Al norte de la comarca barcelonesa de Osona, en la "serra dels Llancers", al sur del Puigsacalm, se encuentra uno de los bosques más antiguos de Catalunya, La Grevolosa, que debe su nombre al " boix grèvol", en castellano el acebo, bastante común por esos parajes. El hecho de encontrarse en un estrecho valle cerrado orientado al sur le permite disponer de un microclima particular, que junto con lo escondido del lugar ha permitido que este bosque se haya conservado tan bien durante siglos y resulte tan atractiva su visita.
Yo hacía tiempo que había oído hablar de la Grevolosa y había visto alguna foto, por lo que tenía este destino en mi lista de objetivos desde hacía mucho, hasta que en otoño del 2013 tuva la ocasión de visitarlo, no una sino dos veces seguidas. La primera vez fue nada más estrenar el mes de noviembre aprovechando una estancia de un fin de semana en la vecina localidad de Vidrà. Siguiendo las indicaciones de una página web, y no sin cierta dificultad (por aquel entonces aún no utilizaba GPS), encontramos el bosque aún bastante verde para estar ya en pleno otoño. Como nos gustó mucho aquella zona de la comarca la elegimos como destino para pasar una semana más a finales de noviembre, y volver a visitar la Grevolosa para ver si ofrecía un aspecto más otoñal. De hecho en este artículo voy a mostrar fotos de ambas visitas para que te puedas hacer una mejor idea de cómo cambia el bosque en otoño cuando pasan unos días.
La ruta que te voy a explicar es la del Molí de Bracons, que es de poco más de 4km entre la ida y la vuelta (no es circular sino lineal) y bastante fácil. Aunque se trata de un bosque poco frecuentado, internet y las redes sociales le están dando bastante publicidad últimamente, y es tan pequeño que con poca gente que vaya ya se llena, por lo que te recomiendo visitarlo bien prontito. Además tampoco hay una amplia zona de aparcamiento donde dejar el coche. Hay que coger la carretera de Vic a Olot (C-37) y salir hacia Sant Andreu de la Vola. Al llegar a un cruce tomamos la carretera de la derecha, que sube hacia el norte. Sobre el kilómetro 23 hay un indicador del Molí de Bracons a la derecha. Allí las cunetas de ambos lados son bastante amplias y podemos dejar el coche. Si ya están llenas estas cunetas, poco antes de ese punto hay otro hueco a la derecha donde dejar el coche, y si no un poco más adelante pasada una curva cerrada a la derecha.
Tenemos que seguir la pista que señala la indicación del Molí de Bracons, pasando la cadena que cierra el paso a los vehículos. La pista desciende un poco hasta atravesar un torrente, y luego discurre más o menos plana entre árboles que cambian de color. Cuando tenemos el sol de cara y éste no está muy alto, el reflejo de la luz en las hojas al contraluz crea un efecto que a mí me gusta fotografiar. Ésta corresponde a la segunda visita.
Esta parte del camino es muy agradable, sobre todo cuando nuestro paseo es amenizado por el canto de los pájaros que en ocasiones se detienen delante nuestro a mirarnos unos segundos y luego echan a volar.EN esta foto de finales de noviembre no pillé ningún pajarillo, pero sí cómo la luz del sol tras la curva resaltaba los colores del otoño.
Cuando llevamos andado más o menos un kilómetro hay que estar atentos a un sendero que sale por la izquierda. Ese sendero está " señalizado" con un montoncito de piedras, sin nada más que llame la atención, por lo que si estás disfrutando del paseo echando fotos es posible que te pase desapercibido. En mi primera visita no lo vimos y seguimos por la pista hasta lugares que no salían en la hoja-guía. Volvíamos al coche tras tirar la toalla cuando encontramos un montoncito de piedras y ramas, y dimos con el camino correcto (éste en concreto no es el que tienes que tomar pero va a parar a él tras unos metros de ascenso).
Este estrecho sendero discurre entre robles y avellanos, en suave ascenso, hasta que llegamos a una especie de cercado que tenemos que abrir para pasar y luego volver a cerrar. Poco más adelante hay un cruce. El camino de la derecha baja a la ermita de Sant Nazari. Si quieres verla coge el camino de la derecha, y si no sigue por el de la izquierda.
El camino a Sant Nazari es todo de bajada (recuerda que todo lo que se baja luego se tiene que subir) y va a parar a una explanada donde está la ermita con la casa del ermitaño, y también una pequeña zona de ocio donde poder comer. La ermita es del siglo XIV pero ha sido remodelada en varias ocasiones, y a mí no me llamó demasiado la atención, la verdad. Para continuar hacia la Grevolosa desde aquí, pasada la ermita cogemos la pista que sube hacia la izquierda. Tras unos metros por la pista encontramos una señal que nos hace tomar un empinado sendero a la izquierda. Como te avisé, todo lo que se baja luego se tiene que subir. Tras pararnos a respirar tres o cuatro veces, o todas las que haga falta, nos juntamos con el otro camino, el que salía a la izquierda en el cruce de después del cercado del que hablé en el párrafo anterior. El camino se ensancha pero la subida no se acaba, aunque en muy pocos metros, justo cuando el camino deja de subir, miramos adelante y soltamos un ¡uala!: ya hemos llegado a La Grevolosa.
