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La Gran Casa - Nicole Krauss

Publicado el 25 noviembre 2013 por Rusta @RustaDevoradora

La Gran Casa - Nicole KraussEdición: Salamandra, 2012Páginas: 352ISBN: 9788498384796Precio: 19 € (e-book: 11,99 €)
Pusiste más interés en la salud de esa planta del que me has dedicado a mí en años, me espetó. Me quedé sin palabras. Él sorbió por la nariz y se enjugó el rostro con la mano. No recuerdo la última vez que me preguntaste mi opinión sobre algo, sobre algo que te importara. Instintivamente, hice ademán de acercarme a él, pero se apartó. Vives perdida en tu propio mundo, Nadia, y en las cosas que pasan en él, y has cerrado todas las puertas. A veces te miro mientras duermes. Me despierto y te miro y me siento más cercano a ti cuando estás así, desprotegida, que si estás despierta. Despierta eres como alguien que tiene los ojos cerrados y está viendo una película que se proyecta dentro de sus párpados. Ya no puedo acercarme a ti. Hubo un tiempo en que sí podía, pero ya no, hace mucho que no. Y tú no pareces tener el menor interés por acercarte a mí. Me siento más solo contigo que con cualquier otra persona, más incluso que cuando voy solo por la calle. ¿Te imaginas lo que es eso? Pág. 52.

