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Ya sabéis que la base de la revista es dar un pequeño repaso con las novedades que presentaban las listas de éxitos que he ido confeccionando desde hace cincuenta años. Cada nuevo número empezamos por la lista actual de cada semana y a continuación seguimos viajando hasta las listas de hace 50, 40, 30, 20 y 10 años. Todos los éxitos de la música desde el año 1967 irán apareciendo por aquí.
Junto a las listas distintas secciones a cada cual más recomendable. En “Los Pioneros” rememoramos la música y los artistas que inspiraron a todos los que vinieron después. Nuestro póster, a doble página en el centro desmenuza cada semana un disco que fue, es y será muy grande. En la sección “Comparte Que Algo Queda” disfrutamos de duetos de los de verdad, de grandes momentos compartidos de la múisca. Por último, la contraportada es el auténtico colofón con noticias de actualidad, efemérides y música española.
Echándole un vistazo a la portada de cada día os podéis hacer una idea del contenido de la revista. Junto a cada fotografía hay un texto que contiene un link que te lleva directamente a la página en cuestión, pero yo os recomiendo ir por orden, ir leyendo desde el principio al final porque la música lo merece. Y recordad que siempre estaré abierto a cualquier crítica, consejo, sugerencia o petición que vosotros, Graminoleños, me hagáis.
NUESTRA PORTADA
LA LISTA DE LA GRAMINOLA
Ya me parecía a mí. Empezamos el año con entradas más digeribles de lo habitual y con una música algo más llevadera, pero era simplemente un receso. Los sonidos de siempre y las colaboraciones de siempre vuelven a tomar protagonismo y en la lista que estrenamos el pasado domingo en plan arrollador ya que son nada más y nada menos que cuatro las canciones que se cuelan en ella para ¿regocijo? de todos.
Así pues, empecemos sin más dilación con el repaso a estos cuatro temas que han pasado a formar parte de la familia graminoleña, la mayoría de los cuales redunda en lo que venimos padeciendo semana tras semana.
Para empezar nos quedamos en nuestro país ya que las protagonistas son dos españolas de almas tomar, una nueva en estas lides y otra con una ya amplia trayectoria, que han unido sus fuerzas para ofrecernos un tema con mucha garra y que ha llamado la atención del público más joven de manera inmediata.
La veterana es Mala Rodríguez, una artista que ha mezclado el rap con el flamenco desde los comienzos de su carrera y que habitualmente ha recibido muy buenas opiniones por parte de los críticos especializados, desmesuradas en algunas ocasiones en mi modesto parecer. La joven es Mimi Doblas, primera eliminada de la edición de 2017 de “Operación Triunfo” que ha dado cuerpo a su proyecto Lola Indigo acompañada de cuatro bailarinas procedentes de otro de los talent-show de mayor éxito de nuestras televisiones como es “Fama a Bailar”.
Ahora han unido sus fuerzas para obtender como resultado este “Mujer Bruja” en el que cada una en su faceta ofrece su talento, no pudiendo faltar las habituales coreografías espectaculares que Mimi y sus compañeras de fatiga, Mónica Peña, Saydi Lubanzadio, Laura Ruiz y Claudia Riera, ofrecen en estos casos.
No seré yo quien defienda a todos estos productos de karaoke que surgen de OT, ya sabéis lo que opino al respecto, pero cuanto menos las chicas de Lola Índigo se lo curran y muestran cierta orginalidad con su puesta en escena y sus coreografías. Lo de “en el país de los ciegos, el tuerto es el rey” podría aplicarse a este respecto, algo es algo.
No abandonamos España porque el protagonista de la segunda entrada de la semana es uno de nuestros artistas más populares del momento y el que mayor número de discos vende con mucha diferencia. Un cantante que irrumpió como un auténtico relámpago hace unos pocos años y que desde entonces se ha convertido en una especie de referente de nuestra música. Me estoy refiriendo a Pablo Alborán.
Es bastante habitual desde hace tiempo en la industria discográfica que cuando un álbum vende a lo grande, y los de Alborán lo hacen, pasado un tiempo aparezca una reedición con algunos temas nuevos o remezclados que extiren todavía más en el tiempo su éxito de ventas. Esta estrategia se ha llevado a cabo con “Prometo”, su último trabajo, y en él se incluye una nueva versión de una de las canciones que lo integran que es la que coloca en nuestra lista esta semana.
Se trata de una canción con un mensaje vitalista que viena acompañada de un emotivo videoclip que está dedicado a esas personas luchadoras que sufren los dramas cotidianos que nos acompañan cada día. Escenas en las que se tratan temas como la dependencia, la minusvalía, el cáncer o la homofobia, entre otros, en un vídeo que no habrá dejado indiferente a nadie.
De esta manera,”Tu Refugio” ha pasado de ser una canción romántica a convertirse en un tema de reivindicación social, visto siempre desde un punto de vista vital y optimista, un acierto más del señor Alborán.
No es que quiera ir a contracorriente pero sin quitarle ningún mérito a su carrera, me da la impresión de que la música de Pablo Alborán se ha hecho un poco repetitiva, aunque lo cierto es que si atendemos a la opinión de público y crítica el equivocado debo de ser yo.
Éstas son las dos nuevas entradas de esta semana aceptables porque las que vienen a continuación son … mejor no pongo calificativos y juzgáis por vosotros mismos.
Nos sumergimos en las siempre espesas aguas del reguetón y para ello, como no, viajamos hasta Puerto Rico. El primero de los protagonistas es Ozuna, otro de esos cantantes relacionados con este estilo que en más de una ocasión se ha vinculado con narcotraficantes, actos violentos y similares. Vamos, otra joyita. Si al menos cantase bien …
El mozo nos ha amenazado con publicar en las próximas semanas un álbum bajo el título de “Nibiru” y de él se ha extraido como carta de presentación este “Baila Baila Baila” sobre el que me gustaría contaros alguna cosa más pero tenéis que disculparme porque no soy capaz. Es lo que hay.
De oca a oca y tiro porque me toca. Cuanto daño le está haciendo al mundo de la música Puerto Rico con tantos y tantos reguetoneros pululando por ahí, dicho todo ello como una broma y desde el cariño, pero lo cierto es que sus últimas exportaciones no son como para tirar cohetes.
Después de este comentario os podéis imaginar que la cuarta y, afortunadamente, última nueva entrada de la semana redunda en el reguetón procedente de Puerto Rico. Además nos llega de la mano de otro de los chicos conflictivos del gremio, Anuel AA, quien en esta oportunidad ha contado con la colaboración de otra de las figuras emergentes (cuanto me cuesta escribir esto) como es Haze.
El resultado de esta colaboración lleva el título de “Amanece” y aunque parezca mentira es el cuarto tema que Anuel AA tiene en nuestra lista en estos momentos. Señoría, no haré más preguntas.
LOS PIONEROS
Hay artistas cuya influencia trasciende más allá de lo que son capaces de ofrecernos como músicos. Su personalidad, su forma de entender la vida y su trayectoria personal termina convirtiéndolos en auténticos mitos. El protagonista de la sección pionera de esta semana es uno de los casos más significativos de estas circunstancias, un grande entre los grandes, considerado como el auténtico rey del reggae y el verdadero responsable de que este estilo musical se extendiera a todo el mundo.
Con estos datos muchos ya os estaréis imaginando que me refiero a Bob Marley, y como su importancia dentro de la historia de la música es tan grande, le vamos a dedicar dos capítulos dentro de esta sección. Así pues, hoy disfrutaremos de tres de sus canciones más importantes de los primeros tiempos y la semana que viene remataremos la faena con otras tres, todo ello aderezado con todo lo que rodeó a su figura que fue mucho y muy interesante.
NO WOMAN NO CRY
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Su condición de mulato le granjearía bastantes problemas ya que sufriría el rechazo por parte de la gente que le rodeaba, todos de raza negra, que no le aceptaban de buen grado. Su niñez fue bastante dura en este aspecto pero supo sobreponerse a esta situación y podría decirse que se haría por ello más fuerte, convirtiéndose en un hombre de gran personalidad y un carisma indiscutible.
