Revista Religión

La historicidad de cristo hoy

Por Joseantoniobenito

LA HISTORICIDAD DE CRISTO HOY

                                          LA HISTORICIDAD  DE CRISTO HOY

(José Antonio Benito, 13 abril de 2002) APUNTES DE UNA CHARLA

Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo? (Mc 8, 27) ¿Y la historia qué dice de mi propia historia?

Hace dos mil años un hombre formuló esta pregunta a un grupo de amigos. Y la historia no ha terminado aún de responderla. El que preguntaba era simplemente un aldeano que hablaba a un grupo de pescadores... La tarde de aquel viernes, cuando la losa de un sepulcro prestado se cerró sobre su cuerpo, nadie habría dado un céntimo por su memoria, nadie habría podido sospechar que su recuerdo perduraría en algún sitio, fuera del corazón de aquella pobre mujer -su madre- que probablemente se hundiría en el silencio del olvido, de la noche y de la soledad... Y, sin embargo, veinte siglos después, la historia sigue girando en torno a aquel hombre, antes o después de Él. Media humanidad, cuando se pregunta por sus creencias, sigue usando su nombre para denominarse. Dos mil años después de su vida y su muerte, se siguen escribiendo cada año más de mil volúmenes sobre su persona y su doctrina. Su historia ha servido como inspiración para, al menos, la mitad de todo el arte que ha producido el mundo desde que Él vino a la tierra. Y, cada año, decenas de miles de hombres y mujeres dejan todo -su familia, sus costumbres, tal vez hasta su patria- para seguirle enteramente, como aquellos doce primeros amigos.

Y ésta es la cuestión trascendental, la misma que nos expusiese en un delicioso librito, Introducción a la historia (México 1957) M. Bloch, padre de la escuela de los Anales: "es innegable que siempre nos parecerá que una ciencia tiene algo de incompleto si no nos ayuda, tarde o temprano, a vivir mejor... El objeto de la historia es esencialmente el hombre, mejor dicho, los hombres en el tiempo. La cuestión no es saber si Jesús fue crucificado y luego resucitó; lo que se trata de comprender es por qué tantos hombres creen en la Crucifixión y en la Resurrección" (p.29). Fijándonos en nuestra tierra, Arequipa, ¿por qué Cristo está en la cumbre más alta, el Misti, con su cruz?, o en Lima ¿por qué en el Cerro San Cristóbal o en Morro Solar campean la cruz? ¿Por qué arequipeños como el P. M. Crowley dedican su vida a entronizarle en los hogares de todo el mundo?, ¿por qué misioneros como  combonianos de nuestra tierra dejan Perú para llevar su nombre al corazón de África? ¿Por qué desde Corea, vienen religiosas a San Juan de Lurigancho? ¿O misioneros de la India hasta Chosica? ¿Por qué el anagrama JHS adorna las fachadas de nuestros templos y casonas?, ¿por qué un distrito Jesús-María lleva su nombre? ¿Por qué tantas representaciones artísticas nos lo recuerdan? ¿Por qué sale el pueblo a la calle para llevarle procesionalmente o para visitar santuarios en honor a su Madre, como Chapi? ¿Por qué hoy, aquí y ahora, estamos organizando actos sobre su persona? ¿Por qué nosotros mismos, aquí en el CAPU, dedicamos tiempo, alma, corazón y vida a su persona como cristianos –otros cristos?

Napoleón, en Egipto, dijo a sus soldados: miles de años os contemplan. Hoy, en el umbral del Tercer Milenio, a la luz de la historia podemos contemplar de forma más íntegra y serena la biografía de Cristo.

Juan Pablo II al pasar revista de los principales acontecimientos eclesiales del año 1997, tituló su discurso a la Curia "Cristo divide la historia", para lo que citó a un pensador moderno no cristiano, Alfred Nort Whitehead Religion in Making:

La vida de Cristo no es la demostración de una fuerza omnipotente. Su gloria es para los que son capaces de percibirla; no es para el mundo. Su poder consiste en el hecho de que renuncia a la fuerza. Esta vida posee el poder decisivo del más elevado ideal ético y, por eso, Cristo es el punto que divide la historia del mundo (lunes 22 de diciembre de 1997. L´Osservatore Romano n.52, p.6, 26-XII-97)

- Gandhi: "Yo digo a los hindúes que su vida será imperfecta si no estudian respetuosamente la vida de Jesús".

Como escribió G. Torrente Ballester: "Por mucho que corran los siglos siempre habrá en algún rincón del planeta alguien que cuente una historia y alguien que quiera escucharla". Ninguna tan apasionante como la de Cristo.

.Lacordaire: "ninguna vida aquí abajo presenta tal cantidad y tal fuerza de luz y de amor"

. Danielou: "En realidad el Jesús histórico es el Señor de la fe, al igual que el Señor de la fe sigue siendo el Jesús histórico"

. Fray Luis de León: Cristo está todo entero en cada uno de sus actos.

