Ayer regresaron los chicos de Agents of Shield a la tele, lo que es una gran noticia porque molan mil y, encima, The Flash sigue de parón. Eso sí, lo malo de tal vuelta es que ha supuesto la despedida de Agent Carter, la serie que se centraba en una de las chicas más carismáticas del universo Marvel: la gran Peggy Carter.
Para quien no lo sepa, Peggy Carter es la joven agente británica que conquista el corazón de Steve Rogers en la película que lleva su otro nombre, Capitán América. Ya en la película Peggy mola mil y, sinceramente, creo que es el mejor personaje femenino que hay en las películas, incluida la Viuda negra. Total, que entre lo que gustó al público y lo satisfechos que estaban con el trabajo de la actriz, Hayley Atwell, Marvel decidió apostar por el personaje y crearon la breve temporada de Agent Carter de tal modo que sirviera tanto de miniserie como de primera temporada.
Y tras haber visto los ocho episodios que conforman la primera temporada yo sólo puedo arrodillarme y suplicar que la renueven... lo que se está convirtiendo en una costumbre con la ABC esta temporada. No, no me olvido de Galavant y que deberían renovarla también.
He de decir que desde el piloto Agent Carter me sorprendió muy mucho. Yo estaba convencida de que nos iban a contar cómo se creó Shield y sus primeros pasos, pero no, nada más lejos de la realidad. A ver, si que es cierto que de cara al final de temporada, todo parece encarrilado al origen tanto de Shield como del hecho de que Hydra estaba ahí desde el principio, pero las aventuras de Peggy poco tienen que ver con Shield y sí con otros temas que me parecen mucho más interesantes, la verdad.
Estamos en 1946, lo que significa que la Segunda Guerra Mundial ha terminado y el mundo conoce una nueva paz, aunque no por ello la situación está lo que se dice calmada porque tras dicho conflicto llegó la Guerra Fría que mantuvo Estados Unidos con Rusia. Tras haber participado en la guerra, Peggy Carter se ha establecido en Nueva York donde es una agente de la S. S. R., que vendría a ser una agencia de espionaje (y personalmente me inclino a pensar que es el preludio a Shield), aunque, claro, no debemos olvidarnos de que Peggy es una mujer en los años cuarenta, por lo que más bien se ve relegada a ser la secretaria y a tener que aguantar la condescendencia de sus compañeros de agencia.
Peggy, además, no está atravesando su mejor momento, pues la muerte de Steve es relativamente reciente y no lo ha superado. Sin embargo, Peggy pronto deja de tener tiempo para llorar a Steve, ya que la S. S. R. empieza a dar caza a Howard Stark porque creen que le ha vendido su tecnología al enemigo. Peggy, que conoce a Howard por haber estado en su equipo durante la guerra, duda mucho que sea un traidor, pero nadie le hace demasiado caso. Howard Stark, sin embargo, confía tanto en ella como en su valía y le pide que le ayude a limpiar su nombre, antes de fugarse para no ser detenido. Eso sí, Howard tiene el detalle de dejarle a un aliado, su mayordomo, Edwin Jarvis.
Es decir, que en realidad no tenemos ninguna serie de superpoderes o superhéroes, sino una historia de espionaje. Y es que Agent Carter bebe muchísimo de las dos películas del Capitán América, es casi como si cogieran los elementos más característicos de ambas cintas y los mezclaran con maestría aquí: por un lado, el ambiente y el mundo de la primera película (que cuenta los orígenes del Capitán América) y las aventuras tipo espía que tanto bien le hicieron a la segunda.
Y es que a lo largo de la serie, Peggy va descubriendo que la trampa que le han tendido a Howard es mucho más complicada de lo que creían y que hay muchísimo más en juego que conseguir sus inventos más peligrosos. Eso hace que se puedan explorar elementos hasta ahora desconocidos en el mundo Marvel, aunque sí que teníamos ciertas nociones de ellos: el proyecto Viuda negra, Jarvis, Howard Stark y sus inventos...
Todo ello ahondando en un personaje femenino que es una auténtica delicia.
Porque creo que han hecho un trabajo estupendo con Peggy Carter, consiguiendo muy bien el equilibrio entre heroína y persona. Sí, Peggy da hostias como nadie, también es inteligente y muy resolutiva, pero también es una chica que ha perdido a su novio (y de forma bastante traumática, la verdad) y que se siente muy sola. Es decir, que no sólo vemos a Peggy investigar y zurrar a los malos, también la vemos enfadarse y dudar y sufrir y crear amistades.
De hecho, hasta su entorno está equilibrado. Sí, el 95% de la S. S. R. eran unos auténticos capullos con Peggy, a la que creen un florero al que pueden mangonear, aunque ella es muchísimo más capaz que la mayoría de ellos. Pero también tiene a gente a su lado que la valora y está ahí para ella. Su amiga Angie es un amor de chica que siempre está buscando su compañía y preocupándose por Peggy (y eso que muchas veces no es precisamente fácil), mientras que ese 5% de la S. S. R. tiene nombre propio y también es un amor.
Me estoy refiriendo al agente Daniel Sousa, que es el otro mangoneado de la oficina y que, en cierta manera, se encuentra en la misma posición que Peggy. Pues Sousa es mucho más capaz que sus compañeros, pero nadie cree en él y todos le consideran un mero tullido, otro mueble del que apiadarse. Aunque, al igual que Peggy, acaba demostrando que de mueble nada, que es todo un agente.