Su madre volvería a casarse con un hombre que vivía cerca de ellos y esta circunstancia sería fundamental para que la vida de Marley cambiase radicalmente, y no solamente porque su calidad mejorara considerablemente. El que iba a convertirse en su nuevo padrastro era el padre de un chico de una edad similar a la suya llamado Bunny Wailer, con el que entablaría una amistad bastante profunda de manera inmediata. Ambos tenían inquietudes musicales similares y comenzaron a estudiar música juntos conociendo a otro joven que compartía las mismas aficiones llamado Peter Tosh. Los tres iban a dar cuerpo poco tiempo después al grupo que iba a convetirse en abanderado del reggae a nivel mundial.
Este grupo no sería otro que “The Wailers”, que iría engrosando sus miembros paso a paso, y que de ser el primer grupo de Marley y en el que los tres amigos tenían el mismo protagonismo, con la salida de Wailer y Tosh se iba a convertir con el paso del tiempo en su grupo de acompañamiento, del que terminaría formando parte la que se convirtió en su esposa, la sufrida Rita Marley.
Y es que si algo caracterizó la convivencia de Bob y Rita fueron las continuas infidelidades de él ya que siempre fue un tremendo mujeriego. La primera de las canciones que ofrece la sección pionera de esta semana es precisamente una composición que creó dedicada a su esposa como una especie de disculpa por todo lo que le hacía pasar. Se trata de una canción escrita en clave de pedir perdón a Rita por la cantidad de veces que la hacía llorar con sus continuos romances con otras mujeres. Una canción que data del año 1974 y que se convirtió en una especie de himno del reggae que no es otra que la mítica “No Woman No Cry”.
GET UP STAND UP
Si algo caracterizó la vida de Bob Marley fue su identificación con las clases más desfavorecidas y sus intentos por denunciar la situación que vivían millones de personas en el mundo. Su grandísimo carisma le llevaría a ser utilizado en ocasiones por algunos políticos de su país que intentaban llevarle a su terreno para lograr más votos, pero él siempre lanzó un mensaje de paz e igualdad social.
Está considerado como el “Rey del Reggae” en su condición de verdadero artífice de la expansión de este estilo más allá de tierras Jamaicanas. Tanto él como sus amigos Tosh y Wailer se sintieron siempre atraídos por el ritmo del ska, padre del reggae, aunque ellos querían darle un toque un tanto más tranquilo y menos rítmico y trepidante. Con la aparición de la variante del “rocksteady”, una especie de vínculo entre el ska y el reggae, vieron su gran oportunidad para hacer algo único. Su talento haría el resto.
En un primer momento no conseguiría demasiado éxito con su nueva forma de hacer música, pero poco a poco fueron calando en el público. Tras un primer disco irregular, lograría el reconocimiento del público de su país y su popularidad en Jamaica crecería como la espuma. Desde ahí daría el salto a Europa, donde también tendría unos comienzos inciertos, pero finalmente se iba a convertir en un auténtico acontecimiento mediático gracias a su música y a los mensajes que lanzaba con ella.
Tras un viaje que realizó a Haití, Marley quedó impresionado con la pobreza que padecía este país y se le ocurrió componer una canción que se iba a convertir en una especie de himno de protesta a favor de los más desfavorecidos. Una canción que invitaba a levantarlos contra las injusticia sociales y que iba a convertirse de inmediato en uno de los grandes clásicos de su carrera al frente de The Wailers.
Se trata de “Get Up, Stand Up”, una composición verdaderamente icónica que adquiriría un marcado tinte político y social hasta el punto de que se covirtió en una especie de himno no oficial de la organización “Amnistía Internacional”, cuya interpretanción no faltaría nunca en ninguno de sus conciertos. Este tema fue incluído en su álbum “Burnin’”, publicado en el año 1973 y sería el último que firmarían como The Wailers ya que Bunny Wailer abandonaría el grupo por ciertas desavenencias con el propio Marley y Pete Tosh haría lo propio para comenzar su carrera en solitario. A partir de ese momento firmaría sus siguientes dicos como Bob Marley & The Wailers.
La casualidad quiso que fuera precisamente ésta la última canción que interpretaría sobre un escenario. Sería en septiembre de 1980 cuando la enfermedad que acabaría con su vida, historia que os contaré debidamente la semana que viene, ya estaba muy avanzada, algo que no sería impedimento para que se subiera a un escenario en Pittsburgh y sentado en una silla durante todo el concierto nos regalara un momento únicamente al alcance de los grandes mitos de la música.
Marley se marchó de su tierra natal para abrirse camino en el mundo de la música y cuando ya se había convertido en una estrella volvió a lo grande a Jamaica para encontrarse con un país inmerso en una gravísima crisis institucional y unas tremendas desigualdades sociales que provocaban continuas revueltas entre la población. Dada su manera de pensar, pacifista y rastafari, no pudo permanecer ajeno a todos estos problemas.
Las letras de sus canciones lo decían todo pero él siempre intentó ir más allá. A finales del año 1976 ofreció un concierto en Kingston con el objeto de llamar a la paz y a la concordia y poner su granito de arena para que el enfrentamiento abierto que existía entre los dos partidos mayoritarios jamaicanos llegase a su fin. El concierto fue un tremendo éxito pero dada su amitad con el líder del Partido Nacional del Pueblo, en ese momento en el poder, muchos lo interpretaron como un acto político en favor de esta formación y se abrieron las hostilidades.
Dos días antes de celebrarse el concierto, Marley y su esposa Rita, junto con su representante, sufrirían un atentado recibiendo varios disparos. El cantante resultaría herido en el pecho y un brazo, Rita en la cabeza y el representante en una pierna. Afortunadamente todos se recuperaron satisfactoriamente y el “Rey del Reggae” no suspendería el concierto, ofreciendo una actuación memorable a pesar de un delicado estado de salud por las heridas recibidas.
Una de las canciones que más alto sonó ese día es con la que vamos a cerrar el recorrido a través del gran pionero del reggae en el día de hoy. De todos es conocido que era un ferviente seguidor de la doctrina rastafari, de lo que os hablaré más detenidamente la semana que viene, no perdiendo la ocasión para hacer referencia a sus creencias en las letras de sus canciones.
Se trata de “Iron Lion Zion”, otro de sus grandes clásicos y en cuya letra habla de manera metafórica sobre sus creencias religiosas. Zion sería la tierra prometida, más concretamente Etiopía, y Lion es la figura del León de Judá, un auténtico emblema para los rastafaris y que se identifica con el emperador Haile Selassie I, considerado el auténtico Mesías para los seguidores de esta fe.
Por hoy aquí lo dejamos. La semana que viene seguiremos hablando de la música y de las andanzas de este grandísimo pionero que fue Bob Marley. Será el momento de adentrarnos en su faceta más espiritual y hablar de su fe rastafari y de su prematuro fallecimiento que también esconde una historia que no os podéis perder.
LISTA DE LOS AÑOS 60
Comenzamos el repaso a las listas graminoleñas de otras épocas y lo hacemos a lo grande porque la que estrenábamos el 24 de febrero de 1969 nos traía hasta cuatro nuevas entradas por lo que no hay que perder tiempo y disfrutar de esos cuatro temas de manera inmediata.
La primera de las entradas que registraba la lista graminoleña aquel día nos llegaba de la mano de un grupo bastante peculiar. Era la época en la que los grupos de jóvenes vinculados al folk o a la canción protesta lo llenaban todo en nuestro país por lo que cualquier grupo que se saliese de alguna manera de estas dos vertientes era considerado poco menos que un diamante en bruto. Esta banda formada por dos chicos y dos chicas conseguirían triunfar a lo grande con la canción que nos ofrecen a continuación gracias cumplir con esta premisa.
Lo más llamativo de estos cuatro artistas es que eran estudiantes universitarios que se quitaban el gusanillo de la música actuando donde buenamente podían pero siempre dando prioridad a sus estudios. De hecho, aun cuando dieron el salto a la fama y se hicieron muy populares entre el público de nuestro país no dejarían de estudiar y terminarían sacando adelante sus carreras, algo que les vendría muy bien para labrarse su futuro una vez que su estrella se fue apagando.
