Revista Ciencia

La guerra del brontosaurio

Publicado el 19 diciembre 2013 por Oscar Ercilla Herrero @geologoentuvida

Hace unos años conseguí convencer a mi madre para que comenzáramos una colección por fascículos, de esas típicas que salen a mediados de año en España en el que de repente te puede interesar tener una casa de muñecas completa, saber sobre cada uno de los vehículos que participaron en la segunda guerra mundial o acabar haciendo punto de cruz de manera compulsiva.

Marsh y Cope
La colección que pedí era DINOSAURIOS, una serie de fascículos que empezaron siendo 52, uno por semana, y acabó siendo un monstruo de 104 fascículos. En aquella época acudía religiosamente al kiosco a comprarlo y cuando llegaba a casa no me levantaba hasta que me lo había acabado de leer. Dinosaurios, ambientes, curiosidades, imágenes en tres dimensiones (con unas gafas que eran un tiranosaurio)  y al final unos comics sobre historias de dinosaurios o relacionadas con ellos.

Una de esas historias, dividida en dos entregas, trataba sobre una disputa entre dos paleontólogos pioneros en el estudio de los dinosaurios. Aquella pelea se convirtió en guerra, en la guerra de los huesos.

Estamos en la segunda mitad del siglo XIX. Los territorios del oeste de EEUU aún son caldo de disputa entre el ejército del joven país y las tribus originarias. El oro se ha introducido como una fiebre en las venas de muchos hombres y en las neuronas de otros tantos, que no dudan en recorrer de este a oeste el país, mediante las primeras líneas de tren o cargando todo aquello que poseen en carromatos.

Es en esta época cuando dos jóvenes paleontólogos regresan de Berlín, donde se habían hecho amigos. Todo eran risas y trabajo en conjunto, pero pronto sus vidas dieron un vuelco y se convirtieron en enemigos irreconciliables.

Marsh y Cope. Cope y Marsh. Dos apellidos unidos por los dinosaurios, separados por sus fuertes personalidades muy opuestas, comienzan una rocambolesca pelea por descubrir más y más, con equipos formados para acudir allí donde las noticias proclamaban el descubrimiento de unos huesos.

Es en la década de 1870 cuando comienzan las excavaciones en múltiples puntos de los EEUU. Los equipos de ambos paleontólogos envían cientos de huesos a sus respectivos patrones, que no tardan en estudiarlos y describirlos, para proclamar en poco tiempo una nueva especie o el descubrimiento de algo impactante.

Marsh, más metódico y concienzudo, es el que realiza las mejores

Plesiosaurio
descripciones y menores errores que su antagonista Cope, quien llega a colocar el cráneo de un plesiosaurio en el extremo de la cola. El error, descubierto por Marsh, solo aumenta el odio ya existente entre ambos, espoleando a Cope para tratar de ir un paso por delante.

El avance del ferrocarril lleva a trabajadores a descubrir huesos en afloramientos cercanos a las vías. Con las noticias publicadas en los periódicos sobre la disputa entre ambos científicos, estos hombres saben a quién acudir y pedir una compensación económica por su descubrimiento, antes de que los hombre de Cope o de Marsh lleguen al lugar. A veces se encontraban allí y las piedras volaban de un lado a otro.

La historia de su batalla fue poco a poco apagándose por la prensa del mismo modo en que lo hacían las fortunas económicas de ambos. Cope lo sufrió mucho más rápidamente que su compañero debido a que trató de comprar todas las copias existentes de las publicaciones donde se encontraba el error del plesiosaurio, y Marsh tardó más, pero finalmente tuvo que vender su colección de fósiles para subsistir, aunque ambos pudieron repuntar al final de sus vidas.

Dino
En esta guerra se pudo proclamar a Marsh ganador, ya que fue capaz de descubrir más especie nuevas que su rival, pero para la historia quedó su mayor error y que da título a este artículo. El brontosaurio es un dinosaurio que no existe aunque desde pequeños, sobre todo aquellos que veíamos los Picapiedra, pensásemos que sí. El brontosaurio es en realidad un Apatosaurio bebe, que Marsh describió erróneamente y que Cope descubrió. Donde las dan las toman, debió de pensar.


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