Ya conté en otro post que a partir de septiembre mi hijo irá a otra guardería (y por qué).
Esta semana tuve una cita con la jefa (en privado, porque la reunión general fue cuando estábamos en España) a la que me llevé al niño (para que conociese a las educadoras y la guardería y que le han encantado, por cierto) y donde me explicó los detalles organizativos (y tal y como sospechaba, sólo 3 extranjeros de 60 niños).
Frau Schmidt (así se llama la jefa y educadora del grupo en el que entra mi hijo) me entregó además un cuaderno en el que venía explicada detalladamente la filosofía educativa de la guardería.
Al ser una guardería pública (y no una cooperativa de padres, como lo sería un colegio o guardería con un concepto particular, como Montessori o Waldorf, por ejemplo), la filosofía es un poco la misma que en todas las guarderías alemanas.
Aclaro que no conozco cómo se gestionan las guarderías españolas, pero por lo que he oído, no tiene nada que ver a cómo se hace por estos lares.
Para empezar, la guardería aquí (Kindergarten) es a partir de los 3 años (antes de los 3 años, se llaman Kinderkrippe o Kinderladen, según ciudad y zona, pero el dato no tiene mayor importancia, porque sólo existe esa posibilidad para el 17% de todos los niños de Alemania y, teniendo en cuenta que vivo en la parte más retrógada y machista del país, no he tenido la suerte de encontrarme ninguna por aquí). En España, con 3 años los niños empiezan el cole. En Alemania el cole se empieza con 6 años.
Me imagino que de los 3 a los 6 años en España, por mucho que vayan al cole, no les van a poner a hacer ecuaciones, pero por lo que he visto en primas y demás, sí que tienen un programa educativo (con libros…etc.) que les va preparando para el colegio propiamente dicho.
Aquí el concepto es totalmente diferente.
Para empezar, los grupos están mezclados. O sea, no es que los de 3 años estén sólo con los de su edad y los de 4 igual y así sucesivamente. Aquí hay grupos de 20 niños, da igual la edad que tengan. La idea en sí me parece estupenda: Los mayores aprenden a cuidar de los pequeños (conviviendo con ellos, como parte de su grupo) y los pequeños aprenden mucho de los mayores. Dentro del grupo hay actividades (voluntarias siempre, ahora explico por qué) más dirigidas a determinadas edades (por ejemplo coser y cocinar sería más para los mayores que para los pequeños). Lo bueno de que estén mezclados, en mi opinión, es que así muchos niños más pequeños que quizás están más adelantados en algunas cosas, pueden participar y ser estimulados adecuadamente. Los más mayores que no se sientan seguros o que no lleguen, en cambio, pueden no participar si no quieren (pero claro, cómo van a aprenderlo si no lo hacen, ¿no?).
Esta mezcla (en principio productiva, creo) sólo es posible porque aquí en Alemania la guardería está para jugar y sólo para jugar (o sea, se pasan el día a base de Freispiel). En el librito venía todo muy bien explicado: Los niños aprenden jugando (totalmente de acuerdo) y sintiendo que juegan y que lo hacen porque quieren (y no porque se les obliga) desarrollan su curiosidad, gusto por el aprendizaje y lo que aprenden no se les olvida.
Esto tiene su lógica, pero a mí me parece hasta cierto punto un poco exagerado, sinceramente. Llegan a ser tan radicales con su juego libre y voluntario, que está expresamente indicado que los padres NO DEBEN enseñar a los niños a leer y escribir en casa, por ejemplo (aunque el niño quiera antes, leer se aprende a partir de los 6 en el colegio).
A mí esto me toca un poco la moral, sobre todo porque nosotros no tenemos tele y el niño “mira” muchos libros (y se los leemos). Tantos, que hace un par de meses se empezó a interesar por las letras, a distinguir algunas, ya escribe su nombre…etc. Yo al niño no le he obligado a nada, pero si se ha interesado y le ha gustado, lo que no he hecho (teniendo en cuenta que no es un capricho tonto) es negarle esa información y esa oportunidad.
Otra cosa que me parece un poco excesiva sobre el juego exclusivo es algo que me ha confirmado mi vecina (sí, ¡me ha hablado después de casi 2 años en el mierdapueblo!): Su hija de 7 años acabó de la guardería hasta el último pelo de la cabeza. Vamos, el colegio lo sintió como un alivio. Esto puede ser interpretado como algo positivo (entran en el cole encantados), pero también tiene una parte negativa: Vale que aprenden jugando y que además son niños y ya tendrán tiempo de aprender, pero ¿no se le estará quitando al juego algo de especial? Si se pasan el día jugando en la guardería (hasta los 6 años), ¿qué ilusión les queda por llegar a casa y poder jugar a lo que les dé la gana por fin?
Como en casi todas las filosofías, conceptos educativos/políticos, ideologías y demás, veo mucha falta de pragmatismo. O sea, la teoría es muy bonita, pero la práctica no lo es tanto (y parece que seguimos empeñados en idealizar el mundo en vez de mundanizar la teoría): Pienso en Yusuf (¡qué remedio!) y me pregunto si, quizás, una guardería un poco menos “libre” le hubiese ayudado a labrarse un futuro más libre. Estoy segura de que si hubiese hecho algo más que jugar y jugar libremente (o sea, a lo que le ha dado la gana) durante 3 años, su alemán sería mejor, o lo habrían detectado antes (y ayudado).
Yo también creo que los niños tienen derecho a su infancia, a disfrutarla (y no pasarse todo el día resolviendo ecuaciones matemáticas), pero también creo que tienen derecho a su vida adulta, a elegirla. Como siempre, un término medio sería lo razonable, pero parece que seguimos esperando a que el mundo se adapte a nosotros.