Todo empezó cuando un productor discográfico recibió una maqueta de un joven estudiante de Ingeniería de Montes llamado Carlos Antonio Fernández con unas cuantas canciones que había compuesto e interpretado. Lo que recibió no le llamo demasiado la atención pero su manera de cantar y su físico era precisamente lo que estaba buscando. De esta manera, acompañado de otros tres estudiantes universitarios llamados Javier de Miguel, Isabel Roselló y Diana Linkláter se iba a formar un grupo denominado Voces Amigas que unían a sus dotes de interpretación una música sencilla y pegadiza y una apariencia elegante y discreta. Vamos que eran los yernos y nueras que cualquiera querría tener en aquella época.
Se harían muy populares y sus apariciones televisivas serían continuas siendo su canción más representativa la que situaban en nuestra lista aquel 24 de febrero de 1969. Un tema titulado “Canta con Nosotros” que se convirtió en una especie de canción para los jóvenes y que decía aquello de “Canto a la flor del campo, canto al viento, canto al mar, canto a la luz que muere en el trigal …” Con esta sencillez nos acompañarían durante 37 semanas para alcanzar el top 4
Como curiosidad comentaros que años después el grupo Glutamato Ye-Ye realizaría una versión muy a su manera de esta canción. Si lo hicieron en plan de burla o de homenaje solamente lo saben ellos.
Nos trasladamos seguidamente hasta Inglaterra de donde procede el artista que viene a continuación y que debutaba aquel día en nuestra lista en una nueva faceta dentro de su carrera como era la de empezar a interpretar sus canciones en nuestro idioma. Su nombre era Terrence Parsons pero era conocido artísticamente como Matt Monro.
Su carrera estuvo vinculada siempre a la música melódica, preferentemente acompañado de una orquesta, y tardaría algún tiempo en conseguir triunfar. Sería gracias al mundo del cine cuando daría el salto a la primera plana al ser elegido para interpretar el tema central de una de las películas de la saga James Bond, concretamente “Desde Rusia Con Amor”, algo que le abriría de par en par el mercado discográfico norteamericano que se le estaba negando en sus primeros años de carrera.
Pero si por algo se hizo bastante popular en nuestro país fue por una casualidad que sería fundamental en su carrera. En aquellos tiempos era bastante habitual que algún intérprete norteamericano cantase sus temas en español para abrirse camino en el mercado hispano. El auténtico rey de esta modalidad era Nat King Cole que estaba arrasando a ambos lados del Atlántico con su inconfundible acento a la hora de cantar en nuestro idioma. Su fallecimiento iba a provocar un gran vacío que iba a ser llenado de manera inmediata.
Monro sería el elegido para convertirse en el sucesor del norteamericano para interpretar canciones en español siendo una de las primeras y más destacadas la que colocaba en nuestra lista aquella semana. Una canción romántica titulada “Alguien Cantó”, que nos muestra al artista en su pura esencia y que nos acompañaría durante 44 semanas para alcanzar el top 3. Todo un clásico de la música romántica de finales de los 60.
Os comentaba antes que durante la época en la que nos hemos situado surgieron una serie de grupos vinculados a la música folk en nuestro país. Pues bien, el grupo que protagoniza la tercera entrada que se producía en la lista graminoleña que estamos analizando puede considerarse como uno de los auténticos abanderados de este estilo. Se hacían llamar Nuestro Pequeño Mundo y lograron tal popularidad que durante mucho tiempo fueron surgiendo una serie de imitadores que fueron dejándonos su música unas veces con más acierto que otras.
Este grupo tuvo dos etapas bien diferenciadas. En sus primeros tiempos se movió en las aguas del folk internacional, realizando versiones de grandes clásicos de este estilo, casi siempre interpretados en inglés. Posteriormente se centrarían en el folklore nacional, pasando a cantar en español poniéndole voz a temas populares de nuestro país. En cualquiera de estas dos etapas lograron un tremendo éxito durante prácticamente toda la década de los 70, convirtiéndose en uno de los grupos más queridos y admirados por el público en general.
Vamos a centrarnos en su primera etapa, a la que pertenece el tema que situaban en nuestra lista. El grupo estaba formado por diez miembros y sus integrantes también estaban vinculados al ambiente universitario. En aquella época, la universidad española era mucho más que un simple “templo de enseñanza” como estamos comprobando. La primera canción que versionaron iba a proporcionarles el primera gran éxito de su carrera de manera un tanto inesperada ya que la repercusión que tuvieron a pesar de ser unos perfectos desconocidos en aquel momento fue enorme.
Se trataba de un canto espiritual afroamericano titulado “Sinner Man” en el que un pecador purgaba sus pecados utilizando para ello una metáfora de barcos, mares y similares. Una espectacular versión con la que nos acompañarían durante 42 semanas para alcanzar el top 3.
Vamos ya con la cuarta y última entrada que tenía lugar en la lista graminoleña que estrenábamos el 24 de febrero de 1969. Para ello viajamos hasta Estados Unidos para recordar una particular versión de un tema cuyo original disfrutaremos en apenas quince días. Nos llegaba de la mano de Arthur Conley, un grandísimo cantante de soul cuya vida artística estuvo marcada por los prejuicios que la sociedad norteamericana tenía en aquella época hacia la comunidad gay.
Conley lo tenía todo para convertirse en una grandísima figura del soul. Tenía una grandísima voz, un gran talento y un padrino de lujo como fue Otis Redding. De hecho, con el fallecimiento de éste fueron muchos los que veían en él a su auténtico sucesor, pero la situación sería muy distinta. Sin el amparo de Redding y repudiado por su homosexualidad confesa, su carrera fue decayendo de manera injusta y alarmante y en un intento de agarrarse a cualquier cosa que pudiera salvarla, en el año 1969 iba a ofrecernos una versión de un tema que acababa de irrumpir como un trueno en el Viejo Continente.
Se trataba de una de las canciones más sencillas y sorprendentes de The Beatles, de la que ya os hablaré con mayor detenimiento la semana que viene ya que su versión original entraría en nuestra lista una semana después, con la que Conley intentó recuperar el terreno perdido, algo que lograría a medias ya que si bien obtuvo un éxito relativo, como no podía ser de otra manera, quedaría eclipsado por la versión original. El tema en cuestión es “O-Bla-Di, O-Bla-Da”, en el que podemos apreciar cierto sonido reggae, con él permanecería en lista durante 6 semanas para alcanzar el puesto 35 como mejor registro.
Conley se vería obligado a trasladarse a Europa donde no era tan popular y no se conocía su condición sexual, buscando revitalizar su carrera. Tras afincarse en el Reino Unido y cambiar su nombre artístico por el de Lee Roberts se trasladaría definitivamente a Holanda donde desarrollaría una carrera musical menor pero más tranquila y sin ningún tipo de ataque homófobo. En el año 2003 moriría víctima de un cáncer a la edad de 57 años.
LISTA DE LOS AÑOS 70
Nos situamos ya en la década de los 70 para recordar una de las canciones más representativas de la misma y uno de los auténticos himnos de la música disco que nos traía uno de los grupos más llamativos y populares de siempre, con motivo de ser la única entrada que se producía en la lista graminoleña que se estrenaba el 24 de febrero de 1979. Una canción icónica de la mano de un grupo icónico.
A finales de los 80, dos prestigiosos compositores y productores franceses vinculados a la música disco llamados Jacques Morali y Henri Belolo se trasladaron a los Estados Unidos con el objeto de extender sus tentáculos en el mercado discográfico norteamericano. Su idea era encontrar un cantante que encajara en la música que ellos creaban y que estuviera acompañado de un grupo de bailarines que potenciaran su imagen. Para ello centraron sus miras en la comunidad gay de uno de los barrios de Nueva York más característicos como era Greenwich Village.
La sorpresa llegaría cuando tras realizar el cásting correspondiente y darle forma a la imagen que querían que tuviesen los bailarines de acompañamiento, se percataron de que el juego que podían dar era bastante grande por lo que cambiaron la fórmula, les hicieron cantar a todos y finalmente formaron un grupo permanente que iba a sorprender a propios y extraños. Ataviados cada uno de ellos con unas vestimentas muy concretas revolucionarían el panorama musical discotequero del mundo entero. Un indio, un policía, un obrero de la construcción, un vaquero, un militar y un motorista vestido de cuero negro iban a convertirse en el grupo de moda del momento. Habían nacido “Village People”.
