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La historia del Vasa en Estocolmo: lecciones para directivos

Por Falcaide @falcaide

historia Vasa Estocolmo: lecciones para directivos

El buque Vasa en Estocolmo (Suecia)

Estuve en Suecia hace varios años, concretamente en su capital,  Estocolmo, y también en Malmo, que además conecta por un puente con Copenhague (Dinamarca). Es un país que merece la pena visitar, y de los tres países nórdicos que conozco (Suecia, Dinamarca, Finlandia), quizás es el más recomendable para ir de turismo.
Estocolmo, construida sobre 14 islas unidas por 57 puentes, es interesante por muchos motivos (por ejemplo, Skansen que es el museo al aire libre más grande del mundo o Gamla Stan que es el barrio urbano medial excelentemente conservado), pero uno de ellos particularmente, es por la Historia del Vasa.  Os hablo de ello porque recientemente he visto un reportaje sobre el mismo y me ha recordado cuando estuve allí y las enseñanzas que se pueden extraer de aquel episodio.
El Vasa Museo (Vasamuseet) situado en la isla de Djurgården, abrió sus puertas en 1990 y es el museo más visitado de toda Escandinavia con cerca de 1 millón visitantes y alberga el único buque original del siglo XVII que conserva el 98% de su estructura. Destaca por su enorme el tamaño como os podéis imaginar, pero lo más interesante del Vasa, es que, al igual que el Titanic, ambas historias son, en muchos aspectos, una metáfora de la vida y de la empresa.
De manera resumida, la historia del Vasa es la siguiente. En 1626, el rey Gustavo II Adolfo de Suecia, mandó construir el mayor buque de guerra de la armada sueca. El Vasa, estaba predestinado a ser su buque insignia. Con sus 64 cañones colocados en tres puentes, contaba con una superficie velera de 1.150 metros cuadrados y un peso de 1.300 toneladas. Se calcula que iba a contar con una tripulación de 130 marineros y otros tantos soldados.
El día 10 de agosto de 1628 se presentaba como un día prometedor. Aquella era la fecha elegida para la botadura del mayor buque de guerra de la historia sueca. Pero las cosas no fueron como estaban previstas y el Vasa naufragó en su viaje inaugural a pocos metros del muelle nada más iniciar su travesía. Las crónicas de la época contaban: «Al salir la nave a la bahía, a la altura de Tegelviken, llegó algo más de viento a las velas, y en seguida comenzó a escorarse mucho a sotavento, enderezándose algo otra vez hasta llegar a Beckholmen, donde cayó completamente de lado. El agua comenzó a entrar por las troneras y el barco se fue lentamente al fondo con velas desplegadas, banderas y todo». En total murieron 30 personas (lee la historia completa).
La recuperación del Vasa fue uno de los grandes acontecimientos del siglo XX, por la dificultad en las labores, por la perseverancia de su  impulsor y por el perfecto estado en el que se mantiene. Pero la cuestión relevante es: ¿Cómo es posible que aquel proyecto en el que se habían invertido tantas horas, y tantas ilusiones, y tanto dinero se fuera al traste tan rápido en a penas unos minutos?
Sabemos que la Historia se repite y lo que cambian son los protagonistas; y es así porque al ser humano le cuesta mucho aprender de los errores ajenas y sólo escarmenta en cabeza propia. No obstante, te dejo algunos links más adelante para que conozcas con mayor profundidad la historia del Vasa, y te comento algunas lecciones de aquel episodio histórico:
1. Lo que uno piensa que es imposible que vaya mal, lo acaba haciendo. El exceso de confianza y el creerse infalible conducen a menudo a estrellarse. 
2. La madre de todas las crisis: la avaricia. De ello hemos hablado largo y tendido aquí y además escribimos un post sobre ello: Crisis, la historia se repite. Siempre sucede lo mismo. Pecados del ser humano: cuestión de ego.
3. La falta de ética es a menudo producto de la impaciencia. De querer llegar rápido donde sólo el esfuerzo y el sacrificio te permiten. Es el camino del atajo rápido, y como dice un dicho inglés: easy come, easy go.
4. La excelencia es la suma de muchos detalles pequeños. Todos ellos aislados a lo mejor pasan desapercibidos, pero sumados hacen una gran diferencia. Si desatendemos un detalle, y otro, y otro... el caos está servido.
5. Asumir conocimientos que no son propios lleva a decisiones temerarias. Un directivo es un director de orquesta. Algunos quieren meter las narices en todo. Quien no sabe delegar, no sabe dirigir.
6. La humildad y la prudencia son imprescindibles en el mundo de la empresa. De otro modo se cae en la soberbia que anula el juicio y conduce al despeñadero. Prudencia es sentido común; humildad es capacidad de escuchar.
7. Sin confianza no hay comunicación auténtica. Y entonces se cae en la adulación, en decirle al jefe lo que quiere escuchar por temor a las represalias. Sin confianza la gente tiene miedo, está cohibida, reprimida. 
8. El rigor es profesionalidad. Con rigor uno también se equivoca, pero menos. Las chapuzas no suelen tener una vida excesivamente larga.
Si quieres saber más sobre el tema, puedes echar un vistazo a: Ocho Leguas | Página Historia. Y para su aplicación al mundo de la empresa, el pensador Javier Fernández Aguado, Presidente de MindValue, que a menudo vincula la Historia y la Filosofía con el management escribió hace tiempo el siguiente artículo: Gestión de lo imperfecto: el Vasa, un ejemplo sueco (Managers Business Magazine, nº23, nov.-dic 2008). No dejes de leerlo.


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