Hace unas semanas os dejé un nuevo cortometraje, algo inédito teniendo en cuenta que llevaba mucho tiempo sin hacerlo y es algo que aunque suene muy sentimental, me ha puesto triste. Así que hoy os voy a dejar uno que se titula "Bunny" y que aunque no es de los mejor... ¡Se deja ver!
Chris Wedge nació el 20 de marzo de 1957, conocido por ser no solo un director de cine brillante sino también actor, que además se convirtió en co-fundador de la compañía Blue Sky Studios. Durante su juventud estudió en el Fayetteville-Manluis High School y más tarde también lo haría en la School of Visual Arts.
En su larga carrera profesional se ha encontrado con grandes animadores entre ellos John Lasseter, que todos conoceréis por sus trabajar en Pixar y por ser un pionero en el mundo de la animación. Entre los trabajos más reconocidos de este director se encuentra la saga "Ice Age", la saga "Río" y cortometrajes como "Bunny" o "No Time For Nuts".
"Bunny" es la historia de una coneja que vive sola en el bosque desde la muerte de su marido. Ella intenta hacer un pastel como antaño, pero un molesto bicho no la deja trabajar y en un arranque de furia podrá acabar con él.
El cortometraje de "Bunny" nos muestra otra forma nueva de enfrentarse a la muerte, pero esta vez desde el punto de vista de dos animales y lo hace de una manera muy simple para que todo el mundo lo entienda. Desde el momento en el que vemos a la vieja coneja, sabemos que muy posiblemente sus días acaben allí y cuando el bicho aparece en su forma incorpórea ya acaba siendo una realidad.
Es cierto que al principio el cortometraje es muy divertido, al menos hasta que Bunny le quita la vida a nuestro amigo el bicho y lo mete en el horno con todo el preparado de la tarta, pero se vuelve algo triste cuando entendemos que ella también fallece. ¿Mientras dormía? ¿Una explosión por el horno? ¿Al quedarse dormida con el horno encendido? No lo sabemos aunque tampoco hace falta.
Solo necesitamos ver que aquél al que le quitó la vida vuelve para guiarla hacia el paraíso, al menos hacia el de los bichos para dejarle unas bonitas alas al final, y quién sabe quizá hasta para reunirse con su marido después de todo. La edad es un reloj inexorable que nos recuerda lo frágil que es nuestra vida.