Ahora solamente faltaba encontrar la canción definitiva y ésta iba a llegar rodeada de cierta polémica. Existía desde hacía tiempo una asociación de clara influencia cristiana y conservadora denominada “Young Men’s Christian Association” cuyas siglas eran “YMCA” y a los productores franceses no se les ocurriría otra cosa que crear una canción con ese mismo título que terminó convirtiéndose en el auténtico himno de la comunidad gay de los Estados Unidos. Una canción mítica de la historia de la música disco que en nuestra lista permanecería durante 34 semanas para alcanzar el top 3.
La citada asociación terminaría interponiendo una demanda judicial contra el grupo ya que no creían que fuese muy adecuado que utilizaran sus siglas una banda de homosexuales, aunque finalmente la sangre no llegaría al río. Por cierto, sobre la homosexualidad de los miembros de Village People hay que aclarar que solamente eran gays el indio y el vaquero. Si John Wayne levantara la cabeza …
EL ÁLBUM DE LA SEMANA
Hay ocasiones en las que de manera totalmente inesperada surgen discos que terminan cambiando totalmente la trayectoria del artista que los crea. Discos publicados en un primer momento a sabiendas de que su acogida será discreta y que de algún modo terminarán considerándose de culto y poco más. Son trabajos de grandes artistas que se mueven en terrenos poco comerciales y que son conscientes de que su música no será transmitida por las radio-fórmulas de todo el mundo, aunque el boca a boca y las buenas críticas puedan darle algún impulso.
También hay artistas que por su manera de hacer música son conscientes de que no van a ser nunca superventas. Se mueven en un terreno poco comercial y su prestigio siempre irá por delante del número de discos vendidos. Son artistas genuinos, auténticos y de un talento descomunal pero alejados del mundanal ruido y del comportamiento habitual de las grandes figuras, llevando sobre sí en muchas ocasiones la vitola de “raros”.
Pues bien, en el año 1988 se iban a dar estas dos circunstancias para dar un vuelco total al mundo de la música con la aparición en el mercado de un descomunal disco que sorprendió a propios y extraños, elevando a su creadora a la categoría de estrella y a la música que en él se incluía como lo mejor que se había hecho en mucho tiempo. Ella no es otra que Enya y el álbum que protagoniza nuestro póster central esta semana es el mítico “Watermark”, un disco que iba a revolucionar totalmente el mercado discográfico, abriendo además la puerta a otros artistas similares que adquirieron una popularidad que sin este trabajo ni tan siquiera habrían podido imaginar.
ENYA / WATERMARK
Enya había dado sus primeros pasos en el mundo de la música en el grupo Clannad, una banda vinculada al sonido celta en la que estaba acompañada de sus hermanos y sus tíos y que en el Reino Unido había adquirido bastante popularidad, aunque comercialmente hablando sus resultados eran un tanto discretos. El folk y las tradiciones irlandesas eran las aguas en las que bebía su música.
Durante ese tiempo contaron con la colaboración en tareas de producción de Nicky Ryan quien de inmediato se percató de que el talento de la más joven del grupo estaba muy por encima del de cualquiera de sus familiares, por lo que le ofreció la posibilidad de iniciar su carrera en solitario, algo a lo que ella accedió de manera inmediata. Lo que no podía imaginarse era que poco tiempo después iba a convertirse en una de las estrellas más mediáticas de finales de los 80.
Su primera incursión en solitario en el mundo de la música llegó con la publicación de un álbum que contenía la banda sonora de una serie documental televisiva denominada “The Celts”, con la que lograría bastante mejores resultados de los obtenidos con Clannad. Pero esto solamente era el principio ya que Ryan tenía preparada una de las sorpresas más grandes del mundo de la música de aquella época con el siguiente disco que sería publicado apenas un año después.
Una de las características más marcadas de la artista es su talento a la hora de tocar cualquier tipo de teclado, habiéndose iniciado en estas lides con el piano, a cuyas teclas era capaz de sacarle una sensibilidad muy especial. Por este motivo no es de extrañar que algunas de las canciones que se incluyen en “Watermark” se vean “dirigidas” precisamente por el piano, como sucede con el tema que le da título y con el que se abre este magnífico trabajo. Una melodía sencilla y totalmente instrumental con la que Enya comienza a emocionarnos desde el primer momento.
Llama poderosamente la atención que un disco como éste se convirtiese en un auténtico superventas y en uno de los acontecimientos musicales del año 1988, cuando algunas de las canciones que en él se incluyen están interpretadas en galeico o latín. La letra que aparece a continuación en el álbum esta escrita precisamente en este último idioma, por lo que adquiere una magnanimidad excepcional. Una composición con aires medievales, casi eclesiásticos y que esconde una curiosa historia en cuanto a su inspiración se refiere.
Nos encontramos ante una composición en la que el piano vuelve a ser el protagonista y en la que Enya canta con una intensidad y una energía bastante por encima de lo que es habitual en ella, acompañada de un coro magistral que ofrece un sonido que nos transporta a tiempos pasados. Todas y cada una de las voces que aparecen en este disco pertenecen a la artista, que a través del efecto multipista ofrece una combinación característica en ella y auténtica seña de identidad de su carrera, algo que ha venido utilizando en todos y cada uno de los trabajos que ha publicado hasta el momento.
Lo más curioso del caso es que a pesar del sonido que emana de esta magistral composición, su inspiración es por así decirlo más mundana. La cantante vio en televisión un documental sobre la vida de Marilyn Monroe y observó que en la entrada de su casa figuraba un cartel en el que se leía la frase “Aquí termina mi viaje”, algo que le impactó considerablemente ya que todos sabemos como acabó la actriz. Ésa sería la fuente de inspiración de la canción que nos ofrece a continuación.
Enya traduciría al latín esa frase para darle título a este “Cursum Perficio”, una composición que podríamos decir nos enseña lo que ella es en esencia y que mostraba la música que iba a caracterizar su carrera a partir de ese instante.
El talento a la hora de componer de Enya está fuera de toda duda, pero lo que más llama la atención a la hora de hacer su música es su voz. No solamente porque su dulzura al intepretar acaricia realmente los oídos sino porque podríamos considerarla como una innovadora a la hora de crear música ya que ella siempre ha considerado su voz como un instrumento más por lo que aprovecha los distintos registros vocales que posee para crear una ambiente excepcional en todas y cada una de sus canciones.
De hecho, utiliza su voz para modular los sintetizadores que utiliza en la grabación de sus discos, logrando con todo ello un sinfín de sonidos que sabe combinar a la perfección, provocando que en determinados momentos sea difícil discernir si lo que escuchamos es su voz o un teclado debidamente manipulado. Posiblemente este efecto sea el que conquistó al público con “Watermark” por lo novedoso en aquel momento y por su espectacularidad a partir de ese instante.
Si a todo esto le sumamos esa voz tan limpia, tan pura y tan dulce que es capaz de ofrecer, no es de extrañar que llamase la atención del público como lo hizo. Su talento estaba allí, su música llevaba tiempo allí, solamente faltaba que la gente se diera cuenta de ello y cuando lo hicieron los resultdos fueron excepcionales.
Por todas estas circunstancias, muchas de las canciones que se incluyen en este álbum llevan consigo una gran complejidad a la hora de combinar adecuadamente distintos sonidos tanto en lo que a las voces se refiere como a los distintos tipos de sintetizadores que utiliza. Sin embargo, la cantante tenía muy claro que no se trataba de innovar por innovar y de buscar un revoltijo de sonoridades que pudieran terminar siendo abrumadoras. Cada canción requería un sonido concreto y específico y por esta circunstancia algunas de las canciones solamente encajaban siendo sencillas.
Es lo que sucede con “On Your Shore”, una composición a la que la irlandesa le dio muchas vueltas buscando el equilibrio perfecto a la hora de utilizar las voces habituales en distintas capas sin acabar de encontrarlo. Finalmente se daría cuenta de que esta melodía en concreto solamente encajaba con una voz principal con acompañamiento del más sencillo sonido de sintetizador, dando como resultado una preciosa canción.
