Revista Ciencia

La Hélice

Por Juan Carlos
Domingo 5 de Julio de 2015


La Hélice
Esta imagen, tomada en luz infrarroja, revela filamentos de gas frío, invisible para imágenes tomadas en luz visible, además de descubrirnos un rico fondo de estrellas y galaxias. La Nebulosa de la Hélice es uno de los ejemplos más cercanos y destacables de nebulosa planetaria. Se encuentra en la Constelación de Acuario, a unos 700 años luz de la Tierra. Este extraño objeto se formó cuando una estrella como el Sol se encontraba en los estadios finales de su vida. Incapaz de conservar sus capas exteriores, la estrella fue soltando lentamente capas de gas que fueron formando la nebulosa. Esta estrella caliente, que actualmente se encuentra en proceso de evolución para convertirse en una enana blanca, es el tenue punto azul que puede verse en el centro de la imagen.

La propia nebulosa es un objeto complejo compuesto de polvo, material ionizado y gas molecular, desplegado en una hermosa e intrincada forma de flor y brillando en el violento resplandor que desprende la luz ultravioleta desde la estrella caliente central en evolución. El anillo principal de la Nebulosa de la Hélice tiene un tamaño de unos dos años luz, aproximadamente la mitad de la distancia entre el Sol y su estrella más cercana. Sin embargo, el material de la nebulosa se expande desde la estrella hasta una distancia de, al menos, cuatro años luz. Esto resulta evidente en esta imagen infrarroja, ya que pueden verse las manchas rojas de gas molecular en la mayor parte de la imagen.
Pese a que resulta difícil de ver, el resplandor del tenue gas emitido es fácilmente captado por los detectores especiales de VISTA, que son muy sensibles a la luz infrarroja. Este telescopio de 4,1 metros también pudo detectar un impresionante conjunto de estrellas y galaxias de fondo. La poderosa visión del telescopio VISTA de ESO también revela una fina estructura en los anillos de la nebulosa. La luz infrarroja nos muestra cómo se organiza el gas molecular, más frío. El material se acumula en filamentos que irradian desde el centro y toda la visión se asemeja a un despliegue de fuegos artificiales en el cielo.

Aunque puedan parecer pequeños, esos filamentos de hidrógeno molecular, conocidos como nudos cometarios, son aproximadamente del tamaño de nuestro Sistema Solar. Las moléculas que contiene son capaces de sobrevivir a las radiaciones de altas energías de la luz que emana de la estrella moribunda precisamente porque se condensan en esos nudos, que a su vez son protegidos por el polvo y el gas molecular. Aún se desconoce cómo se han originado los nudos cometarios.

Fotografía original
Crédito: ESO / VISTA / J. Emerson. Acknowledgment: Cambridge Astronomical Survey Unit

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