Bendita nostalgia, y gracias a un pase televisivo, he podido disfrutar de nuevo de esta película, que tanto me gusto en la infancia. Tengo que decir que tenía la esperanza de poder reenganchar a mis vástagos para la película, pero en cuanto han visto los primeros fotogramas, han huído de mi lado, en busca de los juguetes que Papá Noel les ha traído estas Navidades, en lugar de disfrutar con sus padres de una de esas películas con niebla. Se que mi sobrino ha disfrutado de ella, y espero que me cuente sus impresiones.
La película es una adaptación del libro de Miguel Delibes, El príncipe destronado, y nos cuenta un día cualquiera en la vida de un niño en la España de los años 60. Un niño, Quico, a punto de cumplir 4 años, y que procura ser el centro de atención de una extensa familia (son 6 hermanos), pues ha sido destronado como pequeño de la casa por el último nacimiento. Es una familia adinerada, por lo que veremos todas sus inquietudes, trastadas, y en definitiva su particular manera de descubrir el mundo, no solo con el contacto de su familia, sino también a través de sus dos nanas.
Recuerdo perfectamente los varios visionados que tuve en mi infancia de esta película, cada pase por televisión, y las varias veces que la alquilamos en casa en esos maravillosos videoclubs. Y lo primero que me he percatado al verla de nuevo ya siendo adulto, es que la película tiene claramente dos visiones: a través de la mirada de un niño, lo que ves son las travesuras, aventuras, desventuras y palabrotas de un niño de 4 años, y siendo adulto, desde luego las ves, pero lo que hacen es dulcificar el drama que subyace dentro de la película, pues la familia tiene sus problemas, que aunque parezca que Quico no se da cuenta, desde luego los va interiorizando.
Una fabulosa interpretación por parte de Lolo García, y un mejor director Antonio Mercero, capaz de domar al niño para que aparezca como lo hace en pantalla. A Lolo, lo acompañan Teresa Gimpera, Héctor Alterio, Rosario García Ortega, Verónica Forqué, Queta Claver y Vicente Parra. Un buen reparto, que no hace otra cosa que destacar el gran trabajo de Lolo y de Mercero.
Una película para redescubrir, que cuenta con detalle como lo pasa un niño en un día cualquiera, donde además de juegos y trastadas, se va formando poco a poco como persona, sobre todo a través de la interacción de los más allegados a él. Muy recomendable volver a verla, y si nunca la has visto, se un poco indulgente, pues además de reflejar una España de hace más de 50 años, la película esta rodada en el año 1977.