Desde el mismo instante de la publicación de este disco, Enya recibió la etiqueta de artista representativa de la música celta, ambiente y new age, aunque ella no estaba totalmente de acuerdo con estas manifestaciones ya que siempre negó que sus composiciones pudieran encajar en este último estilo. Fuera como fuese, de lo que no cabía ninguna duda es de que lo que ella hizo en aquel momento no lo hacía nadie y con el paso de los años no ha habido nadie que ni tan siquiera haya intentando imitarla, a sabiendas de que acercarse a lo que nos regala con cada nuevo disco es prácticamente imposible.
Prácticamente todas las canciones que se incluyen en el álbum cuentan únicamente con dos instrumentos, los teclados, bien de piano, bien de sintetizadores, y la propia voz de Enya que, como os he comentado al principio, ella consideraba el instrumento musical principal de su música. Sin embargo, en alguno que otro de los temas incluídos en el álbum se introduce algún pequeño arreglo de otro de otros instrumentos, aunque la percusión y la guitarra brillan por su ausencia en todas ellas. Solamente hay una excepción en el que los tambores aparecen en escena y tienen gran trascendencia.
Se trata de una de las canciones más representativas del álbum y de las que mayor aceptación tuvo entre el público. Quizás sea el tema más animado de todo el disco y está ambientado en tierras africanas por lo que la percusión aparece en escena y le da un toque de exotismo que no poseen el resto de las canciones del álbum.
Si a todo esto le sumamos que esta canción está interpretada en galeico, el atractivo que adquiere es magnífico. Se trata de “Storms in Africa” y como auténtica guinda vino acompañada de un videoclip atractivo y lleno de colorido. No cabe ninguna duda de que por canciones como ésta Enya esté considerada como una de las grandes.
Esta canción fue publicada como sencillo y fue tal el éxito que logró que posteriormente se editaría como tal interpretada en inglés e incluida en posteriores ediciones del álbum como un tema adicional. Curiosamente la aceptación que tendría sería menor que el original interpretado en gaélico, algo que viene a confirmar el acierto de la irlandesa a la hora de elegir el idioma en el que manejarse en cada una de sus canciones.
Todas las canciones del álbum fueron grabadas por la artista en un primer momento como una demo con el simple acompañiento del piano para posteriormente introducirse en el estudio de grabación junto a su inseparable Nicky Ryan y la esposa de éste, Rita, quien como veremos a continuación tuvo también un papel esencial, y dar cuerpo de manera definitiva al álbum. La labor sería muy exhaustiva y el perfeccionismo de los tres ofrecería los resultados tan magníficos que conocemos.
La profesionalidad de Enya estaba por encima de cualquier duda y pudo demostrarlo por un pequeño incidente que sufriría durante la grabación. En el estudio había unas escaleras y una mañana al bajarlas resbaló y terminó cayendo lastimándose una de sus rodillas. Desde ese instante tendría que seguir grabando las canciones sentada y con el pie en alto, lo que no sería ningún impedimento para que, a pesar de los dolores, ofreciera lo mejor de sí misma.
Como os comentaba hace un momento, Rita Ryan, la mujer de Nicky, ya había colaborado con ella en su anterior disco en su condición de letrista, mostrando una creatividad bastante grande y una complicidad y compenetración con la cantante más que evidentes. Su participación sería fundamental para el resultado final del disco y la canción que viene a continuación puede considerarse como su momento culminante.
Se trata de una canción que originalmente fue compuesta para ser interpretada con voces pero sin letra. Una vez estuvo terminada, Rita se dio cuenta del potencial que podía tener si se incluía la voz de Enya cantando la letra adecuada por lo que se puso manos a la obra inspirándose finalmente en la poesía de Wilfred Owens. El sonido calmado, melancólico y espiritual de esta composición encajó a la perfección con la letra que escribió y dio como resultado “Exile”, un tema muy elogiado por la crítica y que habla del desamor.
A continuación llega el segundo tema instrumental del álbum, una canción que no era nueva ya que fue compuesta por Enya en el año 1983 y que viene a mostrarnos que en ocasiones la sencillez y la primera impresión prevalecen sobre todo lo demás. Os cuento la historia.
Cuando apenas contaba con veinte años de edad y ya había demostrado con creces que era la componente de Clannad de mayor talento, compusó una canción instrumental interpretada al piano que fue incluida en un recopilatorio de música celta. Con motivo de la publicación de “Watermark” decidió darle un lavado de cara a esta composición con el fin de incluirla en el álbum.
Así pues, en el estudio de grabación comenzó a experimentar con Nicky y Rita introduciendo voces e intentando buscar una letra que encajara debidamente con esta composición. Tras muchas horas de trabajo los tres se percataron de que esa canción únicamente tenía razón de ser en su concepción original y así sería incluida en el álbum.
Esta canción llevaba el título de “Miss Clare Remembers” y sería finalmente incluida en el álbum con el sonido original remasterizado, mostrando las dotes de la irlandesa para manejarse de manera excepcional con el teclado de un piano.
A continuación llega el momento más importante del disco con la canción que podría considerarse más imprescindible dentro de la carrera de Enya. No sería exagerado afirmar que con esta composición empezó verdaderamente todo y que sin ella su éxito y repercusión no habría sido el mismo. Curiosamente, esta canción fue la última en ser compuesta y a pesar de ello sería la primera en ser publicada como sencillo, elección acertadísima como veremos a continuación.
Ésta era la única canción que podría considerarse totalmente nueva de las que se iba a incluir en el álbum ya que las demás eran más bien modificaciones o adaptaciones de algunas que la artista ya tenía cuanto menos esbozadas desde hacía tiempo. Fue la última en ser grabada con el propósito de que fuese la elegida para convertirse en la carta de presentación del álbum y lo cierto es que Enya y el matrimonio Ryan se tomaron bastante tiempo hasta tenerla totalmente terminada porque a pesar de ser una melodía sencilla en cuanto a su estructura quisieron darle ese toque especial que necesitaba y hasta que no lo fue perfecto no pararon.
Se trata de una composición con un riff continuado elaborado con un sencillo sintetizador y cuyo estribillo se repite una y otra vez todo el tiempo, algo que podría considerarse repetitivo, pero es tanta la espectacularidad que la irlandesa le dio con las superposición de su propia voz en distintos registros y manipulada repetidas veces que la terminaron convirtiendo en una de las melodías más originales e innovadoras de finales de los 80.
La canción en cuestión no es otra que “Orinoco Flow” y supuso una sorpresa monumental incluso para su propia creadora ya que nada más salir al mercado como primer sencillo del álbum se colocó en el número uno de las listas del Reino Unido y a continuación en las de los Estados Unidos, catapultándola de manera inmediata hacia el éxito y convirtiéndola en una de las nuevas artistas más populares del momento.
El éxito que cosechó esta canción fue fundamental para que el público se interesara por el resto de la música que ofrecía “Watermark” y al descubrir lo que en él se incluía todos aquellos que lo escucharon quedaron conquistados de manera inmediata por el talento de Enya. Por este motivo, “Orinoco Flow” es sin duda alguna la canción más importante y trascendental de su carrera ya que sin ella posiblemente no se habría convertido en la estrella en la que se trasformó.
Prácticamente de un día para otro la popularidad de Enya creció hasta límites insospechados y pasó de ser una artista identificada con una música nada comercial, minotiratira y prácticamente de culto a convertirse en una de las artistas que más discos vendía ya que “Watermark” batió todos los records habidos y por haber en cuanto a ventas de un álbum vinculado a la “New Age”, etiqueta que como ya os he comentado a ella nunca le ha gustado ya que siempre ha pensado que en este estilo se terminaba por incluir todo tipo de músicas que no encajaban en otros estilos, algo con lo que personalmente yo estoy totalmente de acuerdo.
