Hace unos meses me habló bien de esta novela alguien con quien suelo coincidir en gustos, eché un vistazo y su portada y lo que leí en su sinopsis terminaron de convencerme. Lástima que no fuera lo que esperaba y que en esta ocasión no le haya encontrado todo eso que busco en una novela para que sea de esas que se quedan contigo, que cuando las terminas te dejen esa sensación de felicidad por lo leído y amargura porque se haya acabado. Pero todo eso luego os lo contaré.
LA AUTORA
Núria Esponellà Puiggermanal (Celrà, Girona, 1959). Es licenciada en filología catalana y profesora de enseñanza primaria y secundaria.Actualmente su trabajo gira en torno a la escritura, pero sigue muy vinculada al mundo pedagógico; esto le permite moverse por ambientes diversos, colaborar con entidades educativas, asociaciones culturales y medios de comunicación. Imparte talleres de escritura para jóvenes y adultos.
Núria Esponellà interesa por los temas referidos a los conflictos vitales humanos, los sentimientos y la posibilidad de dar plenitud a las situaciones críticas de la vida.
Es colaboradora habitual de prensa y radio. Ha trabajado como articulista en La Vanguardia , escribe para el El Punt diario y otras publicaciones (Hora Nueva). Ha colaborado con Catalunya Radio y actualmente tiene una sección de escritura a RAC 1 (Al "Todo es posible" de Elisenda Camps).
Ha viajado por numerosos países y, repetidamente, Cuba y el norte de África, donde se inspiró para escribir la novela La Travesía. También ha vivido en la India, experiencia de la que nació una crónica novelada sobre la Fundación Vicente Ferrer, Sunitha .
ARGUMENTO
Enrique, un ingeniero auxiliar del tren cremallera de Núria, y Juana, una camarera que acabará siendo profesora de esquí, se conocen a casi 2000 metros de altura, cuando los «hombres del tren», de la FMGP (Ferrocarriles de Montaña a Grandes Pendientes), están construyendo la obra de ingeniería a más metros de altitud de toda la península ibérica. Todo va bien aunque, en un momento determinado, la guerra rompa la relativa placidez de sus vidas.Más tarde, en los años cuarenta, Juana tendrá que hacer una travesía por las cumbres de los Pirineos, arriesgando su vida para poner a salvo las de mujeres y niños huidos de la guerra europea, con consecuencias que cambiarán su vida para siempre.
MIS IMPRESIONES
Marcel lleva tiempo escribiendo un libro en el que quiere contar la historia de su abuela y como consecuencia de ésto, de su abuelo y de la construcción del tren cremallera que llevaba hasta el Santuario de Nuria, una construcción gracias a la cual se conocieron.Hace años que Marcel tenía la idea en la cabeza y había ido teniendo charlas con Enrique y con Juana, por separado, para ir construyendo la historia, pero lo cierto es que hasta el momento no se había puesto manos a la obra. Ni su padre ni su pareja le animaban a ello, más bien intentaban quitarle la idea, pero ahora que su padre ha muerto, Ilia le ha dejado por su terapeuta y está un poco más libre en el trabajo ha decidido retomar el proyecto.
En La hija de la nieve se van a ir mezclando las historias que le iban relatando sus abuelos, un diario de Juana del que hace depositario a Marcel para que lo vaya leyendo a medida que van conversando y la propia voz de Marcel que nos hace partícipes de su presente y sus reflexiones.
Las conversaciones que Enrique tiene con su nieto se centran más en todo lo que tenía que ver en la obra de ingeniería, en todos los obstáculos que tuvieron que ir salvando hasta la terminación de la obra y cómo una vez terminada se volvió a Barcelona donde abrió su estudio y, por supuesto de su relación con Juana, su gran amor.
Me ha resultado muy interesante toda esta parte de la narración ya que refleja lo difícil que tuvo que ser una construcción tan extraordinaria y los esfuerzos que tuvieron que hacer todos los que en ella trabajaban sin excepción alguna, para conseguir terminar en poco más de tres años, una obra en la que se combinaba el tren de vapor con el cremallera y con unas condiciones del terreno y climatológicas que les eran tan adversas.
En cambio las conversaciones con Juana son distintas, son más personales. Juana no sólo habla de su trabajo en la hospedería y en cómo llegó a compatibilizar este trabajo con dar clases de esquí a los niños de las familias pudientes que subían a disfrutar de unos días en la nieve. Cuenta a Marcel cómo era su relación con los ingenieros y los trabajadores del cremallera, sus amores, sus desengaños y cómo poco a poco va forjando una amistad con Enrique de quien se llega a enamorar casándose con él pese a la diferencia entre sus clases sociales, y un secreto. Algo que sucedió hace muchos años y que desde entonces guarda sólo para ella y que a Marcel le hará pensar. Unas palabras de las que se desprende su afán por aprender, por superarse, por hacer cosas nuevas y su gran fortaleza.
Juana nunca se ha llegado a desvincular del Valle de Nuria a donde vuelve en muchas ocasiones, después de irse a vivir a Barcelona. Un Valle en el que siempre han ocurrido hechos muy trascendentes de su vida y que tan importante será siempre para ella.
La hija de la nieve ha sido una lectura sencilla y entretenida y a priori tenía para mi todos los ingredientes para construir una novela que me conquistase y que no pudiera soltar ni un momento, la historia de una mujer fuerte, un itinerario a través de los Pirineos ayudando a otras mujeres a pasar de Francia a España durante la II Guerra Mundial, una construcción no exenta de dificultades aderezada con cierto misterio, pero según iba leyendo había algo que no conseguía que fuera la novela que había estado esperando.
Es como si la frialdad del paisaje del Valle de Nuria que nos describe durante la mayor parte de la novela se hubiera traspasado a sus páginas y a sus personajes. No he encontrado emoción en ellos, me ha faltado pasión tanto en lo que contaban como entre ellos. Me han resultado unas conversaciones muy frías para ser entre abuelo/a y nieto. No he conseguido empatizar con ninguno de los personajes, es como si me fueran demasiado ajenos.
Me ha parecido una narración excesivamente plana, fría. He echado en falta algo de tensión, sobre todo en ciertos pasajes en los que lo que nos estaba narrando lo requería. No quiero desvelar más, pero hubiese sido lo lógico que ciertas situaciones me hubiesen estremecido, provocado mi ira, mi angustia o ansiedad, pero no lo he sentido nada de ésto en ningún momento.
En conclusión, La hija de la nieve ha sido una lectura sencilla, entretenida pero a la que le ha faltado emoción y tensión. Creo que la autora habría podido sacar mayor partido de lo que nos estaba contando. Al estar hablando de sensaciones y siendo lo anterior una opinión totalmente personal, os animo a que busquéis otras opiniones sobre esta novela antes de descartarla definitivamente.
FICHA DEL LIBRO
FRAGMENTO