sorprendente con su primera aparición en escena y que poco a poco se fue diluyendo para convertirse en uno de los primeros casos de “one hit wonder”. Eso sí, la impronta que dejarían con la canción que viene a continuación sería muy grande e influyente dentro de la historia de la música.

En el año 1954 se creó un grupo denominado “The Penguins” que intentaba abrirse camino en el panorama música norteamericano. Sus medios eran bastante rudimentarios y cuando les llegó la oportunidad de sacar al mercado su primer sencillo iba a producirse una situación apresurada que sería fundamental para que lograran el éxito de manera inmediata.

Para darse a conocer grabaron una canción titulada “Hey Señorita”, pero sin demasiada convicción de que fuese a ver la luz. Sin embargo, un sello discográfico independiente les ofrecería publicarla como sencillo y entonces se encontraron con el problema de que había que grabar aprisa y corriendo otra canción para incluirla en la cara B. De esta manera, se encerrarían en un garaje propiedad de uno de sus componentes para ofrecerle a la discográfica una maqueta del tema que podía encajar como cara B de su presentación en sociedad.

Las prisas les llevarían a realizar una grabación muy rudimentaria. Amortiguaron con unos almohadones el sonido de los tambores para que no apagara el de sus voces y tuvieron que realizar un sinfín de tomas ya que el perro de una vecina no paraba de ladrar y sus ladridos se escuchaban perfectamente en la grabación. Además, por error se produjo un silencio de cinco segundos de duración en la parte inicial, pero eran tanta la presión a la que que su sello discográfico les estaba sometiendo que finalmente mandaron la grabación tal cual les quedó.

Lo que apuntaba a convertirse en un tremendo desastre se transformaría en todo un acierto. Cuando mandaron las correspondientes demos a algunas emisoras radiofónicas para que emitieran “Hey Señorita” en antena, se encontrarían con que el disck-jockey de una de ellas se equivocaría al hacerlo y en su lugar pondría esa cara B que no estaba todavía terminada. Su sonido rancio e improvisado cautivaría al público y finalmente sería editado tal cual resultó en la grabación realizada en el garaje, logrando un tremendo éxito superando con creces el logrado con la cara A. Esa canción no es otra que esta maravillosa balada titulada “Earth Angel”.

El éxito de esta canción sería tremendo y con el paso del tiempo se ha convertido en un clásico de la música de los 50. Sin embargo, el listón fue colocado demasiado alto y The Penguins jamás fueron capaces de crear algo que ni tan siquiera se le aproximara, lo que originaría finalmente su desaparición. La casualidad les hizo reyes por un día y la realidad les convirtió en terrenales. Por cierto, si os fijáis en la portada del single aparece como cara A “Earth Angel” y como cara B “Hey Señorita”. Cuando la primera empezó a subir y subir en las listas de éxitos se reeditaría el sencillo con el orden de ambas caras invertido, como debía ser.

THE CREW CUTS / SH-BOOM

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En unas líneas similares se mueve la segunda canción “pionera” de esta semana. De nuevo nos encontramos en el año 1954 momento en el que apareció en el mercado una canción que está considerada como una de las primeras pertenecientes al “Doo-wop”, mostrando bien a las claras que la evolución de este estilo fue constante, sobre todo en sus primeros momentos.

Para ello viajamos hasta Canadá de donde procedían cuatro jóvenes que se hacían llamar “The Crew Cuts”, quienes en un primer momento vieron como su discográfica encaminaba su carrera hacia el público adolescente para poco después darse cuenta de que eran capaces de llegar a un público más amplio y de mayor edad. Uno de los primeros grupos en los que la imagen empezó a contar casi tanto como su música.

Con un pelo corto, un peinado elegange y una vestimenta del mismo corte, adquirieron cierta notoriedad en su país pero sin acabar de romper definitivamente. Por ello, con las pocas ganancias que lograron con algunas actuaciones, se trasladaron a Nueva York donde comenzaron a llamar la atención del público de aquel país, aprendiendo a cantar y desenvolverse mejor sobre un escenario. Ya de regreso a Canadá conseguirían por fin el éxito que se les había negado hasta ese instante gracias al que iba a convertirse en el primer sencillo de su carrera.

Alejados ya definitivamente de la etiqueta de música para adolescentes nos regalarían otro de los grandes clásicos de la música de los 50 como es “Sh-Boom”, con un estribillo y un soniquete muy pegadizo que cautivó al público de manera imediata.

Para estar considerada esta composición como uno de los pistoletazos de salida del “Doo-wop” … pues que queréis que os diga que no lo acabo de ver. Está claro que la evolución de este estilo fue rápida, contundente y evidente.

THE TEENAGERS / WHY DO FOOLS FALL IN LOVE?

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Para terminar la “peculiar” sección pionera de esta semana, vamos con otro de los grandes clásicos de la música de los 50. Para ello nos situamos en el año 1956 y conocer la historia de un grupo bastante singular que logró el éxito más rotundo gracias a una canción que esconde unos antecedentes no menos singulares.

Para conocer su historia hemos de situarnos en el mismísimo Harlem. Unos jóvenes adolescentes capitaneados por un portorriqueño llamado Herman Santiago forman un grupo al que le ponen el nombre de “Coupe de Villes”. Su escenario de pruebas es el edificio de apartamentos donde viven los muchachos y muy pronto se va a poner en contacto con ellos un chaval de tan sólo 13 años de edad que va a ser fundamental en su carrera.

Este chiquillo, a pesar de ser prácticamente un niño, pide ser admitido en la banda y tras escucharle cantar deciden darle el visto bueno. Su nombre es Frankie Lymon y muy pronto va  a desbancar a Santiago en sus labores de vocalista principal. Éste no sería el único cambió que se produciría en el grupo con su llegada ya que a partir de ese momento también cambiarían su denominación pasando a llamarse The Teenagers, aunque cuando por fin adquirieron popularidad también serían conocidos como Frankie Lymon & The Teenagers.

Una tarde, mientras cantaban en los pasillos del edificio en el que vivían, vieron como se les acercaba un vecino. En un primer momento pensaron que llegaba para echarles la bronca y decirles que pararan de cantar, pero su intención era muy distinta. Venía con unos papeles en la mano que eran cartas de amor que él mismo había escrito en su tiempo a una de sus novias, con el objeto de que ellos pudieran componer una canción basándose en lo que él había escrito.

De esta manera surgiría uno de los grandes clásicos de la música de todos los tiempos como es “Why Do Fools Fall in Love?”, que interpretado en la voz principal por Lymon conquistaría el corazón de los norteamericanos de manera inmediata.

Como suele suceder en los casos en los que el éxito desorbitado le llega a personas muy jóvenes, no serían capaces de asimilar su nueva situación, sobre todo en el caso de Lymon, y de inmediato comenzaría su autodestrucción. El vocalista emprendería una vida alocada y llena de excesos que le llevarían a casarse hasta tres veces antes de cumplir los 20 años. Su fin llegaría unos pocos años después cuando murió como consecuencia de una sobredosis de heroína con únicamente 25 años de edad.