De esta manera se vería obligada a iniciar una gira promocional por todo el mundo, algo que nunca habría imaginado y que no acababa de gustarle demasiado. Enya no es una artista a la usanza y por este motivo su gira tampoco iba a serlo ya que no daría ningún concierto algo de lo que siempre ha rehuido ya que su manera de hacer música, con la superposición de sus distintas voces y la complejidad del sonido procedente de los sintetizadores hacían prácticamente imposible que pudiera ofrecer actuaciones en vivo con la calidad que ella quería. Así pues, se convertiría en la única artista de talla mundial cuyas giras consistirían en entrevistas, actos promocionales y alguna que otra aparición en cadenas televisivas interpretando alguna de sus canciones en play-back. Lo dicho, única en su especie.
La verdad es que es una pena que no se prodigue en lo que a actuaciones en vivo se refiere porque a buen seguro que serían espectaculares, pero también es cierto que su música, sus canciones, perderían bastante de la magia que poseen, algo que le sobra a la que viene a continuación.
Se trata de la que posiblemente sea la canción más sencilla de todo el álbum, un tema que irradia calma y paz por todos sus poros y en la que su voz más dulce cuenta con un acompañamiento muy en segundo plano de distintos tonos de voces y con la música de un órgano, cuya letra habla de fantasmas y apariciones. Otra gran composición titulada “Evening Falls”.
Muchas veces no nos paramos a pensar los esfuerzos que los artistas hacen para que sus discos vean la luz. De alguna manera perdemos la perspectiva limitándonos a pensar que todo es muy sencillo y que detrás de la música de los discos que compramos hay simplemente una grabación profesional sin mayores problemas. La realidad, en la mayoría de las ocasiones, es muy distinta.
Enya no fue ajena a estas circunstancias ya que tuvo que invertir prácticamente todo el dinero que tenía en la construcción del estudio en el que iba a grabar el disco llegando casi a arruinarse. De hecho, si el disco no hubiera obtenido los resultados de ventas que obtuvo y su caché no hubiese subido como la espuma como lo hizo es muy posible que su carrera discográfica hubiera terminado prácticamente antes de empezar. Ella misma llegó a reconocer que si las cosas hubieran ido mal hubiese tenido que retornar con sus queridos hermanos y tíos con Clannad.
A todo esto hay que sumar la gran cantidad de sintetizadores, ecualizadores y demás tecnologías que tuvo que comprar para poder obtener los resultados sonoros que consiguió, como sucedería con el tercer y último tema instrumental que se incluye en este maravilloso disco.
Nos encontramos ante la canción más trabajada de todo el álbum ya que nos muestra a una Enya muy inspirada y más “tecnológica” que nunca ya que utilizó hasta ocho sintetizadores distintos para darle forma. Además añadió una serie de registros y arreglos con otro teclado modulando su voz a su capricho, dando como resultado una mágica canción de título “River”, con la que prácticamente nos hace navegar sobre las aguas de un río llamado música.
El disco se va acercando poco a poco a su final y lo va a hacer de una forma que podríamos calificar de épica ya que la canción que viene a continuación, la penúltima del álbum, posee una inspiración histórica que encaja a la perfección con lo realizado por la artista hasta ese momento tanto en Clannad como en solitario.
De todos es sabido que su primer álbum en solitario fue “The Celts”, un trabajo inspirado en sus antepasados y con tintes históricos y épicos. La canción que llega a continuación reincide en estos extremos y para ello se inspira en otra civilización mítica en la historia de la humanidad.
En esta ocasión son los vikingos los que toman protagonismo y no lo hacen con una canción con un sonido intenso sino todo lo contrario. Un sonido relajante y esos coros vocales tan característicos en ella nos invitan a navegar a borde de sus míticas naves al son que marca esta maravillosa composición titulada “The Longships”.
Para cerrar el disco, Enya recurre a sus raíces y nos ofrece una lenta y emotiva composición inspirada en la música tradicional de su Irlanda natal. Para ello no duda en interpretarla en gaélico por lo que esta composición se convierte en un broche de oro para un magnífico trabajo.
En esta oportunidad nos habla de manera melancólica de la niñez y de la juventud, de esos tiempos maravillosos que no volverán. Una composición muy entrañable ya que fue dedicada a sus abuelos y cuyo título es “Na Laetha Geal M’Oige”, un cierre excepcional para este sorprendente disco.
Con la publicación de este álbum, Enya adquiriría la condición de estrella y aunque muchos se atrevieron a afirmar que lo suyo sería flor de un día y que en cuatro o cinco años nadie se acordaría de ella, lo cierto es que los siguientes dicos que ha ido publicando han seguido cosechando grandes resultados y en cada uno de ellos ha vuelto a sorprendernos y emocionarnos a partes iguales.
Su personalidad ha roto siempre los moldes de cualquier estrella mundial de la música. Una personalidad discreta, sin ningún tipo de escándalo. Una vida apartada del mundanal ruido y sin apenas repercusión social en la que no se le conoce ningún romance ni ninguna pareja ya que siempre se ha volcado en su carrera musical a la que le ha dado prioridad absoluta, algo que todos celebramos porque con su descomunal talento nos ofrece momentos indispensables cada vez que publica un nuevo disco. Hoy lo habéis podido comprobar.
LISTA DE LOS AÑOS 80
Es hora de retomar el recorrido por las listas graminoleñas de otros tiempos y nos situamos en la década de los 80. Como la lista que se estrenaba el 26 de febrero de 1989 no presentaba ninguna nueva entrada, voy a ofreceros una maravillosa balada que a mí personalmente me encanta y que si bien fue publicada ese año no conseguiría el éxito hasta un año después gracias al mundo del cine, algo bastante habitual en el mundo de la música.
Su creador es uno de esos artistas que siempre han obtenido mejores críticas que resultados comerciales y cuyos talento y calidad de sus composiciones siempre han estado muy por encima de sus ventas. Se trata de Chris Isaak, un grandísimo cantante y compositor que debería haber adquirido mayor popularidad en Europa de la que ha conseguido si nos basamos única y exclusivamente en lo magníficos que son sus discos.
Ese año 1989 publicaba un álbum bajo el título de “Heart Shaped World” en el que se incluía una de esas canciones románticas y melancólicas que emocionan cada vez que la escuchas. Un tema intepretado de manera magistral, con un tono triste y meditabundo y un falsete por parte de Isaak que es parte de la historia de la música moderna. En un primer momento esta composición pasó un tanto desapercibida pero el gran David Lynch, ferviente admirador de la música del cantante, revertiría totalmente esta situación al incluirla como tema central en la banda sonora de una de sus míticas películas.
La película en cuestión no es otra que “Corazón Salvaje” y la canción que pone los pelos como escarpias es “Wicked Game”, un tema con el que Isaak nos demuestra que su manera de hacer música no está al alcance de muchos. Una maravilla.
LISTA DE LOS AÑOS 90
Damos el salto en el tiempo de rigor y nos situamos a continuación en el 28 de febrero de 1999. Aquel día se estrenaba nueva listra graminoleña que nos traía dos nuevas entradas, ambas con toques románticos y pausados, una procedente de nuestro país, con la que vamos a empezar, y otra desde tierras suecas.
Desde hacía algún tiempo, Jarabe de Palo, o quizás habría que decir de manera más correcta Pau Danés, había conectado con el público de nuestro país y sus discos tenían una gran aceptación logrando unas ventas más que apreciables. A finales de 1998 aparecía en el mercado su álbum “Depende” y de él se extraía como sencillo la canción que colocaban en nuestra lista aquel 28 de febrero de 1999.
Una vez más nos encontrábamos con una melodía tranquila y pausada y una letra melancólica al más puro estilo Danés, interpretada con su particular e inconfundible voz. Una canción que no pasa por ser de las más aclamadas de su carrera pero que a mí personalmente me parece de una calidad indiscutible.
Se trata de una canción que habla de la amargura que todos hemos sentido alguna vez en la vida por amar a la persona que no nos corresponde. Un tipo de amor del que se dice que es el que siempre perdura y nunca se olvida. Su título es “Agua” y nos acompañó durante 19 semanas para alcanzar el top 19.
Viajamos a continuación hasta tierras suecas para recordar la melodía perteneciente a la segunda entrada que se producía en la lista noventera que estamos analizando en el día de hoy. Una canción que sonó hasta la saciedad en las emisoras de radio y que nos llega de la mano de un más que evidente caso de “one hit wonder”, que por si alguien no lo recuerda viene a significar “artista de un solo éxito”.