Personalmente, yo creo (y espero) que Sousa con el tiempo acabará siendo el marido de Peggy. De momento, sabemos que él está enamorado y, poco a poco, Peggy ha pasado página con Steve. Eso sí, no han entrado en el terreno romántico, aunque sí que han insinuado ciertas cosas y, desde luego, si tenemos segunda temporada, espero que profundicen en ese aspecto porque Peggy se merece ser feliz y Sousa es un amor. Además, en cierta manera, que acabara destapando la verdad sobre ella hace ver lo muy en serio que la toma, lo capaz que la cree.
Peggy y Sousa forever and ever.
Aunque, bueno, a favor de los otros personajes de la S. S. R. diré que los guionistas se cuidaron mucho de humanizarlos y dotarlos de más capas. Por mucho que al principio su desdén fuera francamente desagradable (y tú tengas ganas de darles un par de hostias, a ver si se dejan de tanta gilipollez), acabaron dejando claro que el jefe era más bien paternalista y que Thompson sencillamente era un gilipollas con demasiado afán de protagonismo.
Eso sí, me gustó mucho que Peggy en vez de ofenderse continuamente y dejar que la actitud de sus compañeros minara su moral, la aprovechara para sacarles ventaja. Como nadie reparaba en ella, como era la que traía la comida, podía irse a investigar por su cuenta e incluso sacar información sin ser descubierta, salvo por Sousa que, de nuevo, era el único que la tomaba en serio desde el principio. También me gustó que, poco a poco, se fuera ganando la confianza del jefe Dooley hasta el punto de que al final la dejara seguir sus propias pistas y empezara a creer que quizás Peggy tenía razón con respecto a Howard Stark.
Y si he hablado de su amiga, de sus compañeros y de su potencial novio, ahora me toca hablar de su compañero de fatigas. Ya os he dicho que Howard le deja a su mayordomo, Edwin Jarvis, y es lo mejor que podían haber hecho.
Seriously.
Mirad que yo idolatro a Peggy, ¿eh? Soy muy fan de ella, pero si alguien me ha robado el corazón es ese mayordomo inglés torpón, asustadizo y valiente al mismo tiempo y con un corazón de oro.
Vamos, que Jarvis es amor y le amo por encima de todas las cosas.
Jarvis vendría a ser el co-protagonista de Agent Carter y también el robaescenas oficial de la serie. Jarvis le debe mucho a Howard (esa historia es una preciosidad, por cierto) y también sabe muchísimo de él, es un poco como una Howarpedia andante, por lo que no duda en aliarse con Peggy para ayudar a Howard y, en cierta manera, a Peggy le es útil.
Y es que la relación que se establece en ellos se sale del molde, siendo tan atípica como especial. No, no hay tensión sexual no resuelta, aunque sí se va forjando una amistad muy bonita entre ellos (creo que, de hecho, protagonizan la escena más tierna de toda la serie en el último episodio cuando Jarvis le hace un regalo muy especial), pero lo que más me gusta es la dinámica en la que los roles se intercambian. Peggy es la badass, la que protege a Jarvis, mientras que él cuida de ella de otras maneras, más preocupándose por ser su amigo y recordarle lo mucho que la admira.
Eso sí, Jarvis también tiene sus momentos de acudir al rescate de Peggy como si un caballero de brillante armadura se tratara. Desastroso, pero caballero al fin y al cabo, lo que resulta tan tierno como divertido.
No, en serio, Jarvis es amor, amor del bueno.
O sea, por favor, que de cara a la segunda temporada se inventen cualquier cosa, pero que Peggy vuelva a hacer equipo con Jarvis porque juntos son la bomba. De hecho, gracias a Agent Carter voy a suspirar el nombre de James D’Arcy por las esquinas y a dibujar un corazón de tiza en la pared con su nombre, porque no se puede ser más adorable. Encima, el muchacho está muy guapo vestido de traje, tan elegante. Ainss.
No voy a entrar en spoilers concretos sobre lo que han dado de sí estos ocho episodios, aunque sí diré que no hay momento para el aburrimiento y que la serie va a más. Como sólo son ocho episodios no hay relleno y no dejan de pasar cosas.
Además, el casting es espectacular... Bueno, no por completo, porque por algún extraño acontecimiento cósmico se les ocurrió contratar a Chad Michael Murray (interpreta al imbécil de Thompson) que ya puede hacer de langostino venido del espacio que no cambiará su registro ni un ápice. No, en serio, que alguien me explique por qué siguen dándole papeles tanto a este como a Brandon Routh porque yo no lo entiendo.
Y ya sólo me quedan por decir dos cosas.
1) Dado que la mujer de Jarvis sufre del Síndrome de la invisibilidad, si hacen una segunda temporada y necesitan a alguien para interpretarla... ¡Me lo pido! ¡Me ofrezco voluntaria! ¿Dónde he de firmar?
2) Aunque no veáis Agents of Shield, aunque no seáis demasiado fan de Marvel, ved Agent Carter porque es tan fantabulosa y está tan bien orquestada que puede encantar tanto a los fans marvelianos como a los que no suelen darle una oportunidad a esa clase de historias. Palabra.
¡Larga vida a Agent Carter!
PD: Lo de las audiencias del lunes es una broma, ¿no? Porque es la única explicación racional que encuentro para que el programa de Antena 3 de los casados lo petara y El ministerio del tiempo no. Después nos quejaremos de nuestra tele ¬¬U