LISTA DE LOS AÑOS 60

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Llega el momento de iniciar el recorrido a través de las listas graminoleñas de otros tiempos y recordar esas canciones que son parte de nuestra vida, parte de nuestra historia. Para empezar nos trasladamos hasta el 27 de enero de 1969, momento de estreno de una lista en la que asistiámos al relevo en el número 1 y a la nueva entrada de unca canción con un sonido a pop sesentero por los cuatro costados. Vayamos con ambas.

Tras 7 semanas en lo más alto, Los Canarios y su inolvidable “Get On Your Knees” daban paso a la británica Mary Hopkins que asaltaba el puesto más privilegiado de nuestra lista con “Those Were the Days”, lugar en el que permanecería durante 6 semanas.

Sobre esta canción ya os hablé en su momento, por lo que simplemente os refrescaré un poco la memoria sobre todo lo que la rodeó. Se trata de un tema que pertenece a la música tradicional rusa compuesta a principios del siglo XX y que sería interpretada por distintos artistas de esta nacionalidad a lo largo de la historia. Pero sería en el año 1967 cuando adquiriría cierta notoriedad con la versión que realizaría el cantante Gene Raskin en inglés cambiándole la letra y adaptando su título.

El mismísimo Paul McCartney quedaría cautivado por esta canción y comenzaría la búsqueda de algún artista que pudiera interpretrarla con unos nuevos arreglos creados por él mismo. La agraciada sería una joven galesa llamada Mary Hopkin, una cantante que acababa de dejar un grupo denominado Selby, Set & Mary con el que hacían música relacionada con el folclore galés y que iba a adentrarse en el terreno del pop gracias a la producción de McCartney.

La única entrada que reflejaba la lista de los años 60 que estamos recordando en el número de hoy nos llegaba desde los Estados Unidos de la mano de un grupo bastante atípico ya que más que una banda al uso eran una especie de franquicia. Su sonido, eso sí, no tenía ningún misterio ya que sonaba a pop de los 60 por los cuatro costados, un estilo que fue bautizado en su día como “Bubblegum Pop”, traducido sería algo así como pop de chicle, porque todo el mundo lo “mascaba”.

Este grupo atendía al nombre de Ohio Express y durante unos cuantos años encadenó una serie de éxitos a ambos lados del Atlántico. Lo curioso del caso es que no se trataba de una banda propiamente dicha sino de un proyecto de un sello discográfico norteamericano en el que contaban con músicos de estudio para ir publicando sencillos cambiando su composición de manera continua, siendo el único nexo de conexión el vocalista principal que durante la trayectoria de la banda también cambiaría en varias ocasiones.

Esta fórmula era más habitual de lo que pensamos en aquellos tiempos. Sin ir más lejos, The Archies tendrían una estructura idéntica a la de Ohio Express por lo que queda claro es que esta manera de adentrarse en el mercado musical funcionaba a la perfección. Centrándonos en los chicos de Ohio cabe decir que su época dorada, la época en la que cosecharon sus mejores resultados, coincidiría con el momento en el que Joey Levine tomó los mandos como vocalista del grupo. De hecho, los temas que colocaron en nuestra lista graminoleña fueron grabados con él como eventual líder de la banda.

Entre las canciones publicadas con Levine al mando de las operaciones se encuentra el tema que colocaban en nuestra lista aquel día. Una canción con el habitual sonido pop de la época titulado “Chewy Chewy” en la que el teclado del órgano marca el ritmo. Con ella nos acompañarían durante 29 semanas para alcanzar el top 8.

LISTA DE LOS AÑOS 70

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Seguimos nuestro recorrido a través de las listas graminoleñas de otras épocas y nos situamos ahora en el 27 de enero de 1979. La música disco estaba en pleno apogeo aunque ninguno nos podíamos imaginar que estaba dando sus últimos coletazos, y en ese terreno se movía el tema que se incorporaba a nuestro ránking aquel día.

Nos encontramos ante uno de los grandes clásicos de la música disco de finales de los 70, aunque su protagonista es una de esas artistas consideradas como “one hit wonder” ya que después de llegar a lo más alto en todo el mundo con esta canción prácticamente desaparecería de la circulación. Estoy hablando de Cherry Laine.

Su verdadero nombre era Sofía Ejano y a pesar de haber nacido en Jamaica se instalaría en Alemania, lo que sería fundamental para lograr el éxito que cosechó ya que se fijaría en ella uno de los grandes promotores de la música disco de los 70 en el centro de Europa como fue Frank Farian responsable de la aparición de grupos como Boney M o Eruption. Cherry intentó abrirse camino en el mundo de la música formando parte de algunas bandas de soul y funk pero finalmente dirigiría sus pasos hacia la música para bailar aconsejada por Farian.

A base de un ritmo frenético y apoyándose en una potente voz, Cherry nos regalaría “Catch the Cat”, una de las canciones más identificables con la música disco que se hizo en Europa a finales de los 70 y con la que nos acompañaría en nuestra lista durante 34 semanas para alcanzar el top 3.

Llama poderosamente la atención que después del tremendo éxito que cosechó con este tema, la jamaicana no fuera capaz de cuanto menos hacerse notar con alguna que otra composición. Con la llegada de los 80 la música disco cayó en desgracia y se llevó por delante a todos los que no fueron capaces de reciclarse y evidentemente ella no supo verlo.

EL ÁLBUM DE LA SEMANA

Hay ocasiones dentro del mundo de la música en las que aprovechar bien las oportunidades que se brindan es fundamental para la carrera de los artistas que deciden cambiar algo en su manera de enfocar su carrera. El grupo que protagoniza el póster central de nuestra revista esta semana supo entender esta circunstancia y tomar la decisión adecuada cuando en el año 1978 introdujo algunos cambios en su forma de hacer música y gracias a ello se convirtió al tercer intento en uno de los grupos de referencia del momento.

La banda a la que me refiero no es otra que Blondie, con la maravillosa Debbie Harry a la cabeza, quienes por fin consiguieron ser profetas en su tierra y tras convertirse en uno de los referentes de la new wave demostraron a todo el mundo que eran capaces de moverse en otros registros a la perfección, creando el mejor álbum de su carrera, uno de esos discos imprescindibles en cualquier colección que se precie, del que no solamente hay que destacar su música sino que también hay que fijarse en todo lo que rodeó su creación y grabación.

Así pues, vamos a disfrutar a lo grande de la música que contiene ese grandísimo álbum que es “Parallel Lines” y que supone un antes y un después dentro de la carrera de Blondie. No os lo perdáis, me lo agradeceréis.

BLONDIE / PARALLEL LINES

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Blondie ya habían publicado por aquel entonces dos discos, el último apenas seis meses antes de que se encerraran de nuevo en el estudio de grabación, y aunque se habían convertido en Europa en uno de los grupos más elogiados e identificados con la new wave no habían acabado de romper definitivamente. Además tenían una espina profundamente clavada ya que en Estados Unidos la repercusión de esos dos primeros trabajos había sido bastante poca.

