Como la mayor parte de la gente con la que suelo hablar de este asunto, me parece que los argumentos de quienes se oponen a la regulación del matrimonio homosexual son falacias que ocultan (o más bien enfocan) los prejuicios de quienes los sostienen. No voy a hablar largo y tendido sobre el tema en esta entrada, sino que me limitaré a mostrar una de estas falacias.
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Los anti-gays suelen, por una parte, que ellos no están en contra de privar a nadie del derecho a unirse como pareja a quien le dé la gana, sólo se oponen a que esa unión se equipare legalmente con el matrimonio "como dios manda", y aprueban la opción que se da en algunos países de formalizar algo así como una "unión civil", con derechos y obligaciones prácticamente iguales a las del matrimonio entre macho y hembra.
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Por otra parte, esos mismos anti-gays repiten hasta el aburrimiento la tesis de que el matrimonio homosexual es contra natura porque va contra la reproducción de la especie.
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Pues bien, estos dos argumentos no se pueden sostener a la vez: si el matrimonio homosexual es contra natura, la "unión civil" lo es exactamente igual, de modo que si el primero supone un peligro para la especie humana y debe ser criticado por ello, en la misma medida debería hacerse con el segundo.
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Enrólate en el Otto Neurath