Se trataba de una joven cantante llamada Emilia Rydberg, aunque artísticamente era conocida únicamente como Emilia. Por aquel entonces llevaba ya algún tiempo en el mundo de la música y había adquirido cierta popularidad en su país en gran medida por sus intentos de convertirse en la representante sueca en el festival de Eurovision. Y es que en Suecia es casi de obligado cumplimiento para cualquier artista de por allí intentarlo ya que desde el triunfo de ABBA en el festival el culto hacia el mismo es casi obsesivo.
El momento culminante de su carrera, y el único a nivel internacional, llegaría precisamente en aquel momento con la publicación de un sencillo titulado “Big Big World”. Una dulce balada que introduce algunos arreglos orquestales basados en la “Cantata Campesina” de Johann Sebastian Bach, que triunfó a lo grande en su país natal en un primer momento y de manera inmediata en el resto de Europa, aunque el mercado norteamericano se le resistiría de tal modo que al otro lado del Atlántico apenas tendría trascendencia.
En nuestra lista nos acompañaría durante 43 semanas para alcanzar el top 4 y después de esto nunca más se volvería saber de ella. Lo cierto es que en Suecia ha seguido publicando discos obteniendo unos resultados aceptables en cuanto a ventas y permaneciendo intacta su popularidad, aunque lo cierto es que fuera de allí si se la recuerda por algo es casi en exclusiva por esta canción.
LISTA DEL NUEVO MILENIO
Llega el momento de cerrar el repaso semanal que realizamos a nuestras listas y para ello nos situamos en el 22 de febrero de 2009. Aquel día se producía una única nueva entrada que estaba protagonizada por un grupo nacional que se encontraba en su mejor momento y al mismo tiempo en el final de su recorrido juntos, al que le costó mucho convertirse en profeta en su tierra. Estoy hablando de La Quinta Estación.
Esta banda echó a andar en el año 2000 y estaba formado inicialmente por Sven Martín, Miguel Ángel Pascual, Carlos León, Mariluz Peñalver y María Arenas. Posteriormente se incorporarían Natalia Jiménez, Pablo Domínguez y Ángel Reyero, dando cuerpo definitivo al grupo y publicando un primer disco que apenas tuvo repercusión. Todo apuntaba a que su andadura iba a ser bastante corta.
Cuando todo parecía perdido, un empresario discográfico mexicano asistiría a una de sus actuaciones en un local de aforo reducido y les ofrecería un contrato para trasladarse a México y continuar allí su carrera discográfica. Únicamente los tres últimos miembros en incorporarse al grupo, Natallia, Pablo y Ángel, aceptarían el reto y tras publicar allí un nuevo álbum lograrían un éxito tremendo que se haría extensible a toda Latinoamérica.
Como era de esperar, las noticias de su éxito llegarían a nuestro país y poco a poco irían adquiriendo popularidad también por estas tierras, hasta terminar convirtiéndose en una de las bandas más conocidas y seguidas por el público español. En el año 2008 publicaban un álbum titulado “Sin Frenos” con el que iban a lograr triunfar a lo grande, aunque finalmente se covertiría en la antesala de su disolución. Antes de la publicación de este disco, Pablo Domínguez abandonó el grupo que pasó a convertirse en un dúo, entablando una batalla judicial por la utilización del nombre de La Quinta Estación que a medio plazo provocaría que Natalia y Ángel decidieran arrojar la toalla, iniciando la primera su carrera en solitario con resultados bastante por debajo de lo esperado.
El primer sencillo que se publicaría de ese disco sería “Que Te Quería”, en el que mostraban un sonido un tanto más rockero de lo habitual y que vendría acompañado de un espectacular vídeo repleto de efectos especiales y explosiones. En nuestra lista nos acompañaría durante 57 semanas para alcanzar el segundo puesto como su mejor registro.
COMPARTE QUE ALGO QUEDA
La sección que cada semana le dedicamos a las colaboraciones de lujo que han surgido a lo largo de la historia de la música del día de hoy es muy especial. Sus protagonistas son dos grandísimas estrellas que se tomaron su tiempo, nada más y nada menos que siete años, para sacar al mercado un disco juntos, mostrando una compenetración espectacular y ofreciéndonos un puñado de grandes canciones interpretadas con una sensibilidad maravillosa. Ellos son Mark Knopfler y Emmylou Harris.
El álbum fue publicado en el año 2006 bajo el título de “All the Roadrunning” y les embarcaría en una espectacular gira en la que ofrecerían lo mejor de sí mismos, dejándonos a todos con ganas de mucho más. Estaría bien que volvieran a encerrarse en un estudio de grabación para volver a trabajar juntos y no hay que desesperar ya que si con este álbum tardaron siete años … pues eso, que todo es posible.
Así pues, vamos a disfrutar de tres de las canciones que se incluyen en este disco y os recomiendo que si tenéis la posibilidad lo escuchéis al completo, merece la pena.
La primera de las canciones que os quiero ofrecer fue una de las primeras en las que los dos colaboraron juntos. Knopfler y Harris se conovieron en un show televisivo en Norteamérica mientras el primero promocionaba junto a Chet Atkins un álbum que habían grabado juntos bajo el título de “Neck & Neck”, disco también muy recomendable. Los dos conectaron muy bien y se hicieron la firme promesa de que cuando sus respectivas agendas lo permitieran tenían que grabar algo juntos.
De esta manera, juntos compusieron un tema que en un primer momento iba a ser incluido en el álbum de Knopfler “Sailing to Philadelphia”, pero fue tanta la química que crearon que el británico finalmente pensó que era un desperdicio incluir esa canción en el álbum cuando podían grabar juntos un disco al completo que a buen seguro iba a ser de una calidad excepcional, motivo por el cual se emplazaron a ir dando forma a ese trabajo poco a poco cuando pudieran compaginar sus tareas en periodos en los que sus respectivos compromisos lo permitieran.
Así pues, la canción con la que podría decirse que empezó todo fue precisamente ésa, la que iba a formar parte de “Sailing to Philadelphia”, un tema titulado “Donkey Town” que sería simplemente el aperitivo de lo que estaba por llegar y en el que muestran una compenetración total mezclando sus voces de una manera casi mágica.
Lo más llamativo, a la par que atractivo, de esta colaboración fue lo bien que fueron capaces de combinar los registros tan distintos que poséian cada uno de ellos. La voz grave, ronca y casi susurrante de Knopfler encajó a la perfección con la más sonora, aguda y convincente de Harris. De hecho ellos llegaron a decir que en el disco realmente se escuchaban tres voces, la de él, la de ella y el resultado que daba cantar los dos juntos y la verdad es que en el fondo no les faltaba razón.
La mayoría de las canciones que conforman el álbum se mueven en el terreno de las baladas y los medios tiempos destacando en mi modesta opinión sobre todas ellas la que viene a continuación. Se trata de una preciosidad de balada en la que sus voces terminan acariciando los oídos despertando un sinfín de emociones.
Su título es “Love and Happiness” e irradia romanticismo por los cuatro costados, algo que se hace extensible a la práctica totalidad de las canciones que forman parte de este magnífico álbum.
Como os comentaba al principio, tardaron nada más y nada menos que siete años desde que compusieron “Donkey Town” hasta que el álbum salió al mercado, pero es que era muy difícil encontrar esas fechas en las que los dos tuvieran algún momento libre en el que poder trabajar juntos. De lo que no cabe ninguna duda es de que la espera mereció la pena.
En contraste, la grabación propiamente dicha de las canciones que forman parte del disco, una vez terminadas, apenas duraría quince días ya que era tal la comunión existente entre ambos que prácticamente todas ellas fueron válidas al primer intento. Siempre comentaron como simplemente se situaron uno frente al otro con sus respectivos micrófonos y fueron cantando uno tras otro los temas como si llevaran años colaborando juntos, algo que en sentido literal podría considerarse cierto, claro está.
Como no podía ser de otra manera, estando Knopfler de por medio, su guitarra sale a relucir en repetidas ocasiones, ofreciendo esa sonoridad tan característica, transportándonos por instantes a sus momentos dorados al frente de Dire Straits. El tema con el que cerramos la sección de “Comparte que Algo Queda” del día de hoy es la más representativa en este aspecto.
