La Iglesia, garantía de los auténticos valores humanos
18. Se puede prever que estas enseñanzas no serán quizá fácilmente aceptadas por todos: son demasiadas las voces —ampliadas por los modernos medios de propaganda— que están en contraste con la Iglesia.
A decir verdad, ésta no es maravilla de ser, a semejanza de su divino Fundador, "signo de contradicción"22, pero no deja por esto de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, natural y evangélica.
La Iglesia no ha sido la autora de éstas, ni puede por tanto ser su árbitro, sino solamente su depositaria e intérprete, sin poder jamás declarar lícito lo que no lo es por su íntima e inmutable oposición al verdadero bien del hombre.
Al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la instauración de una civilización verdaderamente humana; ella compromete al hombre a no abdicar la propia responsabilidad para someterse a los medios técnicos; defiende con esto mismo la dignidad de los cónyuges.
Fiel a las enseñanzas y al ejemplo del Salvador, ella se demuestra amiga sincera ydesinteresada de los hombres a quienes quiere ayudar, ya desde su camino terreno, "a participar como hijos a la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres"23
22. Luc., 2, 34.
23. Pablo VI, Enc. Populorum Progressio, 26 de marzo de 1967, n. 21PRINCIPALREGRESAR