. San Pablo: "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley" (Ga 4, 4-5)

. Pablo VI: Jesús ha revelado no sólo la faz del Padre sino que ha revelado al hombre a sí mismo.

. Vaticano II: Sólo en Cristo se revela la plenitud del hombre

. CIC, 430: En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.

JESÚS DE NAZARET, Un personaje histórico

Hoy nadie lo pone en duda; ni siquiera los no cristianos o los ateos. Sabemos que vivió al comienzo del primer siglo de nuestra era, por los errores de Dionisio el Exiguo en el S.VI, no nació en el 1 sino 7 o 4 antes de lo fijado, y que moriría hacia el 30 dC. Con Él arranca la cuenta del tiempo.

a. Según el Evangelio

S. Lucas precisa bien las coordenadas espaciotemporales en que se inicia la predicación de C: "El año décimo quinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes y Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de la Traconitide y Lisania, tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto..." (Lc 3, 1-2).

La autenticidad de los evangelios viene dada por varios criterios de la crítica histórica y literaria según René Latourelle:

. Hay un perfecto conocimiento del siglo I de nuestra era; la historia de Cristo forma parte de una de las épocas mejor conocidas y estudiadas; no hay nada vago, legendario... Se presenta como un hombre real con las coordenadas espaciotemporales bien definidas. 20 años después de la muerte de Cristo aparecen las epístolas de Pablo; sólo con ellas se podría reconstruir la vida de Cristo.

. Aunque no se conserven los originales de los Evangelios no por ello pierden su autenticidad, sobre todo si los comparamos con los documentos de la antigüedad. Pensemos en las civilizaciones americanas, ágrafas, sin conocimiento de la escritura; nadie duda, sin embargo, de su autenticidad, máxime con descubrimientos arqueológicos tan sensacionales como los de la dama del Ampato o la del Sara-sara. Pensemos que el autor de quien poseemos mejores documentos es Virgilio, de quien sólo se conservan 3 códices; de los Evangelios, 210. De Aristóteles se conservan manuscritos 1.400 años posteriores a él. Tito Livio, 500 años después de su muerte; Horacio 900; Platón 1.300; de los Evangelios conocemos manuscritos contemporáneos; los hallazgos de los manuscritos del Kumram nos hablan de papiros del año 65, con textos correspondientes a Marcos. El periodo que transcurre entre los acontecimientos y la composición de los evangelios es tan breve que no permite la formación de un mito contrario al dato histórico.

Si consideramos las obras escritas sobre los evangelios, tan sólo con citas de 7 escritores de los siglos II al VI se podrían reconstruir en toda su integridad los 4 evangelios ya que hay más de 26.487 citas.

El crítico inglés Streeter confiesa que los evangelios tienen posición privilegiada en cuanto a su autenticidad; los 3 sinópticos se habrían escrito antes de la destrucción de Jerusalén por Tito. Por el número de detalles ponen de manifiesto que han sido testimonios oculares o auriculares. Se corresponde con la realidad, por ejemplo, la complicada familia de Herodes, la diversidad de monedas, la topografía palestina, las distintas sectas judaicas, los aspectos físico, moral, político y religioso del pueblo judío.

Si nos fijamos en la crítica literaria, en el análisis de los textos evangélicos, podemos elaborar varios criterios de autenticidad:

1. Testimonio múltiple de formas literarias diferentes y en fuentes diversas. Por ejemplo: la misericordia de Jesús en parábolas Lc 15, 11, controversias Mt 21,28, milagros Mc 2, 1, relato de vocación Mc 2, 13

2. Discontinuidad; el relato no proviene a las concepciones judaica o de la iglesia primitiva. El mismo género "evangelio" no tiene relación con la literatura judía antigua ni la literatura cristiana posterior; es la de testimonios sobre el acontecimiento único de la venida de Dios en la historia. La palabra "Abba" que usa C. para dirigirse al Padre.

3. Conformidad, continuidad o coherencia de los relatos con el ambiente palestino y judío de la época de Jesús tal como conocemos por la arqueología, la literatura y la historia.

4. De explicación necesaria. Por ejemplo en el caso de los milagros: la exaltación ante la aparición de Jesús, la fe de los apóstoles en su mesianidad, el odio de los fariseos por causa de los prodigios, el vínculo entre los milagros y el mensaje de Jesús, sobre la llegada del Reino...

5. El estilo de Jesús: lenguaje, comportamiento: sencillez y autoridad, bondad, compasión.

Hoy no podemos sostener lo que pretendía Bultmann: "De Jesús de Nazaret no se sabe nada o casi nada". Como dice el P. Julián Cerrón, del 90% de los textos evangélicos está todo comprobado. Sobre todo, cuando se lleva un siglo "un prejuicio sistemático de sospecha, recayendo siempre sobre los Evangelios el peso de la prueba.

