04.11.2014 17:24
Empiezo a tomarme a alguien en serio cuando nos morimos de la risa juntos. Porque compartir risas debería ser considerado idioma universal. Porque mientras dos personas se entiendan con sólo reír, este mundo tiene posibilidades de ser mejor. Porque dos que se miran y se sonríen y se entienden están haciendo magia. Riamos juntos.
Y me gustan los abrazos. Esos abrazos estrujaditos, donde no cabe la menor duda entre los cuerpos. Porque un abrazo no se da, un abrazo se comparte entre dos como si fueran uno sólo, sino no es un abrazo, es un saludo. Y es que hay abrazos que me dieron que todavía no han perdido su calor. Abracémonos.
La vida es muy corta para poner taras y perfecciones, ventajas y obstáculos en una balanza. Te gusta o no te gusta. Te hace feliz o no. Y yo respeto a la gente que sabe lo que quiere, pero me gustan más aquellos que se van dejando querer sin tanta estrategia y maniobra. Pero sin dudar, no te confundas. Que hay que ser valiente. Caer, llorar, levantarse y seguir. Y no disfrazar no haberse tropezado. Hay cosas que se saben sin necesidad de verlas. No te engañes.
Están las personas que nos hacen sentir especiales, las que nos hacen sentir bien, pero las mejores son las que nos hacen sentir nosotros mismos. Es curioso como una sola persona puede proporcionarnos tanta armonía sólo con estar; no hace nada, no dice nada, sólo está. Y es que hay gente que te cura hasta lo que no sabías que tenías roto. Y a esta gente normalmente no se la busca, te la encuentras. Así, por accidente. Y cuando alguien te importa no te preocupas por ella, te ocupas de ella, porque te importa. Y a mí lo que me importa no lo presumo, lo cuido. Cuidémonos.
A veces, en este mundo sólo se sobrevive con música, por eso yo digo que voy por la música escuchando la vida. Porque la música es la temperatura perfecta del alma. Porque un día puedes sentir una cosa, pero cantar otra, y la canción se da cuenta del engaño. Te lo aseguro.
Ojalá que la gente que ama nunca se canse, se aburra, se olvide o se pase al bando contrario, el de los que no se atreven nunca. Poner el pero antes del te quiero y no al revés. Porque yo no sé querer a medias, sólo sé hacerlo con los cinco sentidos. Y tengo la manía de volver al otro mi propia manía. Y cuando beso lo hago con el corazón latiendo. Porque el amor es magia, esa magia de que alguien te lea por dentro y tal vez no entienda lo que lee, probablemente no lo comparta, ni esté de acuerdo, pero te quiera. Porque un día llega alguien que te lo pone todo del revés, el sueño, el tiempo, la vida, el alma y entonces sueñas, vuelas, vives y amas, sin más. Y regar el amor y no rogarlo. Y sonreír a mitad de un beso. Porque igual para que pase lo que nunca ha pasado, tenemos que decirnos lo nunca nos hemos dicho. Y entonces todo se vuelve fácil.
E intentamos arreglar con palabras lo que rompimos con silencios. Pero no se puede. Y nos armamos de valor, intrépidos, cuando lo que deberíamos es desarmarnos de los miedos. Gran problema éste. Y creamos nuestras propias tormentas y después nos ponemos tristes cuando llueve. Qué contradicción. Porque todos somos valientes con los monstruos ajenos, somos psicólogos de los otros cuando realmente no sabemos qué hacer con nosotros mismos. Y si intentaste algo y no se dio, no quiere decir que perdiste el tiempo. Es experiencia. Vida. Y es que a veces lo único que necesitamos es un lugar al cual regresar y una persona que nos espere con un abrazo del tamaño de nuestros miedos. Pero tranquilo porque un día vas a mirar atrás y ya no va a doler eso que creíste que iba a partirte en dos, y te vas a dar cuenta que los monstruos los hace uno. Por eso yo hoy a ustedes señores monstruos, malos recuerdos, os doy libertad. Porque merezco ser feliz. Porque la ilusión y la esperanza son un quizás que no comprenden un no. Y llámame ilusa, pero hoy no tengo fuerzas para rendirme.
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