Muchas reseñas de La Gran Casa (2010) empiezan con una referencia a La historia del amor(2005), la segunda novela de Nicole Krauss (Nueva York, 1974), con la que obtuvo un gran éxito y se consolidó en el panorama internacional, con traducciones a más de treinta y cinco idiomas. «¿Está La Gran Casa a la altura de La historia del amor?», se preguntan los lectores y los críticos. Yo admito que no podré dar respuesta a esta pregunta, porque he descubierto a la autora con su obra más reciente y aún no he leído su libro más aclamado, aunque de todos modos pienso que la opinión de una lectora libre de ideas preconcebidas también puede resultar interesante.La Gran Casa - Nicole KraussLa Gran Casa contiene cuatro historias en una, narradas en primera persona por personajes diferentes que en principio no parecen estar relacionados entre ellos. Cada trama tiene dos fragmentos de entre treinta y sesenta página de extensión, aproximadamente, por lo que son narraciones con entidad propia que se disfrutan incluso sin saber cómo encajarán. Su nexo de unión es un gran escritorio, del que se rumorea que podría haber pertenecido a Lorca, un imponente mueble que pasa de mano en mano y se convierte en el símbolo de los cambios vitales más poderosos que experimentan sus dueños. La que abre el telón es Nadia, una escritora neoyorquina que se dirige a un juez («Señoría»), sin revelar por qué, y le cuenta que fue un joven poeta chileno, más tarde víctima del régimen de Pinochet, quien le prestó el escritorio en los años setenta. Su voz es la más culta y refinada, una voz rica en comentarios sobre literatura, historia y otros temas culturales que hace repaso a toda su vida: el fracaso de sus relaciones sentimentales, la muerte de su padre, sus inicios en la escritura y, por supuesto, la razón por la que dejó de poseer el escritorio y lo que le ocurrió a partir de entonces.En la segunda historia, Aaron, un anciano israelí, habla a su hijo, un hombre de mediana edad al que ha estado más de veinte años sin ver. En realidad, nunca se entendieron: el hijo siempre manifestó un carácter retraído, de joven quiso ser escritor, mientras que el padre, de naturaleza más práctica y enérgica, no soportaba su actitud. Ahora, tras la muerte de su esposa, Aaron observa a su hijo y sus palabras fluyen como un río, un torrente lleno de fuerza y más coloquial que el de los otros narradores que tiene como trasfondo el conflicto israelí-palestino. Por otra parte, el tercer hilo nos traslada a Londres, donde un profesor universitario reconstruye la vida de su mujer, Lotte, una escritora de origen alemán poco reconocida en los círculos literarios que acaba de fallecer de alzhéimer. Su viudo ha descubierto que ella le ocultó un secreto importante y quiere llegar hasta el final de ese asunto, lo que lo lleva a reflexionar sobre si realmente llegó a conocerla. Utiliza un tono serio y elegante, acorde con su profesión; y las raíces de Lotte permiten tratar de pasada el tema del Holocausto, motivo por el que abandonó su tierra.La última trama está narrada por Izzy, una norteamericana que hace unos años estudió en Oxford, donde conoció a unos extraños hermanos israelíes: Yoav, con el que intimó, y Leah, una chica poco corriente. De vez en cuando se marchaban para atender a un encargo de su padre, un anticuario especializado en la recuperación de muebles usurpados durante el nazismo, y un día desaparecieron definitivamente. Ahora Izzy recibe una carta de Leah, que le pide que regrese junto a su hermano, ya en Jerusalén. La perspectiva de Izzy se caracteriza por la ingenuidad de la narradora, esa capacidad para sorprenderse de las situaciones que empieza a vivir junto a los hermanos. Es la más joven de las cuatro voces del libro, aunque es tan sutil y minuciosa como las demás, hasta el punto de caer en el «efecto guía turística» cuando se mueve por la ciudad, un desliz sin importancia.La Gran Casa - Nicole KraussComo se puede comprobar, Krauss ha construido una novela ambiciosa que abarca una gran variedad de puntos de vista, lugares, épocas y ambientes. Este tipo de obras fragmentadas suelen correr el riesgo de resultar pesadas por la necesidad de ensamblar las piezas para situar al lector, pero en La Gran Casa esto no es un problema, porque cada historia se desarrolla de forma independiente con plenitud y el lector no siente la necesidad de buscar aquello que une a los protagonistas; sencillamente, cuando llegue el momento lo reconocerá, y, no solo eso, sino que dará sentido a algunos detalles que quizá pasó por alto antes (la forma de encajar las piezas es fantástica). Entre los temas tratados, la pérdida se impone (de una esposa, de un amor, de la capacidad para seguir desempeñando una profesión), porque en cierto modo La Gran Casa es una muestra de cómo los seres humanos nos reinventamos, salimos adelante después de una mala experiencia y recordamos con melancolía el pasado. La novela destila naturalidad, la naturalidad de unas personas que hablan de asuntos tan universales como las relaciones familiares, el reencuentro con un viejo amigo o la decisión de tener hijos o no. Es imposible resumir La Gran Casa en pocas palabras; en ella hay historias dentro de historias, vidas con todos sus matices que brillan gracias a la poderosa narración de Krauss.La escritura llega a un alto nivel de subjetivismo: profundiza en la psicología de cada personaje; todo el protagonismo es para la vida interior —a la que se refiere más de una vez—, los pensamientos, el balance de pasado y presente; la acción externa ocupa un espacio secundario. La propia autora ha dicho: «La tercera persona me parece artificial, quiero escaparme para llegar a otro nivel de autenticidad», por eso en todas sus novelas escribe en primera persona, y no hay duda de que consigue llegar a esa autenticidad porque su capacidad para la introspección es extraordinaria. Demuestra mucha habilidad para la observación y proporciona los datos necesarios para conocer al narrador sin recurrir al convencional orden lineal mediante el empleo de la digresión, con la que enlaza unos temas con otros y regresa al punto inicial sin cambios bruscos. Utiliza frases largas y poéticas, que se recrean en los detalles, un estilo poco habitual en los autores anglosajones —Krauss ha reconocido ser admiradora de diversos escritores latinoamericanos y españoles, algunos de ellos mencionados en La Gran Casa.Además, Krauss destaca por plasmar una parte más intelectual: tiene predilección por los temas literarios —aparecen varios personajes que escriben y se hacen abundantes referencias a escritores— y socioculturales en general, como cuando trata con tanta sutileza los temas históricos propios de los periodos en los que se desarrolla la novela. Se mueve por terrenos que domina, puesto que, pese a ser conocida por su faceta de novelista, en sus inicios se dedicó a la poesía (como el poeta chileno ficticio) y ha estudiado literatura y artes. Los escenarios elegidos también tienen mucho en común con los que han formado parte de su existencia: nació en Nueva York (la ciudad de Nadia), cursó estudios de posgrado en Oxford (como Izzy y los hermanos) y es de ascendencia judía (el tema judío se trata tanto por el conflicto con los palestinos como en la huida de la Alemania nazi). Es arriesgado buscar conexiones entre una novela y su autor, pero no he podido evitar pensar que en La Gran Casa hay mucho de Krauss, como mínimo en las reflexiones sobre literatura y escritura que se plantea la solitaria Nadia.

La Gran Casa - Nicole Krauss

Nicole Krauss

Con todos estos atributos, no es de extrañar que La Gran Casa haya estado nominada a los prestigiosos National Book Award y Orange Prize, ni que el nombre de Nicole Krauss aparezca en las listas de mejores escritores anglosajones menores de cuarenta años. En su caso, la brillantez y el reconocimiento van de la mano; y yo, pese a no poder compararla (todavía) con La historia del amor, considero que La Gran Casa es una obra impresionante, una novela complicada en su estructura y profunda en su introspección que me cautivó desde las primeras páginas. Me hago el propósito de leer todo lo publicado por Krauss hasta ahora y de seguirle la pista en el futuro, porque una autora como ella (tan inteligente, tan sutil, tan estimulante) no se encuentra a menudo.

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