Juan Pablo II en la Tertio Millennio Adveniente (TMA), 5 dirá: "Pero el gran acontecimiento, que los historiadores no cristianos se limitan a mencionar, alcanza luz plena en los escritos del Nuevo Testamento, que, aun siendo documentos de fe, no son menos atendibles, en el conjunto de sus relatos, como testimonios históricos"

 

b) Historiadores judíos

Flavio Josefo, a fines del S.I, en Antigüedades judías XX, 9,1 habla de Santiago el Menor, "hermano de Jesús, llamado Cristo", concretando que fue muerto en el año 62 por intrigas de Hanán, hijo de Anás; habla también de la muerte del Bautista coincidiendo en los fundamental con los evangelios. En el Cap. XVIII, 3,3, la mencionar la violenta represión de Pilato contra los judíos, dirá: "En ese tiempo fue cuando apareció Jesús, hombre sabio (si se le puede llamar hombre). Pues fue el ejecutor de obras admirables, el Maestro de los que reciben con alegría la verdad y arrastró a muchos judíos y a otros procedentes del helenismo. Denunciado por los de nuestra nación, Pilato le condenó a suplicio de cruz, mas quienes le habían amado desde el principio no cesaron de seguirle...y hasta el presente subsiste la secta que por seguirla ha recibido el nombre de cristianos".

En el Talmud de Jerusalén y de Babilonia se recogen muchos datos deformados de la vida de Jesús.

c. Romanos

Tácito en Anales III, 15, escribiendo hacia el año 116 sobre el incendio de Roma: "Este nombre les viene de Cristo, al cual, bajo el principado de Tiberio, el procurador Poncio Pilato había entregado al suplicio; reprimida por el momento esta detestable superstición, penetró de nuevo no sólo en Judea, sino aun en Roma, adonde todo lo que hay de vergonzoso y afrentoso en el mundo afluye y encuentra su clientela".

Plinio el Joven, amigo de Tácito y gobernador de Bitinia, escribía hacia 112 a Trajano: "tienen reuniones matinales, cantan en honor de un tal Cristo, al que consideran como Dios; se comprometen con juramento a no cometer crímenes, hurtos, latrocinios, adulterios, a no faltar a la fidelidad; se reúnen para comer en comunidad" Epístolas X, 96)


Suetonio, al referirse a la expulsión de los judíos por Claudio en el 51-52, dirá: "Expulsó de Roma a los judíos, los cuales bajo el impulso de Chresto han sido una causa permanente de disturbios" Vita Claudii 25, 4.

Tanto los judíos, como los musulmanes o los racionalistas, a pesar de deformar los datos, nunca ponen en duda su existencia.

LOS EVANGELIOS COMO BIOGRAFÍAS DE CRISTO

No se propusieron hacer técnicamente una biografía; no contamos con una cronología segura; el silencio cubre numerosas zonas su vida. Escriben no como historiadores sino como testigos de fe y catequistas de una comunidad, narran desde la fe, el Evangelio es más prédica que relato científico. Pero sin inventar nada, como harán los apócrifos, "no ofrecen una biografía continuada de Jesús, pero sí lo que realmente ocurrió". El Evangelio se ha traducido a 1.500 idiomas, siendo el libro más analizado y estudiado de toda la literatura, coincidiendo en la interpretación de sus páginas fundamentales.

- Comenzaron los evangelistas. Ellos no se propusieron elaborar una biografía

Actualmente se ve la relación más estrecha entre los evangelios y las biografías greco-romanas del tiempo. El giro de la rueda hermenéutica nos llevaría de la consideración ingenua de los evangelios como biografías de Jesús a la negación neta, y por fin, a un retorno críticamente documentado de su valor no sólo histórico sino "biográfico" tal como se estructuraban las biografías helenísticas. Richard A. Burridge, en 1992, confronta la producción biográfica del mundo grecorromano y hebreo de algunos siglos antes y después del nacimiento de Jesús, tales como Argesilao de Jenofonte, elogio en honor del rey de Esparta; "Ático" de C. Nepote en "Sobre varones ilustres"; "Catón el Menor" de Plutarco en "Vidas paralelas". Lo común de las 10 biografías es la atención exclusiva al sujeto; el tratamiento depende: unas veces el héroe tiene cobertura plena, otras en un solo periodo, otras se concentra en los hechos y cronología, otras sobre algún tema, enseñanzas o virtudes sin seguir orden cronológico.

Este autor, Burridge, aplica a los sinópticos y a Juan el mismo análisis. En las notas introductorias Mateo comienza con la genealogía de Jesús, como en la mayoría del género "bios" y el prólogo de Lucas es una verdadera introducción historiográfica, similar a los prólogos de la literatura biográfica. El sujeto de los verbos es Jesús en un 24,4%; 20% se refiere a sus palabras. Los discípulos significan el 12,2%; ningún otro personaje obtiene una atención superior al 1%. Los evangelios se concentran en los tres últimos años de la vida de Jesús y especialmente en su muerte. Sin embargo no se puede decir que sea "la historia de la pasión y muerte" (Martin Kähler) con una larga introducción pues, por ejemplo, Mt y Lc dedican a la muerte, pasión y resurrección el 15% del relato. Sobre el modo de caracterización se ve que era típico describir el personaje por los dichos y hechos, sin dar una presentación física y psicológica.

