Revista En Femenino

La ‘hache’ del infierno

Por Y, Además, Mamá @yademasmama

Todo lo que habíamos avanzado con el tema del dormir durante el curso, -horarios, normas y hábitos-, ha estallado por los aires con la llegada del verano. Nos hemos relajado, y mucho, y esto ya no hay quien lo arregle. Somos ahora víctimas de un colecho forzoso que tampoco nos duele tanto, pero que en muchas ocasiones molesta un poco y que tiene forma de puñetazos en el ojo, tortazos a mano abierta en la cara y, sobre todo, pateo de riñones. Precedidas, eso sí, de caricias y preciosos ‘mamá’ antes de dormir.

De nada nos valen ya mis técnicas patentadas de huida ninja cuando se ha dormido, porque él tiene claro que prefiere nuestra cama de metro y medio a la suya de medio metro, y hace todo lo posible por escabullirse. Desde despertarse en medio de la noche y aporrear la puerta (si es que está arrimada y no consigue abrirla), hasta meterse en nuestra cama o directamente gritar en medio de la noche para meterse con nosotros. Así que sí, la cama de matrimonio es ya territorio de tres, y está claro quién manda.

niño durmiendo en la cama de sus padres

Los libros de la mesilla son cuentos infantiles y el tradicional vaso de agua no nos abandona. La sábana con la que me gusta cubrirme para dormir aunque estemos a 30 grados ha quedado ya en desuso, aquí nadie se tapa si él no quiere y lo demuestra con una serie de patadas que pueden acabar en tu ojo si te descuidas.

El pequeño no quiere dormir entre nosotros por protección, sentirse seguro o que le hagamos cariños por la noche. Creo que sólo quiere practicar gimnasia y estirar todos los músculos de su cuerpo. Lo digo porque su postura preferida es la ‘hache’ del infierno, palabrejo que viene de ‘hell’ en inglés y que no es tan exagerado como puede parecer a simple vista. Ésta es la postura, para quienes no la hayan visto hasta la saciedad en el kamasutra de los padres, que digo yo que será para padres primerizos, porque no quiero imaginarme cómo deben ser las posturas de una familia de 4 o de 5, en las que imagino que el padre directamente abandonará la batalla, o sea, la cama.

Ya le gustó la posturita desde que nació, pero ahora, con sus 90 centímetros de largo, molesta bastante más. Lo curioso del tema es que su variante de la ‘hache’ es peculiar y ha terminado por contribuir a la paz familiar: duerme a nuestros pies. Puede que se haya apiadado de nuestros riñones o que nuestros gruñidos nocturnos le hayan hecho entrar en razón, pero el hecho es que, noche a noche, va descendiendo desde la almohada hasta los pies sin que nadie lo note (con algún golpe furtivo), dicho sea de paso. Allá abajo debe de haber más sitio y lo sabe. Y todos contentos. La ‘hache’ del infierno es ya un poquito más celestial.

¿Alguna postura extraña a la hora de dormir que declarar?


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