Eran conscientes de que tenían que introducir algunos cambios si querían conquistar al público norteamericano con su tercer disco y no les temblaría el pulso a la hora de tomar decisiones. Para empezar se iba a producir el primer cambio en su formación ya que el bajista Gary Valentine iba a abandonar la banda siendo sustituido por Nigel Harrison, decisión arriesgada pero que iba a resultar bastante acertada. Pero el principal cambio iba a llegar en lo relativo a las tares de producción y ahí es donde radicaría la clave del éxito.

El cambio más importante iba a llegar en las tareas de producción. El elegido en esta ocasión sería Mike Chapman, uno de los productores de moda en los Estados Unidos en aquel momento y que estaba llevando a la senda del éxito a un buen número de grupos tales como Smokie, The Sweet, Suzi Quatro o Racey, entre otros. Desde el primer momento pudieron comprobar que no se habían equivocado en la elección. Eso sí, Champan les dejaría bien claro desde el primer momento que debería de abandonar en gran medida su estilo más vinculado hacia el punk para adentrarse en el terreno de la música pop, algo que en un primer momento ellos miraron con cierto recelo, aunque el tiempo iba a darle la razón a su nuevo productor.

Chapman tenía las ideas muy claras y una de sus imposiciones sería que la primera canción del álbum, la que abriera el que se suponía iba a ser el disco del cambio, debía tener un ritmo atractivo para el público y llamar la atención de quien lo comprara dándose cuenta de que Blondie habían evolucionado y modificado su sonido. Quería que fuera una especie de carta de presentación de lo que iba a suponer para el mundo del pop y del rock este “Parallel Lines”.

Para ello, apostaría sobre seguro y repescaría una canción que había sido compuesta y grabada dos años antes sin que tuviera demasiada repercusión. El autor de esta composición era Jack Lee y el grupo que la interpretó por primera vez en su álbum de debut The Nerves, una banda con la que Debbie mantenía muy buena relación por lo que no hubo problema en que accedieran a que Blondie realizara una nueva versión de esta canción al estilo Chapman.

Esta canción no es otra que “Hanging on the Telephone”, la canción que abre el disco y que indica claramente los derroteros por los que se va a mover el resto del álbum, un sonido más contundente y una Debbie Harry que a pesar de sonar más firme que siempre seguía manteniendo intacta su imagen de auténtico sex-symbol de la época, no en balde antes de dedicarse de lleno a la música trabajó una pequeña temporada como “conejita de Playboy”.

Una de las cosas que tenía más claras Chapman era que Debbie Harry tenía que cobrar todavía más protagonismo, tenía que dar el paso definitivo para convertirse en la auténtica líder del grupo. Cierto es que entre el público masculino ese liderazgo lo había adquirido desde el instante en el que irrumpieron en el panorama discográfico, pero lo que el productor quería era que sacara toda su personalidad para convertirse no solamente en la imagen de la banda sino en la imagen de la música de finales de los 70. Y bien que iba a conseguirlo.

La tarea sería difícil y complicada ya que Chapman presionaría hasta la extenuación a Harry que acabaría en más de una ocasión refugiada en el cuarto de baño llorando a mares. Sin embargo, con esta presión, el productor lograría que la cantante sacase todo lo que llevaba dentro, lo que resultaría clave a la hora de grabar las canciones que conforman el álbum, y lograría lo que se proponía, que Debbie conquistara tanto por su físico como por sus interpretaciones al público norteamericano.

Por primera vez desde que se formó el grupo, Harry se abrió a los demás, algo que le había costado bastante hasta ese instante. Chapman logró que en una de sus canciones tratase un delicado tema personal que había sufrido la cantante en sus propias carnes y que pocos conocían. Eso sí, lo haría a su estilo porque el que se abriera a los demás no quería decir que se sumiera en una música taciturna, nostálgica o demasiado empalagosa, todo lo contrario. Me explico.

Años atrás, Debbie había tenido un novio con el que había terminado rompiendo ya que su relación no les conducía a ningún sitio. El muchacho no aceptó demasiado bien la ruptura y durante un buen tiempo estuvo martirizándola siguiéndola a todas partes y realizando constantes llamadas telefónicas a su casa, hasta el punto de que ella terminaría tomando la decisión de cambiar de domicilio para poner fin a esta persecución. Eran otros tiempos, como estamos comprobando.

De esta manera, Debbie compondría la que puede considerarse como una de las primeras canciones sobre acoso a las mujeres, aunque ella dijo en una entrevista que en aquellos tiempos no se le denominaba acoso sino que era simplemente “dar la lata”. Muchos podrían pensar que al estar inspirada en esas vivencias sería una canción lastimosa y lenta, pero la forma de entender la vida que ella tenía no caía en esas llamémosle ñoñerías y nos ofrecería una canción como “One Way Or Another” con un ritmo trepidante y que con el paso del tiempo se ha convertido en uno de sus grandes clásicos y una de las canciones más conocidas de Blondie, gracias a su inclusión en bandas sonoras y campañas publicitarias.

La labor de Chapman con ellos fue muy dura ya que según él mismo reconocería se encontró con un grupo de jóvenes que querían dedicarse a la música pero sin trabajar demasiado ya que su prioridad absoluta era la de pasárselo bien. Ellos mismos se definían como una banda “underground” y como tal se comportaban lo que provocaría que la tensión que se palparía en el ambiente mientras se grabó el disco se pudiera cortar con un cuchillo.

Chapman quedaría asombrado de la poca capacidad interpretativa que tenían la mayoría de los miembros del grupo, a excepción de Frank Infante del que reconoció que era una magnífico guitarrista. Para que nos hagamos una idea, a Jimmy Destri, el teclista de la banda, terminó por encomendarle tareas de composición ya que creía que estaba más preparado para ello que para tocar y con el batería Clem Burke estuvo a punto de llegar a las manos en varias ocasiones.

Pero la labor más complicada llegaría con el comportamiento de Chirs Stein. El guitarrista estaba enganchado a las drogas en aquel momento y era bastante habitual que llegara al estudio de grabación en unas condiciones deplorables. Era de los pocos que tenía una actitud más favorable a esforzarse y mejorar, pero el estado en el que se encontraba dificultaba mucho las cosas, enrarecía el ambiente y provocaba continuas discusiones entre todos por cualquier cosa.

Con todos estos condicionantes está claro que la figura de Chapman fue fundamental para que el grupo se transformara debidamente y fuera capaz de crear el disco que crearon. Poco a poco fue cambiando la actitud de los chicos y mejorando considerablemente su manera de tocar hasta lograr que en el momento de lanzar el primer sencillo del álbum todos hubieran mejorado como músicos y el ambiente pasase de estar enrarecido a irradiar euforia por todos los poros.

Ese primer sencillo que aparecería en el mercado sería “Picture This”, una canción en la que Debbie se muestra más contundente que nunca, mostrando una compenetración con sus compañeros que se había echado de menos de algún modo en los dos primeros trabajos. Estaba claro que la labor de Chapman había dado sus frutos, unos magníficos frutos.