Tampoco se puede admitir que sean sólo la historia de la experiencia cristiana de las primeras comunidades eclesiales.

LA CRONOLOGÍA DE CRISTO


. Nacimiento: Mt 2,1 y Lc 1,5 dice que nació "en los días del rey Herodes". Después de la muerte de éste, el Niño volvió de Egipto, cuando Arquelao, hijo de Herodes, gobernaba todavía en Judea como tetrarca. Sabemos que Herodes I el Grande murió el 750 de la fundación de Roma; unos 4-5 años antes de la Era común, ya que Dionisio el Exiguo tiene un error inicial de al menos cuatro años. Herodes murió poco antes de la Pascua y poco después de un eclipse de luna (12-13 marzo 4 a.C.). El dato sobre el censo de Quirino Lc 2.1 no da luces especiales pues se puede traducir de forma diversa.

. Comienzo de la vida pública. Lc 3,1 el Bautista predicaba "en el año décimo quinto del reinado de Tiberio César". Lc 3,23 anota que al iniciar el ministerio público tenía "unos treinta años". Juan 2,20 dirá "46 años han empleado en edificar este templo"; el dato no sirve de mucho ya que no sabemos en qué momento pronunció Jesús las palabras. La construcción se inició en el año octavo de Herodes, 20 a.C. en tal supuesto la iniciación del templo sería el año 26-27

. Vida Pública. Según Juan son tres años pues nos habla de tres Pascuas en la vida pública, la primera cuando estaba en Jerusalén, la segunda en relación con la multiplicación de los panes y la tercera, antes de su Pasión. Los sinópticos sólo mencionan la última, por lo que los relatos parecen desarrollarse en un solo año.

. Muerte de Jesús: Según los 4 evangelistas murió un viernes; Jn precisa que "los judíos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua". Jesús murió el 14 de Nisán, día tradicional para comer la Pascua. Al día siguiente era "el gran día" que coincidía aquel año con el sábado (Jn 19, 31). Por cálculos astronómicos se pueden determinar los años en que el 14 de Nisán cayó en viernes: entre el 18 de marzo y el 13 de abril. Otra explicación se basa en la diversa fijación de la fecha de la Pascua entre las diferentes escuelas de fariseos y saduceos; la primera tendría el 13 de Nisán y la segunda el 14.

. La centralidad de la Resurrección se afirma como el resultado de la experiencia directa de esos Apóstoles, que comieron y bebieron con el Señor después de su Resurrección, y que por esa experiencia se transformaron de cobardes incrédulos en testigos sinceros y valientes hasta la muerte.  No hay explicación posible del Cristianismo en ninguna otra hipótesis, ni puede reducirse a ningún tipo de "vivencia" subjetiva, individual o comunitaria, lo que se atestigua como hecho real, histórico, objetivo.  Tal historicidad es explícitamente subrayada en el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica cuando dice en su número 647: que  "en su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida más allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús se llena del poder del Espíritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su gloria, tanto que San Pablo puede decir de Cristo que es "el hombre celestial" La constatación de la muerte de Cristo y de su vida subsiguiente es estrictamente una prueba de su resurrección, aunque el momento mismo en que acaeció no tuviese testigos presenciales.  Como nadie  pone en duda la historicidad del nacimiento de una persona viva, aunque no haya nadie en el hecho inicial. Las características de Cristo Resucitado pueden resumirse en dos palabras: es El mismo, transformado. Al mostrarse a sus discípulos, subraya la identidad, especialmente corporal:  no es un fantasma, sino que tiene carne y huesos; es el mismo Cuerpo, señalado por las huellas de los clavos, la corona de espinas y la lanza; tiene la capacidad de comer, y lo hace ante ellos, con gestos propios que llevan a su reconocimiento en Emaús.  Y es la misma Persona, que recuerda lo que les ha dicho, que les conoce como amigos, que se dirige por su nombre a cada uno de ellos.  La fuerza de convicción es total, y la maravilla de su nueva vida llega hasta la confesión de divinidad más explícita en el caso del incrédulo. Tomás. Pero siendo el mismo Maestro de su previa experiencia de tres años, es también un nuevo "Señor" que muestra -sin alardes- su total dominio sobre la realidad material, incluido su propio Cuerpo.  Las paredes del Cenáculo no son barrera para su entrar o salir, ni se le puede ver o encontrar sino cuando y como El quiere.  Puede ser desconocido aun para sus íntimos, como si su Cuerpo fuese totalmente plástico bajo el control de su Espíritu.  Y cuando, finalmente, tras cuarenta días de asombro, el Señor se despide de ellos en la Ascensión, ven cómo se eleva al cielo espontáneamente,  sin que peso o fuerza alguna pueda impedir su vuelo. La Teología de siglos, en su esfuerzo para expresar realidades tan nuevas, da nombres a este proceder inusitado de la materia: el cuerpo de Cristo goza de "sutileza", "agilidad","incorruptibilidad", "inmortalidad".  Con la concisión de S. Pablo: es un cuerpo "espiritual" (1 Cor 15, 44), libre de las limitaciones físicas propias de la materia ordinaria, pero todavía "Cuerpo".  Tal palabra –como subraya el astrofísico Doctor Manuel Carreira- no tiene sentido alguno sino como estructura material, últimamente compuesta de las partículas y energías que describe la Física.

