Tenía muchas ganas de ver esta peli. Casi dos horas de cine con dos mujeres hermosas, en pelotas, es demasiado suculento como para pasarlo por alto.
Me sorprendió el carácter intimista del filme. De hecho, me sorprendió tanto que no me pareció realista. A ver, yo, si tengo la suerte de convencer a una pedazo de hembra, como la rusa, de que se venga conmigo a mi hotel, le hago de todo menos hablarle, si no es para cambiarla de postura.
Claro que, entonces, quizás estuviéramos hablando de otro tipo de cine.
Encontré varios detalles de realidad:
1. La forma en la que Alba seduce a la rusa. Los diálogos, muy buenos, la reacción de ambas, totalmente creíble.
2. La irrupción del recepcionista de hotel y la propuesta de unirse a la fiesta. Real como la vida misma.
3. Que la rusa le pidiera penetración con un juguete, ya que ella se siente hetero. Sí, de lo más real.
4. La sensación, que consigue perfectamente la peli, de que todo transcurre en un momento perdido del tiempo, más bien diría atemporal y por tanto eterno. No existe nada de eso, aunque a la vez, es lo más real que les ha pasado y perdurará siempre.
Los detalles que no me parecieron creíbles:
1. Pues que, como decía, demasiada charla y poco sexo.
2. Lo más increíble de todo, si una mujer nunca ha estado con otra (se supone que la rusa es novata), esa habilidad para hacer disfrutar a la otra es ciencia ficción. Todo en esta vida conlleva un aprendizaje.
3. Básico: Una mujer que no ha estado nunca con otra no se lanza a hacerle sexo oral. Y mucho menos si se piensa heterosexual. Ni de coña. Eso, si llega, será con paciencia y tiempo.
Hubiera hecho bastante mejor Julio Medem preguntando a Elena Anaya acerca de estos detallitos, que le restan credibilidad al film. Y digo a Elena porque queda totalmente claro que entiende mucho, mucho. Todo, vamos. De hecho, ya he encontrado una foto de ella con su novia en internet.
Muchos besos, queridos fantasmas.Sigue leyendo