Otra de las prioridades de Chapman era de que el sonido del grupo tenía que variar considerablemente, tenía que evolucionar y ser más ambicioso. Su idea de la música era que él mismo se movía con mayor comodidad en el terreno del pop, entendiendo como tal a una música que no pudiera ser etiqueta de manera evidente sino que se nutriera de distintos estilos. Las etiquetas de new wave, punk y similares que circulaban por el mecado discográfico en aquel momento y que eran las que le habían colocado a Blondie no iban con él, motivo por el cual no nos debe de extrañar en absoluto la versatilidad que muestran la mayoría de las canciones que integran este espectacular “Parallel Lines”.

En este sentido, uno de los más claros ejemplos de la manera de entender la música de Chapman y de su forma de producir y ayudar a sus “clientes” es la canción que aparece a continuación en el álbum, una de las más peculiares por no decir raras, algo que tampoco nos debe de extrañar ya que contaría con una colaboración bastante especial, la del alma máter de ese grandísimo grupo que fue King Crimson, el señor Robert Fripp.

Se trata de “Fade Away and Radiate”, una balada con un sonido que no se parece a ninguna otra de las canciones hechas por el grupo hasta ese momento, en el que el teclado de los sintetizadores lo llena todo y que muestra una variante excepcional en su final tendiendo a un sonido que recuerda al reggae. Una pequeña sinfonía en formato reducido.

Esta atracción por el reggae sería bastante recurrente durante toda la carrera de Blondie. De hecho, la canción más significativa de “Parallel Lines” tiene cierta relación con este estilo, como veremos un poco más adelante, y algunas de las composiciones que fueron incluidas en los siguientes discos y que lograron bastante éxito se adentraron ya de lleno en este sonido, siendo la prueba más evidene la maravillosa “The Tide Is High”.

Lo de cambiar de estilo está muy bien, pero habiendo transcurrido tan poco tiempo, cuatro años, desde la creación del grupo hasta esa evolución que tenían que llevar a cabo bajo el auspicio de Chapman, era de esperar que algunas de las canciones del álbum mantuvieran algunos toques de ese ramalazo punk que mostraron en sus primeros momentos.

Como os comentaba antes, Chapman se encontró a un grupo que se dejaba llevar prácticamente por sus impulsos y cuyos componentes no habían sido capaces de canalizar todo su talento en la dirección del éxito. Aquella época, con la aparición del punk y la new wave, daba la impresión de que todos los grupos que surgieron querían hacerlo todo muy deprisa y ellos no eran una excepción. Apenas cuidaban sus letras y en algunos momentos parecía que lo único importante era sonar contundentes y potentes. Aunque todo esto cambió con la grabación de su tercer álbum, alguna de las canciones, como por ejemplo la que viene a continuación, todavía tienen esos parámetros tan característicos.

Se trata de “Pretty Baby”, una canción más rockera e intensa que las que han sonado hasta el momento y en la que da la impresión de que han improvisado a la hora de tocar y componer, aunque dejándonos un resultado bastante más que aceptable. Una prueba evidente de esa mezcla de estilos en los que se estaba transformando su sonido.

Cualquier buen disco que se precie tiene que tener la característica principal de que sus canciones sean adecuadas para ser interpretadas en directo. De nada sirve sonar muy bien en el estudio con todos los avances correctores y todas las técnicas avanzadas si cuando hay que conquistar con ellas al público subidos en un escenario no suenan como debieran o no son las adecuadas. Por este motivo, las grandes bandas siempre incluyen en sus trabajos algunas canciones que escuchadas tal cual parecen prescindibles pero que muestran su justa medida cuando son interpretadas en la correspondiente gira.

Todo esto puede aplicarse al siguiente tema del disco, una canción que parece menor, incluso prescindible, pero que tiene todos los parámetros para convertirse en uno de los momentos más espectaculares de los conciertos promocionales que ofreciera la banda. Una canción en la que la guitarra de Frank Infante se muestra en estado puro, en toda su crudeza con un potente riff que se escucha prácticamente de principio a fin.

La canción a la que me refiero es “I Know But I Don’t Know”, compuesta por el propio Infante, y junto al acompañamiento de los teclados nos regala un contundente sonido de guitarras que, como ya os digo, era el ideal para convertirse en un clásico de sus actuaciones en vivo.

Por cierto, la letra de esta canción se tomó como una especie de reivindicación femenina, aunque yo no acabo de verlo. Eso sí, la personalidad y el carisma de Debbie Harry bastaba por si solos para ejercer esas funciones reivindicativas, no hacía falta más.

A continuación le llega el turno a una de las canciones más originales del álbum, tanto por su sonido como por su título. En ella nos ofrecen una interpretación que muestra bien a las claras que la labor desarrollada por Chapman surgió los efectos esperados ya que si comparamos la forma de tocar de todos los miembros masculinos del grupo en esta composición con la que mostraron en sus dos primeros discos, la evolución a mejor se hace más que palpable.

En esta ocasión el lucimiento corre a cargo de Clem Burke, uno de los que peor lo pasó con las continuas correcciones de Chapman, pero posiblemente el que más agradecería esas “clases magistrales” que el productor le regalaría ya que en mi modesta opinión es el miembro de la banda que más evolucionó y que más mejoró a la hora de tocar.

Esta canción lleva el título de “11:59”, de ahí viene ese comentario sobre la peculiaridad tanto de sonido como de título, y viene acompañada de una letra metafórica que puede significar cualquier cosa, yo no he sido nunca capaz de descifrarlo satisfactoriamente. Un tema con un sonido un tanto sesentero, quizás motivado porque el mismo año de su salida al mercado tuvo lugar el estreno de la película “Grease” y la verdad es que escuchándola detenidamente pienso que podría haber formado parte de su banda sonora perfectamente.

Otra de las cosas que logró Chapman con su trabajo fue que el grupo se estructurara debidamente a partir de ese instante. Stein, a pesar de sus problemas con las drogas, era la cabeza pensante, el que realmente dirigía las operaciones y el que tomaba las decisiones más importantes, vamos que él era el jefe. Infante era el mejor músico del grupo y en ese sentido solía ser el que llevaba el mando a la hora de grabar y tocar en vivo. Pero la figura de Debbie Harry lo eclipsaba todo.

A la hora de interpretar era capaz de mostrarse firme, casi brusca en algunas de las canciones más intensas, pero al mismo tiempo ofrecía su versión más dulce, con una voz aguda espectacular en los temas que así lo requerían. Si a eso le añadimos su tremendo atractivo como mujer, una especie de clon modernizado de la mismísima Marilyn Monroe, el resultado no podía ser otro que el de que su figura se convirtió en una de las mujeres más conocidas, populares y admiradas del mundo de la música en aquel instante. No cabía duda, la imagen de Blondie era ella y solamente ella, algo que como os comentaré en breve les acarrearía algunos problemas relacionados con la elección de la portada del disco.

En los momentos más intensos, Debbie lucía en todo su esplendor, dando muestras de que el punk y la new wave que les habían caracterizado hasta ese instante era donde se sentían más cómodos. Podían haber evolucionado hacia el pop y eso les había hecho más grandes, pero en cuanto podían intentaban sonar con mayor intensidad, como sucede con “Will Anything Happen?”, una de las composiciones más trepidantes de todo el álbum.