EL CRISTO DE CADA GENERACIÓN

Quien fuese Premio Nobel de la Paz, Albert Scweitzer en Historia de los estudios sobre la vida de Jesús escribe: "Todas las épocas sucesivas de la teología han ido encontrando en Jesús sus propias ideas y sólo de esa manera conseguían darle vida. Y no eran sólo las épocas las que aparecían reflejadas en él: también cada persona lo creaba a imagen de su propia personalidad. No hay, en realidad, una empresa más personal que escribir una vida de Jesús".  Y lo es, sobre todo si pensamos la riqueza de la personalidad de Cristo (gigantesco mosaico) y la pequeñez de nuestra experiencia (lente de microscopio).

. Los primeros cristianos veían en Cristo Alguien a quien habían visto y no terminaban de entender. Lo miraban desde el asombro de su resurrección y vivían en el gozo y la nostalgia de haberle perdido; Cristo era una dramática esperanza, debía volver, sobre todo ahora que después de muerto empezaban a entender lo que apenas habían vislumbrado a su lado.

. El Cristo de los mártires es el de la sangre derramada. Morir era su gozo; san Ignacio gritará "quiero ser cuanto antes trigo molido por los dientes de los leones para ser pan de Cristo".

. El Cristo de los santos padres, de las grandes disputas teológicas de los primeros siglos es el Cristo en cuyo misterio se trata de penetrar con la inteligencia humana, iluminada por las desviaciones heréticas. Nestorio contempla tanto la humanidad que olvida su divinidad; el monofisismo reacciona con un Cristo "vestido" de hombre; Arrio quiere unir los polos pero yuxtaponiéndolos y dejando en sombra la divinidad.

. El Cristo bizantino es el Pantocrátor, juez terrible del último día; es el Rey vencedor mayestático y que vislumbraba las ruinas del imperio de Constantinopla.

. El Cristo medieval es el "caballero ideal", el Gran Rey. Recordemos a Francisco de Asís y su voz en Spoleto: "Quién es más el siervo o el Señor". Junto a él aparece el Cristo pobre y pequeño de los belenes de Navidad.

. Para la pseudorrreforma protestante Cristo será el Salvador. Lutero le ve más muerto que resucitado. Calvino se fija sobre todo en el tinte judicial y exigente; todos le verán como asidero para salvarse del naufragio del pecado.

. En la reforma católica, los santos llegan a Cristo por la contemplación y el amor. Juan de la Cruz va por su nada hacia el Todo, Teresa por la humanidad de Jesús, Ignacio de Loyola por los senderos de la obediencia en el "dulce Cristo" en la Tierra, el Papa.

. Los siglos XVIII y XIX nos dan la versión de la "razón crítica" que llega en Volney o Bauer a considerarlo como un mito inexistente, tanto que el racionalista Bultman se vio obligado a contestar: La duda sobre la existencia de Cristo es algo tan sin fundamento científico, que no merece una sola palabra de refutación.

.Vienen después las teorías de Cristo con rebajas: Renán nos traza un retrato idílico del "hombre perfecto, dulce idealista, revolucionario pacífico". De ahí surgen las dos grandes corrientes del siglo XIX, la de quienes se fijan en su interior y lo ven como encarnación del sentimiento religioso o como Harnack "el hombre que lo único  que hizo fue devolver al mundo la revelación del sentimiento filial hacia Dios Padre; la segunda corriente sólo se fija en el Cristo de los humildes y ofendidos, como precursor de una especie de "socialismo evangélico".

. En los comienzos del siglo XX se acentúan de nuevo los aspectos humanos de Cristo. Camus no cree en la resurrección pero no oculta la emoción ante su enseñanza. Gide se fija en él como profeta de la alegría pagana. Malegue dedica su vida a descender al abismo de la Santa Humanidad de nuestro Dios: Hoy lo difícil no es aceptar que Cristo sea Dios, lo difícil sería aceptar a Dios si no fuera Cristo.

Bultman es el representante de los científicos estudiosos de la Sagrada Escritura. Dirá que no le interesa el Cristo de la historia sino el Cristo de la fe; más importante que conocer su vida es creer en el mensaje. Tal interpretación quitaba importancia a la historicidad de los hechos con lo que casi se negaba la historicidad del propio Cristo.

Robinson: la búsqueda del Jesús histórico es necesaria porque la predicación de la fe quiere conducir al fiel a un encuentro existencial con una persona histórica: Jesús de Nazareth.

