Es muy curioso que la mayoría de nosotros conocemos a los samuráis por su valor, rectitud y valentía. En algunas películas o libros te puedes encontrar con algún samurái que sale corriendo en el campo de batalla pero siempre se toma como un samurái de mentirijilla como se suele decir por estos lares.
El último libro que estoy leyendo trata exactamente sobre estos guerreros, lo empecé a leer porque pensé que aprendería más de sus costumbres y adquirir más conocimientos sobre la cultura japonesa. La realidad me ha demostrado que es un libro aburrido, cuyos personajes para mí no tienen ningún interés y estoy deseando terminarlo (ya me falta poco).
Los motivos de este desencanto es en parte la falta de datos interesantes sobre esta casta guerrera. Los pocos comentarios que se salen de lo típico acaban creándote dudas. Un ejemplo es el no llamar kunoichi a la ninja femenina. Sí, quizás sean detalles simples pero al menos a mí me hubiesen gustado.
Otro ejemplo claro es el desprecio que tienen estos guerreros hacia las relaciones homosexuales y no deja claro que para ellos lo impensable es tener una relación entre dos personas adultas del mismo sexo pero no con un joven.
Curiosamente, esta situación es muy parecida a las relaciones homosexuales que se conocían en Grecia. La gran diferencia entre estas dos culturas era que en la japonesa el joven es quien se acerca a la persona adulta y en la griega ocurre exactamente lo contrario.
Aunque lo comente sobre este libro, la realidad es que ninguno de los que he leído sobre Japón comenta lo más mínimo al respecto. Tanto películas como libros han dejado este importante dato a un lado para no “manchar la masculinidad de los samuráis”.
Es verdad que con los griegos courre exactamente igual y en la archiconocida película de Brad Pitt haciendo el papel de Aquiles no se muestra en ningún momento la relación especial que tiene con Patroclo.
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