Nos acercamos ya al momento culminante del disco con dos canciones que podrían considerarse como el santo y seña de este álbum y de los nuevos Blondie. Son las dos canciones de mayor éxito del álbum, en mi modo de entender son además las dos mejores del disco, en las que más se nota la mano de Chapman en sus labores de producción y de, por así decirlo, fabricar un nuevo producto.

Para abrir boca con respecto a lo que vendrá después, nos llega una composición obra de Stein en la que nos encontramos a una Debbie dulce y melosa, con una voz suave como solamente ella sabía ofrecer. Y es que la cantante nos tenía acostumbrados a cambiar continuamente de registro según lo requiriese cada canción, siendo capaz de mostrarse enérgica y contundente o llegar a notas más agudas con las que ofrecía su cara más dulce y sensual.

La canción en cuestión no es otra que “Sunday Girl”, otro de los grandes clásicos de su carrera, en la que se arrojan en los brazos totalmente del pop de los 80 que estaba muy cerca de irrumpir en escena. Una canción que mostraba bien a las claras lo que iban a ser a partir de ese instante y con la que conquistaron al público de todo el mundo.

Pero si hay una canción que hay que considerar como la más representativa tanto del disco como de su nueva música, ésa es la que aparece a continuación en el álbum. Es curioso que la que terminó por ser la más importante de todas ellas, y posiblemente la más determinante de su carrera, apareciera como la antepenúltima en el álbum, algo no demasiado habitual ya que las grandes canciones suelen aparecer mucho antes. Esta circunstancia es indicativa de que ni ellos mismos pensaban que fuese a obtener el éxito que obtuvo, algo que tampoco es de extrañar al conocer su historia que procedo a contaros.

Esta canción no era nueva. Había sido compuesta en el año 1974 con el objeto de ser incluida en su álbum de debut, pero lo cierto es que no acababan de dar con la tecla para darle cuerpo. En un primer momento tenía un ritmo más lento y cadencioso, sonando prácticamente como si de un buen tema de reggae se tratase pero el resultado final no acababa de gustarles. Probaron a darle un toque más cercano a la balada, incluso como un blues, pero el resultado siempre era el mismo, les quedaba la sensación de que le seguía faltando algo, lo que les llevaba a descartarla continuamente.

Cuando Chapman se hizo cargo del grupo lo primero que les pidió fue que tocaran todas y cada una de las canciones que tenían en ese momento. Cuando terminaron, él les preguntó si eso era todo y en ese instante le dijeron que quedaba otro tema del que no habían acabado de encontrar el modo de interpretarlo satisfactoriamente, ese famoso reggae del que os estoy hablando. Les pidió que tocaran también esa canción y cuando la escuchó se dio cuenta de manera inmediata de que era un auténtico diamante en bruto, simplemente había que pulirlo.

Para sorpresa de todos, Chapman sí que encontró el modo de acabar esa canción de una vez por todas. Introdujo un sonido de sintetizadores que le dio más ritmo, así como unos arreglos de música disco, transformando esta composición tan lenta en otra más trepidante y bailable. Blondie habían cambiado, tocaban varios palillos en cuanto a estilo se refiere y ya se atrevían con todo, incluso con la música disco.

Por cambiar, el productor modificaría hasta su título. Inicialmente se había denominado “Once I Had a Love” y una vez pasada por su tamiz se transformaría en la mítica “Heart of Glass”, la canción más importante en la carrera de Blondie ya que con ella batirían todos sus records de ventas logrados hasta ese instante y demostrarían a todo el mundo que eran capaces de moverse en distintos registros a la perfección. Una descomunal canción que sería la responsable del cambio de estatus de la banda a nivel internacional y el empujón definitivo para ser por fin reconocidos como merecían en su país natal.

Tras el subidón que suponía “Heart of Glass” quedan otras dos canciones más que degustar, y aunque pueda pensarse que después de todo lo escuchado ya no podían ofrecer sensaciones similares, lo cierto es que esos dos temas que cierran el álbum mantienen el mismo nivel que el resto de las que lo componen, vamos que de relleno absolutamente nada.

Para empezar la despedida llega la segunda versión del álbum. Nos encotramos con una canción que en su día triunfó interpretada por el mismísimo Buddy Holly, por lo que podemos imaginarnos que Debbie y los suyos nos muestran con ella otro registro más en el que eran capaces de moverse. Posiblemente sea muy repetitivo, pero es que la esencia final de este “Parallel Lines” es mostranos a un grupo capaz de hacer buen pop, no renunciar a su esencia punk, adentrarse en el reggae o la música disco y sentirse cómodo con un buen rock & roll.

Así pues, con “I’m Gonna Love You Too” nos ofrecen una vibrante y brillante versión de un auténtico clásico del rock, mostrando en poco más de dos minutos que son capaces de poner en órbita a cualquiera que la escuche.

Llegamos ya al final de este magnífico álbum. Parece mentira que en el corto periodo de ocho meses que transcurrieron entre la publicación de su anterior disco y la aparición en el mercado de “Parallel Lines” pudieran ser capaces de cambiar sus registros de tal modo que se transformaran en una de las bandas más aclamadas y exitosas del momento. Sin ninguna duda, Chapman fue el gran artífice del cambio.

Para cerrar el álbum, llega la que posiblemente sea la canción más prescindible de todo el álbum, lo que no quiere decir que sea floja, ni mucho menos. Simplemente sucede que comparada con todo lo que han ofrecido hasta ese instante es tan bueno que queda un tanto eclipsada.

Se trata de una canción titulada “Just Go Away” en la que se escuchan con más intensidad de lo habitual las voces de los miembros masculinos de la banda a la hora de realizar los coros, algo poco habitual a lo largo de toda la carrera de Blondie.

La grabación de “Parallel Lines” estuvo rodeada de problemas y de situaciones casi extremas, pero el tremendo esfuerzo que todos realizaron para que saliera adelante merecería la pena. Cuando el disco estuvo terminado, el ambiente era más distendido y todo apuntaba a la tranquilidad y a la vuelta a la normalidad, se originaría una nueva polémica relacionada con la portada del álbum.

Para confeccionar la portada del disco, todos los miembros de la banda asistirían a una larga sesión de fotos en la que posaron de diferentes formas. En un momento determinado, se colocaron delante de un decorado que mostraba líneas paralelas verticales blancas y negras. Los chicos irían todos vestidos con trajes negros y Debbie con un vestido blanco que resaltaba todos sus encantos. En un momento determinado, les pidieron que ellos posaran sonriendo mientras que Debbie lo hiciera con gesto serio. Ellos accedieron a regañadientes ya que no querían salir sonriendo, no sin antes hacerles prometer a los responsables que esas fotos no se incluirían en ningún momento dentro del álbum.

La sorpresa, la desagradable sorpresa para el grupo, llegaría cuando vieron el resultado de la portada final. La foto elegida fue precisamente una en la que aparecían sonrientes contrastando con la seriedad de su compañera y con el doble contraste visual, por un lado ellos de oscuro y ella de blanco y por otro esas líneas blancas y negras que aparecían detrás de ellos. El enfado fue monumental pero la decisión estaba ya tomada y ésa sería la portada que llevaría “Parallel Lines”, algo que no saldría gratis ya que su mánager sería despedido de manera inmediata. Todos eran conscientes de que la figura de Debbie destacaba sobre las de sus compañeros pero ellos lo que querían es que no se acrecentara esa diferenciación áun más y que se diera una imagen de que todos eran iguales dentro de la banda.

