Revista Cuba

La historia de Yudel el moro

Publicado el 27 septiembre 2013 por Yusnaby Pérez @yusnaby

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-¡Aquí lo que hay es que irse! ¡No hay otra opción!-

Estas fueron las dos primeras frases de la conversación de diez minutos que tuvimos. Yudel es un amigo del barrio y tiene pocos años más que yo. Es famoso porque vende de todo. Hacía tiempo no le veía y hoy nos encontramos cuando regresaba de comprar el pan.

“O me voy del país o voy preso. El jefe del sector ya me tiene atravesado. Salgo a vender cualquier cosa y a los 5 minutos tengo a la policía en la casa”

Antes Yudel trabajaba para el Ministerio del Transporte, “de traje, corbata y con una computadora delante” como dice él; pero tuvo que dejarlo cuando nació su hijo.

“Imagínate, ya mi hijo va creciendo y ya pide lo que necesita. Soy ingeniero pero eso de nada vale. Aquí el dinero hay que salirlo a buscar a la calle con ilegalidades. Cuando trabajaba para el Estado ni siquiera me alcanzaba el salario para comprarle culeros.”

Yudel ahora trabaja por las noches manejando un almendrón y sus mejores clientes son las prostitutas que van acompañadas de turistas. “Me pagan hasta 10 dólares por un viaje, y si no dejan entrar a la muchacha al hotel yo les busco una casa para que tengan sexo y así me gano una comisión.”

En el momento que nos encontramos mi amigo iba a una sala de navegación a conectarse. Me contó que tiene a “una gorda rusa enamorada por internet” que “ya casi lo saca del país”. Él siguió diciéndome: “lo mismo me da un gordo que una gorda; estoy buscando a cualquiera que me saque de Cuba”. Del dinero que se gana trabajando por las noches él guarda una pequeña parte para todos los días ir a Nauta (sala de internet) y conectarse 2 horas por 5 dólares (un amigo de él trabaja ahí y vende la conexión más barata). Le dije que me agregara a Facebook y nos despedimos con un apretón de manos como siempre.

Quizá mi amigo algún día lea aquí su historia, tal vez cuando llegue a Rusia o cuando tenga tiempo de buscar información sobre Cuba en internet; no lo sé, pero quiero desearle lo mejor y buena suerte para que cuando su hijo crezca no sufra las mismas dificultades que hoy sufre Yudel.


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