La ignominiosa ley del aborto, una vergüenza y 1.000 pasos atrás

La ley del aborto aprobada ayer puede verse en cualquier sección de actualidad, de sociedad… Debería haberse creado una nueva sección en informativos y diarios para ésta y otras leyes perpetradas por el rodillo de una mayoría absoluta ajena a ambas: a actualidad y a sociedad. Iglesia, religión, pasado,… entre otras podrían ser serias candidatas.

                                                                                                                                                                        Ilustración: Artsenal JH

La ley aprobada ayer es un salto al pasado, a un pasado añorado, idealizado de la España más negra, retrógrada, facha y, al igual que los hijos que crearon y quieren seguir creando, malformada. Una, grande y libre que nunca fue ninguna de las tres cosas por mucho que se empeñen en querer cambiar la lectura de la historia. No se puede entrar por decreto en lo más íntimo de la mujer, en su vientre, también del hombre, del hogar. La ley del aborto aprobada ayer por el PP es una vergüenza, la promesa de unas navidades futuras tristes, más aún que el resto del año, tristes y desesperadas de por vida. Vaciadas las arcas de las ayudas a la dependencia, se mete la garra en la de las pensiones, y se condena a los discapacitados a ser poco más que parias sociales, sin apoyos ni ayudas (¿qué ayuda o consuelo hay contra el dolor de verdad, crónico, contra la impotencia?), mientras se deshilacha el colchón hasta que salten los muelles por las costuras.

Fuera los rosarios de nuestros ovarios. Un buen lema que atraviesa la epidermis y va por las venas, veloz, hasta el alma si no fuera porque los hombres y mujeres negros de corazón que dieron ayer el sí a esta ley no tienen alma. La invirtieron en recalificaciones, en favores debidos que luego recuperarán con creces a base de cargos en empresas privadas a las que favorecieron mientras estuvieron en el poder político. Irán directos al infierno después de sentenciar a él a miles de familias, mujeres, hombres. También niños. Allí tampoco hay ayudas. La prensa que les baila el agua también irá al infierno con ellos como enviados especiales.

¿Cómo se atreven a obligar a una mujer a ser madre si ella no quiere? ¿Esperan acaso que quiera a su hijo con el tiempo, cuando le vea la cara en el hospital? ¿Como los matrimonios de conveniencia que pueblan sus vidas tristes? ¿Pretenden trasladar su hipocresía vital al resto? La ignominiosa, infame, insultante ley del aborto aprobada ayer hace trizas cualquier atisbo de progreso, de libertad a base de imposición, de su añorado ‘yo ordeno y mando’. La reforma (sic) laboral, el recorte de las pensiones, la ley de Seguridad Ciudadana son parte de la estrategia que ahora sigue con la del aborto. El objetivo es estrechar el círculo, tapar las salidas en este cerco cada vez más estrecho donde respirar es cada día más difícil. Guerra de mercenarios demasiado bien pagados (¿quién podría resistirse al botín?), frente a trincheras que se juega en cada calle, en cada hogar. Les espera el infierno por malnacidos.

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