¿Cuál es nuestro Cristo? En 1970 "Jesús revolution": Dios te ama, sonríe. Jesús te ama. Otra versión: Superestar, Goosdpell, el Cristo hippy, moda fugaz pero que recordó el rostro alegre de Cristo. Llega también el Cristo guerrillero, especialmente en América Latina, un Che Guevara.

Teilhard de Chardin "Cristo cada vez mayor". Su imagen es como un gran mosaico en el que cada generación logra apenas descubrir un detalle. Quizá la suma de los afanes de todos los hombres de la historia, termine por parecerse un poco a su rostro verdadero el de la Santa Humanidad de nuestro Dios.

Lo que los ateos comunistas reprochamos a los cristianos escribió Machovec "no es el ser seguidores de Cristo, sino precisamente el no serlo". Ojalá pudiésemos gritar con san Agustín: "Tarde te conocí ¡oh Cristo¡ Nos hiciste, Señor, para ti, e inquieto está nuestro corazón hasta descansar en Ti."

Cristo 2000, el del  Jubileo Bimilenario, el Verbo de Dios Eterno, el que se encarnó en el seno de Santa María, el que tembló de frío en Belén, el que huyó como emigrante fugitivo a Egipto, el que aprendió a obedecer en amor, trabajo y paz en Nazaret, el hijo del carpintero, el obrero, el que predicó la Buena Nueva, viviéndola antes, el que se humilló y se arrodilló ante el hombre para servirle y, muerto en cruz, le subió a la luz de la resurrección. El que se quedó sin irse, en la Iglesia, en la Eucaristía, para que hiciésemos memorial de su Pasión y Resurrección, en el amor sin fronteras, del mundo en familia.

Cristo 2002, el de este momento, el que quiere con su Vicario en la Tierra, Juan Pablo II,  "destruyendo en sí mismo la enemistad, muro de separación entre los hombres, reconcilió a todos por medio de la Cruz (Cfr. Ef 2, 14-16), y ahora nos compromete a nosotros, sus discípulos, a eliminar cualquier causa de odio y venganza".

DOCUMENTACIÓN Y RECURSOS

- Magisterio de la Iglesia Católica: Catecismo de la Iglesia Católica nn.512-682 titulados "Los misterios de la vida de Cristo", Juan Pablo II "Redemptor hominis", "Dives in misericordia";

- Con motivo del Jubileo: Juan Pablo II "Tertio Millennio Adveniente", El Comité ha escrito diversos apuntes reunidos en Jesucristo, Salvador del mundo, Mons. J. Alemany Jesucristo, Salvador del mundo, Carlos I. González Con el Señor en la Aurora del tercer milenio.

-En Arequipa tenemos un testimonio bien elocuente y sencillo de los primeros cómo los primeros habitantes se apasionaron por la historia de Cristo. Se recoge en Historia general de la Compañía de Jesús en la provincia del Perú (Crónica anónima de 1600) Edición del P.F. MATEOS, CSIC, Madrid, 1944, t.I p.249)

"Estando cierto día juntos el prior de Santo Domingo y un predicador de su convento con un seglar, hombre llano y de buenas entrañas que había hecho los Ejercicios en nuestra casa y aunque no tiene amistad particular a la Compañía pero tiene gran concepto de sus cosas y habla de ella con gran ponderación; y tratando el predicador bien del fruto que hacen los nuestros tomó este hombres la mano y dijo: Sabéis, padre, de qué manera entiendo yo eso; que sé cierto que Cristo Nuestro Señor vino a la tierra y con su pasión redimió a los hombres y les enseñó el camino del cielo y les predicó su fe y evangelio y dejó los sacramentos en su Iglesia y lo demás necesario para el bien de sus fieles; pero ahora en este tiempo el frecuentarse esos sacramentos, el tratar los hombres de virtud y el procurar que se ocupen en ejercicios de ella y dejen vicios y se despierten a todo bien y el instar en eso por todas las vías posibles, entiendo que todo se debe a estos padres".

El segundo es un resumen de la vida de Cristo por parte de uno de nuestros mejore poetas que nos viene a decir como en el texto bíblico "Todo lo ha hecho bien":


MI CREDO A JESUCRISTO

Creo en tus pasos por la tierra

porque crece y sonríe

la hierba humilde en ella.

Creo en tu aproximación hacia los niños

porque en sus frentes aún tiembla

y nos alumbra tu huella

Creo en tu sufrido amor para los pobres

porque el dolor que comen ellos

lo endulzan con tu nombre.

Creo en los ciegos y leprosos que curaste

porque las tinieblas y las llagas

sueñan sólo con tu nombre.

Creo en las vidas que resucitaste

porque de sus bárbaras caídas

se levanta ahora el hombre.

Creo en la pecadora que salvaste

porque nadie ha lanzado todavía

esa primera piedra...

Creo en la soledad en el Huerto de los Olivos

porque el hombre abandonado así se queda

en el huerto de sus lágrimas.

Creo en el beso frío que te dieron,

porque suenan besos que así esconden

una traición en media vida.

Creo en la cruz en que te mataron

porque es de siempre en una cruz trabajada de amor

donde vamos muriendo.

