Mario Silva García
En el año 2004, durante aquel nefasto período de guarimbas, aún estaba de moda una canción de Lloviznando Cantos titulada “El Cívico”. Su contenido para nada alejado de la realidad, reflejaba a ciudadanos de esa República del Este idiotizados por la propaganda anticomunista y con un perfil embrutecido por Disneylandia y la supremacía de los pendejos que viven endeudados hasta los tuétanos, pero felices de estar más arriba de la “chusma”.
Dos años después, durante las elecciones presidenciales en 2006, nuevamente los vimos desfilar ese odio irracional en contra del Comandante Chávez. Había y hay de todo en esta fauna de la pequeña burguesía; desde aquellos que mezclaron a Nelson Mandela con Conny Méndez y le agregaban pequeñas dosis de Peña Esclusa, hasta los que irremediablemente son confesos adictos a las franelitas de Disney World. En fin, firmes obedientes a la deformación del artículo 350, a la subversión por Internet, a la Revolución de Colores y al terror que le tuvieron, le tienen y le tendrán a ese pueblo que desde el 27 y 28 de Febrero de 1989 salió a la calle y nunca más regresó a los barrios. Sin embargo, aún cuando el culillo es libre, esta pequeña burguesía siempre va ocupando espacios en los que la “conspiración” no deja de ser un artículo de ridícula facturación, sin RIF, sin número de factura y libre en eso de declarar los impuestos. El Twitter es uno de ellos… ¡Y de qué manera!
Hace unos años –allá por los años 2000, 2002–, cuando se regaban por el país los “Cyber-caféces”, recuerdo haber bautizado los “chateos” como el retorno a la comunicación prehistórica. Allí había de todo. Era el santuario más grotesco de la comunicación humana. No solo por la descarnada evidencia de la destrucción de la más básica ortografía que, a su vez, nos revelaba las fallas de nuestro sistema educativo, sino que esta manía de resumir las palabras era una pandemia que no respetaba clases sociales. De igual manera, este submundo de comunicación, en el que indiscriminadamente se revolcaban la prostitución, la fábula y las desviaciones de los sibaritas sexuales, también le permitió a los cultores del fascismo dirimir su cobardía con la máscara del anonimato. Es decir, qué mejor manera de expresar los más bajos instintos racistas y pequeño burgueses haciendo alarde de valentía al esgrimir amenazas de muerte, planes golpistas o anhelos macabros que detrás de la pantalla de una computadora.
Esa práctica no ha muerto. Twitter es hoy una magnífica trinchera de “valientes” montoneros que pueden generar por las redes sociales el rumor que les venga en gana o, peor aún, crear hasta un país virtual en el que la verdad no existe. Quién sabe, es posible que Clark Kent siga siendo Superman, pero que eso sea un secreto que todos sabemos y terminamos ocultando por esas vainas de la realidad que vamos construyendo de acuerdo a nuestra cobardía. Rumores van, rumores vienen y hasta algunos sectores nuestros se permiten dudar y preguntar, como quien no quiere la cosa o “por si acaso no vaya a pasar una vaina”, sobre el contenido de esos rumores muchas veces producto de la mente calenturienta de un ocioso heredero de esa comunicación prehistórica… Cosas veredes Don Sancho.
En esta campaña electoral, la guerra sucia a través de la red social Twitter se ha organizado de manera especialmente sanguinaria. El laboratorio financiado por la CIA ha refinado sus ataques y parten de dos elementos fundamentales: Primero, la existencia de un sector idiotizado que ha de negar cualquier hecho real o lógico contrario a su cerebro y, segundo –no podemos negarlo–, una buena cantidad de nuestros sectores medios que, lamentablemente, caen en el juego de los rumores y hasta participan involuntariamente en la expansión de ellos.
Pero, en este artículo quiero referirme a esos “Cívicos” que pululan por la red social Twitter. Supermanes, Batmanes, Róbinses, héroes de Cartoons Network que se sienten perdidos por la ausencia de RCTV y el patrocinio de la cerveza Polar, los adictos al surfing, spinning, peeling, party rave, cooller, Mc Donalds, Coca-Cola Light, KFC y tan apendejeados con el idioma inglés que no son capaces de reírse a lo castellano con un “jajajajaja”, porque es muy vulgar para su gusto y terminan riendo como los gringos con un sonoro “HA HA HA HA”. Es decir, qué quieres que te diga, osea, ¿ves?
Lo ridículo de este tema es que muchos de estos “escribidores” del Twitter, jamás han puesto un pie en Miami Beach. Incluso, es posible que ni siquiera hayan llegado más allá de una playa en Barlovento, Chichiriviche o Playa Panty. Pero, defienden con encono el sistema norteamericano y no les importaría auto-flagelarse en un restaurante cubano-americano como simples limpiadores de pocetas si les dieran la oportunidad de aterrizar en tierras del American Dream.