Es curioso el cambio en este punto. Es como si entráramos en otro lugar, como cuando estás en el vestíbulo de un palacio y abres las puertas del gran salón. Cambia el camino, cambia la vegetación y cambia la luz. Nada más entrar en el bosque, a la izquierda podemos consultar un panel informativo, y a la derecha se puede bajar para intentar abrazar el árbol más viejo de la Grevolosa, una haya a la que se echan entre 250 y 300 años, mide más de 40 metros de altura y tiene un perímetro de tronco de casi 6 metros. Hacen falta bastantes personas para poder abrazarlo. Esta foto de este enorme árbol es de la primera visita y está montada a partir de 4 disparos verticales, para que te hagas una idea del tamaño, 40 metros de nada.
La Grevolosa es como un barranco partido por un torrente por el que casi siempre suele bajar agua. Tiene forma de V invertida y nosotros entramos por la parte izquierda. Vamos a seguir subiendo un poco hasta el vértice siguiendo el camino principal. Aquí las hayas son realmente enormes. Aquí aún verdes a primeros de noviembre.
Muchas de ellas tienen al aire partes de sus extensas raíces. Algunas asoman tanto que parecen ramas, y te da por ver el árbol del revés, y que las hojas del suelo vuelvan a estar en las ramas. Así lo vi en la primera visita.
Desde un lugar más o menos a mitad de camino podemos echar una mirada atrás, hacia el Sur, para ver parte del bosque en su conjunto. Aquí justamente dos fotos tomadas desde este punto con 3 semanas de diferencia, la primera de primeros de noviembre y la segunda de la tercera semana, para que veas la diferencia de color en ese tiempo.
Incluso te apetece hacer experimentos como la siguiente foto correspondiente a la segunda visita. Consiste en establecer un tiempo de obturación de algo menos de un segundo y hacer trepidar la cámara bastante a la vez que disparas. Aunque parezca fácil, tienes que hacer bastantes disparos hasa conseguir uno que te guste.
En el vértice de esta V invertida hay una pequena explanada donde se junta el camino que viene de la Collada de Bracons, al norte. Según he leído en este lugar se ha hecho algún concierto de música de cobla en otoño. Me cuesta imaginarme a los músicos trajinando los instrumentos por el camino.
Seguimos el camino hacia la derecha por el otro lado de la V invertida. A los pocos pasos cruzamos por delante de una fuente, la Font de La Grevolosa. El sendero se ensancha y parece más una pista. A nuestro alrededor las hayas muestran sus mejores galas otoñales, quizás porque la luz del sol atraviesa las hojas y las hace brillar como si tuvieran luz propia.
Alguna de ellas tienen nidos de madera que se han instalado aquí para facilitar el desarrollo de las muchas especies de pájaros que habitan este bosque. Los oirás cantar y los verás revolotear entre los árboles y delante tuyo en el camino. Esta parte del recorrido es un paseo muy agradable.
Llegamos a otro claro desde la que sale un sendero a la izquierda y la pista continúa, y en este punto emprendemos el camino de regreso, desandando todo lo que hemos andado.
Aunque el camino de vuelta sea el mismo, los puntos de vista y la luz son diferentes, por lo que no dejaremos de sorprendernos aunque ya hayamos pasado por los mismos sitios, así que no guardes aún la cámara: la vas a seguir necesitando. Aquí puedes una pequeña cascada en la primera curva de la pista al principio del recorrido, justo al cruzar el torrente. La foto es de mi primera visita y la tomé a la vuelta porque a la ida la cascada estaba toda a la sombra y a la vuelta ya le daba el sol.
En Flickr tengo las galerías de fotos de mis dos visitas a la Grevolosa, tanto la de primeros de noviembre como la de . Puedes visitarlas para ver todas las fotos. Asimismo aquí tienes un enlace a un track de este recorrido en Wikiloc, para consultar el recorrido y descargártelo a tu navegador o a tu smartphone para poder seguirlo sin perderte, cosa que te recomiendo para que no te pase lo que a mí la primera vez. El track no es mío porque cuando estuve en la Grevolosa aún no registraba los recorridos en el móvil, pero es exactamente el mismo que seguí (exceptuando el paso por Sant Nazari). Te animo a que visites este rincón de nuestra geografía, y siempre con el máximo respeto al entorno para que se conserve tal cual está.