Creo en la mañana de tu resurrección

porque es tu rostro el que resucita y preside

cada mañana de la miseria.

Señor Jesucristo,

 creo en lo que creaste,

pensaste y aún no dijiste,

porque te llevamos como luz prendida

en nuestra tiniebla.

Y como sed de vida en nuestro barro triste.

(Guillermo Mercado, Inampú, Arequipa  1960)


 Páginas de internet sobre Cristo:

Aciprensa (Perú): http://www.aciprensa.com/

Arzobispado de Lima:http://www.arzobispadodelima.org/

Biblioteca Electrónica Cristiana: http://ekeko.rcp.net.pe/IAL/vm/bec/otrdocum.htm

Cadena EWTN de Televisión (Madre Angélica): www.ewtn.com/home.htm

Carabaillo, diócesis de: http://es.geocities.com/diocesiscarabayllo

Castellano, Iglesia en: http://catholic-church.org/iglesia/

Catacumbas: http://www.catacombe.roma.it/s_indice.htm

Ciencia y fe (Galileo. http://www.corazones.org/apologetica/Galileo.htm

Cine (historia del): http://www.precinemashistory.net/; www.canalsocial.com

Conferencia Episcopal Peruana: http://ekeko.rcp.net.pe/IAL/cep/index.html

Cristianismo en los orígenes: http://www.elalmendro.com/Fundación Épsilon

Cultura cristiana:  

 http://altern.org/culturacristiana/accademia/index.html

Zenit:http://www.zenit.org; http://www.encuentra.com

http://www.cristiandad.org ; http://www.Catholic.net

Historia de la Iglesia: http://www.advance.com.ar/usuarios/pfernando/ Con textos y sitios electrónicos ; Revista Acta Académica de la Universidad Autónoma de Centro América, Costa Rica por Alberto Di Mare.

Inquisición, Museo (Lima): http:// www.congreso.gob.pe/  museo.htm 

L´Osservatore Romano: www.vatican.va/news_services/or/or_spa/index.htm

Revista "Alfa y Omega": www.archimadrid.es/alfayomega.htm

RIIAL: www.riial.org

Santa Sede: www.vatican.va

Santos: www.puc.cl/vic/texto/vicsant.htm

Trimilenio (Perú): ekeko.rcp.net.pe/IALvm/progs.htm/

Sectas: http://www.sectas.org

Tierra Santa: http://www.franciscanos.org/tierrasanta/ts.html

Universidad Católica (Lima): (PUCP): http://www.pucp.edu.pe

Universidad Virtual Santo Tomás Balmesiana: http://usvt.balmesiana.org

VE Multimedios: http:/www.multimedios.org/

Vida Humana (bioética): http://www.vidahumana.org

Universidad Católica Sedes Sapientiae: www.ucss.edu.pe

.. Recopilar: CANCIONES SOBRE CRISTO: Jesús es Señor, Jesucristo, Cristo te necesita... POEMAS, CUADROS y ESCULTURAS, DIBUJOS, INTERNET, ARTÍCULOS...

.. Escribir una carta personal a Cristo

EL CRISTO DEL NUEVO MILENIO (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte)

UN ROSTRO PARA CONTEMPLAR

16. « Queremos ver a Jesús » (Jn 12,21). Esta petición, hecha al apóstol Felipe por algunos griegos que habían acudido a Jerusalén para la peregrinación pascual, ha resonado también espiritualmente en nuestros oídos en este Año jubilar. Como aquellos peregrinos de hace dos mil años, los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no sólo « hablar » de Cristo, sino en cierto modo hacérselo « ver ». ¿Y no es quizá cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia y hacer resplandecer también su rostro ante las generaciones del nuevo milenio? Nuestro testimonio sería, además, enormemente deficiente si nosotros no fuésemos los primeros contempladores de su rostro. El Gran Jubileo nos ha ayudado a serlo más profundamente. Al final del Jubileo, a la vez que reemprendemos el ritmo ordinario, llevando en el ánimo las ricas experiencias vividas durante este período singular, la mirada se queda más que nunca fija en el rostro del Señor.

El testimonio de los Evangelios

17. La contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura que, desde el principio hasta el final, está impregnada de este misterio, señalado oscuramente en el Antiguo Testamento y revelado plenamente en el Nuevo, hasta el punto que san Jerónimo afirma con vigor: « Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo mismo ».8 Teniendo como fundamento la Escritura, nos abrimos a la acción del Espíritu (cf. Jn 15,26), que es el origen de aquellos escritos, y, a la vez, al testimonio de los Apóstoles (cf. ibíd., 27), que tuvieron la experiencia viva de Cristo, la Palabra de vida, lo vieron con sus ojos, lo escucharon con sus oídos y lo tocaron con sus manos (cf. 1 Jn 1,1). Lo que nos ha llegado por medio de ellos es una visión de fe, basada en un testimonio histórico preciso. Es un testimonio verdadero de los Evangelios, no obstante su compleja redacción y con una intención primordialmente catequética...

