Revista Arte

La herida narcisista (III)

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Ahora que ya no eres un capullo del todo, viene lo bueno.

Atrás quedan los días en que tus miserias eran los confines del universo.

Eres un pez más, mecido por la corriente del río.

Así vas viajando dulcemente de una persona a otra. De sus cosas a las tuyas por primera vez. Así te pierdes en sus triunfos, sus recuerdos, sus sueños, sus heridas. Con la nueva humildad de un aprendiz de los demás.

Surge en ti una salida. La posibilidad, encantadora, de un renacer. Si hasta aquí llegaste siguiéndote a ti mismo, qué serás capaz de hacer mirando a los demás...

Ahora que has vuelto a la inocencia de un niño con el ancho de cámara de tu edad estás preparado para ayudar, para remar al compás de un ritmo profundamente sanador.

Ahora que empiezas a ser amigo de ti mismo y a cerrar el pico de vez en cuando, se oye como un relámpago revitalizante la voz del mundo y de los otros. Incluso se escucha cantar a los pájaros en el jardín interior de un templo sin dioses en el que has empezado a rendir culto a tus miedos y a tu cuerpo.

A veces te entristece pensar en el tiempo que has perdido. Es real en la medida en que lo creas así. El tiempo es un parámetro aplastante, pero es moldeable. Sabes que la pena, más si se siente por uno, no construye nada realmente bueno. No te compadezcas. Entrénate en la presencia, toca el suelo para no marearte después de mirar las nubes.

Abandona la trampa mental que es pensar que ahí afuera está lleno de malas personas. No es cierto. Apenas son en su mayoría almas que huyen de la soledad y el hastío. Todo ese odio acumulado acabará por devorarte. Sublímalo, conviértelo en energía que fluye hacia delante.

Sabes que es un instante. Siempre lo has sabido. Por eso grababas todo en tu mente. Para que no se escaparan por el desagüe los momentos de amor, de paz, de risa, de arte. La voz, poderosa, de los demás, cantaba canciones que jamás se han ido. Eran el decorado de tu vida. La misma que ahora, valiente, has de vivir y dejar de estructurar.

Ya está listo el café. Puedes olerlo. Ahora levántate y disfrútalo. Como si fuera el primero. Como si fuera el último.

La herida narcisista (I)
La herida narcisista (II)
La herida narcisista (III) Pedro Rico

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