Llegó este verano a Madrid desde la Premier League con la etiqueta de fichaje más caro de la historia del fútbol, aunque las cifras bailan según la fuente a la que vayas, entre 91 y 101 millones de euros. Para muchos desde Madrid, estaba llamado a ser poco menos que el más mejor jugador del mundo mundial. Por ese precio, más le valía. Pero hete aquí que hace unos pocos días saltó la noticia: Gareth Bale, el penúltimo capricho de Florentino Pérez, tiene una hernia discal. Nos dicen desde diferentes medios que, al menos por el momento, no es grave. Que gracias a su fuerte musculatura, por ahora puede aguantar. Pero mucho me temo que a lo que el presidente blanco y a muchos seguidores (por no decir todos) blancos les hace miedo es la expresión «por ahora». Para bien o para mal, nadie sabe si esta hernia irá a peor o se quedará como está. Y en el caso de que vaya a peor, podría ser hoy, dentro de una semana o dentro de tres meses. Desgraciadamente, no somos pocos los que pensamos que el dirigente blanco, más que a un jugador, ha comprado una bomba de relojería. Leo en varios medios por internet que esto de la hernia discal ya pasó en el pasado, y que a los implicados no hubo otra que pasar por el quirófano y llegaron a estar hasta cuatro meses de baja.
O sea, que de ser un gran fichaje, podría acabar siendo poco menos que un bluff. Para comenzar, al poco de debutar con el equipo blanco tuvo que parar por una inoportuna lesión durante un calentamiento, lo que provocó que no pudiese jugar ni ese ni su siguiente partido. Ahora se comenta que no hay problemas para que incluso llegue al partido contra el Barcelona, dentro de dos semanas, y disputar así el enésimo Partido del Siglo entre ambos equipos (yo ya he visto unos cuantos de estos partidos, y eso que soy relativamente joven). Y que conste que no le deseo ningún mal, incluso siendo yo seguidor barcelonista. Lógicamente, me gustaría que el conjunto blanco no gane ningún título, pero en ningún momento deseo el mal a nadie, más cuando sé que este tipo de lesiones no son demasiado agradables precisamente. No sería el primer deportista con problemas de espalda. La leyenda de la NBA Larry Bird tuvo que retirarse debido a sus continuos problemas de espalda. Y aunque quizás no era el mismo caso que el jugador galés, pues uno no puede evitar hacer ciertos paralelismos entre ambos deportistas.
Pero, pese a ello, sinceramente, no puedo evitar la risa floja al saber que han fichado al enésimo jugador lesionado, y por mucho seguro multimillonario a todo riesgo que hayan firmado (he leído que podrían cobrar hasta 91 millones por parte de este seguro), pues hay que tener en cuenta que un equipo ficha a un jugador para que juegue y lo haga lo mejor posible, no para que a las pocas semanas tengan que intervenirle (en algunos casos más de una vez a lo largo de meses o incluso años, léase el caso del brasileño Kaká). Quizás algunos dirán que soy muy mala persona, pero nada más alejado de la realidad. Yo me limito a lo exclusivamente deportivo. Que el máximo rival del equipo al que sigo se gaste un pastizal y al poco corra la noticia de que, en el peor de los casos, puede estar varios meses parado, pues no puedo evitar pensar en el desastroso negocio que podrían haber hecho en caso de confirmarse que, al final, tuviese que pasar por el quirófano.
Pero estoy seguro de que no pocas personas están incluso contentas de esta noticia. Son las mismas que se cagarían en las muelas del otro en el caso de que el lesionado fuese Leo Messi. Entonces hablarían de la gran cantidad de malas personas que hay por el mundo, principalmente en Madrid, que es donde hablarían más del asunto. Personalmente, como digo, nunca le deseo mal a nadie, pero tampoco es cuestión de ser hipócrita. Al igual que desde Madrid se alegrarían de que Messi o el reciente fichaje Neymar pudiese estar hasta cuatro meses de baja, pues por estos lares también hasta cierto punto nos alegramos del posible parón del galés.