La Gran Ilusión, que así es como se llama el espectáculo que esta crítica ocupa, es sin duda un show de magia, pero con un poso muy teatral, no en vano en el colaboran Josep María Pou, Emma Vilarasau y Berto Romero, apoyando con su presencia, lo que Antonio Díaz ofrece, como en una declaración de principios, sobre lo que función plantea y el código en el que lo plantea. Magia y teatro se funden en gloriosa y gozosa conjunción, de forma muy fresca y divertida.
Antonio Díaz, reconozco que me ha ganado por la mano, encuentro delicioso el personaje que ha creado, tímido, tierno, con una pizca de mala baba, algo verderoncillo, y un poco adolescente, que resulta absolutamente irresistible. Se trata de un mago de gran nivel, que ofrece intimismo y espectacularidad en igual medida, en una acertada combinación, que funciona a las mil maravillas. Díaz sorprende por su seguridad, aplomo y maestría, en un ejercicio mágico-interpretativo, muy conseguido, creo que todo está estudiado, y todo está muy ensayado, siendo esa "la gran ilusión" del espectáculo, todo parece espontáneo, y realmente es fruto de un gran trabajo. Además de lo descrito, está la parte mas difícil, la interactuación con el público que el Mago Pop controla al milímetro, con ese toque guasón, sin nunca ofender, y rapidísimo en las respuestas, que me parece muy encomiable.Como mago sorprende, y despliega múltiples trucos desde los mas clásicos hasta los mas modernos, consiguiendo llevarnos al respetable, exactamente al sitio que quiere que vayamos. Estamos sin duda ante una personalidad única y magnética que engancha desde que sale a escena, y que sabe medir muy bien los tiempos en escena y tiene un sentido de la teatralidad muy agudizado.
La producción dirigida por el propio Antonio Díaz, es un prodigio, aunando tecnología y magia, de una forma totalmente convincente, y muy dinámica. Estamos ante un show muy bien tramado, astutamente medido en sus tiempos, y perfectamente hilado en su continuidad. Nos encontramos ante una función que busca dignificar la magia, y convertirla en un gran espectáculo que sorprende y engancha en igual medida, utilizando los recursos que tiene de una forma ejemplar, muy resultona, y que en algunos momentos impacta al espectador, por su fuerza visual, y sentido de la espectacularidad.Sin duda no se trata de un espectáculo de magia mas, sino de un espectáculo que desde un prisma muy novedoso en nuestras carteleras, da frescura y engrandece el arte del ilusionismo, con gran efectividad, entusiasmo y sabiduría teatral.
En resumen, un espectáculo para toda la familia absolutamente recomendable, en el que el carisma del protagonista, su impecable acabado formal y capacidad de asombrar, son sus bazas mas potentes, dentro de unos parámetros inusuales y sorprendentes.
El día que yo asistí estaba el Calderón a reventar, y al final la ovación fue generosa con un público en pie, que supo apreciar el gran trabajo del que fueron testigos.Os recomiendo muchísimo esta producción que pienso que tendrá un antes y un después dentro del mundo del ilusionismo. No os vais a arrepentir!!
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