
Otra boda, otra comedia que, ya sólo con el título, no invita demasiado a su visionado. ¿Qué puede tener una película donde todos van de blanco y ríen a carcajadas que pueda gustarnos por encima de las obscuras y profundas reflexiones de algunos de los estrenos más destacados de los últimos meses? ¿Calidad? ¿Brillantes interpretaciones? ¿Conmovedora y desgarradora dialogística? No. La respuesta es mucho más corta y sencilla: diversión. La gran boda consigue arrancar más de una sonrisa al espectador, cosa nada fácil, y es por ello que se merece la calificación de notable entretenimiento de la semana.
Don (Robert De Niro) y Ellie (Diane Keaton) tendrían que estar contentos. Su hijo adoptivo, recién licenciado en la universidad de Harvard, se casa en pocos días. El problema es que hace más de 10 años que no se ven, no des de que Don engañó a Ellie con su mejor amiga Bebe (Susan Sarandon) y se fue a vivir con ella. Por si fuera poco, su hijo (Ben Barnes) acaba de contarles que su madre biológica, muy religiosa, asistirá a la boda y no sabe nada del divorcio, y les ha pedido que hagan ver que aún están felizmente casados. Éste será el primero de toda una serie de enredos que se irán sucediendo en la trama de La gran boda, simple, nada extraordinaria, pero poseedora de un elemento clave: la risa.

Si bien es verdad que están lejos de su mejor forma, los tres actores le han cogido el gusto a esto de la comedia, y sólo por verlos juntos a los tres, besándose, peleándose y descargando su ira en cínicos comentarios incriminatorios, ya vale la pena. Por su parte, los cuatro jóvenes también dan la talla. A Topher Grace y Katherine Heigl se les puede criticar cierto anclaje en el mismo tipo de papeles cómicos, es verdad, pero tampoco se puede negar que, estos papeles, los bordan. A Ben Barnes también parece ser que, desde Las crónicas de Narnia, le han adjudicado con los personajes hispanos, mientras que a Amanda Seyfried, ya sabemos que todo lo que sean bodas se le empieza a dar muy bien. Seyfried y Barnes, por cierto, comparten una de las escenas más divertidas del inicio de la película: la reunión prematrimonial con el aquí secundario Robin Williams, agradable guindilla del pastel de bodas de esta cinta que encaja a la perfección con el grupo cinematográfico de las cintas del “pasar un buen rato”.

Lo mejor: la primera media hora (sobre todo la cena y la reunión con el cura) y el sarcasmo que fluye entre De Niro, Keaton y Sarandon.
Lo peor: que por muy divertida que sea, las grandes comedias clásicas de enredos hace tiempo que dejaron de hacerse.Nota: 7
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