Con polémicas o sin ellas, la portada quedaría espléndida y es otro de los grandes iconos dentro de su carrera y de la música de finales de los 70. Si a eso le sumamos la extraordinaria música que contiene no hay más remedio que calificar a “Parallel Lines” con una nota de sobresaliente, todos lo habéis podido comprobar hoy.

LISTA DE LOS AÑOS 80

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

Llega el momento de continuar con el repaso de esta semana a las listas graminoleñas de otras épocas y para empezar nos vamos a poner tan romanticones que de alguna manera nos va a entrar un pequeño bajón después de la marcha que nos ha ofrecido el póster central del número de hoy. Eso sí, romanticismo a la italiana de la mano de uno de los artistas de mayor éxito, incluso en nuestros días, de aquel país.

Eros Ramazzotti debió de pensar que había que aprovechar el tirón a finales de 1988 y llevó a cabo eso de “entre col y col, lechuga”, es decir, entre un disco y otro publicó un EP con únicamente cinco canciones buscando seguir en el candelero mientras se publicaba su siguiente álbum y de esta manera conseguir que el público no se olvidase de él. La verdad es que no era muy necesaria esta artimaña ya que era más que evidente que su carrera ya estaba más que asentada y todo apuntaba a que su trayectoria iba a ser duradera y exitosa como ha ido sucediendo.

De esta manera, aparecería en el mercado ese EP bajo el título de “Música Es”, en el que se incluía un tema titulado “Nada Sin Ti” que se colaba en nuestra lista el 29 de enero de 1998 para permanecer en ella durante 45 semanas y alcanzar el puesto número 2 como mejor registro. Para ser una especie de “relleno” no están nada mal sus resultados, además de convertirse en una de las canciones más conocidas de Ramazzotti.

LISTA DE LOS AÑOS 90

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

Avanzamos en el tiempo los diez años de rigor y nos situamos en el 31 de enero de 1999. Ese día pasaba a formar parte de nuestra lista un tema que no se aparta del romanticismo que acabamos de saborear pero en esta ocasión llega de la mano de uno de los más grandes de la historia del rock que publicaba una ambiciosa caja con cuatro discos repletos de muy buena música.

Bruce Springsteen tenía una gran cantidad de material archivado que no había llegado a ser incluído en ninguno de sus trabajos pero que poseía un interés y una calidad excepcional, como toda su obra. En el año 1998 surgiría la idea de publicar una caja con varios cds en la que se integraran algunas de esas canciones junto a alguna que otra versión realizada en vivo y algunas demos iniciales de algunos de los éxitos más relevantes de su carrera. Eso sí, Springsteen quiso mejorar su sonido y remezclarlas para que sonaran de la mejor manera posible, en contra de la idea de su discográfica que querían que se incluyeran tal como se grabaron inicialmente. El Boss sería el que se llevaría el gato al agua en este aspecto.

Tras una primera selección, serían casi 100 las canciones que podían ser incluidas en esa caja, número que pareció excesivo, por lo que finalmente fueron 66 las elegidas que se repartirían en cuatro cds. Una caja que es un auténtico lujo y en la que se incluyen composiciones excepcionales, como por ejemplo la que se colocaba en nuestra lista aquel último día de enero de 1999.

Se trata de una espectacular balada titulada “Sad Eyes” en la que se Springsteen se emplea con una sensibilidad muy especial. Una canción que a mí personalmente me encanta y que permaneció en lista durante 24 semanas para alcanzar el top 14.

LISTA DEL NUEVO MILENIO

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Llega el momento de cerrar el análisis a las listas graminoleñas de otros tiempos y deleitarnos con la música del nuevo milenio. Como el 25 de enero de 2009 no se produjo ninguna nueva entrada en nuestro ránking, toca improvisar por mi parte y os voy a ofrecer uno de los temas destacados de un grandísimo álbum grabado por uno de los mejores grupos de punk-rock de la historia que además es uno de mis favoritos. Estoy hablando de Green Day.

Lo que más admiro de ellos es que pasen los años que pasen siguen mostrando su esencia en estado puro y no han caído nunca en la tentación de modificar o adaptar su sonido a los nuevos tiempos. Suenan como siempre, hacen la música como siempre y no se muerden la lengua en sus letras, también como siempre. Una rara avis en el panorama musical de nuestros días.

Siguiendo la senda marcada por su anterior trabajo, “American Idiot”, acababan de publicar un disco conceptual titulado “21st Century Breakdown”, en el que realizaban una crítica feroz hacia la sociedad americana y contra todos los poderes fácticos que dominan el mundo, tanto políticos, económicos, religiosos o sociales. Un disco ácido en cuanto a sus letras y magnífico en cuanto a su música.

Más que un disco conceptual nos encontramos con una auténtica “ópera-rock” a la antigua usanza, como las que en sus tiempos eran capaces de ofrecer grupos como The Who, quienes por cierto no tardando mucho protagonizarán el póster central de “La Graminola”, una banda que siempre ha sido fuente de inspiración para Green Day. De hecho el disco está estructurado en tres actos que reciben el título de “Heroes and Cons”, “Charlatans and Saints” y “Horseshoes and Handgrenades” dedicados respectivamente a los poderes écónomicos, políticos y a todos los que nos sumergen en esas caprichosas guerras. Un disco que os recomiendo a todos porque no tiene desperdicio. Ahora que lo pienso es otro candidato a apoderarse de nuestro póster.

Entre las canciones que se incluyen en este álbum destaca “21 Guns”, una composición antibelicista que está dedicada a los 21 soldados norteamericanos que perdieron la vida en acto de batalla durante el año 2008. Como siempre, geniales.

COMPARTE QUE ALGO QUEDA

La semana pasada pasaba por esta sección Jon Anderson acompañando a Mike Oldfield y os comentaba de él que era un especialista a la hora de compartir creaciones con otros artistas. De hecho, algo que surgió en un primer momento como esporádico se convertiría en algo permanente en lo que a colaborar con otro grandísimo artista se refiere. El resultado sería la publicación de hasta cuatro discos juntos y la composición de un gran número de magníficas canciones.

Su relación profesional empezaría en el año 1974 cuando el teclisa Rick Wakeman abandonaba Yes, grupo en el que se encontraba Jon Anderson haciendo labores de vocalista. En un primer momento se pensó en Vangelis como su sustituto e incluso realizó algunas pruebas con el grupo aunque finalmente el elegido sería Patrick Moraz, anteriormente miembro de The Moody Blues.

El artista griego y Anderson entablarían desde ese instante una buena relación y pensaron que podían intentar colaborar juntos en alguna ocasión. En un primer momento el cantante le pondría voz a algunas de las composiciones de Vangelis pero fue tal la conexión que experimentaron que lo que empezó como una colaboración casi accidental iba a dar como resultado la publicación de esos cuatro discos juntos bajo el nombre de Jon & Vangelis, todos ellos llenos de una música excepcional, como la que muestran los tres ejemplos que os ofrezco en el día de hoy. Que los disfrutéis.