Abordan el tema “Libertad” con la ingenuidad de una serie norteamericana y no escatiman deudas personales con tal de expresarse defensores del libre mercado. Muchos, casi el 90% de los BIOS de esta especie humana, están escritos en inglés, como si el idioma castellano fuera una tara y no les proporcionara felicidad. Algunos de ellos son profesionales recién graduados en universidades públicas venezolanas, pero también es “cool” reflejar los títulos universitarios en el BIO en inglés… Es decir, Ingeniero por “Engeenery”, Abogado por “Lawyer”, Arquitecto por “Architect” o aquel que es un simple pendejo se autonombra “DJ”, “Painter” o “Artist” o “New Guitarrist” o “Bad Man”. La gran mayoría te increpa con odio mal contenido que “Hay un camino”, pero no tienen puta idea a dónde conduce ese “Camino”. No aguantan un solo argumento e invariablemente terminan mentándote la madre o acudiendo a simples expresiones muy didácticas como “mamaguebo”, “muérete”, “púdrete”, incluso frases tan hermosas como “estás en preaviso”, “no sé dónde te vas a meter cuando el mono se vaya” o “te vamos a buscar debajo de las piedras”. Por cierto, ese calificativo de “mono”, muchas veces es esgrimido por sujetos que deberían revisar su árbol genealógico, porque en este país es muy difícil, por no decir imposible, que se salve un ciudadano de estar “manchado” por gotas de sangre indígena o afrodescendiente.
Por otro lado, es increíble el culto que tienen por el exhibicionismo. Muchos escogen fotografías con el torso desnudo, los chocolaticos, el músculo haciendo catarsis con el poco uso cerebral producto de la inoculación cultural norteamericana. No me extrañaría que detrás de tanto exhibicionismo encontremos muy pocas bolas y más “moco e’ gorila” para engominar el pelo. Pero, parece que eso los hace más hombres, cuasi guerrilleros de la libertad de empresa o mujeres de amplio margen intelectual en eso que llaman “Marketing”. Vainas de la vanidad que, si bien es cierto es uno de los pecados capitales denunciados por la Biblia, también es cierto que obedece al culto que impusieron los gringos para fijar en la ciudadanía un fenotipo WASP que solo es posible en los sectores de poder norteamericano… Aunque hayan tenido que aceptar a Obama por esas cuestiones de las mutaciones capitalistas.
Lo cierto es que no hay posibilidad de redención a corto plazo en este grupo de neofascistas que son pasto de la manipulación en las redes sociales. Muchos de ellos fueron favorecidos por la Revolución Bolivariana, sin embargo terminan endeudados hasta el cuello y gritan histéricos que “hay un camino” sin importar para dónde carajo va ese camino. Hay pánico a pensar o a analizar o a entender qué está pasando en el país, porque es más simple vivir engañados que asumiendo la responsabilidad de involucrarse en un proceso revolucionario que lo va agigantando el pueblo en los barrios, urbanizaciones, calles y avenidas.
Recuerdo, cuando era carajito y vivía en mi natal Ciudad Bolívar, que de vez en cuando llegaba algún caraqueño a visitarnos. Se convertía en una novedad y nos traía la moda que se nos negaba en la provincia. Acentuaba que era de “Caracas” y nos veía como campurusos. Invariablemente nos caía antipático porque terminaba muy “sobrao” diciendo aquella frase perversa de “Caracas es Caracas, lo demás es monte y culebra”; frase por demás odiosa y poco conciliadora. Sin embargo, allá por los años 77, 78, cuando llegué por primera vez a la Capital, me di cuenta que todos estos carajitos caraqueños que nos llegaron a visitar en tierra guayanesa, provenían de Petare, 23, Catia y nunca dejaron de ser el producto de un sistema que te encerraba en los barrios, te explotaban, te jodían, te reprimían porque te consideraban malandro y te metían en la cabeza que Caracas era la Sucursal del Cielo. Eran la representación de ese Ruperto de Alí Primera, el Juan Bimba que Acción Democrática nunca reivindicó.
Hoy, los chavistas en el Twitter, son atacados con argumentos banales o con expresiones cortas que no sostienen idea alguna. En Abril de 2002 fue igual hasta que le dimos un coñazo el 13 de abril. Se repitió en el paro petrolero, se hizo igual en el revocatorio, en las elecciones de 2006, en la reforma, en la enmienda, en las de gobernaciones y alcaldías, en las parlamentarias y se agudizó en la campaña que culmina el próximo domingo. Es decir, no han cambiado. Han dado pequeñas treguas cuando se sienten perdidos. Pero, las vainas siguen igualitas o peores. No hay cambios en su actitud y hoy más que nunca nos están esperando como caimán en boca e’ caño para vengar la afrenta de querer hacer una revolución.
Se van a quedar con las ganas, porque deseos no empreñan.