¿Te gustaría tener el control de tu vida? ¿De saber en todo momento de que las cosas van a salir tal cómo tu lo tenías pensado? Sería el punto de partida perfecto para finalmente crear aquella vida que siempre querías llevar. Con unos ajustes simples en el centro de control podrías reconducir tu existencia a la vida perfecta.
¿Controlando los detalles, controlas el conjunto?
El sueño de controlar la propia vida es la razón oculta de muchas actividades: levantarte temprano, meditar, hacer deporte, preparar la lista diaria de las tareas más importantes. Todos estos hábitos te ayudan a crear la ilusión de que la vida está en tus manos.
No conseguir crear estos hábitos (tan recomendados por los mejores coaches de productividad) se convierte en un símbolo de fracaso. ¿Cómo vas a controlar tu vida si ni siquiera consigues levantarte antes del sol? ¿Cómo vas a conseguir algo en la vida si ni recuerdas la última vez que fuiste a correr?
Tienes que controlar estos pequeños detalles y entonces tu vida será perfecta. Dicen.
No puedes perder el control que jamás has tenido
El fallo en este planteamiento es la importancia que se le otorga al “control”. No puedes controlar tus calidad de sueño. Puedes crear un entorno que ayuda a ir a dormir a una hora determinada. Lo controlas hasta que tu madre te llame a las 11 de la noche o que tienes un encuentro con amigos que ha durado más de lo previsto.
Yo tenía un calendario de entrenamientos para las próximas carreras. Lo controlé perfectamente hasta que me conseguí un esguince al saltar un muro. De repente toda mi planificación no me sirve de nada, porque las circunstancias habían cambiado. ¿He perdido el control? ¿O nunca lo tuve?
Controla tu actitud, planifica el resto
En el momento del aterrizaje ya sabía que algo estaba mal con mi tobillo. Aún así no fui al médico, cogí un avión a Alemania e intenté “controlar” mi tobillo para que encaje con mis actividades. A mi tobillo le dio bastante igual. Aumentó su tamaño al doble y me obsequió con una obra de arte en formato de hematoma: su forma de informarme de que se tomará sus tres o cuatro semanas para sanar, lo aceptara yo o no. Así que tuve que cambiar de actitud.
Podría quejarme, podría pelarme con las muletas, y maldecir el día que decidí saltar este muro. La situación seguiría igual y yo estaría bastante más estresada. Así que he ajustado mi planificación a las nuevas circunstancias. Iré en AVE a la Biocultura en Madrid para viajar más cómoda y con más espacio (comparado con el puente aéreo). He planificado suficiente tiempo para poder llegar a los lugares con toda la calma.
La única diferencia es tu actitud
Curiosamente tu actitud también será quién te ayuda a sí levantarte temprano, dormir suficiente y hacer deporte. Es tu actitud que te da la flexibilidad de pasar del control a la planificación inteligente. No puedo ir a correr, pero puedo hacer ejercicios alternativas como flexiones, sentadillas con una pierna, abdominales… puedo aprovechar este momento para fortalecer otros músculos. Mientras tanto agradezco que solo es un esguince y que soy lo suficiente sana como para que se pueda curar con reposo.
¿Qué hábito te tiene frustrado en este momento? ¿Cómo puedes enfocarlo de otra forma, ajustarlo, cambiarlo para que te sea más fácil?