Necesito saber urgentemente si en las preciosas habitaciones infantiles que veo en Instagram y que pueblan Pinterest realmente viven niños. Porque muchas de ellas, como pasa con el resto de las estancias de la casa, me temo, están decoradas para la galería y no para que un terremoto de pocos años dormite y juegue ahí.
A todas las madres y padres nos entran por los ojos esas habitaciones en colores claros y neutros, con cuatro muebles, tres detalles de color y juguetes “depositados” con cuidado en varios sitios estratégicos para acaparar todos los flashes (por supuesto nada está fuera de su sitio, no se ve un enchufe ni un cable y jamás han atrapado una mota de polvo). Me imagino siempre a un niño entrando sorprendido en ese espacio de ensueño y poniéndolo a su voluntad, es decir, patas arriba. O quizá los niños que viven en estas habitaciones sepan respetar el orden y la composición y el mío aún no.
Imagen de Ikea y tomada de aquí.
Decorar habitaciones infantiles es simplemente una delicia: yo también me he rendido a sus encantos. Es un campo donde las amantes de la decoración y el interiorismo damos rienda suelta a todo lo que nos venden en estas redes sociales plagadas de cosas bonitas e irresistibles.
El problema es que, si te dejas llevar, estás perdida. Querrás la omnipresente lámina de Fine Little Day de la pera o el tomate (y ya puestos el muñeco de la fruta en crochet), encargarás unos preciosos cojines de estampado de abeto o los más deseados con forma de montañas, como los de To the Wild, y por supuesto colocarás un tipi indio precioso que destaque en las paredes blancas estampadas con motas y adornadas sutilmente con una guirnalda de bolas de la que escondes el cable para la foto y cada vez que tienes visita. Sin olvidar que te mecerás en la archifamosa mecedora Eames con tu bebé, preciosa sí, pero que no parece muy cómoda para dar el pecho (cómo me sonreí, por cierto, al leer la misma opinión de Emma es una manzana).
Cojines de montaña de aquí; juguete de madera; habitación con guirnalda de luces, aquí; cojines de lapiceros y tipi indio.
¿Quién podría no desear para su niño un juguete como el de la foto? Con este nivel no me extrañaría que nos molestemos si el niño tiene cochecitos del chino de la esquina a la vista o que el paquete de toallitas esté presidiendo la habitación en vez de quedar escondido dentro del cajón. ¿Quién no se ha dejado llevar en algún momento por lo que vemos en las revistas? ¿Nos hemos centrado más en nuestros gustos que en los suyos?
El problema es que tanta inspiración e imagen bella nos hace desear e idealizar la habitación infantil. Sueño con una estancia enorme, cuadrada, en la que el estilo nórdico sea el protagonista, con un armario gigante sólo para mi hijo y la cama Kura de Ikea tuneada como parece que hace todo hijo de vecino (con espacio debajo para jugar).
Imagen de la cama tomada de aquí, rincón de lectura de aquí y zona de manualidades, de aquí.
En una esquina, un precioso rincón de lectura con cojines y estanterías a mano, además de un baúl para los juguetes y una estantería con forma de casita como ésta, en la otra, una zona de manualidades con una mesa y dos o cuatro sillas (para invitar a los amiguitos a nuestra mansión) y, por supuesto, una zona de almacenaje con preciosos juguetes de madera, muy instructivos todos ellos a la par que decorativos. En la pared, un vinilo de pizarra con la forma de una casita (le tengo echado el ojo a éste), además de otra pared con polka dots, como se llama a los lunares de toda la vida (y que yo los pondría de colorines)
¿Quién no sueña con una habitación así?