Fotografía: Luis Pérez Armiño
Son muchas las referencias actuales que proponen una fecha de inicio de la actual crisis concretada en 2008. Las variadas burbujas económicas explotaron y la onda expansiva arrastró consigo a gran parte de la población, desprevenida y desprotegida ante lo que estaba por llegar. Las preguntas son evidentes aunque se pueden resumir en una cuestión básica que nos interroga sobre cuál ha sido el error que ha degenerado en una de las peores crisis económica desde que el sistema es sistema. Al parecer, situaciones pretéritas, véase por ejemplo la última y reciente crisis energética de los años setenta, pueden entenderse como meramente coyunturales, meros reajustes o errores previsibles dentro del macro – complejo económico de corte capitalista. Sin embargo, para muchos expertos en la materia, la actual crisis es estructural, de hondo calado. Aunque algunas lecturas paralelas sobre la materia pueden ofrecer datos esclarecedores que ayuden a formar otro punto de vista sobre la actual y última crisis.La economía, con razón conocida como la “ciencia lúgubre”, puede ser sencilla. Si atendemos
Fotografía: Luis Pérez Armiño
al modelo capitalista, el sistema se basa en una ley de la oferta y la demanda. Existe una oferta que satisface una determinada demanda que, a su vez, sostiene esa oferta. Si un determinado individuo dispone de recursos, puede invertirlos en la obtención de bienes o servicios generando un ciclo económico que se retroalimenta de forma constante, aspecto este vital para su supervivencia. Existe un aspecto fundamental en la lógica neo – capitalista: ya no es sólo necesario disponer de recursos para invertirlos; hoy en día no es necesario disponer de esos bienes de forma tangible; existe todo un sistema crediticio y de deudas que facilita la circulación de bienes, servicios y recursos. Por último, el sistema necesita una serie de reajustes cíclicos más conocidos como crisis para fundamentar su propia esencia y la buena marcha de la maquinaria.Josep Fontana insiste en una de las mentiras fundamentales que alimenta nuestra actual crisis. Se ha insistido hasta la saciedad, desde medios oficiales y oficiosos, que la actual crisis tiene como uno de sus pilares básicos el endeudamiento público que ha justificado toda una batería de medidas en pro de la austeridad. Sin embargo, Fontana refuta la tesis: la crisis de endeudamiento no es pública, es privada. Fueron las entidades financieras las que propiciaron el crecimiento insano de este tipo de deuda, incluso sometiendo sus propias cuentas a una presión insoportable que condujo, finalmente, a la quiebra del sistema basado en créditos, preferentes y demás prebendas basadas en un capital ficticio y sobrevalorado. Sin embargo, la solución planteada por las grandes entidades financieras supranacionales pasa por el rescate de estas instituciones, culpables en última instancia, y el progresivo empobrecimiento de una población endeudada hasta límites insospechados.Fontana aboga por otra tesis que sustenta la idea de la gran mentira de esta supuesta nuevaFotografía: Luis Pérez Armiño
era que ha alumbrado el siglo XXI. La cronología oficial establece 2008 como el punto de partida de la actual situación. Sin embargo, Fontana retrae estas fechas tratando de ahondar en las causas profundas que han degenerado en la supuesta quiebra actual. De hecho, todo partiría de una gran estrategia orquestada por los detentadores del poder económico que buscarían aumentar sus beneficios a costa de una población civil entendida como una mera estadística de la que obtener ganancias. La caída del bloque soviético y de cualquier posible alternancia al sistema neoliberal habría dejado las manos libres a los grandes potentados para llevar a cabo sus feroces políticas económicas que, necesariamente, implican la sustracción a la sociedad civil de todos los derechos ganados en los dos últimos siglos y su asimilación como una gran masa laboral sometida a un régimen de esclavitud. La falta de cualquier alternativa viable implicaría que la población aceptaría la toma de decisiones que redundaría en el beneficio de ese 1% más rico en detrimento del 99% sometido al empobrecimiento institucionalizado. Evidentemente, el desmantelamiento del sector público es un eslabón fundamental en esta cadena operativa.Evitando cualquier consideración relativa a las posiciones ideológicas de Fontana, lo cierto es que el historiador traza un panorama pesimista y desastroso de una sociedad alienada y desestructurada, sometida a unas fuerzas insondables que extienden sus poderes desde lejanas sombras. Todo ello con una redacción asombrosamente amena sustentada en una carga documental prodigiosa. Sin embargo, siempre, en algún punto, un tímido rayo de luz emerge e ilumina nuevas expectativas, nuevas esperanzas que deben pasar por el protagonismo de una juventud que tiene todo por ganarLuis Pérez Armiño