Rostro del Hijo24. Esta identidad divino-humana brota vigorosamente de los Evangelios, que nos ofrecen una serie de elementos gracias a los cuales podemos introducirnos en la « zona-límite » del misterio, representada por la autoconciencia de Cristo. La Iglesia no duda de que en su narración los evangelistas, inspirados por el Espíritu Santo, captaran correctamente, en las palabras pronunciadas por Jesús, la verdad que él tenía sobre su conciencia y su persona. ¿No es quizás esto lo que nos quiere decir Lucas, recogiendo las primeras palabras de Jesús, apenas con doce años, en el templo de Jerusalén? Entonces él aparece ya consciente de tener una relación única con Dios, como es la propia del « hijo ». En efecto, a su Madre, que le hace notar la angustia con que ella y José lo han buscado, Jesús responde sin dudar: « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? » (Lc 2,49). No es de extrañar, pues, que, en la madurez, su lenguaje expresara firmemente la profundidad de su misterio, como está abundantemente subrayado tanto por los Evangelios sinópticos (cf. Mt 11,27; Lc 10,22), como por el evangelista Juan. En su autoconciencia Jesús no tiene dudas: « El Padre está en mí, y yo en el Padre » (Jn 10,38).

Aunque sea lícito pensar que, por su condición humana que lo hacía crecer « en sabiduría, en estatura y en gracia » (Lc 2,52), la conciencia humana de su misterio progresa también hasta la plena expresión de su humanidad glorificada, no hay duda de que ya en su existencia terrena Jesús tenía conciencia de su identidad de Hijo de Dios. Juan lo subraya llegando a afirmar que, en definitiva, por esto fue rechazado y condenado. En efecto, buscaban matarlo, « porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios » (Jn 5,18). En el marco de Getsemaní y del Gólgota, la conciencia humana de Jesús se verá sometida a la prueba más dura. Pero ni siquiera el drama de la pasión y muerte conseguirá afectar su serena seguridad de ser el Hijo del Padre celestial.

Rostro doliente

25. La contemplación del rostro de Cristo nos lleva así a acercarnos al aspecto más paradójico de su misterio, como se ve en la hora extrema, la hora de la Cruz. Misterio en el misterio, ante el cual el ser humano ha de postrarse en adoración. Pasa ante nuestra mirada la intensidad de la escena de la agonía en el huerto de los Olivos. Jesús, abrumado por la previsión de la prueba que le espera, solo ante Dios, lo invoca con su habitual y tierna expresión de confianza: « ¡Abbá, Padre! ». Le pide que aleje de él, si es posible, la copa del sufrimiento (cf. Mc 14,36). Pero el Padre parece que no quiere escuchar la voz del Hijo. Para devolver al hombre el rostro del Padre, Jesús debió no sólo asumir el rostro del hombre, sino cargarse incluso del « rostro » del pecado. « Quien no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él » (2 Co 5,21).

Nunca acabaremos de conocer la profundidad de este misterio. Es toda la aspereza de esta paradoja la que emerge en el grito de dolor, aparentemente desesperado, que Jesús da en la cruz: « "Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?" —que quiere decir— "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?" » (Mc 15,34). ¿Es posible imaginar un sufrimiento mayor, una oscuridad más densa? En realidad, el angustioso « por qué » dirigido al Padre con las palabras iniciales del Salmo 22, aun conservando todo el realismo de un dolor indecible, se ilumina con el sentido de toda la oración en la que el Salmista presenta unidos, en un conjunto conmovedor de sentimientos, el sufrimiento y la confianza. En efecto, continúa el Salmo: « En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste... ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro! » (2221, 5.12).

Rostro del Resucitado

28. Como en el Viernes y en el Sábado Santo, la Iglesia permanece en la contemplación de este rostro ensangrentado, en el cual se esconde la vida de Dios y se ofrece la salvación del mundo. Pero esta contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! Si no fuese así, vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe (cf. 1 Co 15,14). La resurrección fue la respuesta del Padre a la obediencia de Cristo, como recuerda la Carta a los Hebreos: « El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen » (5,7-9).

La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado. Lo hace siguiendo los pasos de Pedro, que lloró por haberle renegado y retomó su camino confesando, con comprensible temor, su amor a Cristo: « Tú sabes que te quiero » (Jn 21,15.17). Lo hace unida a Pablo, que lo encontró en el camino de Damasco y quedó impactado por él: « Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia » (Flp 1,21). Después de dos mil años de estos acontecimientos, la Iglesia los vive como si hubieran sucedido hoy. En el rostro de Cristo ella, su Esposa, contempla su tesoro y su alegría. « Dulcis Iesu memoria, dans vera cordis gaudia »: ¡cuán dulce es el recuerdo de Jesús, fuente de verdadera alegría del corazón! La Iglesia, animada por esta experiencia, retoma hoy su camino para anunciar a Cristo al mundo, al inicio del tercer milenio: Él « es el mismo ayer, hoy y siempre » (Hb 13,8). 


Volver a la Portada de Logo Paperblog