DEBORAH

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Para empezar vamos con una canción que tiene una gran carga emotiva. Como os comentaba hace un instante la química entre ambos artistas fue muy grande desde el primer momento hasta el punto de que después de que Anderson le pusiera voz a un par de canciones de dos de los discos que Vangelis publicó en solitario tras su salida de The Aphrodite’s Child, donde coincidió con Demis Roussos, los dos se dieron cuenta de que podían publicar un disco al completo uniendo sus talentos. El teclista se encargaría de las labores de composición e instrumentación y el vocalista de las de crear las letras y ponerle voz. El experimento que en un primer momento debía ser casual daría para cuatro magníficos discos.

Todas las canciones que firmaron juntos tienen el denominador común de ser de una calidad excepcional. El ambiente que el griego siempre ha sido capaz de crear con cada una de sus composiciones es una auténtica maravilla y la voz de Anderson, con esos registros tan altos y agudos pero sin caer en el falsete que solamente él puede lograr formaron siempre una mezcla explosiva musicalmente hablando.

En el año 1981 venía al mundo la primera hija del Jon Anderson a la que pondría el nombre de Deborah. La chica no heredó el talento musical de su padre pero sí ha manifestado ser una virtuosa artistaen otra faceta ya que el nombre de Deborah Anderson está asociado al mundo de la fotografía, siendo considerada como una de las más prestigiosas fotógrafas desde hace algún tiempo. Como no podía ser de otra manera, su llegada al mundo, coincidiendo con la colaboración entre su padre y su nuevo amigo griego, traería consigo la correspondiente canción.

Así pues, Vangelis pondría la música y Jon Anderson se encargaría de la letra para regalarnos este magnífico “Deborah”, en el que podemos disfrutar de una maravillosa interpretación llena de sensibilidad por los cuatro costados.

Escuchando esta canción siempre he pensado que no puede haber una manera más bonita de expresar el amor que un padre siente hacia su hija que ésta. Una maravilla.

HE IS SAILING

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Justo en el momento en el que los dos artistas comenzaron a colaborar juntos ya de manera permanente se produciría la marcha de Jon Anderson de Yes. Corría el año 1980 y muchos interpretaron que la causa de su marcha no era otra que la de dedicarse ya de manera en exclusiva a su proyecto con Vangelis iniciando definitivamente una nueva etapa en su carrera musical.

Sin embargo, la situación cambiaría totalmente tan sólo tres años después cuando Anderson decidió retornar al redil y seguir siendo el cantante de Yes. Así pues, donde dije digo, digo Diego y en esta ocasión la mayoría de sus seguidores eran de la opinión que su relación con el teclista se había enfriado y que su retorno a su grupo de siempre significaría el final de su proyecto Jon & Vangelis. Como podemos comprobar, la facilidad que la gente tiene para interpretar las cosas es directamente proporcional a su capacidad para equivocarse en estos análisis.

Para demostrar que el retorno del cantante a Yes no iba a ser impedimento para que pudiera compaginar la publicación de discos con el teclista, en el año 1983 saldría al mercado el que está considerado como el mejor disco del dúo. Se trata de “Private Collection” y en él se incluye otra de las canciones más significativas de la carrera de Jon & Vangelis y que os ofrezco a continuación.

Se trata de “He Is Sailing”, una canción con una letra de un gran sentido espiritual y escrita en sentido metafórico que logró un tremendo éxito a ambos lados del Atlántico. Por cierto la espiritualidad y la religión sería un tema bastante recurrente en los temas que crearon juntos.

I’LL FIND MY WAY HOME

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Como os comentaba antes, las interpretaciones que se hicieron mientras tuvo lugar la carrera del dúo fueron muchísimas y otra de las más populares fue que Anderson buscaba en su colaboración con Vangelis lavar un poco su imagen. Las letras que el cantante creó para Yes siempre fueron tachadas de oscuras y tétricas, incluso diabólicas, mientras que las que ofrecía con su amigo griego emanaban cierta espiritualidad. Yo no sé si esta interpretación es exagerada o no, pero lo cierto es que las diferencias son bastante notables, aunque sobre esto he de deciros que cuando un artista inicia un proyecto paralelo al que está protagonizando siempre debe ofrecer cosas nuevas porque si no ¿para qué hacerlo?

Dentro de esas canciones más espirituales se encuentra la que he dejado para el final. Es mi preferida y creo que se trata de la que mejor muestra la esencia que ambos querían ofrecer juntos. Una letra preciosa que lleva precisamente a ese tipo de interpretaciones y una música que irradia esa magnanimidad que el teclista griego ha sabido darle a sus composiciones durante toda su carrera. Una tremenda obra de arte.

Está canción se publicó poco antes de las Navidades del año 1991 y esta circunstancia ayudó a darle todavía más ese aire espiritual y religioso ya que hablaba de la vuelta al hogar y esas cosas. Se trata de “I’ll Find My Way Home” y es una de esas canciones que apetece escuchar con el volumen bien alto deleitándonos con todas y cada una de sus notas.

El último disco de Jon & Vangelis, su última colaboración, llegaría en el año 1983. Anderson había regresado a Yes y muchos achacan a esta circunstancia el fin del proyecto, ya que opinan que el teclista quería seguir creciendo junto al cantante pero de una manera exclusiva ofreciendo giras y espectáculos repletos de luz y sonido de una manera muy ambiciosa, algo bastante complicado de compaginar por parte de Anderson.

Anderson siempre fue partidario de continuar trabajando juntos pero Vangelis cortó cualquier posibilidad de continuidad de manera drástica centrándose en su carrera en solitario sobre todo en labores de composición de grandes bandas sonoras. De hecho, su relación terminaría prácticamente rota. Duró lo que duró y mientras lo hizo fue magistral, quedémonos con eso.

LA ÚLTIMA DE LA GRAMINOLA

El listón de esta semana está colocado muy alto así que habrá que hilar muy fino en nuestra contraportada para mantener el nivel. Creo que lo he conseguido pero vosotros juzgareís. Así pues, sin más dilación vamos ya con la efeméride, la época dorada de la música española y con la novedad de la semana.

EFEMÉRIDE

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

Hoy estamos de cumpleaños. El protagonista es uno de los guitarristas más talentosos que nos hayamos podido encontrar pero que ademas ha sido todo un genio a la hora de realizar tareas de producción. Dio cuerpo a una de las bandas más destacadas de los 70 y los 80 cuya múscia era sinónimo de elegancia, como fueron Roxy Music, y en la actualidad, ya superados con creces los 60, sigue dando clases magistrales cada vez que se sube a un escenario o se mete en el estudio. Él es Phil Manzanera.

La efeméride de esta semana está protagonizada por un artista con letras mayúsculas. Uno de esos grandes mítos de la música que si no existieran habría que haberlos inventado. Se trata del señor Phil Manzanera quien un 7 de febrero de 1951 venía al mundo para alegría de todos los amantes de la buena música. Le rendimos homenaje en el día de hoy con motivo de su 68 cumpleaños, aunque realmente el regalo nos lo hace él a nosotros.

