The big short (Adam McKay, 2015. EEUU): el firmante de la estupenda y desternillante Hermanos por pelotas (Step brothers, 2008) rubrica este ambicioso pero torpe, inteligente, verborreicamente hablando excesivo (ininteligible para el ciudadano medio incluso si se ve doblada al castellano, ya que está repleta de tecnicismos) y complejo retrato de los años previos al desplome de la burbuja inmobiliaria que dio pie a una de los períodos de recesión económica más devastadores de la historia contemporánea. Su continua jerga financiera y su naturaleza coral (varios outsiders creen que la eclosión de la burbuja inmobiliaria está al caer, mientras todo el mundo, y por todo el mundo quiero decir los grandes bancos, inmorales amos del cotarro, se ríe de ellos) impiden que esta buena compleja película (con un ritmo apabullante, por cierto, todo hay que decirlo), una de las diez nominadas a la estatuilla dorada este año, se convierta en una buena película. Christian Bale y Steve Carell están inusualmente bien, mientras que la presencia de Brad Pitt es poco más que testimonial. Pese a estar muy de actualidad, da la impresión de que llega un par de años tarde. La inmoralidad de estos outsiders (en especial la del narrador en off, interpretado por Ryan Gosling) también va directa a la mandíbula del espectador, así como la de los propios causantes de la crisis, esto es, la codicia de los bancos, en el guión mucho más pasivos. La escena de Margot Robbie es sencillamente hilarante, y lo que su cameo y personaje explican es reveladoramente doloroso. En general, infladísima propuesta. Margin call (J.C. Chandor, 2011) fue infinitamente superior.