Solo me queda una temporada de Miss Fisher’s Murder Mysteries. Eso es sinónimo de tristeza. La serie australiana que cuenta las aventuras de la honorable (este detalle siempre me ha encantado) Phryne Fisher es una de esas pequeñas sorpresas que se ocultan en el cada vez más abultado catalogo de Netflix.
La historia nos sitúa en el Melbourne de los años 20 y nos introduce en el primer capítulo a la señorita Phryne (Essie Davis) una mujer rica, sofisticada y aventurera que regresa al país tras varios años en el extranjero. Pronto se instala en la ciudad, contrata a una asistente, Dorothy Williams, y comienza a investigar un asesinato. ¿Un asesinato? Sí, y es que Phryne es una aguda y observadora detective que puntualmente colabora con el inspector Jack Robinson (Nathan Page), pese a las reticencias iniciales del policía.
Este procedimental llegado de las antípodas entronca con la tradición de series como Se ha escrito un crimen o Miss Marple pero se distancia de ellas gracias a una protagonista subversiva y el tratamiento de temas y problemáticas sociales complejas -y muy actuales- equilibrando drama y humor.
La serie está basada en las novelas de Kerry Greenwood y tras tres temporadas, dos de trece capítulos y una tercera de ocho, se habla de la posibilidad de una película que espero que llegue a materializarse. Reconozco que hay un salto de calidad importante entre la primera y la segunda entrega, más que nada porque los guionistas (en su inmensa mayoría mujeres) trabajan mucho mejor las relaciones entre los personajes y en especial el toma y daca entre Phryne y Jack.
Miss Fisher’s Murder Mysteries tiene una factura casi perfecta, es imposible no trasladarse a aquella época feliz y despreocupada gracias a la ambientación, los decorados, la música y el espectacular vestuario. Phryne luce durante la serie espectaculares vestidos siempre con llamativos accesorios, que la convierten en el centro de todas las miradas. El vestuario de la señorita Fisher es un reflejo de su personalidad, elegante y sorprendente, extravagante e impredecible. El resto del reparto también puede definirse a través de sus vestimenta: Dorothy es recatada y tímida, no quiere destacar. Jack viste traje, siempre perfecto, siempre pulcro y a Hugh, el ayudante de Jack, pocas veces le veremos sin su uniforme de oficial.
Como buen procedimental cada crimen se resuelve en su respectivo episodio y la continuidad de la serie se basa en las relaciones entre los protagonistas principales y la TSNR entre Phryne y Jack y el romance más clásico de Dorothy y Hugh.
La honorable Miss Fisher
Phryne es un personaje fascinante y seductor, una mujer muy avanzada para su época que goza de mucha libertad y mucho capital. Gracias a eso puede dedicarse a sus pasiones y hacer, básicamente, lo que le plazca para desconcierto de Dorothy y el inspector Robinson. Sin embargo, su espíritu libre, su pasión, su vitalidad e inteligencia acaban sirviendo de revulsivo para que sus más allegados sean capaces de ver más allá, de abrirse al mundo y verlo con otros ojos. Phryne predica con el ejemplo, empatía y comprensión.
Pero Phryne no siempre fue una mujer rica y acomodada, su infancia fue pobre hasta que su familia acabó heredando un título nobiliario en virtud de una ley de sucesión británica. En su juventud, sus padres la mandan a Europa a un internado pero cuando estalla la Gran Guerra decide ir a Francia para ayudar como enfermera en el frente. Tras la guerra y con una pensión vitalicia en el bolsillo, Phryne se queda viviendo la postguerra y el inicio de los años 20 en París. Años más tarde se traslada a Melbourne para visitar a su tía Prudence y es aquí donde comienza la serie.
Es refrescante encontrar una serie con una protagonista tan vibrante, descarada y autosuficiente. Phryne es una mujer audaz para su tiempo, y para el nuestro, que conduce un Hispano Suiza, habla varios idiomas, siempre va armada y sabe pilotar un avión. Tiene una hija adoptiva, Jane, a la que acogió al poco de llegar a Melbourne y vive con la preocupación de no ser un buen modelo a seguir para ella.
El carisma de Phryne, su feminismo militante, sus diálogos cargados de intención, su carácter y hasta su fortaleza física la convierten en un personaje deslumbrante que acapara toda la atención. Aún así, el resto de personajes no acaban ignorados o desdibujados por el empuje de la señorita Fisher sino que se van construyendo lentamente a lo largo de los capítulos, convirtiéndose en seres más complejos y menos planos de lo que podríamos imaginar en un principio.
La relación entre Phryne y Jack evoluciona mucho en la segunda temporada y ese uno de los motivos por los que la serie mejora sustancialmente en su segundo año. Jack (Nathan Page) es un hombre íntegro y capaz, también es noble e inteligente. Estuvo en la Gran Guerra, experiencia que le hizo cambiar provocando el derrumbe de su matrimonio y posterior divorcio. Essie Davis y Nathan Page no sólo interpretan a la perfección sus personajes sino que también tienen una química que traspasa la pantalla. Los enfrentamientos dialécticos entre ellos son muy divertidos de ver, funcionan perfectamente y aligeran algo la tensión cuando la serie se pone demasiado dramático y oscura.
Hay muchos motivos para darle una oportunidad a esta producción australiana: feminismo, protagonista carismática, misterio, humor y puesta en escena. Seguro que os engancha.