Su carrera ha sido bastante productiva pero si por algo es recordado es por su pertenencia a una de las bandas más elegantes de la historia de la música como fueron Roxy Music. Junto con los señores Bryan Ferry y Brian Eno se convirtió en la tercera pata que sujetó a este grupo en sus primeros tiempos ofreciéndonos momentos inolvidables.

Virtuoso de la guitarra, compositor y productor, la carrera de Manzanera ha estado plagada de grandes momentos convirtiéndose en uno de esos artistas con los que todos querían trabajar ya que sabían que hacerlo era sinónimo de éxito. Quiero centrarme en su carrera en Roxy Music, otra de mis bandas preferidas, donde llegó de una manera bastante anecdótica.

Cuando el grupo estaba dando sus primeros pasos, fue invitado por Ferry y Eno para que realizara las tareas de técnico de sonido durante la grabación de su primer álbum. En un momento determinado, su guitarrista decidió salir por la puerta de atrás y Manzanera se ofrecería a acompañarles con su guitarra. En un primer momento los miembros de Roxy Music se mostraron muy recelosos porque consideraban que no tenía experiencia pero lo que no sabían era que Manzanera había estado ensayando todo su repertorio sin que ellos lo supieran y se sabía a la perfección todas y cada una de las notas de absolutamente todas sus canciones.

Finalmente accederían a sus deseos y ni que decir tiene que quedarían impresionados con su manera de tocar, convirtiéndose desde ese mismo instante en el guitarrista principal de Roxy Music e iniciando una carrera que le llevaría a ser considerado como uno de los artistas más talentosos que jamás nos hayamos encontrado.

Son muchas las creaciones del grupo que podría traer aquí, pero tras deliberar durante basante tiempo conmigo mismo me he decantado por una que se incluía en uno de sus mejores discos, “Manifesto”, esta mágica y atrayente “Angel Eyes”, que además iba a ser la primera vez en la que el grupo grabase un videoclip específico para promocionarla.

LA EDAD DE ORO DE LA MÚSICA ESPAÑOLA

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

La música española de esta semana nos llega desde Bilbao de la mano de una artista sobresaliente que lleva el nombre de La Bien Querida. Sonido llamativo y diferente.

Vamos ya con la música española y lo hacemos con una artista de los pies a la cabeza. Una cantante y, sobre todo, compositora, que ha sorprendido a propios y extraños desde su aparición en escena ofreciendo con cada uno de sus nuevos discos variantes que enriquecen más su manera de entender la música. Su nombre es Ana Fernández-Villaverde y artísticamente se hace llamar La Bien Querida.

De esta bilbaina simpre se ha dicho que no sabe cantar e incluso que canta mal, a lo que siempre ha respondido que ella no es cantante, que simplemente hace canciones y las canta. Cierto es que sus dotes vocales, con una voz grave y oscura, no son excepcionales, pero sus letras, su música y su sensibilidad equilibran con creces esas carencias, convirtiéndola en una rara avis dentro del panorama musical de nuestro país.

En un primer momento no tenía demasiado claro lo de dedicarse al mundo de la música ya que sus primeros pasos artísticos los dio de la mano de la pintura, limitándose a componer canciones en sus ratos libres sin mayores pretensiones. Poco a poco se iría metiendo en el ambiente musical hasta que en el año 2007 conoció a Juan Rodríguez “Jota”, alma máter de Los Planetas, quien se convertiría en su padrino musicalmente hablando, iniciando en ese instante su carrera como cantante y compositora.

Además de la sensibilidad, su característica más marcada es la de la innovación, siendo capaz de sorprender en cada nuevo trabajo con matices diferentes que van engrandeciendo su figura. En este sentido, su álbum “Ceremonia”, publicado en el año 2012, puede considerarse como el más espectacular e innovador de su carrera, introduciendo arreglos de música electrónica y un ambiente futurista y cautivador en toda la música que en él se incluye.

Como muestra basta el botón de “Luna Nueva”, una maravillosa canción que viene acompañada de un espectacular videoclip lleno de colorido y creado con las técnicas más avanzadas que muestran bien a las claras que se puede hacer buena música al margen de modas pasajeras. Otra cosa es que esa música adquiera resonancia y venda discos. Cuanta tristeza.

NOVEDAD

LA GRAMINOLA – NÚMERO 62 – 31 DE ENERO DE 2019

Despedimos el número de “La Graminola” de hoy con más música española, pero en esta ocasión nos sumergimos en las aguas del rock más duro y potente. Los genuinos y auténticos Saratoga acaban de publicar su último trabajo y en él desarrollan todo su potencial con un sonido rockero y contundente a la española que nunca debería pasar de moda.

Vamos a cerrar a toda marcha el número de “La Graminola” del día de hoy con el heavy que nos muestra el último trabajo de una de las bandas españolas más grandes de este estilo en la actualidad como es Saratoga. Tras una etapa de inactividad, una gira de reunión y un nuevo disco para probar si seguía habiendo química, acaban de publicar un nuevo álbum bajo el título de “Aeternus” con el que demuestran que siguen manteniéndose en plena forma.

Este grupo fue formado en el año 1992 por Fructuoso Sánchez “Fortu”, el que fuera líder absoluto de uno de los grupos españoles de heavy metal más importantes de la historia como fueron Obús, aunque su formación ha contado con continuas entradas y salidas de sus miembros. Sus primeros tiempos fueron un tanto inciertos ya que el primer gran éxito de su carrera llegaría con su segundo álbum, titulado “Tributo”, con el que rendían homenaje a los grandes del rock duro de nuestro país realizando versiones de grandes éxitos de este estilo. Siempre se han arrepentido de la publicación de este trabajo ya que dio pié a que el público pensara que eran un grupo de versiones y no les tomase demasiado en serio en un primer momento, debidendo de trabajar muy duro para demostrar que eran mucho más que eso.

Han sido continuos los cambios que ha registrado su formación, sobre todo en lo que se refiere al papel de vocalista principal, aunque en los últimos años la figura de Tete Novoa se ha asentado definitivamente en estas funciones, otorgando su toque personal a la hora de interpretar, utilizando técnicas a la antigua usanza que encajan a la perfección con la manera de tocar  del que considero uno de los mejores guitarristas de nuestro país como es Jero Ramiro.

Acaban de publicar un nuevo disco bajo el título de “Aeternus” que suena con su potencia habitual, utilizando todos sus recursos para enseñar a los más jóvenes que el heavy metal no está muerto, que simplemente está escondido, obligado por los sellos discográficos que parecen estar dirigidos por gente que ni entiende ni les gusta la música. A ellos les invitó a escuchar “El Olvidado de Dios”, el tema publicado como primer sencillo de este álbum y cuya letra puede encajar perfectamente en lo que es el panorama musical de nuestros dias.

Esto es todo por hoy. En siete días estamos de vuelta, no sé si con la intensidad de hoy o con más reposo, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que regresaremos con más música excepcional.

Hasta entonces, Graminoleños.

JUAN JOSÉ GOMARIZ


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