Esta genialidad lleva el título de “Beachcombing” y realmente invita a escuchar la totalidad del álbum, algo que os recomiendo porque su calidad es simplemente excepcional.
Dado que Emmylou Harris está considerada como una de las princesas del country y que Mark Knopfler se ha desenvuelto bastante bien a lo largo de su carrera en este terreno, muchos pueden pensar que este trabajo es simplemente un álbum de country y si bien es cierto que su sonido se mueve en esos parámetros, es mucho más que eso. De lo que no cabe duda es de que nos encontramos ante una colaboración estelar y única.
LA ÚLTIMA DE LA GRAMINOLA
El triángulo perfecto que cada semana protagoniza la contraportada de “La Graminola” se adentra esta semana en terrenos tan variados como el pop internacional, los ritmos del pop-ñrock latino y el rock duro y potente. Tres grandes canciones para cerrar a lo grande el número de hoy.
EFEMÉRIDE
El recuerdo de esta semana nos deja un sabor agridulce porque sirve para recordar a un dúo excepcional pero rememorando el momento en que decidieron separarse. Son Wham y nos dejan su tarjeta de visita.
La efeméride de esta semana nos traslada hasta el año 1986 ya que tal día como hoy del mismo se producía el anuncio de la disolución de la que está considerada como la mejor boy-band de la hisotira. El camino de George Michael y Andrew Ridgeley en el proyecto Wham llegaba a su fin, dejándonos por el camino un sinfín de momentos inolvidables.
El tremendo carisma y popularidad que había adquirido Michael, además de sus tremendas dotes como compositor y cantante, y el protagonismo cada vez menor que tenía Ridgeley dentro del dúo fueron las causas por las que tras seis años juntos ofreciendo grandísimas canciones decidieron continuar cada uno su camino por rumbos distintos. Estaba claro que la carrera en solitario del primero iba a estar repleta de grandes momentos, pero la de su compañero de fatigas no correría la misma suerte ya que sería puramente testimonial.
Siempre se ha cuestionado mucho la figura de Ridgeley en el grupo ya que el protagonismo casi absoluto lo ejercía su compañero, pero lo cierto es que él era el que podía considerarse el cerebro gris del dúo ya que era el que tomaba las decisiones sobre el rumbo a seguir en lo que a estilo se refiere y de la imagen que fueron mostrando, algo esencial para entender su existencia.
Muchas son las canciones que podrían venir a esta sección en el día de hoy para rendir un merecido homenaje a la carrera de Wham y finalmente me he decantado por una que esconde una estrategia de márketing verdaderamente brillante. En las Navidades del año 1984 publicaron como sencillo el famoso “Last Crhistmas” y hasta ahí nada se sale de lo normal. Lo extraordinario viene porque ese sencillo llevaría dos caras A ya que eran conscientes que una vez finalizada la época navideña la vigencia de esta canción perdería fuelle, por lo que la cara B se denominaría también cara A y en ella se incluiría otra canción con un potencial extraordinario que explotaría una vez el tema navideño cayó en el olvido.
Se trata de “Everything She Wants”, uno de los grandes clásicos de su carrera y uno de los últimos éxitos de Wham que nos decían adiós aquel 28 de febrero de 1986.
Todo sabemos lo que sucedió con George Michael a partir de ese momento y como acabaría, pero casi nadie conoce lo que pasó con Andrew Ridgeley. A este respecto os contaré que tras no triunfar con los dos discos que publicó en solitario también tendría una época oscura vinculada al mundo de las drogas del que saldría gracias a la que se convertiría en su pareja, la también cantante Karen Woodward, conocida por su paso por Bananarama. Después de esto se ha dedicado a la vida contemplativa viviendo de los millones que ganó mientras perteneció a Wham y se dedica a recorrer el mundo en bicicleta recuadando dinero para una fundación cuya finalidad es la ayuda a niños desfavorecidos.
LA EDAD DE ORO DE LA MÚSICA ESPAÑOLA
No eran españoles pero su música encaja perfectamente en esta sección. Desde Argentina llegan Los Enanitos Verdes para ofrecernos un auténtico himno.
Los que seguís habitualmente “La Graminola” ya sabéis que en esta sección que está dedicada a la música española, de vez en cuando cruzo el charco y recuerdo alguna canción procedente de Latinoamérica que encaja a la perfección con la música que por aquí pasa cada semana. Es una manera de demostrar que ha habido épocas en las que desde los países latinos del otro lado del Atlántico también se ha hecho buena música muy alejada de la que nos llega en nuestros días.
Hoy os ofrezco otro ejemplo de la mano de uno de los grupos argentinos más destacados dentro del pop-rock que por allí se hace. Una banda que vio la luz en el año 1974 y que veinte años después iba a conseguir el mayor éxito de su carrera con una canción que poco más o menos que se ha convertido con el paso del tiempo en un auténtico himno.
La figura del teclista Horacio Gómez es fundamental para entender la canción que os ofrezco a continuación. Formaba parte de un grupo argentino denominado Alcohol Etílico que es el verdadero creador de esta composición y posteriormente pasaría a formar parte de los también argentinos Los Enanitos Verdes, procediendo a grabarla de nuevo en el año 1994, convirtiéndola en una de las canciones del pop latinoamericano más conocidas y exitosas de la historia.
La canción fue incluída en el álbum titulado “Big Bang” y de manera inmediata caló en el público de su país para a continuación lograr idénticos resultados en el resto de Latinoamérica y dar el salto hasta nuestro país. Se trata de “Lameto Boliviano”, un tema con un inicio que nos transporta a la altiplanicie andina para dar paso a una música pop excepcional.
Mucho se ha especulado sobre la temática real de esta canción. La más aceptada está relacionada con la gran cantidad de emigrantes procedentes de Bolivia que viven en Argentina que al parecer continuamente se lamentan por su suerte, aunque no es la única interpretación.
NOVEDAD
La novedad de esta semana se estaba haciendo esperar mucho y la recibimos con muchas ganas. Después de un amplio silencio, Within Temptation vuelven a ponernos a cien con su potente música con un excepcional disco en el que no se han privado de nada. Grandes colaboraciones y gran sonido el que ofrecen con este maravilloso álbum titulado “Resist”.
Cerramos el número de “La Graminola” de esta semana a máxima potencia ya que hace unas semanas ha salido al mercado el último trabajo de la banda holandesa de metal sinfónico Within Temptation. Ya se les echaba de menos porque han tardado cinco años en volver a regalarnos material nuevo y lo cierto es que ha merecido la pena la espera.
Las razones de tanta demora han recaido sobre la figura de su carismática vocalista, la siempre atrayente Sharon den Adel quien por diversos problemas personales y cierto agotamiento perdió su inspiración para componer nuevos temas para el grupo y dio luz a un nuevo proyecto en solitario denominado My Indigo, publicando un álbum con una música muy distinta a la que habitualmente forma parte de Within Temptation.
Una vez superada su crisis de creatividad, Sharon ha regresado a sus raíces y nos ofrece un puñado de grandes canciones con el sonido “metalero” habitual, en un álbum titulado “Resist” en el que no ha podido resistir la tentación de incluir algunos arreglos más modernos y electrónicos de lo habitual, algo que dota a este trabajo de un aire magnánimo y épico, demostrando que cuando hay talento y ganas de innovar cualquier método es válido para ofrecer grandes resultados.
El tema que se ha elegido como primer sencillo del álbum, que fue publicado como tal antes de las fiestas navideñas, es “The Reckoning”, una brutal composición en la que el sonido sinfónico se mezcla con la música de sintetizadores y el aderezo habitual de la potencia de las guitarras, dando como resultado una canción épica que viene acompañada además de un espectacular videolcip. Por si fuera poco, para la ocasión han contado con la colaboración de Jacoby Shaddix (Papa Roach), un adelanto que deja bien a las claras que éste será sin duda alguna uno de los discos del año 2019.
Con esta tremenda potencia ponemos punto final al número de “La Graminola” de esta semana. Como hemos podido comprobar hemos tenido de todo y es que en la variedad está el gusto.
Hasta dentro de siete días, Graminoleños.
JUAN JOSÉ GOMARIZ