Controversia, esa discusión de opiniones contrapuestas entre 2 o más personas, y algo que es ya habitual cuando mencionamos la necesidad de implantar una movilidad responsable sin emisiones y, especialmente, cuando centramos el debate en el automóvil o coche eléctrico.
Actualmente, la electromovilidad sigue siendo uno de los principales desafíos del sector del automóvil, encontrándose muy cerca de un punto de inflexión que puede cambiar tanto esta industria como el medio de desplazarnos la mayoría de los ciudadanos. Y no podemos negar que esta situación asusta y agita la habitual resistencia al cambio de las personas.
Este cambio parece cada día más cercano, debido principalmente a que son cada más numerosos los países que están impulsando la adopción del coche eléctrico con el fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas.
Esta transición hacia una movilidad sin emisiones está provocando que se intensifiquen las críticas de los más escépticos por estar promoviéndose, según ellos, una adopción demasiado apresurada.
Por otra parte, estas críticas no son ninguna novedad, especialmente cuando se siente como amenaza este tipo de cambio disruptivo. Decía Henry Ford cuando fundó Ford Motor Company, que si le hubiera preguntado a la gente qué quería, le hubiesen dicho que caballos más rápidos.
Según datos recientes, Asia-Pacífico continúa siendo la región donde se registra el mayor crecimiento de ventas de vehículos eléctricos en 2022, estando lideradas las ventas por China, donde las preferencias de los consumidores están cambiando de manera acelerada y las marcas locales se están haciendo un nombre propio.
Se puede constatar que la adopción de vehículos eléctricos está siendo respaldada por varios factores: la proliferación de nuevos modelos en diferentes rangos de precio que brindan a los consumidores más opciones, la mejora de la tecnología de baterías para la reducción de la ansiedad de autonomía, la expansión de la infraestructura de carga pública, los incentivos gubernamentales y el cambio de las preferencias de los consumidores por razones tanto ambientales como tecnológicas.
Aun así, no todo el mundo, tanto dentro como fuera de la industria automovilística, se ha subido al carro de la electrificación, constituyendo este núcleo lo que se conoce como una mayoría silenciosa.
Esta mayoría silenciosa, en palabras del presidente de Toyota (número 1 mundial tras vender 10,5 millones de coches en 2022) se cuestionan si el coche eléctrico está realmente preparado para ser una opción única, pero como creen que es la tendencia, no se pronuncian en voz alta.
Lo que es cierto es que, aunque Toyota se muestra crítica con el posible dominio del coche eléctrico, goce de una posición relevante el mercado de los híbridos eléctricos y apueste por los vehículos de pila de combustible de hidrógeno, este líder del sector de la automoción acaba de anunciar una ambiciosa estrategia en torno a la electromovilidad.
Este amplio plan está basado en 5 nuevas baterías que debutarán de aquí hasta finales de la década, prometiendo un salto importante en la autonomía y una reducción de costes sobresaliente.
La primera de ellas llegará en 2026 y será una batería de iones de litio de nueva generación que duplicará la autonomía de los vehículos que la utilizan: de 1.000 kilómetros frente a los 615 de ahora. Costará un 20% menos que las actuales y podrá recargarse del 10 al 80% en menos de 20 minutos, un proceso que ahora emplea 30 minutos.
La encargada de recoger el relevo será una batería bipolar de fosfato de hierro y litio que llegará en 2027, aumentando el rango en un 20% con respecto a la plataforma actual y reduciendo su coste en un 40%.
Entre 2027 y 2028, Toyota planea lanzar una batería bipolar de iones de litio a base de níquel, mejorando el alcance en un 10% y reduciendo el coste en otro 10%.
En la segunda mitad de la década, llegarán las 2 baterías de estado sólido. Con un 20% más de alcance que la batería de iones de litio de 2026, la marca japonesa ya podrá hablar de una autonomía de 1.200 kilómetros, con un tiempo de recarga de unos 10 minutos.
La última batería anunciada tendrá un 50% más de rango que la de 2026, lo que proporcionaría una autonomía de, aproximadamente, 1.500 kilómetros.
Bueno, con estas cifras podemos afirmar que hasta los críticos se suben al carro de la electromovilidad, y los principales argumentos que cuestionan la viabilidad del coche eléctrico empiezan a diluirse.
Volviendo a la controversia, lo que sí parece es que esta tendencia hacia la electromovilidad nos conduce a un debate cada vez más polarizado, en el que algunos afirman que, en su afán por abandonar los vehículos de gasolina y diésel, los gobiernos y los grupos de presión han dirigido a los fabricantes de automóviles para que inviertan recursos en una tecnología que aún presenta importantes deficiencias, algunas de las cuales ya se están poniendo de manifiesto.
Algunas de las deficiencias que suelen esgrimir ante los defensores de la electromovilidad son argumentos como que los tiempos de recarga son elevados, que requiere una capacidad adicional de la red eléctrica costosa de conseguir, que los precios de los vehículos y de los puntos de recarga hacen que esta opción sea un lujo para la mayoría de la gente, que la producción de cada vehículo requiere muchos recursos, o que los altos precios de la electricidad hacen esta alternativa menos atractiva.
Aunque lo que realmente agita la controversia es la sensación de que las personas perdemos libertad cuando, desde organismos superiores, nos imponen ciertas circunstancias, como puede ser que todos los coches y furgonetas nuevos que se vendan en la Unión Europea (UE) a partir de 2035 no deberán producir emisiones de CO2, lo que se ha traducido en una prohibición de comprar nuevos coches de gasolina y diésel a partir de 2035 en la UE.
Conducir, o no, un coche eléctrico ¿debería ser una decisión personal no impuesta por ningún organismo?
Bueno, a priori parece que cualquier imposición atenta contra nuestra libertad personal, pero un razonamiento similar se puede aplicar al uso obligatorio del cinturón de seguridad del conductor.
Si entendemos que el automóvil es una propiedad privada, ¿por qué obligar al conductor y dueño del coche a usar el cinturón de seguridad?, ¿acaso no es decisión suya cómo proteger su vida?
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) también nos pueden matar, pero de una forma más lenta.
Esta corriente contraria a esta imposición, sin conocer en la mayoría de los casos su motivación, está identificando a los que escogemos la conducción eléctrica con una especie de radicales activistas por el clima que no tenemos ni idea, lo que está provocando que se esté pasando de la controversia y el debate a la confrontación.
Cierto que imponer obligatoriamente la electromovilidad es contraproducente porque toda obligación genera rechazo y que reducir las emisiones de carbono es una decisión personal, pero las decisiones por el bien común deben prevalecer sobre las posturas personales, y esto tampoco es una cuestión nueva.
Además, el vehículo eléctrico es sólo un medio para acercarnos a la solución al problema. Lo que realmente necesitamos es un cambio a un modelo de movilidad sostenible, algo mucho más complejo y que requiere una alteración de nuestro estilo de vida.
El coche eléctrico es a la movilidad sostenible lo que el reciclaje es a la economía circular
La crisis climática nos lleva a un nuevo escenario que va a requerir esfuerzos y sacrificios tanto colectivos como personales, ¿eres consciente?, ¿esperas a que otros te solucionen el problema?
O ¿eres de los que niegan que nosotros estemos provocando el cambio climático?
El artículo La habitual controversia sobre vehículo eléctrico se publicó primero en ecointeligencia.